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Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
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Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas

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– Kyou, ¿en qué estás pensando? – se preguntó Kamui en voz alta sabiendo que nadie podía escucharlo o verlo. Observando a Kyou observar a Kyoko, reconoció el destino cuando lo vio. El destino siempre había atraído a los Guardianes hacia la Sacerdotisa… sin importar el mundo o la vida.

Secretamente deseó poder organizar un lugar donde Toya y Kyou se vieran pero aprendió a no tratar de usar sus poderes en Kyou. Sintió escalofríos subir por su brazo al pensar en molestar al peligroso Guardián dorado.

Su mirada escaneó la multitud de nuevo sabiendo que Kyou no era por quien debería estar preocupado. Había otros dentro del club que no eran humanos, pero podía sentir la verdadera obscuridad acercarse por momentos. Se preguntaba si Kyou podía sentirlo también.

Kamui asintió para sí. Lo mejor que podía hacer por ahora era ayudar a esconder los poderes de Kyoko de ojos entrometidos. Con ese pensamiento, saltó de los altavoces pero sus pies nunca golpearon el suelo del club de baile.

Capítulo 4

Mientras el trío entraba en la abarrotada pista de baile, Suki y Kyoko inmediatamente comenzaron a mover sus cuerpos al ritmo de la música dejando a Tasuki mirar con fascinación. Los cuerpos calurosos a su alrededor hicieron que su piel se ruborizara mientras el alcohol fluía por sus venas.

El cuerpo de Suki se movió más cerca del de Kyoko poniendo sus brazos alrededor del cuello de la otra y comenzaron a bailar. Riéndose de las payasadas de la otra, bailaron como amantes perdiéndose en el ritmo de la música. Se habían enseñado a bailar así en la escuela elemental hacía mucho tiempo.

Atrapadas en el momento de pura diversión sin adulterar, las chicas se habían olvidado momentáneamente de su tercer acompañante.

Tasuki miró a ambas amigas bailando apasionadamente juntas y sintió calor en sus mejillas. “¡Guao!” Su cuerpo reaccionaba a la escena que se interpretaba en frente de él. Se sentía como si su respiración fuera golpeada fuera de sus pulmones. Mirando el cuerpo de Kyoko frotándose contra el de Suki mientras sus manos vagaban por el cuerpo de la otra casi era más de lo que podía soportar.

Tasuki decidió que quería sumarse a la diversión, y obligó a sus pies moverse antes de que perdiera el valor.

Deteniéndose justo en frente de Kyoko, pudo ver que sus ojos estaban cerrados mientras se movía contra Suki. Su mirada enzarzada con la de Suki en tanto ella sonreía y bajaba detrás de Kyoko lentamente volviendo a subir, acariciando con sus dedos las caderas de su amiga. Esperaba que Tasuki tuviera suficiente valor para bailar con Kyoko así.

– ¿Por qué no te nos unes? ¡Esto es demasiado divertido! – se rio agarrando a Tasuki por la hebilla del cinturón, tirando de él sonrojándose contra Kyoko.

Los ojos de Kyoko se abrieron como platos de la sorpresa sintiendo un cuerpo duro, definitivamente masculino golpearla de una manera muy íntima. Un rubor encendió sus mejillas cuando se dio cuenta de que Tasuki la sostenía cerca. – ¡Ey! – sonrió tímidamente, y decidió que le gustaba la forma en que se sentía su cuerpo contra el de ella. Sabía que podía confiar en que él no pasaría los límites. Él siempre era un caballero.

Sintiéndose osada, Kyoko continuó bailando con Suki moviéndose detrás de ella poniendo una mano en el hombro de Tasuki… alentándolo silenciosamente.

Tasuki no necesitaba nada más que ese simple movimiento para agarrar las caderas de Kyoko y comenzar a moverse con su cuerpo. Sentía que estaba en el cielo con la chica de sus sueños bailando seductoramente contra él. Sintiendo cada curva de su cuerpo frotarse contra él era una dulce tortura que nunca había experimentado.

Sus ojos marrones se suavizaron seductoramente en tanto todo su cuerpo se sentía como si estuviera quemándose y quería sentir tanto de ella como fuera posible. Presionándose más cerca de Kyoko, comenzó a bailar contra ella, moviendo su cuerpo caliente con el suyo como un amante perdido hace mucho tiempo.

