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Había sólo un elemento extraño: esa alma que vagaba y curioseaba entre la vajilla y el refrigerador, buscando quien sabe qué cosa.
“ ¿Qué estás buscando?”, le preguntó con cautela, acercándose.
“ Platos.”
“ ¿Platos?”, repitió confundida.
“ Sí, yo no tengo y la vieja me dijo que me habría dejado alguno, pero no los veo.”
“ Habría que comprarlos. En el Al Backtable’s siempre tienen ofertas de decoración”, dijo con la voz apagada. Estaba deprimida por esa situación que se había creado y ya no tenía energía.
“ Quizás…”, suspiró Ethan ausente. Por lo que parecía no era la única que sufría por ese desastre.
“ ¡Aquí estoy!”, dijo una voz a sus espaldas, haciéndolos sobresaltar. “Discúlpenme, pero después del hospital me llamaron del trabajo y ahora tengo que irme rápidamente.”
Era la hija de la señora Rosemary Dowson.
“ Buen día”, la saludaron, intentando mostrar una sonrisa, a pesar del temor de ser descartados y dejados fuera para dar lugar al otro.
“ Buenos días, muchachos. ¿Han visto la suciedad que hay aquí afuera? Alguien ha fumado y ha tirado todo al piso. ¿Saben quién fue?”, se quejó la mujer.
“ No sabría. Yo no fumo”, se apresuró de inmediato Ethan, ganándose la clásica mirada homicida de Abigail.
“ Yo tampoco fumo”, dijo Abigail, pero por la expresión de la señora se dio cuenta que no le había creído.
“” ¿Prefieres creerle a este tonto antes que a mí? ¡Machista!””, gritó su mente rencorosa.
“ ¿Entonces, la casa está bien? Les gusta, ¿no? ¿Está todo en orden?”, se apresuró a decir la mujer, sacando de la enorme cartera el contrato de alquiler arrugado.
“ En realidad, hay un problema”, dijeron al unísono Abigail y Ethan.
“ Lo sé, lo sé… los platos. Sí, mi madre se olvidó, aunque lo ha escrito en el inventario del contrato. Con todo lo que sucedió, temo que tendrán que ocuparse ustedes, pero no se preocupen. Siéntanse libres de cambiar lo que quieran de la decoración, ya que es muy vieja. Decidan ustedes. Yo estoy aquí a su disposición para cualquier aclaración o problema.”
“ ¡Exacto! De hecho, el problema es otro”, continuó severo Ethan.
“ Miren, el contrato está aquí”, les avisó la mujer irritada, apoyando en la mesa el contrato con la firma del propietario. Sólo faltaban los detalles del propietario. “Pero si no te gusta la casa como está, sólo tienes que devolverle las llaves a mi tía y marcharte. Mañana vendrá a ver el piso otra pareja con un niño de cinco años y ya le han dicho a mi madre que la quieren urgentemente. Con o sin vajilla”.
“ Los platos no tienen nada que ver”, se alteró Ethan preocupado.
Aunque si le resultara antipático ese muchacho, Abigail tenía que admitir que entendía completamente su malestar, pero no pudo pronunciar una palabra por miedo a ser echada de la casa.
“ Entonces, no me queda otra opción que decirles que tomen una decisión, porque mañana quiero el contrato firmado con el dinero del alquiler o las llaves del apartamento”, dijo nerviosa la mujer dirigiéndose a la salida. “Y ahora, si me disculpan, ¡tengo que irme corriendo en este día terrible! ¡Luego mi madre, ahora el trabajo! No puedo más.”
Ni siquiera les dio tiempo de responder o saludarla que ya había corrido hacia las escaleras dirigiéndose al automóvil aparcado en doble fila.
“” Menos mal que estaba disponible para cualquier aclaración””, pensó la muchacha furibunda.
“ ¿Y ahora qué hacemos?”, murmuró enojada, sentándose en el diván polvoriento y lleno de ondulaciones. Probablemente estaba lleno de ácaros, pero estaba demasiado cansada y abatida como para limpiarlo antes de sentarse.
“ De verdad, no lo sé. Lo único de lo que estoy seguro es que no puedo seguir durmiendo en el diván del pub por mucho más tiempo.”
“ ¿No tienes una casa donde estar?”
“ No. El último apartamento donde viví lo compartía con un amigo, pero hemos peleado y prácticamente me ha echado”, confesó Ethan, sentándose a su lado.
“ ¿Cómo es posible?”, preguntó curiosa. Estaba obsesionada con los detalles de la vida de los demás, que después le gustaba adaptar y usarlos para escribir historias. Le faltaban tres meses antes del vencimiento de la fecha del concurso literario “Vagando entre líneas”, y todavía no había escrito una sola página. De verdad necesitaba una inspiración.
Ethan la miró enmudecido, antes de responderle con otra de sus falsas sonrisas.
“ ¿No sabes que la curiosidad mata al gato?”.
