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â Cálmate Suki. La encontraremos. Toya también está aquà â. Shinbe miró alrededor ansiosamente buscando a su amigo perdido. â ¡Pensé que estaba detrás de mÃ!
La preocupación rápidamente se volvió ira ahora que se habÃa sumergido en que Suki estaba a salvo y a su lado. Una sombra de pena cruzó sus obsesivos ojos mientras pensaba en el pasado. â ¿Y en qué demonios estabas pensando? ¡Algo pudo haberte pasado y pude no saber dónde estabas! â La agarró con fuerza por los brazos mientras sus ojos amatista se oscurecÃan posesivamente.
Los labios de Suki se estrecharon ante su ira. ¿Cuál era su problema? No era como si nunca hubiese salido con sus amigas. Su mirada entrelazada con la suya mientras su ira comenzaba a alzarse. â Quién crees que mmm â sus palabras fueron detenidas al Shinbe chocar sus labios con los de Suki en un vertiginoso y ardiente beso.
Shinbe habÃa estado tan preocupado por ella que no podÃa detener los sentimientos que se habÃan precipitado. QuerÃa asegurarse de que ella sintiera cada emoción que pasaba por sus venas justo en ese momento y en ese lugar. La abrazó con fuerza, jurándose que ella no volverÃa a salir de su vista.
Suki gimió suavemente ante la intensidad del beso de Shinbe. Era como si estuviera mostrando cada cruda emoción dentro de su alma. Ella prácticamente podÃa sentirlas con sus dedos mientras agarraba sus hombros. A sabiendas de que si se soltaba no podrÃa mantenerse de pie, notando que sus piernas se habÃan vuelto de gelatina se aferró a la preciada vida.
Su mente se puso en blanco por un momento y se olvidó de que estaba molesta con él o que Kyoko se acababa de desvanecer. Todo lo que podÃa sentir era a Shinbe y un amor que sin duda durarÃa más que ellos.
Gentilmente, Shinbe relajó su agarre terminando su beso rozando su nariz con la de ella. Sus ojos se llenaron de alivio, pero aún estaban oscuros de deseo. Sacudiendo su cabeza un poco, trató de enfocarse en la situación en sus manos y, por una vez, su lujuriosa mente no vagabundeó ante la sensación del cuerpo de Suki en sus brazos⦠después de todo, ella habÃa estado ahà durante muchas vidas.
â Han sucedido algunas cosas y necesitas saber. No era seguro para ti o Kyoko que salieran solas esta noche. Te explicaré mientras buscamos a Toya. Creo que Kotaro también está por aquà â. Shinbe envolvió un brazo protector alrededor de Suki al dirigirse en dirección al estacionamiento para encontrar a Toya.
Suki estaba muy aturdida por el momento para hacer algo más que asentir.
*****
Toya corrió por el estacionamiento maldiciendo a Shinbe por adelantársele. TenÃa que salir de su auto en el asiento del pasajero una vez que se dio cuenta de que no podÃa salir de su lado. En su apuro de llegar a Kyoko, se habÃa estacionado muy cerca de una pared de ladrillo. Desafortunadamente, también se habÃa dado cuenta cuando intentó abrir su puerta y se golpeó contra la pared abollando el lado de su bebé.
Sin embargo, eso no era lo que realmente lo habÃa retrasado. Cuando salió corriendo por el estacionamiento a una velocidad vertiginosa, un chico habÃa salido de la nada y chocó contra él. El impacto habÃa sido tan repentino que lo habÃa arrojado por los aires. Cuando se habÃa enderezado lo suficiente para levantarse de nuevo, rápidamente le ofreció al chico su mano para ayudarle a levantarse.
â Eh, chico⦠¿estás bien? â Toya jaló su mano con brusquedad cuando el chico le siseó y se fue en la dirección opuesta como si Satán en persona lo persiguiera.
Toya se sacudió la sensación inquietante que le habÃa dejado el chico al mirar al club de las dos historias. La sensación escalofriante regresó multiplicada por diez cuando se dio cuenta de la sombra de un hombre llevando a alguien a través de una de las ventanas del último piso. HabÃa tantas cosas que estaban mal con esa pequeña escena.
Sus ojos brillaron plata⦠sus sentidos sabÃan cosas que él aún no comprendÃa. Le habÃa dejado con la sensación de que alguien acababa de caminar sobre su tumba.
Acercándose al club, Toya gruñó con molestia cuando se dio cuenta de que habÃan dos entradas. Una parecÃa ser la entrada principal y la otra estaba igual de abarrotada de gente.
