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90 millas hasta el paraíso
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90 millas hasta el paraíso

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– ?Es que t? eres mi papа! – se ofendiо el ni?o resentido, intentando clasificar y ordenar en la mente sus innumerables deseos seg?n el grado de importancia de estos.

– Tales son las reglas. Yo no las he ideado. Son como las normas de trаfico. Si no te gu?as por estas, entonces obligatoriamente sufrirаs alg?n accidente. El hombre como tal debe subordinarse a ciertas normas. De otra manera, simplemente no podrа sobrevivir. ?Lo has comprendido? As? que apres?rate, ap?rate. Y no olvides echar la moneda en el hueco, en el centro de la cueva. Verаs adonde tirarla – all? en el fondo hay cantidad de monedas.

– ?Resulta que el Santo Cristоbal necesita dinero? – Preguntо desconfiadamente Eliаn.

– Todos necesitan dinero. Pero no lo aceptarа de todos los deseosos. Solamente de aquellos que lo merecen. No le importa cuаnto dinero has dejado – es que uno puede dar cien pesos y otra persona no juntarа un centavo siquiera. Еl tomarа el dinero de los que de verdad quieren a su pa?s y obedecen a los padres.

– ?Y si yo quiero mucho a mi pa?s, puedo encargar un solo deseo o varios? ?Aunque sean tres? – Eliаn se puso a regatear el derecho de encargarse para s? una nueva bici china a cambio de la patineta, del machete de juguete, que brilla en la oscuridad en una funda de cuero, y un enorme Mickey Mouse de peluche. O, siquiera, un Batman mecаnico, en el caso de que todos los Mickey Mouses se hayan agotado. Si no, por si acaso hasta podrа ser aprovechado un Mickey de plаstico peque?o como el que tiene Lorencito.

– No, solo un deseo – se oyо una respuesta severa.

– ?Puede ser que aqu? en las cercan?as haya otra cueva? – tal variante retorcida ofrec?a Eliаn a su padre.

– En las cercan?as hab?a solo manglares intransitables – lo comunicо en manera implacable Juan Miguel.

Eliancito deca?do de аnimo, pasaba pisando de una piedra a otra, se encaminо lentamente hacia la cueva. El padre que ten?a el ce?o fruncido y el t?o Pedro sonriente quedaron al lado de la lancha.

Estando dentro de la cueva, Eliаn se quedо aturdido, mirando las paredes porosas de las cuales colgaban bloques de piedras. En el fondo del peque??simo hueco, en medio de la cueva, en el agua cristalina brillaban las monedas de diferentes pa?ses. Eliаn se sentо por un momento en la ?nica piedra plana pulida por el agua, cubierta por algas y musgo. Quedо muy pensativo.

?Quе hay que pedirle al Santo Cristоbal? ?Por quе estableciо tales reglas severas, permitiendo pedir un solo deseo, el mаs ?ntimo que haya? Eliancito reflexionaba calladamente hasta que no hubo sentido que de la humedad de la cueva empezо a acalorarse. Entonces, el chiquillo se levantо decididamente de la piedra plana, se arrimо a la pared y tapando la boca con la mano, susurrо:

– Santo Cristоbal hasta el momento no puedo elegir de todos mis deseos lo mаs importante, y por eso quiero pedirte que hagas lo siguiente… Hazlo de tal manera, que yo vuelva aqu? obligatoriamente. Para ese momento lo habrе examinado minuciosa y debidamente lo que yo quiero mаs de todo en el mundo. Cuando vuelva a estar aqu?, te pedirе un solo deseo…

El ni?o saliо de la cueva empapado de lаgrimas.

– ?Quе ha ocurrido? – sin entender algo, preguntо el padre. Dejе escapar mi deseo – sollozaba amargamente Eliаn – le ped? al Santo Cristоbal solamente poder volver aqu?.

– ?Volver? – Repitiо tras el hijo el padre – un deseo excelente – poder volver. ?Y quе te ha apesadumbrado as??

– ?Cоmo es que no lo entiendes? Resulta que no recibirе nada. Volverе simplemente y todo. No tendrе ni la bici, ni a Mickey Mouse, ni el machete con una funda de cuero… Chorreaban las lаgrimas de los ojos.

El padre estaba desconcertado. No sab?a quе hacer para calmar al hijito.

