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Yohji no aflojó su agarre en ella y le dio una sonrisa perversa ante su inquietud. â ¿Por qué te dejarÃa ir ahora que finalmente te tengo en mis brazos, Kyoko?
Sus ojos ya estaban llenos de lujuria cuando su rostro tomó la apariencia de un depredador. HabÃa estado detrás de ella por un largo tiempo y ella nunca le daba la hora. Bueno, ahora que ninguno de sus guardaespaldas estaba cerca para detenerlo, ella no se iba a escapar tan fácilmente.
Hyakuhei miraba la escena sucediendo a pocos pasos de él con interés. PodÃa ver al chico perfectamente, pero solo podÃa ver la espalda de la mujer. âEsa chicaâ¦â sus ojos tomaron un brillo espeluznante mirándola. PodÃa oler su nerviosismo y pureza tanto que estaba abrumando sus sentidos.
En cuando al chico que la sostenÃa, su lujuria llenaba tanto el aire que se podÃa saborear. Los ojos de Hyakuhei se entrecerraron mientras la necesidad de matar al punk comenzó a arder dentro de sus venas. Caminó hacia el frente solo para encontrar un escudo de polvo de arcoÃris bloqueando su camino. El brillo reconfortante se instaló en tanto se apoyaba contra la pared una vez más entrecerrando los ojos con recelo. ¿Era protegida por el inmortal?
Extendió el brazo para tocar lo que quedaba de la barrera y dejó que el sentimiento relajante lo bañara. Un efecto tan tranquilizante no suprimirÃa sus malas intenciones por mucho. â Niños pequeños y sus juegos â, sonrió mientras sus ojos de medianoche volvÃan a la chica.
Su aura lo habÃa agarrado con la guardia baja. Su mirada vagó por su encantador cuerpo y su piel brillaba como el rocÃo en una flor antes de la primera luz del amanecer. La necesidad de tocarla abrumaba sus sentidos tomando otro paso desconocido hacia ella⦠esta vez ignorando el molesto escudo inmortal de brillo protector.
Justo cuando estuvo a punto de tomar a la chica entre sus brazos, otra ola de egoÃsmo lo golpeó como un puñetazo fÃsico. El aura familiar acarició sus sentidos, una que no habÃa sentido en décadas. Dando una última mirada a la chica que habÃa mentalmente asegurado, sus ojos oscuros se suavizaron brevemente mientras tomaba su decisión. Ãl la tendrÃa⦠pronto.
Una sonrisa inclinó sus labios maliciosos a la nueva aura retrocediendo hacia la obscuridad fuera de la vista. â Asà que mi obstinado Kyou ha decidido unirse al juego⦠vamos a ver cuáles son sus verdaderas intenciones.
******
Toya estalló dentro del apartamento que compartÃa con Shinbe, pero cuando no vio a su amigo comenzó instantáneamente a gritar. â ¿Shinbe, dónde diablos estás? â TenÃa mucha rabia y por obvias razones tenÃa un mal presentimiento sobre la seguridad de Kyoko, especialmente después de que Kotaro le informara sobre las otras chicas perdidas⦠eran muchas.
Ya sus nervios se dispararon y si no posaba sus ojos en Kyoko pronto, iba a romper algo. De nuevo, cuando pusiera sus ojos en ella tendrÃa suerte si dejaba que se le perdiera de vista de nuevo⦠nunca. Si se salÃa con la suya, la esposarÃa permanentemente a él para custodiarla.
Shinbe salió del baño abotonando su camisa azul hielo y viéndose como si fuera a salir por la ciudad. â Estoy aquÃ, ¿dónde está el fuego? â Se sentó en el sofá y comenzó a ponerse los zapatos como si nada le importara en el mundo.
Kotaro estaba de pie detrás de Toya esperando a ver si Shinbe tenÃa alguna información sobre el paradero de Kyoko. Apoyándose contra la encimera de la cocina, miró a Toya alzarse por encima de Shinbe.
Si Toya recordara lo que Shinbe habÃa hecho en el pasado por él, posiblemente le mostrarÃa más respeto al chico. Kotaro inclinó su cabeza en un ángulo divertido repensando eso. âNo, no lo harÃaâ, se corrigió. Mirando el temperamento del chico alzarse hubiese sido divertido si Kyoko no estuviese desaparecida.
