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Ha Caído Un Piloto En Mi Jardín
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Ha Caído Un Piloto En Mi Jardín

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Ha Caído Un Piloto En Mi Jardín
Giovanni Odino

Giovanni Odino

Ha caído un piloto en mi jardín

Amores, crímenes y magia en las colinas del Oltrepò Pavese

Novela

Título original: È caduto un pilota nel giardino

Traducción de Delia Nieto Sanz

(http://www.odino.com/)

Copyright

Ha caído un piloto en mi jardín

Amores, crímenes y magia en las colinas del Oltrepò Pavese

de Giovanni Odino

Novela

Tektime - Traducción de libros

Traducción de Delia Nieto Sanz

El proyecto gráfico y las imágenes de la cubierta son del autor.

Los caracteres utilizados para la cubierta es Diplomata Licenza SIL Open Font Licenz (https://www.fontsquirrel.com/license/diplomata)e.

Para las imágenes número 1 y 2, provenientes de internet, no se han encontrado créditos de autor. Rogamos nos disculpen por toda omisión involuntaria. Las imágenes número 3 y 4 son del autor.

Los personajes y los nombres son ficticios. Toda referencia a hechos acontecidos y a personas que han existido realmente o que todavía viven debe considerarse absolutamente casual.

© Reservados todos los derechos.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida sin autorización, excepto breves pasajes en el marco de una crítica literaria.

La historia

Edoardo está volando sobre los viñedos del Oltrepò Pavese [01], pulverizando un pesticida, cuando, por una distracción durante una maniobra, se precipita en el jardín de la casa de Carlotta. Se inicia una relación cargada de pasión y erotismo entre el piloto y la mujer, pero con fases alternas. Carlotta, liberada de un matrimonio infeliz, se confía a prácticas de dudosa eficacia para retener lo que considera un regalo caído del cielo. Edoardo descubre que los rumores y las supersticiones de los paisanos atribuyen a la mujer la culpa de dos hechos de sangre ocurridos en el pasado y decide investigar. La historia se enlaza con las experiencias eróticas, pasionales y culinarias del protagonista y de los otros personajes, en un ambiente popular y rural.

Personajes principales

Adelmo Ferrari - Agricultor

Adinolfi - Mariscal de los carabineros

Alessandro - Cocinero

Alessio - Dependiente del bar

Angela - Agricultora

Anna - Mujer de Maurizio

Armando - Recepcionista del hotel

Bondone - Abogado

Carlotta Bianchi - Dueña de la casa con jardín

Carlo Rossi - Mecánico del helicóptero

Clelia Benzi - Vitivinicultora

Cremonini - Tendero

Cosimo Respighi - Padre de Edoardo

Diego Monferrino - Piloto joven

Edoardo Respighi - Piloto del helicóptero

Elisabetta Ferrari - Madre de Adelmo

Infermiere - Del servicio de urgencias

Marcello - Ex-marido de Carlotta

Mariolino Marini - Molinero

Martina Mengoli - Hija de la familia Mengoli

Matilde - Ex novia de Edoardo

Maurizio - Agricultor

Mengoli, coniugi - Gerentes de una taberna

Oronzo Amoruso - Dueño de la droguería

Santino Panizza - Propietario de Eli-Linee

Scafato - Cadete de los carabineros

Sergio - Dueño de un restaurante

Sonia - Exnovia de Edoardo

Vanzi Bruno - Agricultor

Vanzi Mariagrazia - Agricultora, mujer de Bruno

Valeria Ferrari - Hermana de Adelmo

Dedica

Dedico esta novela a todas las personas que he conocido durante los quince años dedicados al vuelo en el marco de los servicios con helicóptero a la agricultura, y que me han acompañado a lo largo de ese período de mi vida.

Epígrafe

Es tiempo de volar

A nuestro alrededor se oye,

armónica de las arboledas

notas sutiles

dedos de remolino

vertiginoso, la ansiedad

resonar en las ramas.

Enredados como ovillos

improvisados, pensamientos fugitivos

desde las colinas ruedan a la llanura.

Dan saltos ligeros,

sordos; se despliegan

a lo largo de los senderos.

La mirada se dirige a lo alto

donde el viento dibuja

el río de los recuerdos.

Caminamos juntos, busco tu mano:

es tiempo de volar.

(Poesía del autor)

Ha caído un piloto en mi jardín

I

21 de junio de 1988, martes — El accidente

Aún unas horas de trabajo y habré acabado por hoy. Mañana será el último día. Si sigue haciendo buen tiempo, tendremos al menos tres días de descanso. Uno para perfeccionar el vuelo en helicóptero de Diego y dos para mí.