âMás le vale estar bien⦠cuando la consiga, la voy a esposar a mi le guste o noâ¦â manchas de plateado comenzaron a fortalecerse dentro del oro de sus ojos mientras buscaba a Kyoko.
*****
Kyou se fue calle abajo con Kyoko fuertemente abrazada en sus brazos. Su mente estaba lista y llevarÃa a la chica a su hogar temporal para que se recuperara. Miró hacia arriba al pent-house justo al otro lado de la calle principal del club. Ella estarÃa a salvo con él⦠pero tendrÃa que ser cuidadoso. PodÃa sentir al secuaz de Hyakuhei dentro de la obscuridad que rodeaba al club.
Apretó su mandÃbula al escuchar un grito distante y supo que habÃa encontrado otra vÃctima. Mirando hacia la chica dormida, sus ojos dorados se suavizaron. Por ahora⦠ella era su secreto. Se sentÃa tan ligera como una pluma y parecÃa tan frágil.
No podÃa comprender cómo esta pequeña chica tenÃa un espÃritu tan intenso, y aun asà tenÃa un alma tan pura. Y âToyaâ, ella habÃa dicho el nombre de su difunto hermano como si lo conociera. ¿Cómo podÃa ser eso posible?
Sus pensamientos se detuvieron al sentir una poderosa creatura de la noche adelante al mismo tiempo que un olor a sangre golpeaba su nariz. Tensándose, reconoció el aura del Lycan que habÃa protegido antes a Kyoko del punk que la acosaba solo para luego abandonarla⦠dejándola en peligro.
Sin querer que la chica saliera lastimada en caso de que él debiera pelear, Kyou la puso en el suelo del callejón gentilmente y siguió el olor a sangre que estaba justo a la vuelta de la esquina. Si el lobo habÃa masacrado a un humano, la chica podrÃa no estar segura cerca de él. Se sabÃa que algunos hombres lobo se perdieran a sà mismos una vez que la ira entraba en su sangre, y no permitirÃa que la chica fuera protegida por una creatura tan peligrosa.
Al voltear en la esquina con pisadas silenciosas, sus ojos contemplaron una escena que no habÃa presenciado en siglos. El lobo, aún en forma humana, estaba de pie gruñendo, sus colmillos al aire. Sus duros ojos azules se colocaron mientras gruñÃa agresivamente a lo que parecÃa ser un cuerpo entre sus manos.
*****
Toya se detuvo al acercarse a la puerta. Olfateando, se volvió rápidamente y caminó en la dirección opuesta de la entrada. PodÃa olerla⦠aunque en el fondo de su mente no podÃa entender cómo o por qué podÃa. Salió corriendo con rapidez hacia el callejón a la izquierda del edificio, su corazón golpeaba violentamente en su pecho mientras pensamientos mórbidos cruzaban su mente.
Chicas desaparecidas y lugares oscuros⦠más le valÃa a Kyoko no tener ni un solo cabello fuera de lugar u otra cosaâ¦
Al entrar en las sombras, Toya derrapó hasta detenerse al tiempo que el miedo ahogaba su respiración en sus pulmones. AhÃ, yaciendo desplomada contra la sucia pared de ladrillo⦠estaba Kyoko. El mismo terror que lo habÃa enraizado en su lugar, lo incentivó a moverse. Con su siguiente aliento, estaba a su lado.
Arrodillándose, la tocó, comprobando la vida que le permitirÃa a su corazón comenzar a latir de nuevo.
Tan pronto como su dedo tocó su cuello, su propio corazón pateó al tiempo del de ella y respiró. Gracias a Dios⦠ella estaba viva. Un momento de déjà vu se reflejó en un recuerdo indeseado y lo alejó rápidamente, asustado de repente. Sintiendo a otros cerca, no desperdició tiempo en levantarla y llevarla a un lugar seguro. Sosteniéndola cerca de él, Toya usó su velocidad antinatural para llevarlos fuera de la obscuridad.
*****
Kotaro sostuvo a Yohji contra la pared de ladrillo al tiempo que dispuso la lujuria de su sangre a enfriarse. Ya no tenÃa sentido continuar castigándolo considerando que el chico se habÃa desmayado de nuevo. Lo soltó sin mucho cuidado al suelo y sintió un disturbio en la energÃa a su alrededor.
Movió de golpe su cabeza hacia un lado, sus ojos azul hielo se entrecerraron.