– Espеrate, espеrate – intervino en la conversaciоn el ingenioso t?o Pedro – ?Quе tienes en la mano?

Eliancito abriо el pu?o. Brillо una moneda de veinte y cinco centavos, que se la hab?a dado su padre antes de visitar el refugio secreto de los corsarios.

– Conforme a las reglas, la peticiоn entra en vigor solamente despuеs de que se haya pagado el impuesto al Santo Cristоbal. Si el dinero no ha llegado al destino, quiere decir que t? no has pedido el deseo – el amigo del padre pronunciaba be por be, acariciando el bigote – Lo que t? has pedido acerca de volver aqu?, el Santo Cristоbal lo considera obligatorio para cada uno que viene a visitarle.

– ?Cоmo es eso? – sin creer a?n en su dicha, pero ya sin llorar graznо Eliаn.

– De este modo – continuaba don Pedro, encontrando nuevos argumentos – Pero si t? no volvieras para agradecerle por haber cumplido tu deseo – eso, s?, ser?a malo. Si la persona estа muy agradecida, pues, esta puede volver hasta cien veces aqu?. Y a?n mаs, si no se ha definido quе es lo mаs importante para ella.

– ?Hurra! – Gritо Eliаn, alegrando de tal forma a Juan Miguel – ?Pues, volver – esto no es un deseo!

– Es tu derecho legal – afirmо Pedro.

…Antes de que pusiera rumbo al oeste, don Pedro echо el ancla cerca de un faro. El sol iba poniеndose, hab?a una plena bonanza, y los amigos decidieron refrescarse. El t?o Pedro tomо un salvavidas de la caseta de timоn y lo tirо bastante lejos al agua.                  – Yo tambiеn quiero nadar – balbuceо lastimosamente Eliancito.

Ya hab?a ca?do la noche.

– A los ni?os les estа prohibido ba?arse en alta mar – se lo prohibiо el padre, y saltо al agua. El siguiente en lanzarse de a bordo fue el t?o Pedro.

Este largo rato estuvo sumergido en el mar, solamente al cabo de unos minutos se vio aparecer su cabeza calva sobre la superficie del agua. Juan Miguel cubriо unas cincuenta yardas a estilo libre, y luego ven?a nadando atrаs, valiеndose del estilo braza. Apoyо las manos en la lancha y quiso empujarse de ella para ver cоmo ser?a su estilo mariposa, pero unos brotecitos de alarma surgieron en su subconsciencia. A bordo reinaba un silencio sospechoso. Eliancito no emit?a ni un sonido. Es que no pudo ofenderse hasta tal grado…

– ?Eliаn! – llamо el padre.

Silencio en respuesta.

– ?Eliancito! – Gritо en voz alta Juan Miguel – ?No bromees as?!

Nada se oyо. Ni una palabra.

– ?Juan Miguel! ?Estа a veinte yardas tras la popa! ?Rаpido! – las palabras proven?an de atrаs. Lo dec?a a grito pelado Pedro, el cual advirtiо al ni?o en el agua y este se agitaba desesperadamente. El salvavidas ya iba volando en esa direcciоn y cayо unas diez yardas mаs lejos del chiquit?n. Eliancito lo vio caer, pero ya no estaba en condiciones de seguir a nado hasta ese lugar. Se ahogaba y, ademаs, no pronunciaba ni un sonido.

El padre se precipitо en ayuda del hijo. Entre еl y el peque hab?a unas treinta yardas y… el salvavidas. La distancia iba disminuyendo. Pero las fuerzas de Eliаn se agotaron completamente… El corazoncito traqueteaba como una ametralladora que ronca. La pierna derecha estaba acalambrada. Y papа no estaba a su lado…

En ese momento, de repente, no se sabe de dоnde, emergiо el salvavidas. Еl llegо solo hasta all?. Quedaba solamente agarrarse a еl. As? lo hizo Eliаn. Todo… Estа fuera de peligro. Fue su padre el cual, con todas las fuerzas disponibles, hizo impulsar hacia el ni?o el salvavidas y este en unos instantes estaba al lado del ni?o. Luego se aproximо nadando Juan Miguel y lo llevо tirando con el salvavidas hacia la lancha. Estando ya a bordo, el padre lo abrazaba, lo besaba, lo secaba con una toalla, repitiendo:

– Querido m?o, hijito m?o…

El t?o Pedro con gran aplicaciоn se puso a arrancar el motor, gimiendo y blasfemando.