Kyoko miró hacia arriba a los ojos de Tasuki y se dio cuenta por primera vez de que eran bonitos copos amatista rociados de orbes chocolate. “Hermoso…” era la única palabra que le vino a la mente. Mientras más profundo mirara… más le recordaba a Shinbe.

*****

El humor de Toya no había mejorado desde que fue al dojo de la universidad esperando quemar un poco de vapor. Había decidido que mejor se iba rápidamente cuando estropeó el saco de boxeo de quinientos dólares. No era su culpa que estuviera imaginando el rostro de Kotaro cuando lo golpeaba.

– ¡Chica estúpida! – gruñó. “¿Por qué siempre era tan difícil de manejar?” Miró hacia nada en particular pensando en el molesto guardia de seguridad con el que Kyoko había salido.

Aún se sentía lívido de cuando escuchó la voz de Kotaro en el apartamento de Kyoko más temprano. Nada le hubiese gustado más que arrancar la cabeza del hombre y meterla donde el sol no le alcanzaría. Toya siempre tuvo un sexto sentido sobre cosas y sus sentidos le decían que Kotaro no era lo que aparentaba ser.

– Un lobo con ropa de oveja va más como él –. Sonrió, luego se sintió ligeramente culpable porque también le escondía cosas a Kyoko. Cosas que él no podía explicar.

Había aprendido desde pequeño a esconder sus habilidades inusuales de otros, habilidades como fuerza inhumana y velocidad, así como sus intensificados sentidos del olfato y la vista. El único problema era que venían y se iban cuando querían. No podía evocarlos en un momento y quizás era algo bueno.

Perdido en sus pensamientos, la piel de Toya se erizó al notar al guardia apoyado contra la puerta del edificio de seguridad. “Hablando del rey de Roma”. Toya miró a Kotaro, casi caminando más allá de él y luego se detuvo sobre sus pasos. – ¿Qué demonios estás haciendo aquí? – gruñó.

Sin prisa, Kotaro se levantó a su máxima altura y caminó hacia donde la supuesta cita de Kyoko estaba de pie gruñéndole. Mirando alrededor y sin verla por ninguna parte, su comportamiento relajado se tensó y Kotaro perforó a Toya con una mirada furiosa. – ¿Dónde está Kyoko? Pensé que estaría contigo esta noche.

Si había algo que Toya odiaba era ser confundido y ahorita no estaba de humor para eso. – Tú estúpido malparido… pensé que tenía una cita contigo –, le espetó sin pensarlo.

La jaula de Kotaro ahora estaba seriamente agitada. Kyoko le había dicho que iba a salir con Toya y había sido una mentira. – ¡Maldición!

Sin darle una segunda mirada, se fue en dirección al lugar donde vivía Kyoko esforzándose contra la necesidad de usar su velocidad antinatural. ¿Por qué le había mentido? Si él hubiese sabido que no estaría con el imbécil, la hubiese seguido.

Toya sintió pánico por un momento cuando vio que la preocupación se filtraba a los ojos de su rival y la forma en que se fue a una velocidad vertiginosa no lo hacía sentirse mejor. Algo dentro de él confiaba en Kotaro completamente, pero nunca le diría eso.

Sin siquiera pensar lo que estaba haciendo, se fue detrás de Kotaro a ver a dónde iba. Fácilmente alcanzándolo pero dándose cuenta de la velocidad a la que ambos iban, algunas de las sospechas de Toya se confirmaban. Kotaro era más de lo que parecía… ¿tenían el mismo ADN o algo? Apretó sus dientes sin gustarle ese pensamiento.

En un minuto, Kotaro estaba golpeando la puerta del apartamento de Kyoko esperando contra todo pronóstico de que realmente estuviera allí. Golpeando ambas palmas contra la inocente puerta gritó: – ¡Demonios, Kyoko! ¿Dónde estás? – temor y preocupación se filtraron por cada poro de su ser. – Esto no es bueno –, gruñó.

– ¿Qué no es bueno? – reclamó Toya de pie detrás de Kotaro.

Las vibras que transmitía Kotaro hacían que el pecho de Toya doliera con su intensidad. Si hubiese sabido que Kyoko no estaba con Kotaro, hubiese venido para estar cerca de ella. Debió haber seguido sus instintos y venir de todas formas. Tendría que ponerle una correa a esa chica tarde o temprano.