Kyou miró al lobo dejar caer al chico de nuevo al suelo sin matarlo. Inmediatamente reconoció al humano que habÃa acosado a Kyoko. Cambiando su opinión de momentos atrás, sus labios se curvaron en un ligero gruñido. Si hubiese sido él sosteniendo al chico del cuello, el chico no seguirÃa en una pieza.
Como si lo percibiera, el Lycan volteó su cabeza y trabó su mirada mortÃfera en él. Kyou podÃa sentir el inmenso poder emanando del lobo. Lo estaba mostrando en advertencia.
En el pasado, lobos y vampiros siempre se habÃan evitado. Ninguno se preocupaba por el otro, escogieron dejarse en paz. Ambos estaban muy cerca de emparejar fuerza y a ninguno le importaba dominar sobre el otro. Ellos solo existÃan juntos en el mismo mundo, manteniendo la mayor parte para sà y vivÃan sus propias interminables vidas.
Todos los instintos de Kotaro cobraron vida viendo al vampiro de pie en las sombras⦠mirándolo. No podÃa verlo con suficiente claridad para notar algún rasgo caracterÃstico, pero su instinto le dijo que el chupasangre era una amenaza. Aún necesitaba soltar la lujuria de su sangre y se sonó los nudillos pensando que podÃa ser uno de los subordinados de Hyakuhei.
Justo cuando decidió volverse y atacar, la imagen se volvió fuerte, luego titubeó y desapareció. â ¿Ojos dorados? â Kotaro se incorporó por completo de y se dio cuenta de que casi habÃa atacado a Kyou. â ¿Qué está haciendo aquÃ?
â ¡Carajo! â siseó Kotaro y salió corriendo temiendo que Kyoko no estarÃa donde él la habÃa dejado. TenÃa que llegar a ella rápido⦠habÃa chupasangres afuera esta noche y ella no serÃa una de sus vÃctimas. Y con Kyou cerca⦠no habÃa forma de decir qué tan peligrosas se podÃan volver las cosas.
Kyou reapareció de frente a la misma pared de ladrillo donde habÃa dejado a la chica. Viendo que ya no estaba ahÃ, sus ojos sangraron carmesà y un gruñido enfurecido y desgarrador se escuchó por el callejón vacÃo, haciendo eco en las calles de alrededor.
*****
Suki y Shinbe se encontraron con Kotaro en la puerta del club. Sujetando a Shinbe por el hombro, Kotaro preguntó con urgencia: â ¿Kyoko aún está adentro? â Sus sentidos inhumanos se pusieron en su máxima potencia y sus instintos le decÃan que ella no estaba en ningún lugar cercano.
Suki se adelantó hacia Kotaro tomándolo de su camisa y confirmó sus sospechas. â ¡Un hombre se la llevó hace unos diez minutos, tienes que encontrarla! â Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le hablaba. â ¡No podemos encontrarla por ninguna parte!
Aún sin estar listo para devolverle a Suki su libertad, Shinbe la jaló de su mano estrellándola contra su pecho. Envolvió sus brazos alrededor de ella como si fuera un tambor metálico de Trinidad y Tobago. Mirando a Kotaro añadió: â Alguna âcosaâ se la llevó de aquÃ.
Shinbe miró a la silueta temblorosa de Suki y trató de tranquilizarla. Ella nunca le dejarÃa hacer lo que él querÃa hacer sin discutir. â Te prometo que la encontraremos â, con su promesa hecha, miró hacia arriba de nuevo para hablar con Kotaro una vez más, pero el guardia de seguridad ya se habÃa ido.
â ¿A⦠a dónde se fue? â tartamudeó Shinbe mirando alrededor sin encontrar rastro del guardia de seguridad. Sacudió su cabeza y suspiró. HabÃa visto suficiente mierda extraña por una noche.
Saliendo de su perdido estado de desesperanza, Suki resopló molesta. â Más le vale encontrar a Kyoko⦠o tendré pinchos de Kotaro para la cena⦠â Arrastrando a Shinbe detrás de ella como si de repente hubiesen intercambiado roles añadió: â Mi auto, ahora, ¡vamos!
Shinbe miró alrededor del estacionamiento como si recordara algo importante de repente. â Hablando de autos⦠falta el de Toya.
CapÃtulo 6
Hyakuhei recostó al joven que habÃa escogido para que se convirtiera en uno de sus hijos en una habitación oscura encima de los sonidos del club. Quitando el suave cabello marrón de sus ojos cerrados, aún podÃa oler el aroma de la chica que permanecÃa en la piel del chico. âTasukiâ, habÃa escuchado a los otros llamarle.