â ¡Perdà a Kyoko y ahora no puedo encontrar a Suki tampoco! â Toya se retorció cuando Shinbe ni lo miró.
La sonrisa petulante de Shinbe estaba poniendo a Toya sobre su lÃmite. Si Shinbe no estuviera ya con el cerebro medio muerto porque Suki siempre le estaba pegando en la cabeza, Toya le hubiese agregado también al daño cerebral. Pero ahora querÃa a su amigo consciente y contestando sus preguntas.
Shinbe terminó de atarse los zapatos sabiendo que Suki lo odiarÃa por esto pero no le importaba. Se lo recompensarÃa. Siempre se divertÃan cuando se reconciliaban de una pelea⦠sus ojos se pusieron vidriosos ante el agradable pensamiento. Reconciliarse serÃa divertidoâ¦
Escuchando un gruñido peligroso Shinbe rápidamente puso su atención de nuevo en su amigo levantando una ceja con calma. â ¿Qué?
â Shinbe, ¡maldita sea! ¡No te estoy jodiendo! ¿Dónde diablos están Suki y Kyoko? â gritó Toya, sus ojos dorados atravesando a su amigo como un cuchillo. Si Shinbe no le respondÃa pronto, sabÃa que iba a explotar.
Shinbe frunció el ceño con confusión cuando notó que Kotaro se apoyó en el bar. Toya y el guardia de seguridad ni siquiera se gustaban, mucho menos salÃan juntos. Su pecho se ajustó. â No lo sé seguro, pero Suki me plantó esta noche diciendo que iba a salir con una amiga aunque no dijo quién.
Cuando Toya comenzó a despotricar de nuevo, Shinbe se levantó. â Espera, no he terminado, asà que mantén los pantalones puestos. Cuando estuve en su apartamento más temprano, vi un volante en su encimera sobre el Club Medianoche y la fecha de hoy tenÃa un cÃrculo â. Sonrió lascivamente. â Estaba alistándome para ir y ver si me la encontraba.
Kotaro suspiró cuando Toya comenzó a volverse loco por las chicas estúpidas. Sin querer malgastar su tiempo se volvió a la puerta. â Gracias, Shinbe â, lanzó por encima de su hombro mientras se iba ahora más preocupado que nunca. Solo esperaba que Kamui estuviera con ella⦠protegiéndola de alguna forma.
Shinbe movió la cabeza hacia un lado mirando sobre el hombro de Toya mientras Kotaro se iba y luego enderezó su espalda para fruncirle el ceño a Toya. â ¿Qué está sucediendo y qué hacÃa Kotaro aquÃ? â Le brilló la preocupación en sus ojos amatista. Siempre le cayó bien Kotaro, pero no podÃa confesárselo a Toya sin ser etiquetado de traidor.
Toya agarró las llaves del bar respondiendo. â Te diré en el camino.
Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, sin molestarse si quiera en asegurarse de que Shinbe estaba detrás de él. Odiaba estar sin Kyoko. Siempre lo hacÃa sentir que vagaba confundido. Ya era tiempo de encontrarla y ponerla en su lugar⦠a su lado.
CapÃtulo 5
A Kyoko no le gustaba la forma en que Yohji la sostenÃa sonrojada contra él y sintió que su resentimiento comenzaba a colapsarse. Empujándolo lo más fuerte que pudo colocando sus manos en su pecho, sus ojos dispararon chispas de ira tratando de hacerlo que la soltara. â Mira, ¡necesito que me dejes ir en este momento Yohji! Estoy aquà con alguien â. Sus ojos se abrieron cuando él simplemente le dio una mirada petulante y la presionó de vuelta a su antigua posición. â ¡Carajo! â Kyoko echó humo pisando fuerte tratando de que cayera en el dedo de Yohji.