Kotaro se balanceó habiéndose olvidado de Toya completamente en su prisa de llegar con Kyoko. Ahora teniendo a alguien con quien descargar su ira, se descargó. – ¡Pensé que estaba contigo! – Kotaro tensó su puño y atrajo su rabia dentro de sí antes de ir demasiado lejos. – ¿Y cómo demonios fuiste capaz de mantener el paso? No importa, no respondas eso.

Toya lo miró fijamente, sorprendido de que el guardia de seguridad se diera cuenta, pero que se encogiera de hombros a ello. – Simplemente soy así de rápido imbécil.

Calmando su lado dominante, Kotaro abrió sus perforadores ojos azul hielo, entrelazándolos con la persona que lo iba a ayudar a encontrar a “su Kyoko”. Era suficientemente malo que Toya no hubiese renacido como vampiro para que pudieran simplemente resolverlo a puñetazos, pero ahora Toya estaba recuperando sus habilidades del pasado y no tenía idea de por qué. Para colmo, el mejor amigo de Toya era Shinbe y Shinbe no tenía idea de su pasado tampoco.

Kotaro golpeó la palma de su mano contra su sien preguntándose por qué carajo confiaría en Toya para cuidarla… por segunda vez, cuando había fallado la primera. El hecho de que Toya no recordara nada, hacía imposible para Kotaro vociferarle. Inhaló profundamente ante la verdad, ambos le habían fallado. Sus labios se estrecharon mientras miraba silenciosamente.

Toya lanzó una sonrisa poco entusiasta. – Así que te mintió y te botó diciendo que iba a salir CONMIGO. ¡Ja! – aunque sabía que eso era más o menos lo que ella había hecho con él, no dejaría que Kotaro lo supiera.

Kotaro tomó otra respiración profunda tratando de mantener su temperamento bajo control. Era como hablar con un maldito chiquillo. – Esto no es un juego, punk. Chicas han desaparecido de derecha a izquierda del campus y de la ciudad por más de un mes. Ahora, ninguno de los dos sabe dónde está Kyoko –. Kotaro podía escuchar el pánico en su propia voz, pero lo ignoró. – ¿Tienes alguna idea de a dónde pudo haberse escapado?

Toya podía sentir su pecho destrozarse de preocupación pensando que Kyoko estuviese en peligro. – ¡Maldita sea! – Se volteó hacia la puerta de Suki y comenzó a golpear hasta que escuchó la puerta agrietarse haciendo que aflojara el golpeteo. Sin respuesta.

– ¡Mierda! – Cerca de un estado de pánico, Toya buscó a tientas su celular esperando que Shinbe supiera dónde estaban las chicas. – ¡Sátiro libidinoso, atiende! – gritó al teléfono que aún llamaba. Después del cuatro timbrazo Shinbe finalmente respondió.

– ¡Shinbe! ¿Sabes dónde están Suki y Kyoko? – miró a Kotaro cuando se le acercó como esperando escuchar la respuesta.

En el otro extremo del teléfono, Shinbe sonrió una sonrisa reveladora. – Quizás…

*****

Kyou siguió escondido dentro de la obscuridad mirando a la chica bailar con sus amigos. Había descubierto que su nombre era Kyoko al escuchar su conversación. Hasta ahora, el chico llamado Tasuki había mantenido sus manos para sí mismo, lo que era algo bueno considerando que Kyou había decidido dejarlo vivir mientras no se acercara demasiado a ella. Parecía suficientemente inofensivo; si no, al menos un poco obsesionado con ella.

Se habían abierto espacio hacia la pista de baile, la chica y su amiga habían comenzado a bailar juntas. La forma en que estaban bailando era indecente. “Debe ser el alcohol que consumió tan rápidamente”, se le dificultó pensar de otra forma.

Un gruñido grave vibraba en su pecho mientras su visión era obstruida por un grupo de humanos punk. Escuchado su advertencia, luego viendo la mirada dorada escalofriante que les dio, rápidamente se retiraron al otro lado del club. Las esquinas de los labios de Kyou dieron el indicio de una sonrisa divertida sobre la forma en que se dispersaron inmediatamente.

