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Las Sombras
María Acosta
MarÃa Acosta
Las sombras
Secretos del pasado
Este libro es una obra ficticia. Nombres, personajes, organizaciones y lugares son fruto de la imaginación de la autora. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
LAS SOMBRAS
Copyright © abril 1998 MarÃa Acosta DÃaz
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Primer volumen de la serie
Klauss-Hassan
Agradezco a mis padres, Manolo y Chenta, que ya no están conmigo, el apoyo que me han dado en todos estos años, a mi hija MarÃa, que tantas tonterÃas y locuras me ha aguantado, a su marido Nico, que soporta a una suegra un poco locuela con paciencia. A todos ellos gracias por todo el apoyo que me han dado en los momentos difÃciles.
A ellos va dedicado este primer libro de las aventuras de Klauss-Hassan, de su compinche Francesco dalla Vitta y de sus enemigos Carla, la veneciana, y sus amigos.
Prólogo
-Bien, ahora que todo ha terminado cuéntenme detalladamente cómo fueron capaces de meterse en semejante lÃo âdijo el comisario Soler
Antes de responder medité cuidadosamente qué es lo que le iba a decir y cómo, no era nada fácil explicar la historia de las sombras y las consecuencias de aquella aventura que habÃa comenzado con una broma de borrachos. Resultaba difÃcil ordenar las ideas, sobre todo teniendo en cuenta que eran casi las cinco de la madrugada y llevábamos más de dos dÃas sin dormir. El comisario Soler era un hombre simpático que nos habÃa llevado a su casa para que pudiéramos descansar pero también era policÃa y querÃa conocer la verdad; viendo que nadie querÃa hablar desapareció durante unos instantes, se oÃan ruidos en la cocina. Encendà un cigarrillo a pesar de la garganta seca y la boca pastosa. Cuando al fin regresó lo hizo trayendo una bandeja con café para todos y una serie de recortes de periódico:
-Esto nos ayudará a reconstruir toda la historia-dijo mostrándonos una noticia fechada dos meses atrás.
SE CUMPLE UN MES DE LA MISTERIOSA DESAPARICIