banner banner banner
90 millas hasta el paraíso
90 millas hasta el paraíso
Оценить:
Рейтинг: 0

Полная версия:

90 millas hasta el paraíso

скачать книгу бесплатно


– ?Para quе has vuelto, entonces? ?Para que los guardafronteras te “acogieran” y te encarcelaran? ?Para que luego te rescataran con dinero de las rameras piadosas?

– He vuelto porque en aquel sistema es dif?cil lograr еxitos si no posees un capital inicial. Empezar siendo lavaplatos no es para m?. Esa profesiоn podrа quedarse contigo para siempre. El primer dinero puede ser ganado aqu?. Mejor dicho, con ayuda de aquellos que residen aqu?, pero all? tienen familiares ricos. T? les ayudas a ellos – estos te ayudan a ti.

– Robar es lo mаs fаcil y menos peligroso – como si lo estuviera viendo Yoslaine, la cual sol?a ratear a los clientes.

Esto son minucias – iba expansionаndose el pobre hombre de negocios, estando ya bien mamado – voy a tener una flotilla entera que se dedicara al traslado ilegal de los cubanos a Miami. Ni siquiera voy a surcar las aguas del golfo de Florida. Solamente acancharе buques, contratarе equipos y recogerе dinero de los ricachones norteamericanos por el traslado desde Cuba de sus desdichados parientes.

– ?No tienes miedo? Es que soy miembro del Comitе de Defensa de la Revoluciоn – la chica no se sorprendiо ni un аpice al o?r los grandiosos planes de Lаzaro, pero, como de costumbre, no los tomо en serio…

… En realidad no hab?a nada que pudiera asombrar a uno con tales proyectos. El embargo y las limitaciones de visas de Estados Unidos para los cubanos hac?an imposible el trаfico legal al “para?so” a tales personas como Lаzaro Mu?ero.

En primer lugar, a tales tipos nunca les dejar?an pasar “los suyos” – Fidel Castro dispon?a de su propia lista para casos de esta ?ndole. En segundo lugar, no quer?an admitir a tal categor?a de refugiados en el otro lado del mar – ?a quien le hace falta un individuo con reputaciоn de criminal!

Sin embargo, los norteamericanos no hab?an tomado en consideraciоn algo muy importante. Hasta, mejor dicho, no contaron la cantidad de aspirantes, los cuales saltar?an a chorros al “pa?s de las mil maravillas”, si el t?o Sam abre las compuertas. Aunque no sean oficiales. Pero, naturalmente, nadie en Norteamеrica empanzada pudo prever la reacciоn del Comandante a la acogida cordial de los estadounidenses a los migrantes ilegales, provenientes de su Isla. En el a?o 80, se registrо algo extraordinario – “como piedra ca?da del cielo”, – cuyo nombre es “Mariel” …

Actuando en el cauce de su pol?tica de descreditar el rеgimen dictatorial de Castro, y flirteando con la diаspora cubana de Florida, que iba cobrando fuerza, los yanquis recib?an con los brazos abiertos a todos los fugitivos de Cuba. A todos, los que lograban alcanzar las costas ilegalmente, en barcazas robadas, peque?as improvisadas embarcaciones, en balsas, botes, lanchas destartaladas y yates rechinantes, hasta en los aviones de pasajeros, tomados por la fuerza.

Aquellos, a los que antes les negaban las visas en los propios EE.UU., comprendieron que obtendr?an lo deseado, si iban a empu?ar las delincuencias so pretexto especioso de heterodoxia. A los que pisaron la costa disfrutable de Florida, ciudadanos de Cuba, inmediatamente los sub?an hasta las nubes como refugiados pol?ticos, les conced?an cartas de ciudadan?a, trabajo y subvenciones.

Ah? es cuando sucediо un caso imprevisto. La finalidad de mostrar a todos los norteamericanos, que el socialismo es el mal mаs allа de los l?mites, que de este todos huyen, ligada a una idea fija de hacer una mala jugada a Fidel personalmente – todo esto en conjunto fracasо. Fidel abriо el puerto Mariel para todos los aspirantes a abandonar la isla. En total hubo 125 mil personas…

A Florida se precipitaron todos los que tomaban por asalto las embajadas extranjeras, abrigando la esperanza de acelerar su partida de la Isla de la Libertad al continente norteamericano, ya que este era el sue?o de ellos. La mayor?a de estos no sab?a que tendr?a por delante so?ar con una suerte mejor, fregando los pisos y lavando los platos a los nuevos due?os. Iban a hablar de la Libertad sin haberla conocido y perdiеndola para siempre. En efecto es libre solamente el que se siente libre dondequiera. No se sent?an libres en su patria, los EE.UU., mientras tanto, te daban una oportunidad, pero no a todos. Pero dif?cilmente, en la categor?a de selectos figuraban los que nunca habr?an evaluado la libertad, ya que no la habr?an comprendido. Los que de manera incondicional la aceptar?an perdiendo la libertad por “un tarro de mermelada y una cesta de galletas”.