Al otro lado del sitio, Tasuki habÃa traÃdo té regular de vuelta a la mesa y lo colocó ahÃ. Mirando hacia la puerta a ver si podÃa encontrar a Kyoko, sus ojos se oscurecieron cuando notó a Yohji acosándola. La mayorÃa de las personas que lo conocÃan creÃan que Tasuki era el dulce chico Americano de al lado y el más popular en la escuela⦠pero sà tenÃa un temperamento escondido.
Yohji estaba al borde de presenciarlo desatado si no quitaba sus manos de encima de Kyoko.
La ira de Tasuki se reflejaba en su rostro mientras cruzaba la habitación para rescatar a su dulce Kyoko. SabÃa por escuchar a otros hablando en los pasillos de la universidad que Yohji y su hermano eran agresivos con las chicas, e incluso habÃan sido acusados de violación más de una vez.
Al acercárseles, vio al hermano de Yohji, Hitomi, de pie a su lado, pero no dejó que eso lo detuviera. Esos dos chicos eran veneno y lo sabÃa. Los ojos de Tasuki tomaron un matiz amatista iluminado al moverse hacia adelante. Su adrenalina estaba alta y apretó sus dientes viendo a Kyoko luchando para liberarse.
A la ceja de Kyoko le dio un tic mientras la mano de Yohji viajaba hacia debajo de su espalda y la ahuecaba agarrando sus nalgas firmemente, forzándola a arquearse hacia él. Ella podÃa sentir su lujuria mientras sonreÃa con suficiencia malvada hacia ella.
â ¡Ya está! â Levantó su mano tan rápidamente que Yohji no la habÃa visto venir hasta que escuchó el chasquido haciendo eco en su oÃdo.
El hermano de Yohji, Hitomi, escuchó el sonido y se volvió para mirar la mejilla roja de su hermano. Sonrió a sabiendas, pero luego mirando más allá de él, observó al chico llamado Tasuki caminando directamente hacia su hermano con una expresión lÃvida en su rostro.
Sabiendo que su hermano podrÃa ocuparse de la chica reacia él mismo, Hitomi caminó alrededor de ellos y directamente por el camino de Tasuki. â ¿Justamente hacia dónde pensabas que estabas yendo, niño?
Tasuki miró más allá de Hitomi, sus ojos chocaron instantáneamente con los de Yohji. PodÃa ver la mano de Yohji acariciando la de Kyoko⦠sin pensarlo, lanzó todo su peso en el puño aterrizando justo en el estómago de Hitomi. Para su gran sorpresa, el otro chico apenas se movió.
Siendo mucho más grande que el chico de colegio, con un puño, Hitomi lanzó a Tasuki tumbándolo hacia la lejana pared del pasillo. Se encogió de hombros, asumiendo que el chico no se volverÃa a levantar y se volvió para mirar a su hermano jugar con su nuevo juguete.
Ver a la chica pelear para liberarse trajo una sonrisa a los labios de Hyakuhei. âAsà que esta chica no será manejada tan fácilmente. Tendré placer al quebrarla.â Mirando al joven que habÃa venido a defender el honor de la chica, Hyakuhei decidió a quién querÃa como su más nuevo recluta.
Rápidamente atrapó al chico llamado Tasuki antes de que se estrellara contra la pared.
Sus sentidos le dijeron que el chico aún era puro⦠virgen⦠qué extraño. Cubriéndolos rápidamente en obscuridad para evitar que otros los vieran, Hyakuhei bajó la mirada hacia él. Lo habÃa visto interactuar con esta chica y varios otros. SerÃa una buena elección.
â Bienvenido a la obscuridad hijo mÃo⦠â Susurró clavando sus colmillos en la vena de Tasuki. Los ojos de Hyakuhei se abrieron al sabor de la sangre del chico. ¿Poder escondido? SabÃa a amatista. Agarró al chico con más fuerza deseando más.
Tasuki se habÃa tomado el golpe en la cara de un trancazo ya que le corrÃa mucha adrenalina por sus venas. Planeaba levantarse de inmediato, pero con brazos envolviéndolo por detrás todo se volvió negro y se sintió paralizado con un miedo instantáneo. Una suave y casi seductora voz le dio la bienvenida a la obscuridad.