â Bueno, Tasuki, cuando despiertes, tendrás un regalo más valioso de mi parte⦠el regalo de la vida eterna â. Dio una sonrisa comprensiva como si le hablara a un niño. â Pero entenderás que⦠esa vida es mÃa.
Los ojos de Hyakuhei titilaron rojos al sentir que uno de sus hijos lo llamaba. No le gustaba ser perturbado durante la espera de un despertar, pero uno de sus favoritos lo habÃa solicitado. A sabiendas de que el subordinado nunca lo llamarÃa a menos que fuera importante, respondió a su solicitud.
Mirando una vez más al chico que habÃa convertido, el cuerpo de Hyakuhei brilló y desapareció, dejando a Tasuki solo dentro de los confines de la habitación cerrada.
*****
Yohji podÃa sentir los pinchazos de dolor forzándolo a la consciencia. Dios, todo le dolÃa. Lentamente recordó lo que habÃa pasado y por qué ahora se sentÃa tan mal. Se habÃa topado con Kyoko y habÃa decidido jugar con ella cuando el estúpido guardia de seguridad habÃa aparecido.
¿Cómo alguien puede ser tan fuerte? Cuando habÃa intentado pelear de vuelta, no habÃa tenido oportunidad alguna. Era como si hubiese intentado ir contra una manada de lobos y ahora estaba sufriendo severamente por sus esfuerzos.
Finalmente atreviéndose a abrir los ojos, se sorprendió de ver a un chico de pie ahÃ⦠mirándolo. ParecÃa tener más o menos 12 años y hubiese sido etiquetado como albino si sus ojos no hubiesen sido tan negros y vacÃos.
AtraÃdo por el olor de sangre fresca, Yuuhi apareció junto al chico herido. Mirándolo de cerca, estuvo de pie tan quieto como una estatua, tocándolo brevemente con su aura antes de asentir una vez. El chico tenÃa la corrupción de la maldad dentro de él, pero habÃa un aroma de pureza que colgaba de su energÃa negativa.
Los remanentes de energÃa pura parecÃan estar vivos con un poder que no morirÃa. âInesperadoâ¦â
Mientras los ojos del muchacho herido se abrÃan, Yuuhi susurró suavemente. â Padre, ha tocado a la pura⦠su energÃa aún está allÃ, atacando su⦠â los colmillos del niño resplandecieron en una sonrisa de burla. â ¿Nos lo quedamos?
Los ojos de Yohji se entrecerraron ante las palabras extrañas del chico, luego miró alrededor buscando a quien quiera que fuera con quien el niño hablaba, solo para ver un hombre siniestro cubierto de negro salir de las sombras a la luz borrosa del callejón. Era alto y emitÃa poder de su silueta como si fuera una deidad vengadora.
Los ojos llenos de miedo de Yohji se abrieron como platos, entrelazando con ojos que eran rojo sangre y esta vez definitivamente vio colmillos. Presionó su cuerpo abusado contra la pared. Nunca tendrÃa oportunidad si trataba de correr en el estado en el que estaba.
Hyakuhei miró abajo al joven que habÃa acosado a la chica y que ahora consideraba suyo. Este chico se atrevió a tocarla y ahora pagarÃa por su insolencia. Inhaló⦠oliendo restos del lobo que ya lo habÃa golpeado severamente y sus ojos de medianoche se entrecerraron en rajas. ¡Kotaro habÃa estado aquÃ!
¡Cómo se atrevÃa Kotaro a interferir en esto! ¿Era él la razón por la cual la chica habÃa desaparecido de repente sin dejar rastro? Hyakuhei gruñó al solo pensar en que el Lycan estuviera tan cerca del Corazón de Cristal del Guardián y la chica una vez más. Solo porque la chica lo habÃa escogido no la hacÃa realmente suya. Nunca habÃa sido decisión de la chica⦠¿es que no habÃa aprendido su lección en el pasado?
HabÃa pensado que habÃa matado a la vil creatura junto con Toya años atrás por atreverse a hacerle frente y tratar de proteger a la chica de su posesión. âNo importaâ, los pensamientos de Hyakuhei se volvieron melancólicos por un momento, âuna vez pusiste en mi contra a Toya y a la Sacerdotisa, Kotaro⦠y mira lo que me haces hacerâ.
Una sombra de pena cruzó su expresión al pensar en el pasado. Si Toya no hubiera intentado volverse un Guardián para la Sacerdotisa y alejar a Kyou de él⦠Toya no estarÃa en el inframundo ahora sino aquÃ, a su lado, junto con el hermoso Kyou. El culpable de alimentar a Toya con mentiras erróneas era Kotaro.
Kotaro también era quien habÃa advertido a la Sacerdotisa de su verdadera intención. Era extraño cómo el tiempo podÃa deformar las mentiras que se habÃan dicho.
â Asà que, Kotaro⦠â susurró ââ¦la has encontrado de nuevo.
Fue traÃdo al presente por el gimoteo que provino del chico agachado contra la pared. NecesitarÃa más de un nuevo recluta para encontrar a su Sacerdotisa perdida si Kotaro también estaba con ella. Hyakuhei la querÃa y la tendrÃa.
Planeaba reclamarla con la ayuda del imbécil que habÃa pensado contaminarla. La corrupción de tal creatura era destinada solo para él. TenÃa muchos planes para su Sacerdotisa, después de todo⦠mil años era un largo tiempo para preparar nuevas formas de torturar a alguien.
Volviendo a las sombras, sus ojos destellaron al suavemente asentirle a Yuuhi. â Hazlo doloroso. Tortura su carne, pero no lo mates â. Ãl querÃa que el chico sufriera un poco más por sus acciones asà entenderÃa nunca desafiar a su nuevo maestro y nunca volver a tocar a la chica.
Yohji volteó la cabeza de golpe de nuevo hacia el niño y sus ojos se abrieron como platos con verdadero miedo. El chiquillo le estaba sonriendo, pero no era una buena sonrisa, era mortÃfera. En los bordes de sus labios pálidos, el chico tenÃa colmillos largos y afilados y sus ojos ya no eran negros, sino de un rojo oscuro.
Esos ojos vacÃos hacÃan un inquietante contraste con su cabello y piel de alabastro. Se veÃa como un niño, pero era un demonio roba almas disfrazado y Yohji estaba realmente asustado.
Miró con horror mientras sus pies dejaban el suelo, y el chico saltó hacia él, arrastrando un grito aterrado de su ya reseca garganta. Nunca supo qué le golpeó en tanto dientes y garras destrozaban su carne, causándole un dolor que nunca habÃa imaginado.
*****
Toya miró a la chica desplomada en el asiento del pasajero a su lado. â ¡Carajo, Kyoko, nunca más me asustes de esa manera de nuevo! â Ãl sabÃa que ella no podÃa escucharlo, pero eso no detenÃa su aliviada vociferación. â ¡Tú, pequeña idiota, podrÃan haberte matado o peor! â Cruzó hacia el edificio donde se encontraba su apartamento.
Aunque el ceño fruncido permanecÃa en su lugar, la levantó como si ella fuera la gema más preciosa sobre la tierra y la llevó escaleras arriba. Encontrando su puerta cerrada, maldijo, empujando el picaporte, esperando no hacer mucho daño en tanto crujÃa y luego abrÃa.
â Bueno, ella necesitaba una mejor cerradura de todas formas con un asesino suelto â. Toya usó esa excusa, guardándola para cuando despertara y le gritara por romper su puerta. â Al menos aún está sobre sus bisagras â, se quejó entrando al apartamento tenuemente iluminado.
De pie, quieto en medio de su sala de estar, miró a Kyoko y levantó una ceja al oler alcohol mezclado con su aroma natural.
â Ah, ya veo cómo eres. â Susurró. â No es justo⦠ni siquiera me llevaste a tomar contigo. ¿En qué estabas pensando?
*****
Kyou luchó para mantenerse sereno, lo que parecÃa que sucedÃa mucho esta noche. Incapaz de mantenerlo contenido, su mano empuñada se elevó hacia adelante y golpeó la pared de ladrillo con tal fuerza que las piezas de mamposterÃa se fueron volando en todas direcciones. Gruñó con rabia y sus ojos se tiñeron de rosado en tanto olÃa el aire.
Nadie tomarÃa lo que le pertenecÃa sin pagar por su interferencia.
Inmediatamente tomó el aroma de Kyoko mezclado con otro que se sentÃa raramente familiar y masculino. Kyou dejó salir un rugido, haciendo el sentimiento a un lado mientras levitaba del callejón y siguió el aroma que se habÃa incrustado en su ser.