Junto con los disidentes, a los mаs escarceadores de ellos con motivo de este caso hasta los soltaron de los manicomios, Castro embarcо en las barcazas a miles de criminales, a los que se cansо de alimentar en sus cаrceles.

Las autoridades de inmigraciоn se llevaron las manos a la cabeza, pero ya era tarde. La descomunal marea que trajo la escoria inundо las calles de Miami, completо las filas de los pordioseros y los marginales, y al mismo tiempo las bandas callejeras, las corporaciones de asesinos y los sindicatos de narcotraficantes. Solo los hermanos Castro habr?an podido meter en un pu?o a los gаnsteres cubanos.

Miami se hizo el cielo en rejas para los bandidos ambiciosos de origen cubano en muchos casos, pero ya en una cаrcel del T?o Sam, o una necrоpolis. Para algunos este lugar se convirtiо inicialmente en un trampol?n para una rаpida ascensiоn a los superiores eslabones de la jerarqu?a criminal, y solamente despuеs se hizo necrоpolis. El final, en esta ocasiоn, ya lo tienes dise?ado y vaticinado, como el fin de la pel?cula hollywoodense “El precio del poder” con Al Pacino, siendo este el capo de la droga Tony Montana, que no reconociо bajo la influencia de la coca?na su mortalidad propia, hasta habiеndose ido al otro mundo.

Como resultado, los senadores y congresistas, los que cabildean los intereses de los oligarcas y latifundistas que perdieron sus bienes en Cuba, no pudieron hacer la mala jugada a Castro. Y, entonces, con pocas ganas, anunciaron un armisticio temporal, aumentando la cuota de visas. Se redujo la cantidad de migrantes ilegales. Pero hasta cierto tiempo. La paz entre la Cuba socialista y el pilar del mundo libre, Estados Unidos, como tal no pod?a existir.      El embargo no ha finalizado. Ven?an turnаndose las generaciones de cubanos en condiciones de un embargo incesante. Las numerosas sanciones econоmicas hac?an endurecer al pueblo, formaba en la gente la diligencia y la parsimonia, pero al mismo tiempo estas ven?an creando a nuevos aventureros, dispuestos a aprovechar el dеficit reinante en el pa?s. Lаzaro Mu?ero Garc?a era uno de ellos. Su “business project”, desde el punto de vista de materializarlo en la vida, no parecer?a ser utop?a ni a los residentes habitantes del lujoso Miami, ni a los ciudadanos de Cuba, cansados del realismo socialista, que estаn esperando el “transfer” prohibido a Florida.

Hay que destacar las dеcadas de la confrontaciоn con la mаs poderosa potencia, reforzaron a Fidel en la tesis de Lenin sobre la posible victoria de una revoluciоn socialista en un solo pa?s. Su esp?ritu, desmoralizado por haberse desmoronado el pa?s de los Soviets, se afianzо a fines de los a?os noventa al adquirir un nuevo aliado en la persona del formidable Chаvez. Lo que significaba que la guerra continuaba.

Los norteamericanos se encontraban en un estado de euforia, despuеs de ser destruida la segunda superpotencia, disfrutaban de plena impunidad, lo que significaba menospreciar a sus enemigos. S?, ellos aprendieron a derrocar reg?menes indeseables no solamente aplicando la fuerza de una intervenciоn directa, sino hasta valiеndose de revoluciones de colores. Pero no tomaron en consideraciоn que Fidel con el tiempo aprendiо a adaptarse a nuevos y mejores cambios en el аmbito pol?tico. Para la revoluciоn cubana, cualquier otra neoliberal era una contrarrevoluciоn – como se ha de portar con “la contra” en Cuba lo sab?an desde la derrota de los mercenarios, saboteadores y bandidos en la Playa Girоn y en los macizos monta?osos del Escambray…

… Lаzaro midiо a Yoslaine con una mirada furiosa, murmurando impulsado por una porciоn sucesiva de ron:

– ?Estаs hablando de que eres miembro del Comitе? Yo tambiеn soy miembro.

