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El Hombre A La Orilla Del Mar
El Hombre A La Orilla Del Mar
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El Hombre A La Orilla Del Mar

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El Hombre A La Orilla Del Mar
Jack Benton

Un misterio en la costa de Lancashire en el noroeste de Inglaterra.

John «Slim» Hardy, bebedor y soldado caído en desgracia y convertido en torpe detective privado, es contratado para investigar a Ted Douglas, banquero de inversión que se escapa todos los viernes a visitar una cala desolada en la costa de Lancashire. Allí camina hasta la orilla, abre un libro Viejo y empieza a leer en voz alta. Su mujer piensa que está teniendo una aventura. Slim piensa que está loco. La verdad es más increíble de lo que ambos pueden imaginar. El hombre a la orilla del mar es una magnífica novela de debut de Jack Benton, una historia clásica de amor, traición, asesinato e intriga.

El hombre a la orilla del mar

"El hombre a la orilla del mar" Copyright © Jack Benton / Chris Ward 2018

Traducido por Mariano Bas

El derecho de Jack Benton / Chris Ward a ser identificado como el autor de este trabajo fue declarado por él de conformidad con la Ley de derechos de autor, diseños y patentes de 1988.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida, en cualquier forma o por cualquier medio, sin el permiso previo por escrito del Autor.

Esta historia es una obra de ficción y es producto de la imaginación del autor. Todas las similitudes con lugares reales o con personas vivas o muertas son pura coincidencia.

Índice

Capítulo 1 (#u8dbd7da1-e11d-560d-82fd-8d01355f2ee3)

Capítulo 2 (#u0ad659b8-7bf3-532d-8164-c4f36b879398)

Capítulo 3 (#u502a18ff-67b6-5ba6-b3a9-ead437fd2eda)

Capítulo 4 (#u6ffad576-b752-5876-819f-b841fdb56947)

Capítulo 5 (#uba708750-477b-5817-9914-0fa3d7fb4709)

Capítulo 6 (#ua6247818-ea13-5435-92a3-e523f31e8ae1)

Capítulo 7 (#ud9d68ed0-f1c4-58a4-b060-b33f82bbeec9)

Capítulo 8 (#ub495143b-580b-578b-be66-8c28ca87ff0d)

Capítulo 9 (#u7d9a8e7d-c3b1-5012-a5e6-056f0d7d1fc7)

Capítulo 10 (#u9fd1b933-66da-52af-8dbe-c3630d353fa7)

Capítulo 11 (#uedd5a758-b028-53a7-be47-e626ad9b6505)

Capítulo 12 (#u10b31cf7-3680-5133-93c6-770000db6856)

Capítulo 13 (#ued86731d-e24f-5404-99fb-3684f3eb1375)

Capítulo 14 (#uffd71100-5be7-5d78-87d5-59562b09e2f6)

Capítulo 15 (#u4f393c85-7938-5e89-aaee-1d871c738f41)

Capítulo 16 (#uec6f7a0a-6b60-5981-ac39-849fe2aedd5e)

Capítulo 17 (#ud69f8420-8358-575c-8597-85e7e2724c0b)

Capítulo 18 (#u19c770fd-4064-5a23-8374-16ae9e24ea01)

Capítulo 19 (#u6edbfb13-e156-5df4-987a-74193c4d4787)

Capítulo 20 (#uf4bd0330-2693-5519-b4e9-533fabfcb379)

Capítulo 21 (#u7663d484-d694-5011-b943-4101dbce7a7a)

Capítulo 22 (#u17c1024f-422c-5c66-8477-639a966f5e21)

Capítulo 23 (#u3647ccc2-8475-590c-95bb-0ababdba4df6)

Capítulo 24 (#u68631f7c-aabb-534a-8b58-b7bf43e48a72)

Capítulo 25 (#u38443fd2-bc4b-5c1c-ae9c-bb1035a19967)

Capítulo 26 (#ub8aa4026-e168-5519-8441-8c9958ef2975)

Capítulo 27 (#uc15737c7-8e64-56bf-8650-a303c70c087a)

Capítulo 28 (#ud558fb8b-c6d5-5d60-a810-e224c4acfeea)

Capítulo 29 (#ub99225e4-7af1-5817-b6d2-5f6d6a29afac)

Capítulo 30 (#uc8acc506-18da-50ee-a369-df30b96779de)

Capítulo 31 (#ud76c72fc-b63d-5938-98e0-04e04d4e5dc2)

Capítulo 32 (#u54238e8d-9656-5089-91ed-b0a6ef6cf5d0)

Capítulo 33 (#uf01bfe38-1712-5ef7-ab19-bd4cadc8cd05)

Capítulo 34 (#u9fbadf34-8761-5a6f-93c1-42b79e43dc78)