Jadeó sintiendo dientes afilados hundirse en la piel de su cuello. Mientras la vida le era drenada, sus pensamientos fueron sobre Kyoko y lo mucho que necesitaba llegar a ella. Estaba extendiendo su mano en un último intento de llegar a ella cuando el olvido llegó reclamando su último aliento.
*****
La mano de Kyoko aún ardÃa del impacto contra la mejilla de Yohji. Se querÃa encoger ahora que podÃa sentir muchos ojos interesados en ella. No habÃa ayudado el que la bofetada hubiese sonado como un disparo.
â ¡Maldita sea todo! â Esto era lo que ella estaba tratando de evitar, pero no, Yohji tenÃa que ir y ser un imbécil. Hablando de imbéciles, él aún tenÃa que quitar sus manos de encima de ella. Lentamente subió su mirada a él. Por la mirada iracunda en sus ojos, ella no pensó que él planeara dejarla ir en lo absoluto.
Devolvió la mirada furiosa y fulminante, esperando a ver si él se la cobrarÃa o la dejarÃa ir. Si ella fuera del tipo de apostar⦠apostarÃa por la primera opción.
Kyou podÃa decir que la brizna de chica no era oponente para la lujuria que venÃa del chico que la sostenÃa con tanta fuerza. Mentalmente hizo trizas al lujurioso por atreverse a tocar lo que pretendÃa reclamar como su posesión. Repentinamente no le importaba si Hyakuhei lo detectaba o no mientras tomaba su decisión. Justo cuando Kyou se movÃa para salir de las sombras, intentando llevársela lejos del acosador, escuchó un gruñido profundo.
Aturdido momentáneamente, Kyou supo que ese tipo de gruñido solo era conocido de provenir de un Lycan. Sus ojos dorados siguieron el sonido a su fuente mientras continuaba vibrando desde la entrada a solo unos metros de la chica. La furia del lobo inundó el pasillo lleno de gente.
Los ojos de Kyou se entrecerraron ante la escena, preguntándose si podÃa confiar en que semejante fuerza intemporal llegara tan cerca de la chica. No habÃa visto un Lycan desde que lo habÃan convertido y, luego, solo habÃa observado en la distancia. Recordaba una vez haberle dicho a Toya que los vampiros y los hombres lobo no se mezclaban. Toya le habÃa preguntado por qué y no le habÃa respondido, porque solo estaba repitiendo las palabras que le habÃa dicho Hyakuhei sin saber la razón de ello.
Kotaro dio una mirada a Yohji toqueteando a âsu mujerâ y perdió la cabeza. En un abrir y cerrar de ojos, Yohji se estrelló contra la pared con la mano de Kotaro alrededor de su garganta, levantándolo varios centÃmetros del suelo. HabÃa lidiado con los lujuriosos hermanos anteriormente, y donde estaba uno⦠el otro seguramente le seguÃa.
Sus sentidos estaban en extremo alerta oliendo el hedor de Hitomi y supo que venÃa desde atrás. Con una patada bien situada, Kotaro envió a Hitomi volando a través del aire, aterrizando en una pila en el suelo pasillo abajo. Las personas se dispersaron y el pasillo rápidamente se despejó.
Kyoko se sentó donde habÃa caÃdo en el suelo con los ojos abiertos⦠casi perdiéndose lo que acababa de suceder, ya que habÃa sucedido muy rápido. Su mirada fue de la silueta desplomada de Hitomi hasta la furiosa silueta de Kotaro, quien sostenÃa el cuello de un Yohji que lentamente se volvÃa azul.
A sabiendas de que debÃa detener a Kotaro antes de que realmente hiriera a alguien, Kyoko jadeó y comenzó a levantarse. Presionando sus manos contra el suelo, se tropezó detrás de Kotaro poniendo una mano en su hombro tratando de calmarlo.
â Gracias Kotaro, pero ya estoy bien, puedes dejar ir a Yohji. ¿SÃ? â Su voz era suave, pero su pánico incrementó cuando los dedos de Kotaro se apretaron alrededor de la garganta de Yohji. Kotaro volteó su rosto a Kyoko y ella dio un sorprendido paso hacia atrás viendo el tinte rojo alrededor de sus ojos azul hielo.