– No lo dudo siquiera – sonriо la chica. Con el rabillo del ojo advirtiо aproximarse a un gilipolla con una gorra vasca de color verde oliva con una estrellita roja, con bigotes y una barba a lo Che Guevara. En un concurso de dobles, siendo este un pueblecito cualquiera, no tendr?a ningunas posibilidades de ganar un premio. Pero aqu?, el estado de embriaguez de “La Rumba”, lo identificaban como hеroe.

Apenas hubo frotado un segundo el culo sobresaliente de Yoslaine, el imitador de Che le hizo soltar el humo del cigarro y le comunicо que ella le gustaba mucho:

– ?Linda muchacha! ?Magn?fico! ?Admirablemente buena! ?Soy soltero, soy alegr?a!

De que ella era guapa, Yoslaine no lo dudaba. No necesitaba de los cumplidos de este “frico”, mientras, que el pseudo Che, que en el momento dado estaba solo, le conven?a. Se pudo averiguar que еl, como el ?dolo favorito, es argentino, y estа residiendo en un hotel de dos estrellas y eso no tiene nada que ver con que el portamonedas estе vac?o, sino exclusivamente relacionado a la esencia del ascetismo de los guerrilleros.

– Entеrate, solo de manera cuidadosa, si tiene dinero – susurrо al o?do de la puta el impaciente Lаzaro.

–No es un consejo de un chico, sino de un adulto – dijo rabiosamente Yoslaine, preguntаndole a quema ropa al argentino. – ?Tienes dinero?

– Treinta pesos convertibles – le dio a conocer “El Che”.

– Es poco – la puta balanceо negativamente la cabeza – ?Cuarenta!

– En el hotel hay a?n – lo reconociо de pocas ganas el imitador.

– ?Estаs con carro? – ?Que pregunta est?pida, cоmo el huеsped de un hotel de dos estrellas puede tener un coche! – Bien, habrа que tomar un taxi hasta el hotel. Te esperarе en el coche. En Cаrdenas tengo una casa. Eso requerirа de ti quince pesos mаs. ?De acuerdo?

El argentino se puso a fumar un “Coh?ba”, imitando as? un ataque de asma. Luego, mostrando una fila alineada de dientes blancos, expresо:

– ?Forever!

– Hoy tendrе que follar con un loco – comentо el caso la muchacha Yoslaine.

El proxeneta hizo salir a la chica, y a un viejo conocido, que estaba a la salida, le entregо un peso arrugado. El taxista taciturno con una impenetrable cara de confidente precisо la direcciоn del punto de destino. La verdad es que cuando el chоfer vio al argentino con la imagen del Che comprendiо que esta situaciоn no huele a propina. Tales idiotas pagan de acuerdo a las indicaciones del tax?metro. La chica ya hab?a empujado al Che en el salоn y estaba dispuesta a zambullirse en еl. Lаzaro la parо.

– ??Y mis diez?! – manten?a fuertemente el asa de la portezuela.

– Lo dejamos para despuеs – intentо deslizarse la moza.

– ?Eso no estaba as? acordado! – estando ya a punto de gritar, refunfu?о Lаzaro.

– OK. Dame, por favor, diez convertibles a cuenta de mi honorario – se dirigiо ella al argentino. Aquel no pudo extraer inmediatamente del bolsillo trasero del pantalоn el billete arrugado y se lo entregо a la doncella.

Yoslaine descontenta le alargо el dinero a su gu?a, y despidiеndose le regalо una mirada despreciativa.

Lаzaro tomо lo suyo, echо una risita nerviosa con la esquina de la boca, e invitо a la se?ora al salоn con un gesto de comediante con el fin de golpear demostrativamente la portezuela.

Todo fue as?. Golpeо con la portezuela y arrimо el billete arrugado a la nariz. Por lo visto, quer?a una vez mаs cerciorarse de que el dinero, sin embargo, huele. En ese dulce momento una mano velluda, aplicando un brusco movimiento, arrancо el muy arrugad?simo billete debajo del оrgano olfatorio de Lаzaro.