“ Sí, pero la satisfacción lo trajo de vuelta, como dice el proverbio”, respondió, haciéndolo sonreír.
Finalmente, una sonrisa sincera, incluso si fue breve como un relámpago en el cielo.
“ ¿Tú? ¿Por qué quieres tanto esta casa? ¿No puedes buscarte otra?”, cambió de tema Ethan.
“ Me llevó un mes encontrarla. Me gustó desde un principio y hay espacio para todos nosotros”. Además, podía ir y venir de las casas de Rachel y Emma como había hecho durante esos dos meses, desde que había escapado de casa.
“ ¿Nosotros?”, repitió el muchacho alarmado.
“ Sí. Otelo, mis tesoros y yo.”
“ ¿Te refieres a tu novio y tus hijos?”
“ Mi novio felino”, admitió enrojeciendo. No era su culpa si adoraba locamente a ese diablillo. “Y los otros animales que tengo, pero están todos en jaula.”
No le gustó la mirada de asombro y burla de Ethan, pero sabía que aquellos que no tenían animales no podían entender el amor por un gato o un hámster.
“ Imagino que nunca tuviste un animal”, dijo mirándolo como si fuera una persona inútil y carente de sentimientos.
“ No, jamás. A veces no puedo ocuparme siquiera de mí mismo, imagínate si me hago cargo de un perro u otro animal.”
“ Bien, yo tengo muchos animales. Los adoro y, aunque me voy de casa, he decidido llevarlos conmigo. Jamás podría dejarle Otelo a mi madre después de ocho años de convivencia llenos de ronroneos y mimos. Además, él me necesita. No podría abandonarlo... nadie lo entiende como yo”, intentó explicarle, pero Ethan por respuesta resopló, levantando los ojos al cielo.
“” ¡Insensible ignorante!””
“ De todas formas, no tengo otro lugar adonde ir, mientras tú tienes a tu madre, ¿verdad? ¿No puedes quedarte con ella?”
Hablar de su madre la hizo estar mal y volver a pensar en su última pelea y al motivo por el cual había escapado de casa, literalmente.
Su traición todavía dolía. Todavía no había sido capaz de olvidarlo y realmente esperaba que tener su propia independencia la ayudara a olvidar o al menos a perdonarla.
“ No, no puedo”, susurró entre lágrimas.
“ ¿Por qué?”
“ No tengo ganas de hablar de eso”, murmuró de repente triste y sola.
“ ¿Y tu padre?”
“” ¿Mi padre? Sí, él… quien sabe dónde está.””
“ Murió antes de que naciera”, respondió como había hecho siempre hasta dos meses antes, mientras intentaba contener la ansiedad que sentía desde que había sabido la verdad.
“ Lo lamento. Disculpa.”
“ No te preocupes. Ni siquiera lo conocí, por lo que no tengo recuerdos tristes de él”, suspiró, dándose cuenta de que era la única cosa sincera y verdadera que le había quedado después de ese terrible episodio.
“ Escucha, entiendo que tú también tienes problemas, pero para mí es verdaderamente muy importante mudarme aquí lo antes posible.”
“ También para mí.”, resopló desesperada, intentando que él se apiadara.
Por un momento sus respiraciones se mezclaron por la cercanía, pero luego él se levantó de golpe y tomó otro cigarrillo con gesto nervioso.
¡No conseguía entender a ese muchacho!
“ ¿No puedes dejar de fumar?”, se quejó asustada de las posibles consecuencias del humo en sus pulmones.
“ Me ayuda a pensar.”
“ Te ayuda a morir, en todo caso”, lo corrigió.
“ No tengo miedo de morir”, sentenció, encendiendo el cigarrillo.
“ Yo sí”, confesó aterrorizada. “Entonces si quieres matarte, ve a la terraza, por favor. Y ten en cuenta que si te tiras harás menos daño al agujero de ozono y es una muerte más rápida y menos dolorosa.”
“ ¡Qué molesta!”, gruñó Ethan, yendo a la terraza.
Desesperada y sola, intentó llamar a las únicas dos personas en el mundo que eran capaces de entenderla: Emma y Rachel. Necesitaba su consejo y que le dijeran qué hacer. Nunca había sido buena en tomar decisiones autónomamente.
Lamentablemente Emma tenía el teléfono ocupado y no le respondió, así que le dejó un mensaje, mientras en la oficina de Rachel respondió Kerry, la secretaria, diciéndole que su amiga estaba en una reunión y no podía ser molestada.
Desilusionada y amargada más que nunca, se dirigió deprimida hacia el balcón, preguntándose cuanto podía doler golpearse contra el pavimento cayendo del segundo piso.
“ Mejor lo dejamos así… desafortunada como soy, corro el riesgo de sobrevivir y quedar paralítica por el resto de mi vida”, reflexionó mientras Ethan apagaba el cigarrillo en la baranda de la terraza.
“ ¿Puedes fumar sin ensuciar toda la casa?”, le dijo molesta.