Devolvió su atención a la pista de baile enfocándose en la chica joven que lo dejó perplejo. La visión que lo saludó hizo que su sangre hirviera de ira. Un gruñido violento vino de un lugar desconocido mientras los ojos dorados destellaron rojo con sangre.

El inofensivo Tasuki estaba bailando con Kyoko como si tratara de seducirla.

*****

Kyoko estaba perdida en la sensación de las manos de Tasuki en sus caderas, acariciando la piel desnuda de su cintura mientras él tomaba control de su danza. En realidad se veía alucinante con su cabello desordenado y bailando sensualmente con ella. Una risita escapó de sus labios al cambio de sus pensamientos.

Mientras lo sentía acariciar su piel expuesta en la parte baja de su espalda, ella se dio cuenta de que sus ojos casi se volvían puro amatista.

Suki, decidió que podría probar algo frío y mojado, y le dio una nalgada a Kyoko. – ¡Vamos, ustedes dos! ¡Requiero alimento! – Se rio por su tonta frase arrastrando a la pareja de vuelta a la mesa que habían ocupado antes en la espera de otra bebida.

*****

Kyou se levantó tratando desesperadamente de calmar su sangre rabiosa. Su usual control vestido de hierro y frío comportamiento se había desvanecido completamente al ser testigo del chico Tasuki que estaba bailando con Kyoko como si fuera su amante.

En el descanso de su mente, sabía que debía calmarse rápidamente, de otra forma, Hyakuhei sentiría su presencia si no lo había hecho ya. Tomando un respiro firme y profundo, mentalmente se reprendió por su estupidez.

Durante siglos había sido un frío demonio de la noche sin emociones. Su resolución era como una montaña que nunca se movía y no podía forzarse a ser sumisa. Sus emociones eran bien conservadas dentro de su frío exterior, irrompible por una razón: para que pudiera esconder su aura del verdadero enemigo.

En una noche, la presencia de una chica joven, más allá de inocente y pura, había causado que flaqueara por primera vez en su vida de muerto viviente.

Ajenos al enfurecido vampiro de cabello plata, el trío se abrió paso de vuelta a sus asientos previos. La risa inocente de Kyoko flotó hasta él, casi calmando su rabia. Un poco de su tensión aminoró y se preguntó por qué había actuado tan posesivamente hacia la chica.

Entrecerró los ojos, lanzando dagas al chico con ella prometiendo una muerte agonizante si siquiera caminaba de puntillas fuera de la línea una vez más. Ella necesitaba un Guardián.

Kyou no podía entender la atracción tan fuerte que sentía hacia ella, pero observarla se había vuelto adictivo. Su belleza e inocencia lo habían fascinado mientras comenzaba a preguntarse si su piel era tan suave como parecía. Ver otro vaso del líquido contaminado deslizarse frente a ella le enfurecía.

Con cada sorbo que tomaba, el resplandor de luz pura que la rodeaba parecía titubear y debilitarse. Ya era mucho más difícil de detectar. Si seguía bebiendo del agua del demonio que estaba puesto frente a ella, pronto caería en la obscuridad.

Como si lo desafiara, miró a la chica quitar la pajilla de la copa y presionarla contra sus labios, drenando el resto del líquido contaminado.

Kyou hizo algo que no había hecho en siglos… sonrió, sabiendo que ahora su secreto estaría a salvo del mal que acababa de entrar al club nocturno. Quizás ocultar el aura de ese tipo de inocencia inimaginable de la hermosa chica no era tan malo después de todo.

Kyou retrocedió a la obscuridad mientras su enemigo salía de ella.

*****

Hyakuhei caminó a través de la puerta sin darse por advertido de los secuaces que lo seguían en su sombra. Podían buscar su propio entretenimiento para la noche. Ellos solo entorpecerían sus planes para la tarde, en caso de que les permitiera unírsele. Sus ojos carmesí escanearon la exhibición de carne caliente delante de él con interés.

Había sentido vida aquí, escondida en alguna parte entre los humanos. Lo había llamado como a un amante ansiaba su caricia, pero ahora la sensación de caricias casi se había desvanecido, como si se hubiese apagado.

Se había alimentado bien la noche anterior y no sentía la necesidad de alimentarse de nuevo tan pronto. No… esta noche tenía algo más en mente.