â ¡Vi dónde estaba su mano Kyoko y creo que es hora de sacar la basura! â gruñó Kotaro volteando hacia Yohji y escuchó con mórbida fascinación al chico, mientras hacÃa sonidos de gorgoteo y tomaba un tono de azul escalofriante.
El temperamento de Kotaro quedó complacido por el color más oscuro dándole suficiente control para darse cuenta de que Kyoko lo miraba conmocionada. Necesitando borrar su miedo, agarró a Yohji por el cuello de su camisa y caminó hacia la puerta para enseñarle modales al bastardo. Ella no necesitaba ver el resto.
Kyoko parpadeó mientras la puerta se cerraba de golpe detrás de Kotaro. Perpleja, aún estaba sorprendida y aturdida. Guau, Kotaro podÃa ser realmente aterrador cuando se enojaba. Incluso sintió pena por Yohji en ese momento.
Mirando por encima de su hombro, vio a Hitomi, el hermano de Yohji aún en el suelo donde lo habÃa dejado Kotaro. Por primera vez, no le molestaba que Kotaro fuera tan protector con ella. Tembló y trató de no pensar en qué podrÃa haber pasado si Kotaro no hubiese aparecido cuando lo hizo.
Kyou la vio mordisquear su labio inferior como si no estuviera segura de qué hacer. La mirada de Kyoko viajó de nuevo hacia la puerta y él reflexionó. Asà que ella tiene la protección del Lycan. Se preguntó qué otros misterios rodeaban a la chica. Este no era un lobo normal, el que ella habÃa llamado Kotaro, podÃa sentir que era tan viejo como él mismo.
Kyoko caminó más cerca de las puertas de vidrio mirando hacia afuera al oscuro estacionamiento, preguntándose a dónde se habÃa ido Kotaro. Poniendo su mano en el picaporte, comenzó a abrir la puerta, pero un chico joven caminó en frente de ella, bloqueando su camino. Ella se detuvo inmóvil por un momento mientras el chico pequeño trababa sus ojos en ella. Era el sentimiento más escalofriante que haya experimentado.
El chico tenÃa cabello blanco sólido y un tono de piel que casi le hacÃa juego. Pero esa no era la peor parte: sus ojos eran tan negros que parecÃan no terminar nunca, y le daban a Kyoko la sensación de que caÃa dentro de ellos. El chico sonrió suavemente, apenas mostrando sus colmillos inhumanos y por un momento, Kyoko realmente creyó que los habÃa visto.
Una mano llegó de la nada y agarró el hombro de Kyoko haciendo que un grito aterrado se atascara en su garganta volviéndose para ver a quién le pertenecÃa la mano.
*****
Kyou caminó fuera de la obscuridad cuando vio al secuaz de Hyakuhei al otro lado del vidrio. SabÃa del chico engañoso, el más joven que parecÃa tan inocente, era a menudo el más mortÃfero.
Deslizándose detrás de Kyoko, sus ojos sangraron y sus colmillos se alargaron haciendo saber al chico fantasma que no morderÃa a esta chica sin perder su propia vida inmortal.
La mano de Kyoko se quedó quieta en la puerta sin estar completamente segura de si querÃa abrirla. Algo sobre el chico la estaba asustando. Justo cuando comenzaba a dar un paso hacia atrás, una mano pesada vino de la nada y agarró su hombro. Un grito de terror se atascó en su garganta al volverse a ver quién era.
Kyoko olvidó respirar al mirar arriba a los ojos devastadoramente dorados. Largo cabello blanco enmarcaba su rostro y hombros. Ãl era un par de años mayor y su cabello se perdÃa en la obscuridad detrás de los reflejos plata, pero casi se veÃa comoâ¦
â ¿Toya? â susurró con vacilación, sabiendo que estaba equivocada, pero más importante⦠¿por qué la habitación daba vueltas?
Tan pronto como sus ojos se encontraron, Kyou se sintió atraÃdo a ellos. Ella lo miraba como si lo conociera. Pero eso no era ni de cerca tan perturbador como cuando susurró el nombre de su difunto hermano. Sus brazos se deslizaron alrededor de ella, viéndola balancearse por el lÃquido contaminado que habÃa consumido antes.
