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Pie De Cereza
Pie De Cereza
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Pie De Cereza

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Se levantó, levantó su protector de pecho, lo inspeccionó por un momento y lo puso alrededor del pecho de Pickle para cubrir su exoesqueleto. Pasó sus manos por su cintura y lo ajustó en la forma correcta.

Luego tomó el escudo, Pickle extendió su brazo y Héctor lo deslizó sobre él permitiéndole que lo agarrara en el lugar correcto,

Apretó las correas tanto como fue necesario.

Luego tomó la espada. Podía haber tenido el filo cubierto con espuma, pero Cherry sabía que Pickle podía esgrimirla como una profesional. Héctor la ajustó en su correa.

Finalmente, levantó su casco, Pickle se inclinó como en una reverencia y Héctor lo puso en su lugar, deslizándole el pelo hacia atrás con sus manos. Le miró a los ojos de nuevo y él le puso la correa en su lugar. Ni muy apretada, ni muy suelta. Sólo correcta.

“Bueno, lista para patear traseros, Pickle”, le dijo con una sonrisa.

Cherry no pudo aguantarse más. “¡Eso. Fue. Increíble!”

Ambos voltearon hacia ella con aspecto confundido.

“Voy a dibujar esta escena tan pronto llegue a casa”. Luego miró hacia un lado y pateó un lado del banco. “Ay… ¿Héctor?”

“¿Si?”

Sostuvo la espinillera con un dedo. “¿Puedes ayudarme a vestirme también?” Preguntó, dudando. “Sólo si lo quieres, es decir…”

Los ojos de Héctor fueron de una a otra de las chicas. “Si, seguro, si puedo”

Héctor caminó hacia dónde estaba y se arrodilló frente a ella. Cherry era mucho más baja que Pickle, y ella podía verlo por la forma en que Héctor podía llegar alrededor de su pierna y atarle las espinilleras sin extender sus manos. Ella miró la cabeza de Héctor mientras le ponía la armadura, deslizando sus manos sobre su protector y revisando las partes, halándolas a la derecha y a la izquierda y apretándolas de la manera correcta. Ella se inclinó hacia adelante y tomó una bocanada de su cabello.

Sus manos eran fuertes y se movían con experticia a lo largo de su cuerpo. Todo se volvió nebuloso en su mente y ni siquiera se dio cuenta cuando Héctor le puso el casco y lo ajustó bajo su quijada.

Cuando le golpeó suavemente en el casco, desapareció su ensueño. “Todo listo. ¡Atrapa esos cráneos, Cherry!”. La animó con un puño indicando ‘podemos hacerlo’.

“S – seguro”

Pickle y Cherry estaban en la entrada esperando por la señal para comenzar. “¿Disfrutaste… también cuando hizo eso?” dijo Pickle. “Estoy hablando acerca de… tú sabes, allá atrás”.

Cherry se desvaneció. “¿Estás bromeando? Sentí un hormigueo por todo el cuerpo, ¡prácticamente estoy mojada aquí abajo!”. Recorrió su cuerpo con sus manos moviendo sus dedos enguantados.

Pickle tosió y volteó hacia adelante. “Si… Yo sólo pienso que da buena suerte, eso es todo”.

“Seguro que sí”, Cherry puso una cara inexpresiva, dirigiéndole una mirada furtiva “Ningún cosquilleo en absoluto, sólo para la buena suerte”.

“¿Qué más podría ser? Y Héctor sabe cómo ajustar una armadura, esa es otra cosa práctica”, asintió Pickle. “Para él tiene sentido hacerlo, tú sabes, para evitar accidentes”.

“¡Por supuesto que tiene sentido para él!” Cherry se mostró alegre. “Con esas poderosas manos por todo mi cuerpo…” Expiró aire.

“¡Concéntrate en el partido, Cherry!” le pidió Pickle .

Cherry inspiró y expiró inflándose las mejillas. “Estoy concentrada, estoy mojada, estoy concentrada”. Saltó en el mismo lugar, la adrenalina corriéndole por las venas.

CAÍDA CATORCE

Las Torpes hicieron honor a su nombre. Sin importar cuan bien jugara Pickle y Cherry, no podían seguirles el paso. Siguieron perdiendo el cráneo por errores tontos de novatas.

Cherry estaba cansada, corriendo de arriba para abajo en el campo haciéndolo lo mejor posible. “¡No puedo anotar!”