Veamos la estela... bien, no se expande fuera del viñedo. Cierro la bomba. Subo el morro, giramos. Junto a ese poste, ahora abro la bomba de nuevo. La velocidad es correcta. Más potencia, ahora otra vez hacia abajo. Las temperaturas son correctas; todavía tengo gasolina para media hora.

A lo mejor doy un salto a casa de mis padres. O dos días en Recco, o Camogli. Se tarda media hora con el coche. Pero ¿con quién? No quiero problemas. Me gustaría algo relajante.

Cierro la bomba. Giro. Controlo la estela. Retomo desde allí. Más potencia. Bomba. Revoluciones del motor, cuidado.

Podría pedírselo a la chica del estanco. Creo que no tiene novio y siempre me sonríe cuando voy a comprar los cigarrillos.

Cuidado con la barra de la derecha. ¿Paso, con ese poste? Así está bien. Al fondo veo el cable del teléfono. Tengo que recordarlo.

Tendrá veinticinco años. Un poco joven, pero no lo suficiente como para no saber qué significa pasar dos días en el mar. Hoy iré a comprar dos paquetes. Entraré solo si no hay nadie y le preguntaré si quiere ir a Camogli conmigo. Nos vamos el sábado después de comer y volvemos el domingo después de cenar. No está mal. Seré claro, una cosa entre amigos. Sin complicaciones amorosas. Solo sexo sano.

Cuidado con el árbol. Más potencia... ¡Mierda! He tocado. Vibra un montón. Empieza a dar vueltas. Pedal. No funciona... he tocado con el rotor de cola. Menos potencia. Hay un espacio abierto. Abre la válvula, empina al máximo. Velocidad cero. Las revoluciones... las revoluciones. ¡Dios mío, qué pocas! Nivela la posición. Las revoluciones... cae demasiado rápido. Sobre el prado. Se ha hundido el asiento.

Las palas del rotor han golpeado el suelo. Salgo disparado.

Cuidado con la cabeza. Debo mantener la tensión muscular. Los mandos tienen sacudidas. Se me escapan de las manos. Un trozo de una pala se ha empotrado en el árbol. El motor sigue en marcha. Menos mal que he bajado las revoluciones. No consigo atrapar los mandos. Me estoy cayendo, pero por mi lado.

Qué golpe.

El motor se ha parado. Esperemos que no se incendie. Qué silencio.

¿Qué es esta agua? Es el producto que entra en la cabina. No puedo moverme. Espero no haberme roto la columna.

Dudaba de cómo reaccionar. Venciendo sus miedos, se dirigió hacia la puerta de la cocina que daba directamente a la amplia veranda que se asomaba al jardín. Se acordó de la tarta: no podía quemarse bajo ningún concepto, sea lo que fuere que había pasado. Volvió al horno, lo apagó y salió.

Rodeado de rosales variados y de manchas de las mil flores multicolores de las plantas de la huerta, de los árboles frutales y de los ornamentales, había un amasijo informe de piezas metálicas humeantes: era un helicóptero, roto y abollado, en medio del amplio jardín de la villa.

La nave estaba volcada hacia un lado, con un patín levantado hacia el cielo, como la pata de un pájaro víctima de un cazador.

De la amplia fisura de un depósito se escapaba un líquido azul que se vertía en el interior de la cabina, sobre las partes metálicas y también sobre el motor todavía caliente, produciendo una columna de vapor sibilante. El derrame llegaba hasta la hierba del jardín, donde se había formado un charco alimentado también por el contenido de otro depósito, aplastado entre el helicóptero y el terreno. Las palas del rotor estaban arrancadas y esparcidas por el jardín, y la cola estaba rota y plantada en la tierra como para sujetar la estructura.

Carlotta se acordó del helicóptero que trabajaba los veranos para los viticultores de aquellas colinas del Oltrepò Pavese, esparciendo el pesticida que protegía los cultivos de los ataques de mildiu. Más o menos una vez por semana lo oía volar sobre los viñedos que cubrían las colinas alrededor de su casa. Se dio cuenta de que no veía al piloto.

Esperemos que no se haya hecho daño.

Estaba intentado decidir si debía acercarse cuando el rugido de un motor atrajo su atención. Un Fiat Ritmo blanco frenó bruscamente delante de la verja de acceso a su casa, produciendo, al derrapar sobre el camino blanco, una nube de polvo. Del coche salieron tres personas que, después de trepar el pequeño muro y el seto de laurel, corrieron hacia el helicóptero. Carlotta los vio pasar por delante de ella sin que ninguno diera indicios de haber notado su presencia.