– Perdоname, por favor, ti?to – resoplaba por la nariz el chicuelo ya recobrado del choque.

Pero el padre, parece, no le guardaba rencor. A cambio, le acariciaba la cabeza y se reprochaba de lo ocurrido:

– ?Por quе pasо eso? – No me lo habr?a perdonado… Si…

“Es extra?o – pensо en ese momento el golfillo – Papа, posiblemente, me castigarа despuеs por la desobediencia.”

– ?Travieso! – refunfu?о por entre los bigotes el t?o Pedro, poniendo el rumbo al oeste. Eliаn ya echaba de menos a su mamа, a las abuelas Raquel y Mariel, a Cаrdenas con sus casas de varios colores y las calles asfaltadas, llenas de carruajes con tracciоn equina, los ciclistas que giran las miradas despreocupadamente y la chiquillada intranquila.      Hacia la noche las olas crecieron mucho y, mirando la nube que se avecinaba, papа tomо la decisiоn de pernoctar en la casa de Pedro:

– No se puede bromear con el ocеano, especialmente, cuando te advierte la posibilidad de haber mal tiempo y la aproximaciоn de una posible tormenta. Llegaremos a Cаrdenas ma?ana.

“Quе d?a magn?fico ha sido. Espero que papа no se haya ofendido y obligatoriamente volveremos juntos…”

…Habiendo salido al patio de su modesta vivienda, Juan Miguel aspirо a pleno pecho el aire fresco y, echando una mirada al embate de colores celestes, quedо entusiasmado de lo visto. Hoy es un d?a hermoso. Justamente como para volver a visitar inesperadamente al buceador Pedro.

Al otro lado de la calle еl advirtiо la figura corpulenta de do?a Marta. Juan Miguel le gritо: “Buenos d?as”. La mujer casi no reaccionо al saludo del vecino, haciendo una leve inclinaciоn de cabeza, pasо rаpidamente a la puerta de su casucha. La se?ora ya antes no expresaba el deseo de conversar, por eso a Juan Miguel no le sorprendiо nada esa rareza en su conducta. Еl tambiеn volviо a casa para llevarle a la cama el cafе con bocadillos a Elizabeth. Se le olvidо que estaban oficialmente divorciados. Es que еl tiene a Nersy, y Eliz tambiеn, seguramente, tiene a alguien. Que sea feliz con el otro, ya que entre ellos no hubo nada…

Ambos dorm?an – dos personas queridas por еl. ?Podrа haber algo mаs valioso en todo el mundo? Aqu? estа el hijo, su vida y felicidad para el padre. Y all? Eliz, la mejor mujer de Cаrdenas. Mejor dicho, de todo el municipio de Varadero, y, quizаs, de toda la provincia de Matanzas. Еl la tiene a ella, una mujer con la cual estа divorciado. Y nada podrаs hacer. Nunca serа como antes. En sus relaciones desapareciо el sexo, pero quedо el amor. Eso ocurre entre las personas…

Еl respeta sus opiniones. Cree en ella y por eso siempre fue fiel con Eliz. Cierta vez le confesо su adulterio. Probablemente, fue algo est?pido e injusto respecto a ella. As? se lo dijeron unаnimemente los amigos… Se divorciaron, pero no se separaron. Puede ser que pronto y vivirаn separadamente, pero, acaso, podrаn estar largo tiempo sin verse el uno al otro. S?, habrа que acostumbrarse a esta idea y aceptar lo inminente, no existe mаs una muy plena y completa familia. Hay solamente unos buenos recuerdos y un vac?o. Este que ha de ser llenado con la vida futura. Solamente este nicho no deber?a ser ocupado por la vanidad, la que siempre estа tirando a expulsar lo mаs valioso que hay en la vida, el amor verdadero.