“Está bien, créeme, no es tu culpa” Le aseguró Pickle en la línea de partida.

“Sin embargo”, jadeó Cherry, “nos contrataron para que le diéramos una victoria, digo que lo intentemos”.

“Lo haremos. Pero no podemos hacer milagros, ¡no con sólo dos buenas jugadoras!”. Pickle se dio cuenta que habían logrado la atracción de una de las Torpes, llamada Olivia, una de las chicas que Pickle había conocido en el bar Taf. Le sonrió, cambiando el tema. “Vamos a intentar un deslizamiento, yo cubro tu izquierda, preocúpate sólo de tu derecha. ¿Está bien?”

Cherry asintió y tomó la posición de corredora.

Las piedras comenzaron a caer sobre el tambor y Cherry estaba encima del cráneo en un parpadeo. Pickle bloqueó a dos ejecutoras y Cherry serpenteó a través de la Cadena y se lanzó hacia adelante para anotar.

Los fanáticos de las Torpes se pusieron frenéticos. Las chicas se alegraron y la abrazaron bien fuerte, puras sonrisas. “¡Podemos hacerlo! ¡Podemos ganar este juego!” dijeron.

Si… No. Pickle forzó una sonrisa para parecer positiva Pero era una muy buena estratega para creer eso. Por la única niebla de Atenas, el juego ya estaba perdido. Lo único que podían hacer era apegarse al contrato para este juego, jugar bien y tratar de no resultar heridas, porque eso negaría cualquier poco dinero que pudieran ganar este día.

Todas se alistaron para el segundo round. Las Torpes se veían concentradas, cortantes como una hojilla. Apretando sus armas, estaban listas para golpear

Pickle hizo un ruido empujando su labio inferior, ’hum’ ¿Podrían las Torpes arreglárselas para darle una sorpresa? Emma, Olivia e Izzy en verdad tomaban este round en serio.

Y entonces la piedra golpeó el tambor y dos de las Torpes actuaron torpemente y tropezaron. Cayeron al piso y una reproducción instantánea repitió la X CAÍDA una y otra vez para la audiencia.

Pickle bajó los hombros con un suspiro profundo de resignación.

CAÍDA QUINCE

“¿Hey, Cherry? Baja por un segundo, “¿Está bien?” Gritó Héctor desde abajo.

Cherry sintió un escalofrío en su espalda. Allí estaba, el mal presentimiento. No podía decir que no y él no le había pedido nada irrazonable.

Bajó las escaleras lentamente, cada escalón era un drama como si se dirigiera a un pelotón de fusilamiento.

Héctor estaba en su taller, como siempre. Tenía algún proyecto desplegado, eso era aparente. Partes y piezas de armadura y tela estaban dispuestas en un modo en forma de patrón. “¿Si, Héctor?” tragó.

“Ven y párate aquí”, señaló. “Aquí donde está la luz”.

Así lo hizo. “¿Para qué me necesitas?” preguntó, pero su verdadera pregunta era, ‘¿Es esta la noche cuando vas a mostrar tu verdadera cara?’

“Para tomar las medidas para tu armadura”, dijo mientras tomaba su metro de tela como un profesional. “Estira tus brazos, ¿por favor?”

Cerró los ojos e hizo lo que le pedía.

Héctor midió sus dimensiones con facilidad que da la práctica.

“Ya están en línea…” dijo, débilmente.

“No es sólo los números, Cherry”, dijo Héctor mientras iba hacia el otro brazo. Midió y añadió, “También es como se siente en general, como te queda”. Imitó como si sintiera algo pesado con sus manos. Fue hacia su cintura y ella cerró los ojos de nuevo. “Seguro, yo podría armar una sólo por los números y te quedaría bien, sin duda alguna. Pero lograr sentir el cuerpo usándola, es diferente”.

Allí estaba, se preparó para lo que venía. El tocarla inapropiadamente y todo comenzaría. La oscuridad.

“Levanta los brazos, por favor” dijo Héctor y midió por debajo de su pecho cuando lo hizo. “Por qué estás jadeando así. ¿Bajaste corriendo por las escaleras? Cálmate”

Se mordió un labio y asintió, pero en realidad no podía calmarse. Corre, huye, eso era lo que pensaba en ese momento.

Chica tonta.

Solo lograrías dar un par de pasos hacia afuera.

Héctor midió la parte superior de su pecho y preguntó. “¿Puedo tocarte las clavículas?”

