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Qué salvará al mundo. Poesía, prosa
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Qué salvará al mundo. Poesía, prosa

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Cualquier humano en su lugar
Destrozaría el globo con su brazo,
Con ese miedo nuclear,
Serán esclavos en corto plazo.

Y Dios lo hizo en otro caso —
Envió a su amado Niño,
Sin miedo por cualquier fracaso,
Deseando paz al ser vecino.

Sin castigar, sin destruir —
Sino ayudar a conocer su alma,
A esta gente ya servir,
Guiar al cielo con su palma.

La esclavitud es otra cosa,
Nos asume como su familia,
Pues, ánima bien amorosa
Será columna auxilia.

No hay huérfanos en vano —
Tenemos ya un Padre Celestial,
No tengas miedo, mi hermano,
Abrir tu corazón fenomenal.

Él mismo nos da una pista,
Que cada habitante del universo,
De que su fin consista
Lo entenderá con corazón inmerso.

Cada uno con su cor
La voz padrina debe escuchar.
Se calmará ya su fervor,
Cuando verdad se ve hablar.

Aquí encontrará las respuestas.
Podemos ver el otro lado,
Cuando la gente se vuelve ser modesta,
Encontrará la paz pausada.

¿ Dónde está Dios?

La gente a menudo dice:
¡No hay Dios! Después maldice.
Enséñame ya su aspecto,
Ahí lo creeré perfecto.

¿Por qué no pueden ver a Dios?
El corazón le dicta: «Adiós».
Avaricia, orgullo, vanidad
Todos tienen ceguedad.

A Dios me gustaría encontrar.
¿A dónde hay que caminar?
Lo intentaré ahora mismo
Relatarle sin cinismo.

A Dios le veo en alborada,
Con mis ojos, mi mirada.
Él está en mí tan luminoso,
Es humilde, todopoderoso.

Pues lo veo en rocío,
En animales, en gentío.
Brillan ojos en el cielo,
Brindan siempre el consuelo.

Me muestra mi destino,
Ando ya este camino.
Soportaré las penas, muerte,
Siempre yo tendré suerte.

Felicidad

En paz nacida gente
Con tiempo ya aspira
Ser feliz, consciente,
Y así el mundo gira.

A conquistar alturas,
Amor, riqueza, gloria,
Matar potencias oscuras
Y cada vez ganar victoria.

Pero ahí está el problema:
Felicidad es una cosa rara.
En un momento ya se quema
Como de madera vara.

¿Es culpa de un enemigo?
¿Es un evento duro?
¿Y dónde hay algún mendigo
Que me explique el futuro?

A menudo, pues, existe
Un pico abandonado,
No hay quien lo conquiste,
Solo el cor más elevado.

A menudo hay personas
Enemigos de sí mismo,
Siempre andan en coronas,
Pero en cabeza – un abismo.

La respuesta la muestra Cristo
En su ciencia modesta,
En tu corazón está prevista,
En su humilde gesta.

Y hay armonía en el alma,
Que nace en un cor puro,
A Dios le pide ya su calma,
Se rompe ya su muro.

Y allí, el amor irrepetible,
Más precioso que los diamantes.
Y ahí – futuro más sensible
Sin malditos gobernantes.

Y ahí – energía genuina,
De Dios es el espejo
Que nunca se termina,
Y no se hace viejo.

Felicidad es su herencia callada,
Significado de su cosa cotidiana,
A la eternidad es la entrada,
Del testimonio divino es campana.

La eterna primavera

La primavera nos acaricia,
Y la sangre juvenil
Tímidamente con delicia
La saluda en abril.

Al canto de las aves,
Las flores del jardín,
Y los susurros tan suaves
Con música de violín.

Adelante con verano,
En praderas radiantes,
Llevando verde paño,
Al canto elegante.

Refuerza, nutre y aporta,
Nos enseña, alimenta,
Consuela y soporta
Al otoño nos presenta.

Con bella hermosura
Hará brillar al mundo.
O bien con faz oscura
Aguanta el dolor profundo.

Ahora anda señorial,
Como en la revista,
Con el grito festival
Se perderá de la vista.

Calmará naturaleza,
Y el vacío de las plantas
De pies hasta la cabeza
Lo cubrirá con blancas mantas.

Pronto todo se derrite
Y la tierra cobrará la vida,
El Creador la luz emite
De primavera florecida.

Reflexión ante el retrato de Nicolas II

El retrato hecho con pintura gris,
De forma simple y cariñosa,
El Zar vos mira como padre. Dirigís
Miradas a su postura tan endiosa.

Uniforme de gala, cordones militares,
Galardones, placas de honor,
Los himnos y canciones titulares…
Pasó el tiempo ganador.

En un instante, el orgullo
Se apoderó de multitud,
Un hijo santo, en barullo,
Perdió su mente en solitud.

Fue matado el juramento,
Surgió engaño y dolor,
Muerte, fallo, sufrimiento
Está en todo esplendor.

Gentío rugiente y ardiente,
Ansiado por poder vivir
Sin Dios ni presidente,
Por su destino elegir.

Los oradores se elevan,
Con sus mentiras nos atraen.