No quisiera uno pensar en lo amargo. No pod?a encontrar una soluciоn, creyendo que el tiempo se lo dir?a, cоmo deb?a actuar. Todo se arreglar?a. No pudo hacerla feliz. Sigue queriеndola, aunque tiene relaciоn con otra mujer. Aqu? estа su contradicciоn. Su cruz que la lleva a cuestas. Ama a una, pero quiere con ardor a la otra. La ama, porque son almas gemelas; compart?an sus sue?os en una cama. La quiere, por el hecho de que ella dio a luz a Eliаn…

?Eh, levаntate, dormilоn! T? mismo me pediste que te despertara mаs temprano. ?O te has olvidado que deber?amos ir a Camag?ey?

* * *

A principios de los noventa, despuеs de desmoronarse el campo socialista, Fidel Castro ordenо que debiera sobrevivir.

La brusca reducciоn en el intercambio de mercanc?as con los ex aliados impactо en Cuba mucho mаs fuerte que el embargo de los yanquis. El pa?s donde dominaba el monocultivo, donde no crece nada, salvo la ca?a de az?car, el cafе y el tabaco, perdiо los mercados de suministro.

Fidel, amigo de las paradojas, encontrо varios mеtodos capitalistas de ayuda al socialismo, gracias a los cuales Cuba pudo resistir. Introdujo la libre circulaciоn de divisas, permitiо funcionar a las peque?as empresas y empezо a atraer a inversionistas extranjeros en el аrea del turismo. Ademаs, el estado manten?a en sus manos las carteras de control de todos los hoteles. Hasta permitiо a sus irreconciliables enemigos ideolоgicos, a la diаspora de Miami, enviar dinero a sus familiares a Cuba.

Pronto Castro creо una alianza pol?tica con Hugo Chаvez, l?der venezolano, que escapо de la tutor?a de los EE.UU., despuеs de sentir las crecientes ambiciones imperiales de Rusia, copiadas del modelo de la pol?tica internacional de la Uniоn Soviеtica, еl concibiо que los buenos viejos tiempos estаn retornando. Predecir esto no era tan fаcil, pero los experimentados ajedrecistas deben tener a su alcance numerosas jugadas adelantadas. Los yanquis se precipitaron a dar por perdido al “Barbudo”. Pero no fue as?.

Primero, Fidel ayudо a su amigo Chаvez a comprar a los rusos una partida de cien mil fusiles de asalto “Kalashnikov”. A ninguna persona en el mundo le surgiо duda alguna contra quien estar?an apuntados esos ca?ones, la mitad del territorio de Colombia se hallaba bajo el control de los guerrilleros. Muchos de los Comandantes de los rebeldes se cubrieron de barro por las relaciones con los capos de la droga de Cali y Medell?n. El peso y la influencia de Castro en la regiоn disminuyeron en el per?odo del principio de los noventa. Hay que decir, se reanimaron y con cada a?o, iban creciendo enormemente.

Fidel en este sentido parec?a ser el ave Fеnix, el que siempre estа en vela y despejado. Hasta cuando todos en torno suyo duermen y estаn algo loqueados, y, puede ser, especialmente en momentos como estos…

Naturalmente, los fanаticos de los coches en Cuba se mov?an en carcachas y las amas de casa miraban los antiqu?simos televisores. Sea como sea, la mayor?a de la gente estaba dispuesta a sufrir las incomodidades domеsticas y la muy larga parada en los a?os cincuenta, ya que Fidel personificaba la mentalidad de los propios cubanos. Eran pobres, pero una naciоn orgullosa. El gu?a se fusionо con el pueblo y se armо de su principal dignidad, el amor a la libertad. ?Son palabras altivas? Probablemente. En especial, si tomamos el hecho de que la dignidad de los ciudadanos del gran y potente pa?s de los Sоviets, que dejaban caer la lаgrima al o?r el himno nacional y ver como izaban la bandera con la hoz y el martillo, no pudieron resistir a un par de tejanos “Rifle” y a un trago de “Coca-Cola” de una botellita de relieve de vidrio.

Puede ser que los cubanos estеn hechos con otra pasta, amasados en condiciones de un verano eterno y la esclavitud todav?a fresca no se ha borrado en la memoria. Aunque, lo mаs probable ser?a, que son ellos las mаs corrientes personas como todos los pueblos que habitan el planeta.

Simplemente respetaban a su Fidel, es que ante еl se inclinaban todos los enemigos. No se retiraba de еl solamente la vejez, precursora de la muerte.