Mientras sus manos se deslizaban a través de su piel descubierta donde su camisa era muy corta para cubrirla, sintió una excitación en su sangre de vampiro que le susurraba que se quedara con ella.
La visión de Kyoko decidió que ella no era suficientemente buena para eso por el momento. ParecÃa desafiar su voluntad a la vez que el hombre se volvÃa borroso mientras lo miraba con curiosidad. Aunque no podÃa ver bien, aún podÃa sentir el cuerpo que la sostenÃa.
Levantando sus dedos para tocar su mejilla preguntó: â Tú no eres Toya⦠¿Quién eres? â Antes de que pudiera obtener una respuesta, Buda o cualquier dios que siguiera jugando con ella, apagó las luces al ella caer inconsciente.
Kyou la sujetó contra él con fuerza cuando su cuerpo se desplomó en sus brazos. Se habÃa desmayado, pero al menos no se habÃa desmayado en los brazos de un enemigo. Su cabeza cayó hacia atrás exponiendo la suave pálida columna de su garganta y Kyou peleó contra sus instintos. Silenciosamente se preguntó si ella no estaba en los brazos del enemigo después de todo. Sus colmillos comenzaron a alargarse y él gobernó la sensación en su interior⦠esta era muy pura para tal obscuridad.
Sintió su furia desatarse contra la chica ingenua. Si él no hubiese estado ahà para protegerla, ¿qué le hubiese pasado? Convenientemente olvidó sus propias urgencias momentos atrás. Si el lobo hubiese sido un protector adecuado, no la hubiese dejado. Miró a su alrededor dándose cuenta de que los amigos que la habÃan acompañado antes también la habÃan abandonado.
Al amoldar sus sentidos, Kyou aún podÃa sentir a su némesis, Hyakuhei, dentro de los confines del edificio. Sintiendo la maldad viniendo de arriba de él, supo que Hyakuhei estaba en algún lugar arriba en las habitaciones del segundo piso.
*****
Shinbe saltó fuera del auto antes de que siquiera dejara de moverse. Una cosa lo incentivó hacia adelante y lo tuvo caminando derecho hacia la entrada principal del club en una carrera mortal. No podÃa sacarse de su cabeza el pensamiento de Suki y Kyoko volviéndose una de esas chicas perdidas y eso lo estaba aterrorizando.
Toya lo habÃa puesto al corriente con lo que Kotaro le habÃa dicho y una vez que pusiera las manos sobre Suki, él bien que las mantendrÃa ahÃ. En qué parte de su cuerpo no lo podÃa decir, pero tenÃa que encontrarla primero.
Shinbe se detuvo de golpe cuando entró por las puertas frontales del Club Medianoche.
Justo en medio del pasillo habÃa un hombre sosteniendo a Kyoko y ella no se veÃa muy bien. No se movÃa y estaba demasiado pálida. Y si vamos al caso, el hombre no se veÃa nada normal tampoco. Pálido serÃa un eufemismo para él, lo que hizo que Shinbe se detuviera nervioso cuando se dio cuenta de que el hombre le recordaba a su mejor amigo.
El cabello plateado y los ojos dorados⦠el cabello de Toya era oscuro como la noche, pero en él tenÃa las mismas mechas que el hombre frente a él. Esas eran caracterÃsticas poco comunes y solo sabÃa de Toya que tuviera ese tipo de combinaciones inusuales.
Dándose cuenta de que el hombre se movÃa para irse con ella, Shinbe hizo a un lado el molesto sentimiento. Toya lo matarÃa si no detenÃa el secuestro de Kyoko.
â ¿Qué demonios estás haciendo con Kyoko? â Los ojos amatista brillaron al grito de Shinbe, sintiendo sus pies moverse de nuevo sin pensarlo. Ella podÃa no ser su novia, pero era muy preciada para él⦠más preciada de lo que admitirÃa y, además, era la mejor amiga de Suki. De ninguna manera este chico se irÃa con Kyoko en sus garras.
Kyou deslizó su brazo debajo de las rodillas de Kyoko y la levantó sin esfuerzo. La acunó como a un bebé, descansando su cabeza contra su hombro con cuidado de no molestarla. El momento en que su cabeza tocó su hombro, se acurrucó en su abrazo suspirando suavemente.