Su silueta solitaria desapareció dentro de las sombras mientras salÃa a cazar a su presa. La encontrarÃa y la tomarÃa de vuelta del ladrón que la habÃa robado. Los músculos de la mandÃbula de Kyou se flexionaron con furia. ¿Cómo se atrevÃa ella decir el nombre de su hermano como si intentara confundirlo⦠como si lo hubiese conocido?
De alguna forma, la mujer-niña le habÃa lanzado un hechizo, estaba seguro de ello. PodÃa sentir su presencia que permanecÃa en la punta de sus dedos y sintió el deseo de volver a tocar su piel. Necesitaba saber cómo es que es tan pura y qué era la luz que su cuerpo emitÃa.
¿Era lo que Toya habÃa estado buscando? Si era asÃ, entonces, ¿la culpa por la muerte de Toya era de esta chica? ¿Qué significaba todo esto? Deseaba respuestas. Esa luz lo habÃa atraÃdo como una polilla a una llama, y ahora descubrió que no podÃa simplemente dejarla ir. Era como si ella, sin saberlo, lo hubiese llamado y no tuviera más opción que responder.
Kyou gruñó en la parte baja de su garganta mientras sus ojos brillaron rojos con sangre. Esta chica era peligrosa. Ãl no era alguien que necesitara o quisiera solo tener venganza por siglos. Ella tenÃa que ser tratada con cuidado. No confiaba en sà mismo alrededor de ella. Ella lo habÃa capturado de alguna forma y le enfurecÃa inmensamente que esta chica, de alguna forma, lo hiciera débil.
*****
Balbuceando algo sobre reuniones de Alcohólicos Anónimos, Toya llevó a Kyoko a su habitación y gentilmente la extendió en su cama. Moviéndose de vuelta rápidamente a través del apartamento a la puerta principal, la cerró usando el cerrojo de seguridad ya que habÃa roto la cerradura regular.
â Qué bueno que ella solo habÃa cerrado el picaporte â, se encogió de hombros y miró alrededor a la soledad del apartamento. Era muy diferente del rugido ensordecedor que estaba en el club. Era casi demasiado silencioso. Quitándose los zapatos, suspiró. â ¡Qué nochecita! â, dejó a sus hombros relajarse por primera vez en todo el dÃa mientras se acolchaba de vuelta donde su Kyoko estaba extendida.
La luz de la luna se derramaba en la ventana lanzando un brillo etéreo sobre su cuerpo. El rostro de Toya se suavizó al detener su vista en el rostro de ella. Su cuerpo flexible se extendÃa en la cama con sus manos medio relajadas en cada lado de su cabeza. Se veÃa como un ángel, tan en paz y tan ajena al peligro en el que podrÃa estar, su mano se volvió un puño al corregir su pensamiento: casi lo estuvo. TenÃa en mente sacudirla hasta despertarla y provocarle algo de lógica⦠pero no lo harÃa.
El ceño fruncido se grabó en su rostro tratando de pensar cómo ella habÃa terminado en el callejón, sola, desmayada pero ilesa. Sin alguien para mirarle el colmillo al caballo regalado, decidió agradecer a los guardianes que cuidaban de ella⦠quienes fueran.
Por el resto de la noche, Kyoko estarÃa con él y a salvo. Eso era todo lo que importaba.
Un destello travieso brilló en sus ojos mientras le quitaba los zapatos y haló las sábanas sobre la duermevela silueta. Ella posiblemente lo matarÃa mañana pero⦠Toya se montó en la cama y tiró del cuerpo ruborizado de ella contra el suyo.
Generalmente, ligeros pensamientos sucios llenarÃan su mente como lo habÃa hecho tantas veces cuando estaba en casa solo. Sin embargo, por alguna razón esos pensamientos se sentÃan mal en el momento. HabÃa algo sobre estar acostado aquà con ella que parecÃa⦠¿inocente? Sacudió su cabeza suavemente y se ubicó cómodamente contra ella.
Sosteniéndola con fuerza, agradeció a cualquier dios afuera porque ella estaba sana y salva donde pertenecÃa. Se sentÃa tan bien tenerla en sus brazos y lo disfrutarÃa por ahora. En la mañana podrÃa probar atentar contra su vida, pero si él iba a morir, al menos morirÃa feliz.
Kyoko suspiró con alegrÃa, acurrucándose al calor protector que rodeaba su cuerpo.
Una sonrisa agració los suaves labios de Toya mientras besaba su sien y la siguió en una dichosa alegrÃa en un sueño ligero.
*****