“?Diablo!” – maldijo a todo el mundo el jinetero desgraciado, concibiendo que le estа tocando el brazo una mano fuerte y pesada, la del morrocotudo teniente Manuel Murillo. Este hab?a sido puesto a vigilar al ex barman despuеs de la prisiоn. Junto con el sargento Esteban de Mendoza los dos eran un par de polic?as conocidos en el distrito, a los cuales los llamaban Grande y Peque?o. Estos sobrenombres eran los mаs neutrales de todos los apodos y motes, los cuales serv?an para denominarlos a sus espaldas.

– ?Hasta cuаnto puede jugar uno! – soltо con amenaza el teniente corpulento.

A Yoslaine y al mariquita infortunado, haciendo la imagen de hеroe, lo estaba sacudiendo fuertemente el colega del teniente, el paticorto sargento Mendoza, cuyo sobrenombre mаs injurioso era la palabra “ba?o”. Si pasaba a visitar a alguien, Mendoza ante todo preguntaba dоnde se encuentra el cuarto de ba?o. Todos sin excepciоn comprend?an que en el caso dado estaba buscando un retrete – el sargento padec?a de los ri?ones, cargado con urocistitis y hemorroides, con a?adidura. En cuanto a los detenidos siempre apuraba los asuntos, era una cosa hecha a la represiоn y muy concreto, dando el precio para obtener la indulgencia para esta.

– Veinte – no le ced?a a la chica, al mismo tiempo convenc?a al argentino, que hab?a usurpado la imagen del Che, que en lo que se refiere a еl no ten?a ningunas pretensiones y, ademаs, no dudaba que los veinte convertibles tendr?a que darlos el turista. Si no, a la palomilla nocturna de largas pernas la ha de acompa?ar al departamento el pernicorto guardador de la ley.

Sea como sea, el pseudo Che se despidiо del ?ltimo billete que dispon?a de veinte pesos convertibles. Los dejaron libres. El taxi a toda velocidad se dirig?a al hotel barato y la chica se prometiо no tener nunca mаs relaciones con Lаzaro Mu?ero. Este buitre desgraciado trae solo disgustos. Es como si atrajera desdichas. Donde estа Lаzaro, ah? siempre hay problemas…

?Teniente, y yo quе tengo que ver? – Ahora, cuando soltaron a la puta, ya no hab?a motivo de temer algo. ?No hay testigo, – no hay delito! – No estoy bajo arresto domiciliario, sino solo estoy bajo la vigilancia. ?Resulta que ya no puedo divertirme siquiera!

– He aqu? lo que has conseguido, Lаzaro – el teniente cerrо las esposas en las mu?ecas del delincuente.

– “Helado”, ?quе ha cometido este malvado? – muy rаpido preguntо el sargento Mendoza dirigiеndose al compa?ero. La cuestiоn es que Murillo, como millones de otros golosos, no era indiferente al riqu?simo helado cubano de “Coppelia” y no perd?a la oportunidad de comprarse un helado sin ponerse en la cola, utilizando la posiciоn oficial. A los peque?uelos, que les indignaba la conducta de Murillo, este les explicaba que estaba muy apresurado porque deb?a arrestar a un delincuente muy peligroso. Dos chiquillos suyos le pidieron a papа que les trajera helados.

A las presuposiciones razonables de los adolescentes acerca de que el helado de igual manera se derretir?a hasta que el polic?a lo llevara hasta sus ni?os, el sin prole Murillo contestaba que no habr?a tiempo para derretirse. Еl no taca?eaba en este caso, ya que se ingeniaba a exterminar la golosina como si fuera un meteoro. Necesitaba pocos minutos para acabar con los helados. S?, minutos porque, habitualmente, ya que еl no se limitaba a dos-tres porciones. La cifra aceptable para Helado era “seis”.                                     El teniente conoc?a a fondo los problemas de la urinaria y otras evacuaciones, y ya un a?o entero intentaba obtener en el Departamento de Polic?a a un nuevo compa?ero de trabajo, que no sea tan listo como el favorito de la jefatura, el sargento Mendoza. En su labor ingrata, el apresuramiento solamente causa da?o.

Este charanguero quedaba satisfecho con las menudencias y hasta no pod?a imaginar que en sus redes ahora quedо atrapado un “pez gordo”.

Solamente el teniente Murillo, el que decidiо que no val?a la pena dar a conocer el asunto a su socio, conoc?a de vista a Lаzaro Mu?ero.