Capítulo 35 (#u33a091cf-d2e2-5c4f-8d90-6f9a7c980d72)

Capítulo 36 (#u5e90c947-ec16-5712-88ed-b58a299fde3e)

Capítulo 37 (#ub45a2a6a-cf6c-531a-ae91-fb9791265f1e)

Capítulo 38 (#uedd1c899-b8d6-59c7-b523-83d2e79c1767)

Capítulo 39 (#udf3e189f-70dc-54e0-843f-2e776005f1ff)

Capítulo 40 (#uee6fd546-50b7-5dd3-9772-399e2e1ab6e4)

Capítulo 41 (#u8d3e35bb-bf97-573e-aacc-d15607f78ae4)

Capítulo 42 (#u2db17d5b-cefc-5a47-8640-120aef0bdd51)

Capítulo 43 (#u6929a8d1-f0bd-502a-928f-67793415a811)

Capítulo 44 (#ua350edcb-78dc-5c4c-a297-f6569ff928f5)

Capítulo 45 (#uaa384a33-b87e-525f-b579-80a8023c96b2)

Capítulo 46 (#ufbfc2290-b080-5432-92ce-0c4d362b56e6)

Capítulo 47 (#udd3071dd-35b2-5399-bbd5-5fdec21edd82)

Capítulo 48 (#u30de3ecc-e41d-5456-8230-2315249df54d)

Capítulo 49 (#u68904bb2-2653-5a3b-9f68-45b4bae5b8fb)

Capítulo 50 (#u6f62aead-12c4-59e7-b50a-7c1fa48f7254)

Capítulo 51 (#u91eb1a23-9500-57dd-b861-e3e4e12bf2af)

Capítulo 52 (#u565b0bbe-2e70-539b-acdc-d7fd01cc5f16)

Capítulo 53 (#u0de3d865-42aa-500f-bd9a-44c923239436)

Capítulo 54 (#u0020c55c-14f7-5aa8-95b7-e5754d374ebd)

Capítulo 55 (#u6f8d03e9-b72a-508d-8ed6-ccf2cfca9ad4)

Capítulo 56 (#uf97eb544-13b6-5b47-babd-ab01617493f9)

Capítulo 57 (#ud0b76229-3491-573f-9578-60d10d9206e6)

Capítulo 58 (#ua239d092-abe4-5d8f-81b9-4e350da3cb73)

Capítulo 59 (#u746124b6-5a44-5cd0-bd07-18fa47b1ccd7)

Sobre el Autor (#u7c482f0c-6b28-5e2d-9504-e3eaf68e5396)

El hombre a la orilla del mar

1

La berlina verde estaba estacionada en lo alto de la playa, con el motor en marcha y escupiendo humo negro por su tubo de escape. Tenía una raya irritante, que podía haberse hecho con una llave, en forma de curva vacilante y ebria desde debajo del retrovisor exterior izquierdo hasta justo por encima de la llanta trasera.

Desde su ventajoso punto de vista sobre un promontorio bajo al sur de la playa, Slim Hardy bajó los binoculares, escudriñó la playa hasta divisar una figura junto a la orilla y luego los volvió a subir. Con un dedo, ajustó el enfoque hasta ver al hombre con claridad.

Envuelto en un chubasquero por encima de su ropa de trabajo, Ted Douglas estaba solo en la playa. Una única línea de pisadas sobre la arena marcaba su trayecto desde la parte rocosa de la playa.

Con las manos enrojecidas por el viento helado, Ted sostenía un libro con la portada abierta hacia arriba. Con un diseño plateado sobre negro, desde esa distancia las palabras eran ilegibles. A Slim le hubiera gustado acercarse sin que le viera, pero los guijarros del fondo de la playa y la húmeda extensión de charcos entre rocas no ofrecían ninguna manera de esconderse.

Mientras las olas de color gris azulado se agitaban y rompían, Ted levantó una mano y apenas se oyó un débil grito por encima del viento que aullaba en torno a la base del imponente acantilado del norte.

—¿Qué estás haciendo, de verdad? —murmuró Slim—. No hay nadie más ahí, ¿no?

Bajó los binoculares y sacó una cámara digital de su bolsillo. Tomo una foto del coche y otra de Ted. Durante cinco semanas seguidas Slim había hecho el mismo par de fotografías. Todavía tenía que decirle algo a Emma Douglas, la mujer de Ted, porque, aunque le estaba empezando a presionar para que le ofreciera resultados, aún no había nada que contar.

A veces deseaba que Ted dejara el libro, sacara una caña de pescar y acabara con esto.

Al principio Slim pensó que Ted leía, pero la forma en que gesticulaba con su mano libre ante el mar le dejó claro que, o bien estaba practicando un discurso, o bien estaba recitando unos versos. Slim no tenía ni idea de por qué o a quién.