Esta ciudad guardaba el poder del legendario Corazón de Cristal del Guardián, estaba seguro de eso. Todos los caminos que había tomado, buscando la luz escondida, lo habían llevado a este lugar. Incluso ahora, podía sentir la escurridiza luz escondida bajo la obscuridad mientras se apoyaba contra la pared, mirando a los humanos.

Varios de los mortales ignorantes ya lo habían notado y supo que vendrían por él, erróneamente ofreciendo sus almas.

La simple atracción de alto, oscuro y bien parecido siempre le había facilitado capturar a su presa. Su largo y oscuro cabello fluía a su alrededor en ondas como el fondo por su buena y sin igual apariencia. Podía sentir la lujuria emanando de los humanos, pero esta noche no le prestó atención.

Esta noche, buscaría a quién podría poner bajo su control. A veces convertía un alma ignorante simplemente para matarle la noche siguiente. Solo otorgaba el regalo de la vida eterna cuando le era apropiado y eso era menos de una vez cada siglo. Pero esta noche, buscaría a alguien que lo asistiría en su misión de determinar quién resguardaba el Corazón de Cristal del Guardián.

Los ojos de Hyakuhei se oscurecieron con sus pensamientos. La última vez había estado muy cerca del misterioso Cristal de la leyenda, la chica que llevaba el poderoso Cristal había percibido su intención. Antes de que pudiera detenerla, se había suicidado… llevando el Cristal con ella y más allá del alcance de Hyakuhei una vez más.

Su mente se dejó llevar por la nostalgia. Había sido tal desperdicio… por ser la chica incomparable en belleza y de pureza incontaminada. Su cuerpo delgado no hacía movimiento mientras buscaba sin prisa entre la multitud con ojos de medianoche.

El Cristal únicamente resurgía cada cien años de acuerdo con los pergaminos antiguos que había tomado del brujo Shinbe antes de quitarle la vida. Sus labios dieron un indicio de sonrisa cruel recordando ese asesinato en particular, ciertamente bastante delicioso.

Contando los años desde ese momento, la doncella elegida que ahora llevaba el Cristal cerca de su corazón ahora tendría veinte años, posiblemente un poco más joven. Hyakuhei lo había sentido entre las inmediaciones de la universidad y ahora aquí entre la multitud de estudiantes universitarios en el club.

El hecho de que esta ciudad estaba construida en el mismo suelo donde el Cristal se había desvanecido solo confirmaba que sería el mismo lugar para su reencarnación.

Si él no podía encontrar a la portadora del Corazón de Cristal del Guardián, entonces reclutaría a uno que fuera aceptado entre ellos y pudiera ayudar con su búsqueda. Un no humano, una creatura de la noche, por encima de todos podría detectar el poder que él quería y deseaba para sí.

Una sonrisa maliciosa agració sus labios perfectos con anticipación de la emoción de la caza. Habiendo llamado a sus hijos preferidos para unírsele, esta vez tendría lo que deseaba. Había estado en la obscuridad por demasiado tiempo e incluso las cosas más placenteras comenzaron a aburrirle.

Hyakuhei quería algo nuevo y un reto era justo lo que necesitaba para despertarlo de su larga vida de sueño. Vagamente, pudo sentir un alboroto en el aire y sonrió intencionadamente. No había prisa… porque qué era el tiempo… para un vampiro.

*****

Tasuki miraba asombrado mientras Kyoko se bajaba lo último de su té helado Long Island. Sus ojos ahora suaves miraron de vuelta al suyo que seguía lleno, una mirada preocupada en su rostro. – Eh, Kyoko, si tienes sed podría buscar té de verdad del bar, si quisieras –. Sonrió viendo a Kyoko sonrojarse al darse cuenta de lo que acababa de hacer.

Suki levantó una ceja notando el vaso vacío de Kyoko e internamente se encogió sabiendo que Kyoko la mataría felizmente mañana por la resaca. Se encogió de hombros mentalmente convenciéndose de que esta noche estaban celebrando y que Kyoko la perdonaría… eventualmente.

Mirando a Tasuki con su mejor expresión de “por favor ayúdame, estoy en problemas”, Suki accedió. – Pienso que esa puede ser una buena idea –. Le guiñó el ojo en apoyo y con picardía traviesa por debajo.