Lo vio mirarla como si fuera una pobre loca.
“ Tú encuéntrame un cenicero y yo te llevo a vivir conmigo”, exclamó después de un largo momento de duda.
“ ¡¿Qué cosa?! ¡Además, como máximo sería yo quien te lleve a vivir conmigo y no el contrario! Pero, de todas formas, ¡no sucederá! Olvídate de vivir aquí conmigo”, se preocupó sorprendida.
Ya se imaginaba: la Cenicienta del siglo veintiuno. Cubierta por cenizas de cigarrillo de su príncipe misántropo y sucio.
“ Te diré la verdad: en realidad no podría pagar un alquilar tan caro yo solo, ya que en el pub el sueldo es de hambre. Ya había pensado buscar un compañero de apartamento. Por eso había querido dos habitaciones. Seguramente mi idea de compañero de apartamento no consideraba a una muchacha que parece una niña, con problemas mentales y que encima tiene un gato… sin embargo, uno necesita conformarse en la vida y saber adaptarse a cada situación, ¿no?”, reflexionó Ethan, ignorando sus protestas. “Además, estoy seguro de que contigo no encontraré nunca la casa sucia o desordenada y cada tanto podrías cocinar para los dos. Quizás incluso podrías serme útil.”
“ ¡Yo no soy y no seré jamás tu sierva! ¡Pero ten por sentado que conmigo la casa siempre estará impecable y también soy una muy buena cocinera!
“ ¡Bien! Entonces, piénsalo. Te propongo que vivamos juntos. De esa manera, estamos todos contentos.”
“ Todos, excepto yo. Yo quiero estar sola. Y además contigo en casa, ¿dónde pondré a Otelo y los demás?”, se lamentó.
“ Nos acomodaremos. Lo importante es que tus animales no me molesten cuando duermo. El pub está abierto de noche, por lo que duermo de día hasta la hora del almuerzo y no quiero ser molestado.”
¿Cómo podía hacerlo tan fácil? ¿Sólo ella veía problemas y peligros en todas partes?
““ Nuestra convivencia sería una guerra permanente, basada en la incompatibilidad de carácter””, hubiera querido responder.
“ Hay algo que no has considerado”, reflexionó dándose un aire de sabiduría y conocimiento.
“ Te escucho.”
“ Yo no te conozco y no confío en ti.”
“ Yo, por el contrario, te conozco, por lo que sé en qué lío me estoy metiendo y no confío en nadie. Y con eso”.
“ Tú no me conoces.”
“ Sí. Eres la prueba viviente de que nosotros, los hombres, seres con errores que pensamos principalmente con las partes bajas, no somos tan estúpidos como para estar con una loca ambientalista, hipocondríaca y aterrorizada hasta de su sombra, como tú.”
“ ¿Qué estás insinuando?”, respondió.
“ Nada. Digo sólo que la belleza no lo es todo. Mírate, eres hermosa y estás soltera. Algún motivo habrá, ¿no? Por lo que parece, tus hermosos ojos azules no son suficientes como para hacer olvidar la locura que hay detrás de tu hermoso rostro”, le respondió pasando el dedo índice por su mentón como para remarcar sus propias palabras.
Si por un momento su toque combinado con ese medio cumplido en su rostro la había hecho vacilar, se encontró soplando como una víbora a la que le hubieran pisado la cola.
“ ¿Y tú como sabes que yo no tengo novio?”, explotó preguntándose si lo tenía escrito en la cara que estaba tristemente soltera, después de una marea de historias fallidas.
“ Si así fuera, ya habrías corrido hacia él, en lugar de estar aquí suplicándome que te deje este apartamento.”
“ Ya no te soporto. ¡Piensa si vamos a vivir juntos!”, dijo enojada.
“ Alcanzará con mantener los espacios separados. Admítelo, nunca has vivido sola o lejos de tu madre hasta ahora.”
“ Es la primera vez, ¿ok? Y tú la estas transformando en una pesadilla.”
“ Si eso es lo que piensas, la puerta está allá. Vete.”
“ No, espera”, se alarmó. “Intenta entenderme. Yo no te conozco.”
“ Me llamo Ethan Campert. Soy barman en el pub Misothis, aquí enfrente. Estoy felizmente soltero pero cada tanto me gusta divertirme por lo que, sí, podrías encontrar alguna muchacha que se queda a tomar el desayuno con nosotros. Si te tranquiliza, no me gusta acostarme con las mujeres en contra de su voluntad y además del cigarrillo, no tengo otros vicios. Además, no robo y no he asesinado nunca a un compañero de apartamento mientras dormía… por ahora.”
¿Por qué esa última frase la hizo entrar en pánico, en lugar de calmarla?
Preocupada, hizo la única cosa que podía calmarla: encontrarse con sus amigas. Estaba segura de que Rachel le habría dado el mejor consejo gracias a su lado práctico y objetivo, mientras que Emma tenía el don de quitarle todas sus dudas.