PodÃa sentir la confianza y alegrÃa emitida de su aura mientras se asentaba en sus brazos. La mujer-niña le afectaba enormemente y mientras más la observaba dormir, más la querÃa esconder de todo el mundo. Ãl sabÃa que podÃa⦠si realmente querÃa y la tentación era verdaderamente grande. Nunca habÃa convertido a nadie en lo que era⦠pero si quisiera⦠podrÃa hacerlo.
Su protección hacia la chica, asà como la necesidad posesiva de quedársela lo sorprendÃa y Kyou gruñó suavemente a sus acciones. ¿Cómo podÃa esta chica afectarle de esta forma? Arrancando su mirada de su rostro angélico, miró hacia arriba al tiempo que un joven le gritaba. ParecÃa que el hombre que la querÃa seguÃa metido en el camino.
Los ojos dorados se entrelazaron con los ojos color amatista y sintió una extraña familiaridad. â Esto no es decisión tuya mago â, le advirtió Kyou con un tono grave y mortÃfero.
En ese momento supo que Hyakuhei en persona no se la podrÃa llevar de su lado, ella era suya. Sus brazos se ciñeron a su alrededor sin gustarle el amor que podÃa sentir elevándose del poderoso aura que se irradiaba del otro hombre por la chica.
Armándose de valor contra sus pensamientos descarriados, Kyou gruñó de nuevo suavemente. No dejarÃa que la chica llegara a él, pero⦠no estaba listo para dejarla ir aún. TenÃa muchas preguntas y ella las responderÃa, le gustara o no.
Una vez que se tuvo a sà mismo de nuevo bajo control, Kyou decidió que era hora de partir.
Shinbe estaba de camino hacia Kyoko cuando el hombre se movió. ¿Movió? Esa posiblemente no era la palabra correcta. Más bien, brilló y desapareció, luego reapareció de la nada en frente de él.
â Pero qué⦠â Shinbe derrapó hasta detenerse mirando al rostro que tenÃa muerte escrito por todas partes.
Sus ojos se abrieron como platos con sorpresa, se sintió como si su corazón acabara de detenerse. Tan cerca de él⦠podÃa ver claramente que el hombre tenÃa piel prácticamente blanca como porcelana y se veÃa demasiado similar a Toya para que fuera una broma. Pestañeando, podrÃa jurar que veÃa colmillos sobresalir de la boca del hombre y un gruñido de advertencia retumbando a su alrededor.
Shinbe se plantó de pie ante el hombre que extendÃa un dedo y lo empujó contra su pecho. Lo siguiente que supo Shinbe, era que estaba sentado sobre sus nalgas en medio del suelo. Pestañeando de nuevo, se sentó confundido mientras el hombre de cabello plata vestido de negro simplemente caminó por encima de él, luego desapareció de repente.
Suki llegó al pasillo justo a tiempo para ver a Shinbe golpearse contra el suelo nada gentilmente y un hombre alto de cabello plata desapareciendo con Kyoko. Parpadeó una vez y se habÃan ido⦠allà un segundo e idos al siguiente.
Shinbe, quien parecÃa que estaba en la dimensión desconocida, se sentó ahà por otro momento parpadeando confuso. â ¿Qué demonios?
Corriendo hacia Shinbe, las manos de Suki temblaban al intentar ayudarlo a levantarse. â ¿Quién era ese hombre que desapareció con Kyoko? â Miró a Shinbe preocupada mientras ambos se volvÃan y corrÃan por la puerta para buscarlos. â¿Realmente acababa de desaparecer?â
Salieron del edificio y miraron alrededor frenéticamente solo para no encontrar rastro del hombre ni de Kyoko por ninguna parte.
Volteando hacia Shinbe, los ojos de Suki brillaron. SentÃa que estaba al borde de las lágrimas. â ¿A dónde se fueron? ¡Ese hombre secuestró a Kyoko! â Estaba temblando de miedo. Lo que habÃa comenzado como una divertida noche de chicas se habÃa convertido en una pesadilla.