Todo el mundo solamente hablaba de una posible revancha, cuyos planes fraguaban los yanquis, los antiguos due?os de Cuba. ?Pero quer?an los cubanos el retorno de la dictadura de t?teres, latifundistas, oligarcas, mafiosos e inmigrantes, que se han achanchado, cebados por los norteamericanos? Claro que no. Lo que se refiere al debilitamiento de la opresiоn, el levantamiento del bloqueo y las sanciones econоmicas, eso es aceptable. Pero no ha de haber ninguna restauraciоn de los viejos оrdenes.

La muerte de Fidel, indudablemente, podrа servir de impulso a variar la r?gida pol?tica de Estados Unidos respecto a Cuba a favor de una menor opresiоn. Sin embargo, no hay que enga?arse respecto a lo dicho y enterrarse en ilusiones acerca de que la mayor?a de los cubanos desea la muerte de la persona, a la que respeta. Sinceramente, ser?a el punto supremo del cinismo.

Tales ilusiones pod?an haber nacido solamente en las costas de Florida, en el balneario de Miami… en expectativa del desenlace de un espectаculo muy alargado, cuyo fin inevitablemente tendrа lugar con la pеrdida de Fidel, de su capacidad de obrar, o, lo que saboreaba la inmigraciоn pol?tica de Miami, con el pronto fallecimiento del l?der de los comunistas.

A contrapeso el mеdico personal de Castro expidiо solemnemente un veredicto prestigioso relacionado con su paciente de alto rango. Quitando sudor de la frente, el maestro asegurо a todo el mundo con esta conclusiоn: “?Fidel llegarа a vivir hasta los ciento veinte a?os!” El esculapio, probablemente, quedо pasmado de una declaraciоn tan audaz, pero se la hizo pasar a еl y pidiо cortеsmente que la leyera el propio jefe del mаs influyente servicio de investigaciоn de Cuba – DI[8 - La Direcciоn de Inteligencia o DI, anteriormente conocida como Direcciоn General de Inteligencia o DGI es el principal organismo estatal de inteligencia del Gobierno de Cuba (https://es.wikipedia.org/wiki/Cuba).] – Josе Mеndez Cominches.

En cuanto a la medicina, en Cuba confiaban. Y no solamente porque es gratis y accesible para todos. Simplemente, en realidad, es la mejor en toda Amеrica latina y puede competir con los fabulosamente caros tratamientos en Occidente.

Todo lo positivo de la sanidad p?blica de Cuba Juan Miguel y Elizabeth lo pudieron apreciar en plena medida, cuando despuеs de unos intentos infructuosos de tener un ni?o, al fin y al cabo, lograron alcanzar lo deseado, y con ayuda de los mеdicos de La Habana apareciо el fruto de su amor y heredero del linaje, el peque?o Eliаn.

Esto tuvo lugar despuеs de tener siete abortos, unas decenas de consultas, investigaciones en el servicio genеtico en el hospital “Ramоn Gonzаlez Coro”. ?El octavo embarazo condujo a alcanzar la meta deseada – el 6 de diciembre de 1993 entre Juan Miguel y Elizabeth, oficialmente divorciados, pero que viv?an bajo un mismo techo, naciо un ni?o sano!

Padre y madre… Por fin, se han hecho padres. No pod?an apartar la vista del pituso envuelto en pa?ales con las cejas pegadas. Era muy dif?cil creer que esta diminuta criatura hace poco se mov?a en la barriga de Eliz. Los dos estaban locos de alegr?a. El mu?eco era la encarnaciоn del sue?o de ellos. Pertenec?a de igual manera a los dos. Ambos se sacrificar?an, si se necesitara algo para este ser indefenso.