– Mendoza, pasa por “La Rumba” – ah? hay un magn?fico cuarto de ba?o. Haz tus necesidades apremiantes, mientras tanto hablarе con un viejo conocido.

– Bien – sin pensarlo mucho, Ba?o se dirigiо al club.

– Ahora escucha, guapetоn – haciendo una mueca terrible y, ademаs, empujando con el dedo ?ndice en el pecho del sospechoso, rugiо a Lаzaro el polic?a – Tu amiguito Julio Cеsar ya no tendrа la oportunidad de ingresar en el “Club de Cantineros”. Aunque resultо ser un chivato de primera. Tu cоmplice te entregо con los callos, y lo hizo como en la palma de la mano. Es as? como arreglaron el asunto con el alemаn. Lo de “Che Guevara” es una buena jugada tuya – hay que acostumbrarse, ya que estarаs encarcelado en la ciudad de la guerrilla, en Santa Clara. Estarаs tras las rejas unos veinte a?os, como pol?tico. Un robo con allanamiento en un hotel es un sabotaje ideal contra uno de los art?culos fundamentales del presupuesto del estado. ?Sabes quе instrucciones nos cursan antes de montar la patrulla? Nos advierten que soplemos el polvo de los turistas. ?Y no ves eso? ?La polic?a vial no los detiene por exceso de velocidad, y hasta no los multan en el caso de conducir en estado de embriaguez! Nos tapamos los ojos a todo eso. Solamente que vengan de turistas al pa?s. ?Que traigan esas divisas malditas! ??Y t? quе estаs haciendo?! Estаs socavando. ?Eso es! ?Estаs socavando! ?Pero lo sabes que estаs socavando?

Al haber concebido que de improviso llegо el apocalipsis, la frente de Lаzaro se cubriо de sudor. Meneaba la cabeza de manera inadecuada, pero el teniente Murillo percibiо esos gestos como respuesta negativa a su pregunta. ?No lo sabes! Cоmo puedes saberlo… Serаn las bases… Estаs socavаndolas. ?Crees dаrsela con queso a todos? Es que dispongo de informaciоn, que en aquella ocasiоn lograste alcanzar Miami. A todos les dijiste que hab?as ido de pesca. ?Es sabido que varios meses estuviste fuera de aqu?! ?Crees que somos tontos? Simplemente nos compadecimos de ti y de tu madre. ?Cоmo nos agradeciste, bastardo! ?Puede ser que los gusanos de Miami te hayan dado una misiоn – saquear a los turistas en Varadero y en Guardalavaca, para reducir el flujo de extranjeros y debilitar la econom?a de la Cuba Libre?

– Suеltame, Manuel… – implorо sollozando Lаzaro – tengo trescientos dоlares… Devolverе el brazalete y la videocаmara. Y la ropa interior…

La conversaciоn iba adquiriendo para el se?or Murillo una forma espec?fica, comercial. Continuando de esta manera la conversaciоn se podr?a obtener un gran dineral… Si no hubieran partido los huеspedes alemanes de Cuba sin sus declaraciones, ya que el robo tuvo lugar un d?a antes del vuelo a Frankfurt, el teniente no se habr?a internado en las explicaciones del corriente momento pol?tico al proxeneta y alborotador incorregible, tal como era el detenido Lаzaro Mu?ero. Pero las v?ctimas se esfumaron. El socio de Lаzaro se derrumbо, el ayudante eterno del barman Julio Cеsar, pudo haber denigrado al amiguito. Quiеn lo sabe. Le dieron unos buenos garrotazos, y este desollо al primero, que le vino a la mente, solamente para poder justificarse as?. Pues, hab?a que llegar a un acuerdo hasta que volviese Mendoza.

– Hoy, de ti espero el brazalete y el dinero. La videocаmara me la traerаs ma?ana. Hasta la ma?ana ya te habrе fabricado una coartada veros?mil, lo que estа balbuceando tu amigo Julio Cеsar no es admisible. No hay huellas dactilares tuyas, y solamente los alemanes podrаn identificarte. A propоsito, esto ha de ser lo mаs dif?cil. Cаlmate, las declaraciones de los testigos son de mi incumbencia. Lo mаs importante es que hoy ya habrа que devolver a los burgueses aunque sea el brazalete y, tenlo bien claro, la lealtad del equipo de investigaciоn no es algo gratuito. En el caso dado, trescientas divisas no serаn bastante para cubrir el asunto – se rascо la barbilla “el bonachоn simpatizante” Murillo.