Se movió a una zona de hierba, húmeda por la brisa marina, poniéndose más cómodo. No había mucho que hacer ahora aparte de comprobar lo que haría Ted después, para ver si hoy hacía lo mismo que los cuatro viernes anteriores: salir de la playa, quitarse la arena de la ropa y los zapatos, subirse a su automóvil y volver a su casa.

Es lo que acabó haciendo.

Slim lo siguió despreocupadamente, con una sensación de urgencia desaparecida a lo largo del último mes. Como las veces anteriores, Ted condujo los veinticinco kilómetros de vuelta a Carnwell, entró en su acceso al garaje y aparcó su vehículo. Con un periódico bajo un brazo y un portafolios en el otro, se dirigió a su confortable casa donde, a través de una ventana del comedor con las cortinas abiertas, Slim le vio besar a Emma en la mejilla. Mientras Emma volvía a la cocina a través de una puerta y Ted se sentaba en un sofá, Slim puso su coche en punto muerto, levantó el pie del freno y dejó que este descendiera por la colina. Tan pronto como estuvo a una distancia segura, encendió el motor y se alejó conduciendo.

Seguía sin tener nada de qué informar a Emma. Había algo seguro: no había ningún asunto extramarital, solo el extraño ritual junto al mar.

Tal vez Ted, banquero de inversión durante el día, era un seguidor oculto de Coleridge que se escapaba en secreto al salir del trabajo cada viernes, exactamente a las dos de la tarde, para arremeter contra el salvaje océano con relatos de albatros y costas gélidas.

Por supuesto, Emma sospechaba la existencia de una amante, como la mayoría de las esposas satisfechas después de salir de su zona de confort debido a un descubrimiento sorprendente.

Slim tenía un alquiler que pagar, una afición por el alcohol que atender y una curiosidad que alimentar.

Disfrutando de un gran vaso de tinto junto a un curry calentado en el microondas, revisó sus notas, buscando algo extraño. El libro, evidentemente, lo era. La raya del coche. El que Ted hubiera perfeccionado un ritual. Emma había dicho que Ted se había estado tomando medios días libres los viernes desde hacía tres meses, algo que solo había descubierto cuando tuvo que hacer una llamada urgente a la oficina.

Una llamada urgente.

Apuntó que tenía que preguntárselo, pero su importancia tenía que ser poca cuando el ritual de Ted había durado tanto tiempo.

Había algo más, algo evidente que no podía precisar lo suficiente. Le intrigaba, pero estaba fuera de su alcance.

Había otras variables que había descartado. El ritual había durado entre treinta minutos y una hora y quince minutos a lo largo de las cinco semanas que había contemplado Slim. Ted elegía el lugar de estacionamiento al azar. A veces dejaba el motor puesto y a veces no. Variaba sus rutas de aproximación y retorno cada vez, pero no de una forma que hiciera sospechar algo. Conducía tan lento que Slim podía haberlo seguido en bicicleta (al menos cuando era joven). Su desganada conducción parecía un tiempo para meditar, especialmente para un hombre como Ted, a quien Slim había visto durante otras vigilancias conduciendo como una flecha al trabajo cada día, dejando la casa en un momento en que no le quedaban ni cinco minutos que perder.

Fuera cual fuera la razón del extraño ritual de Ted a la orilla del mar, había dejado a Slim lleno de dudas, como un pez echado fuera del agua por una ola de una tormenta.

2

El domingo, Slim dio una vuelta por la playa de Ted. No tenía nombre según el antiguo mapa del catastro que había comprado en una tienda de segunda mano y era una cala estrecha, con acantilados que se levantaban en altos bloques de terreno a ambos lados, estrechando el mar de Irlanda como las manos de un gigante. Cuando la marea estaba alta, la playa era un semicírculo rocoso, pero al bajar se extendía un bonito espacio de arena de color marrón grisáceo delante de las olas.

Un puñado de personas paseando sus perros y una familia trepando por los charcos rocosos eran los únicos visitantes en un alegre día de octubre. Slim se acercó a la orilla (el mar mostraba ese día un oleaje tranquilo, más calmado que cualquier otra vez) y, mirando a la zona del acantilado del sur desde la que había vigilado a Ted, calculó la ubicación aproximada de su objetivo la última vez que lo había visto.

Solo un pedazo normal de arena. Estaba casi en el centro, con unas pocas rocas en lo alto de un lado, arena ondulada y más pilas de rocas en el otro. La arena mojada a sus pies absorbía sus zapatos. El agua era una línea gris delante de él.

Estaba dándose la vuelta para irse cuando le habló un hombre que paseaba a un perro. Un Jack Russell brincaba por la arena mientras el hombre, barbudo y calvo y envuelto en un grueso cortavientos de tweed, agitaba parte de la correa a su alrededor como si fuera el lazo de un niño.

—Bonito, ¿verdad?