– Eres una verdadera hero?na – as? alentaba Juan Miguel a la a?n dеbil Eliz. Su cara despuеs del parto estaba cubierta de peque??simas pintas – debido al parto, se reventaron numerosos vasos capilares. Se sent?a cohibida de su apariencia impresentable y, ademаs, de que hubiera engordado tanto. ?Quе tonter?as! Nunca antes Eliz hab?a sido tan guapa. As? francamente lo cre?a su ex marido. Cuando ellos se conocieron, la chica apenas hab?a cumplido catorce a?os. Quiеn sedujo a quiеn, es una pregunta problemаtica. Elizabeth, muchachita animada, siempre lograba alcanzar lo que quer?a. Juan Miguel era el primero y ?nico varоn en su vida. Para Cuba, donde los criterios de edad tienen sus espec?ficos marco. Esa relaciоn sexual tan temprana se consideraba, si no una norma, ya establecida, entonces habiendo un acuerdo mutuo y si no se manifiestan en contra los familiares, era algo habitual y com?n. Inicialmente sus relaciones se llenaron de pasiones irresistibles, que desembocaban en inolvidables placeres de la carne. Al correr los a?os, el ardor sexual se relajо, y los sentimientos se transformaban en algo mаs prоximo serio y maduro.

Eliz quer?a tener una familia normal, quer?a ser verdaderamente una mujer adulta, ser madre. Juan Miguel so?aba de la misma manera que su esposa.

Se festejо un casamiento modesto, los dos sin demora se pusieron a cumplir las tareas planteadas – dar a luz a un ni?o. El tiempo pasaba volando, pero la criatura no quer?a nacer. El sexo de manera gradual adquiriо un carаcter de trabajo minucioso, cuya finalidad era tan noble y generosa que ya ni hablar de la concupiscencia.

La seriedad de las intenciones empeoraba la ilusiоn ligada a los permanentes fracasos. El miedo ante el sucesivo aborto conllevaba a los dos a un estado de desesperaciоn. Cada intento de iniciar todo desde el principio finalizaba con un nuevo fiasco.

A Juan Miguel y Elizabeth transcurridos ocho a?os tensos y, siendo este un per?odo poco feliz, ya no les hac?a falta explicar quе significaba la imperfecciоn y el sentimiento de perdiciоn irremediable.

Muchas familias en todos los rincones de la tierra padecen de un ansia similar, repitiеndose esta de a?o en a?o en intentos fallados de tener un angelito. Algunos hallan el motivo para re?ir y llevan el asunto hasta el divorcio, ocultando la causa verdadera con las habituales frases: “No nos llevаbamos bien”. Otros caen en una depresiоn horrible y buscan formas de relajarse en ligues romаnticos fuera de la casa. Algunos, a semejanza de Juan Miguel y Elizabeth, al haber perdido la agudeza de la pasiоn carnal, siguen yendo hacia la meta, costara lo que costara. En el caso de que la alcancen, ellos serаn los seres mаs dichosos del mundo.

Se concentraron en lo mаs importante. Juntos alcanzaron el fin. Su peque Eliancito – un ser vivo, su hijito querido – se hizo ciudadano del pa?s, al cual los dos lo quer?an con locura.

En ellos hab?a tanto de com?n. Si lo hubieran comprendido antes, no habr?a ocurrido lo que tuvo lugar seis a?os despuеs de nacer su criatura…

* * *

La polic?a encontrо rаpidamente a Lаzaro. Decidieron arrestarlo directamente a la salida de la discoteca “La Rumba” – meca de la reserva tur?stica de Varadero.

La entrada aqu? a las cubanas, que se dedicaban a la prostituciоn, se les estaba prohibida rotundamente. Se las arreglaban para pasar el cordоn de seguridad, yendo tomadas del brazo de alg?n novio cubano…

Lаzaro interven?a en esta ocasiоn como cortejador de Yoslaine, una mulata exuberante con colmillos de oro. Las lechuguinas habaneras no se olvidaron de adquirir este atributo de estilo, tomado de los videoclips puertorrique?os y de Miami, y difundir la moda de estas coronas de oro a todas las grandes ciudades, desde la capital tabacalera Pinar del R?o hasta el carnavalesco Santiago y la colonial Trinidad.

La tarea de la parejita era simple. Primero, pasan a la discoteca, aparentando ser unos enamorados. Luego, la mulata encuentra a un extranjero y se pone de acuerdo en reunirse con el cliente en la calle. Lаzaro se la lleva del club y la acomoda en el coche del turista. Ella le entrega diez pesos “convertibles” por el servicio, de los cuales dos llegarаn al “pico” del guardia. Todos quedan satisfechos.

Lаzaro Mu?ero Garc?a en mаs de una ocasiоn se vio realizando tales negocios. Los guardias de “La Rumba” le reconocieron y uno pod?a notar en estos una alegr?a prudente, ya que esperaban recibir una propina.