– Esto es todo lo que pudo conseguir hoy… – jurо el ladrоn esperanzado – el brazalete y el dinero lo tiene mi chica. Habrа que pasar por su casa y traerlos. No estа lejos, en Cаrdenas.

– Vale, la pasta restante la devuelves luego. Tendrаs que disponer aproximadamente de una suma como la de hoy. Hazlo sin apresurarte mucho. Me las devolverаs al cabo de cinco d?as. ?Quе te parece? Solamente no mаs tarde de los prоximos d?as de descanso. Habrа que hacerlo a tiempo – el domingo es mi cumplea?os. De tu parte un regalo.

– Pues, me voy a buscar el brazalete y el dinero… ?Manuel, puedes quitarme las esposas? – Lаzaro, al tropezar con la habitual manera corrupta de los patrulleros, gradualmente, iba recuperаndose.

– Mientras tanto permanecerаs esposado. En el coche no despegues la boca acerca de la conversaciоn sostenida. ?Comprendiste? – le advirtiо severamente Murillo.

Lаzaro hizo un gesto aprobativo.

En la oscuridad se vio aparecer la silueta de Esteban Mendoza.

– ?Quе decidiste hacer con este engendro? – preguntо muy interesado el sargento.

– Creo que no estarаs en contra de que hoy yo tengo merecidamente mis veinte convertibles. Aunque sea por la muy amplia informaciоn dada por este canalla – balbuceо con refunfu?o Murillo, haciendo empujar al detenido al coche de polic?a – ?No tiene consigo ni un centavo! Tendremos que ir a la casa de su chica.

El coche emprendiо la marcha hacia Cаrdenas.

… Lаzaro se alegrо al haberse enterado de que Elizabeth estaba sola en casa.

– Y si Juan Miguel y Eliancito ya hubieran vuelto de Camag?ey – lo recibiо con manera descontenta la adormilada Eliz.

– ?Vuelves a temblar de miedo ante el ex marido! Tengo problemas, cari?o m?o. ?Ves el coche de polic?a? Esta es mi escolta. Necesito dinero con urgencia. ?Lo devolverе! Si no me ayudas, repito, – aqu? llegarа mi fin…

– ?Quе es lo que volviste a hacer de mala gana? – intimidada pronunciо Elizabeth.

– Dejеmoslo para despuеs. Si no me ayudas, repito – aqu? llegarа mi fin. Me met? hasta los codos.

– ?Cuаnto dinero necesitas?

– Trescientos dоlares.

– No dispongo de tal suma.

– Entonces, estoy perdido. Me meterаn en cana. La ?nica salida es untar las manos de estos bastardos… Hurtе a unos extranjeros.

A Elizabeth, de improviso, se le ocurriо la idea de que el brazalete y la ropa interior, que le hab?an regalado el d?a anterior, todo estaba ligado de una manera muy estrecha. Lаzaro sufriо por ella. Pobre chico…

– ?El brazalete? – en este caso la intuiciоn no le enga?aba a ella. Y solamente la motivaciоn de su hеroe se extend?a tras los l?mites de la compresiоn de la confiada mujer enamorada.

Lаzaro refunfu?о algo ininteligible, confirmando con su barboteo las suposiciones de Elizabeth.

Su amado estа en peligro y ella puede ayudarle. Es que hay dinero en casa. Juan Miguel repet?a incansablemente que hasta en la actual situaciоn, tras el divorcio, ellos dispon?an de un presupuesto com?n y ella pod?a tomar de all? hasta toda la suma, actuar a su propio parecer. Una buena mitad de los ahorros eran las propinas de Eliz, juntadas durante casi dos meses. En la “hucha secreta” se acumularon unos trescientos dоlares y algunas moneditas. Y el brazalete… Eso simbolizaba ni mаs ni menos que un desgraciado atributo de un mundo ajeno, casi cоsmico, quizаs. Hasta al ponеrselo en la mu?eca, le parec?a ser un cuerpo extra?o, la mente se negaba a reconocer la propia mano, anillada con una cara bagatela. Habrа que devolvеrselo…

Estaba extrayendo el contenido del jarro secreto y con tejemaneje recontaba el dinero. ?Quе dirа Juan Miguel cuando descubra en el lugar secreto solo unos pesos cubanos? ?Quе pensarа? ?Cоmo explicarle la desapariciоn del dinero? ?Inventar algo? ?Decirle que les robaron, o dar a conocer lo ocurrido? ?Y luego quе? ?Y ahora quе? Los une solamente la criatura. Los dos lo comprenden bien. Nada puede volver a ser como antes, como no se puede reanimar un cadаver…

– He aqu? el dinero y el brazalete – le tendiо la suma necesaria a Lаzaro y el objeto que le ard?a en la mano.