Siempre le había gustado Tasuki y frecuentemente deseaba que Kyoko saliera con él más a menudo, en vez de Toya, quien le gustaba, pero no siempre trataba a Kyoko tan bien como debería. Estaba contenta de que Kyoko pudiera dar tan bien como recibiera y no dejara que Toya le pasara por encima.

Luego estaba Kotaro, quien se llevaría a Kyoko y se casaría con ella si tuviera la oportunidad. Él era agradable y la trataba como a una diosa, pero Suki tampoco estaba cómoda con la idea de perder a su mejor amiga.

Los ojos de Suki se iluminaron al pensar en presionar a Tasuki y Kyoko para que estén juntos, especialmente después de la forma en que bailaron justo ahora. Ella había aprendido a que no la atraparan haciéndolo, porque Kyoko podía ser aterradora cuando estaba furiosa. Una chica tendría que tener valor para salir con los dos impulsivos con los que ella estaba saliendo. La sonrisa de Suki se suavizó pensando en su propio novio, aunque nunca admitiría tal título.

Shinbe estaba tan loco como cualquiera de los dos con los que salía Kyoko, si no más.

Volviendo sus pensamientos al presente, Suki se levantó con una sonrisa traviesa. – Trataré de convencer al DJ de que ponga mi canción favorita, ¡ya vuelvo! – Con eso dejó a los dos solos a expensas de sus propios recursos. Secretamente, esperó que el tiempo juntos a solas iniciara una pequeña llama ardiente entre esos dos.

Kyoko miró de vuelta a Tasuki sintiéndose aturdida y sonrió de manera culpable. – Me encantaría algo de té… o quizás café sería incluso mejor. Aunque a veces el mareo de la cafeína es casi tan malo –. Se rio de su propia broma, – si no te molesta buscarlo mientras voy al baño de damas –. Tomó la mano extendida de Tasuki y le dejó ayudarla a levantarse.

Kyoko parpadeó rápidamente en cuanto las cosas comenzaron a verse borrosas y luego rio. – ¡Ya vuelvo! – Escaneó las paredes buscando la dirección del baño de damas. Viéndolo cerca de la puerta principal, se fue esperando que no se viera tan tambaleante como se sentía. Quizás si salpicara algo de agua fría en su rostro y no tomara más alcohol esta noche, estaría bien.

El cuerpo de Kyou se tensó mirando a la chica caminar directamente hacia el último lugar al que quería que fuera, la entrada… y al enemigo. Sus acechantes ojos dorados se tiñeron de rosado y con un gruñido irritado, su silueta se desvaneció como si nunca hubiese estado ahí.

La mente abrumada de Kyoko se preguntó por qué habían puesto los baños tan cerca del frente de la puerta mientras miraba una horda de gente que aún llegaba al club. Algunos de los recién llegados parecían ya estar bien en el ambiente fiestero y el ruido dentro del salón de baile se amplificó.

Yohji, uno de los chicos del campus, vino tambaleándose, sin ver por dónde iba. Su hermano ya lo había convencido de ir a un par de bares por el camino más temprano y acababan de irse del último para probar este. Volviéndose para llamar a su hermano, Hitomi, chocó contra un cuerpo suave y caliente.

Escuchando un grito femenino, Yohji instantáneamente extendió los brazos y la atrapó con ambos brazos. Mientras sus ojos se iluminaban ante la cara de la que sostenía, una sonrisa salvaje se extendió por sus labios. – ¿Kyoko?

Una vez que la habitación decidió dejar de dar vueltas y estuvo derecha de nuevo, Kyoko miró hacia arriba al chico que le había cortado el paso, luego jugando al héroe todo en una caída. – Yohji… hola… – Kyoko se sonrojó cuando la sostuvo más cerca de él e inmediatamente empezó a sacudir su salida.

“¡No es bueno! No es bueno.” Cantó alguna parte dentro de su cabeza… podía escuchar la advertencia fuerte y clara.

Se había encontrado varias veces con Yohji en la escuela y aunque fuera un gran jugador con las chicas, extremadamente bien parecido y uno de los tipos populares deportistas, ella siempre trató de evadirlo. Era demasiado agresivo para su gusto y escogió estar lejos de él y del grupo con el que salía.

– Estoy bien ahora Yohji, ahora me puedes soltar –, sonrió, escondiendo su ansiedad, tratando de mantenerse serena y no empezar una escena.