La parte principal del trayecto de la puta – que se extend?a en torno a la pista de baile, llena de un p?blico variado – ya se hab?a superado. Lаzaro hasta tuvo tiempo de apurar tres copas de “cubalibre”. Lo bueno es que la entrada la pagо la compa?era.

No se puede decir que Lаzaro haya agarrado una borrachera hasta la insania, pero su natura bronquinosa empezо a mostrar actividad en busca de cоmo usar las maniobras de judo, aprendidas a?n en el colegio. Sin embargo, la sed de dinero fаcil y el miedo ante una docena de miembros de la seguridad apagо el inicio de un escаndalo.

Pero se vertiо hacia afuera la pasiоn del eterno discutidor respecto a las disputas. Dicen que en la discusiоn nace la verdad. ?Y si ambos discutidores estаn seguros en que sus justificaciones son correctas y no toman en consideraciоn los argumentos del oponente? Los expertos aseguran que en tales discusiones muere la verdad…

– ?Actuando as? vas a buscar largo tiempo a un cliente! – Lаzaro vociferо con irritaciоn a Yoslaine, pegada a la barra esperando a alg?n turista simpаtico. No quisiera entregarse a un bebedor, un gordinflоn o un monstruo.

– As? no se hacen los asuntos – incitado a largas peroratas con el cоctel de turno de ron blanco y cola, continuо Lаzaro – hay que buscarlo no entre los jоvenes juerguistas, los cuales arden por bailar. ?Estos pueden bailar con frenes? un par de horas, sin pensar en una chica! Ah? hay dos. Estаn sentados con un fin muy concreto – enganchar a alguien. ?Quieres yo mismo se lo explique a ellos? Solo el precio por mis servicios se duplicarа. ?De acuerdo? Un billete de veinte. ?OK?

–Ponte de acuerdo mejor con tu Elizabeth. ?Cоmo es que te aguanta? – hizo pasar tras los dientes Yoslaine – ?Sabe ella que t? eres un animal ordinario?

–Eres tan audaz porque aqu? todo estа lleno de vigilantes –dijo rabiosamente Lаzaro –Y si no, te meter?a tu leng?ita aguda en aquel ?nico lugar, al cual estа destinada.

–S?, un animal ordinario –repitiо Yoslaine, sonriendo al mismo tiempo a un italiano. Aquel de manera extra?a reaccionо a la sonrisa y los gestos de llamada de la mulata, y eso bastо para concluir que era gay.

–Primero, no es ella la que me aguanta, sino yo la aguanto. Soy seis a?os menor que ella y yo soy un guapetоn – continuо, haciеndose un reclamo con aplomo, el ex barman – Segundo, estа loca por m? y estа segura de que yo la amo.                                      – ?Le has pegado ya alguna vez? – era una pregunta normal respecto a Lаzaro.              – No – contestо еl.

– Entonces, ella tiene dinero o algo imprescindible que t? necesitas tanto – la ramera hizo esta conclusiоn – claro, naturalmente, es camarera en Varadero. ?Te alimentas a costa de ella!

– Estoy en condiciones de sustentarme – no lo aceptо Lаzaro.

– S?, pero solamente a expensas de las mujeres o asuntitos turbios.

– ?Esto lo estа diciendo una ramera ordinaria!

– Se lo estа diciendo a un jinetero.

– ?Muy pronto le meterе ca?a, chuchas vendibles!

– ?Volverаs a largarte a Miami y luego volverаs a la cаrcel? ?Ella sabe que t? estuviste de manera ilegal en los EE.UU., que te agarraron y ahora te encuentras bajo la vigilancia de la polic?a?

–Lo sabe.

– Lo dudo mucho… Aunque las agujas en un costal no se pueden disimular, y t? eres una aguja verdadera, tratas de emplastarte en disgustos y arrastrar as? a los que te rodean.       – ?Tonta! ?Soy el muchacho mаs perspectivo en toda la comarca! Cuatro meses me las pasе tomando el sol en las playas de Miami Beach. ?Sabes lo que he comprendido yo? ?Aqu? no tengo nada que hacer! Aqu? soy un elemento antisocial, eso soy yo. Escoria de la tierra. Criminal. Parаsito. ?Cоmo los odio a todos!