– All? se encuentra eso… Habrа que devolver esa ropa interior – le hizo recordar el amante.

– ?Cоmo no! – Soltо un grito Eliz y, un ratito despuеs, regresо con un peque?o paquete – ah? lo tienes. Entrеgales todo, que te dejen libre y todo.

Еl, sin agradecerle siquiera, se largо con los regalos devueltos y el dinero de una familia ajena a sus escoltas. Elizabeth quedо sola compartiendo un pensamiento, no pod?a hacerlo de otra manera.

Habiendo entrado otra vez en su dormitorio, echо un vistazo a la mesita de noche abierta con el cajoncito extra?do, de donde un minuto antes hab?a sido sacado el brazalete robado. All? hab?a otra joya mаs, un abalorio de semillas y conchas, el primer regalo de Juan Miguel. Lo tomо en sus manos y la voz interna constatо el hecho: “Eso me pertenece a m? y es solamente m?o, y nadie me pedirа que sea devuelto” …

Pero la voz proveniente de la subconsciencia en ese mismo instante quedо callada. Eliz puso cuidadosamente el abalorio en su sitio y cerrо el cajoncito.

… El teniente Murillo, que hab?a dejado a Ba?o en el coche interceptо a Lаzaro en la esquina y se llevо el dinero junto con el brazalete sin actas ni protocolos.

– ?Aqu? hay trescientos? – Frunciо las cejas el polic?a largo de u?as – no voy a recontarlos. Dispones los cinco d?as para anular la parte restante. ?Un brazalete y esto quе es? La ropa interior… Se los devolverе hoy mismo a los agredidos. Lo principal es que no te pongas a comentarlo. Lo de los alemanes, creo, que hasta ma?ana por la noche, todo estarа arreglado, as? como la coartada tuya tambiеn. Punto final, estаs libre… Hasta ma?ana. ?Espero que la videocаmara estе en buen estado?

Murillo abriо las esposas y Lаzaro se lanzо a correr de ese lugar.

– Ahora estamos pagados. Ambos hemos cortado dos de a veinte convertibles – hizo un gui?o p?caro Manuel a Esteban.

– Tu ganancia serа mayor que la m?a, amigo – le insinuо el sargento a la picard?a de su socio.

Murillo se saliо de sus casillas:

– ??Quе tienes en cuenta?!

– ?Piеnsalo! ?Crees que no he visto como, a?n estando en “?La Rumba”, le arrancaste a еl diez pesos convertibles! Eso ser?a que del ex barman recibiste treinta pesos y no veinte. ?Me da igual, lo ?nico que yo no quiero es que me tomes por un papanatas! ?No soy un fracasado total!

– ?Vete a…! – escupiо por la ventanilla el teniente, ya estando tranquilo. Ba?o pod?a contemplar solamente la punta del “iceberg”, lo m?nimo del asuntillo que hoy pudo arreglar Helado.

Los reveses de la vida. Lo que pudo ver Mendoza, resultо ser bastante para que en un futuro no lejano, cuando los agentes de seguridad empezaran la investigaciоn acerca de un asunto completamente diferente, en el cual tambiеn figuraba Lаzaro Mu?ero Garc?a, acusar al teniente Murillo en actos de corrupciоn:

– No conoc?a visualmente a Mu?ero. Mientras que el teniente Murillo lo conoc?a ya que efectuaba la instrucciоn. Еl sab?a que aquel sospechaba en el robo de los turistas alemanes y lo soltо por treinta pesos. Se vendiо por treinta monedas de plata, Judа.       Los colegas del departamento no dudaban que Murillo y Mendoza val?an el uno como el otro. Haciendo recordar una tarifa entera de apodos de los dos “compa?eros inseparables”, definieron unаnimemente para evaluar la situaciоn de la manera mаs oportuna posible, echando una broma muy precisa y certera en el vestuario:

– Ba?o, por fin, defecо… ?Era helado!