Ella asintió aun mordiéndose los labios. Sus ojos se movieron por todo el cuarto. Tantas herramientas, alicates, martillos. Podría tomar una. No era tan fuerte, pero era muy rápida. Rapidez significa poder, ¿correcto?

¿Correcto?

Héctor le tocó las clavículas, moviendo sus manos a lo largo de ellas. “Ves, el problema es que gran parte del peso de la armadura descansa sobre las clavículas y es muy incómoda si no calza bien”.

“Ya veo…” dijo respirando fuertemente. Estaba usando pantalones de muchacho y una franela. La ropa no era provocativa por sí misma, pero era fácil de quitar. Eso, se había dado cuenta, había sido un error. Había bajado la guardia, se había sentido muy cómoda aquí.

Héctor haló su taburete y se sentó a su lado inclinándose para medir sus muslos. “Decía que como eres una qwik necesitas tener movilidad. Tienes un sprint explosivo y cruzas muy rápido. Continuó a medir las rodillas y las pantorrillas. “Hallar el balance correcto entre protección y movilidad es un arte”, continuó.

“Estoy de acuerdo”, dijo. Podía admitir que no la había tocado inapropiadamente, aún no. Pero todo podía cambiar en un instante. Así eran los hombres.

Héctor midió el largo de sus pies y dijo. “Toma una posición de arranque, por favor. Sí, justo así”.

Se mantuvo firme en la posición de ‘lista para un sprint’. Ahora si quería escapar de verdad. Era como tener unas ganas increíbles de orinar y que alguien te pidiera que regaras una planta cerca de ti. Una tortura.

Héctor enderezó su espalda. “¡Listo! Debo tener lista una primera prueba para ti mañana y después la ajustaremos a partir de allí, ya que vamos a estar por aquí por bastante tiempo” Se rio, aparentemente creyendo que su chiste tonto era muy gracioso. Luego se volvió hacia su banco de trabajo.

“Espera, ¿qué? Exclamó Cherry.

“¿Qué?”

“¿Eso es todo?”

“Si. Tengo las medidas, gracias. Puedes irte, o quedarte. No me importa” La despidió con un gesto casual, para que se fuera.

Cherry se puso la mano en la cintura. Estaba verdaderamente molesta.

Hubo una larga pausa, y Héctor finalmente volteó los ojos para ver que todavía seguía allí. “¿Algo está mal?”

“¿Mal, mal? Me invitas a tu casa, me compras cosas, me das una mesada, me pides que baje en medio de la noche para una ‘prueba’, citó mal.

“Medidas” la corrigió.

Levantó ambos brazos. “¡Peor aún! Pones tus manos sobre mi cuerpo, me ves temblando como una hoja y entonces ¿Qué? ¿Nada?”

“¿Qué esperabas que hiciera?”

“No sé, ¿Aprovecharte de mí?” dijo simplemente “¿No soy lo suficientemente atractiva para ti?”

“Cherry, lo eres. Muy atractiva. Cualquier hombre tendría suerte de tenerte”

Inmediatamente dejó de estar enojada. “Entonces ¿Por qué tus manos exploradoras, tú sabes, No exploran?” Ella hizo una imitación con sus manos.

Héctor se vio las manos. “Estoy confundido, ¿Tú quieres que yo…?”

“Si, ¡tú, gran tonto!”

“Oh, Cherry, no puedo. Me estaría aprovechando de ti. Esta relación de dueño – atleta, es verdaderamente jodida”, negó con la cabeza.

“Claro que puedes”, dijo acercándosele.

“Cherry…”

“Toca mis clavículas”.

“Ya lo hice, son agradables”, sonrió. Dioses, tenía una sonrisa agradable.

“Hazlo de nuevo”.

Rozó su clavícula con sus dedos. Se sentían rudos y fuertes y sintió un escalofrío en su espalda. “Ahora mide mi torso”.

Héctor tomó su cinta métrica y se dispuso a hacerlo de nuevo.

“No con eso. Con tu mano”.

Se rio y lo hizo. Midió su torso con el largo de sus palmas. “Esto es terriblemente inexacto”, dijo con su voz profunda. “Vamos a destrozar la armadura y tendremos que hacerla de nuevo”. Movió las palmas de sus manos sobre sus pechos y la tanteó.

Coño, por fin.

Héctor se inclinó, la tomó por la cintura y la atrajo dándole un beso profundo. Era rudo, sudoroso y malditamente caliente.


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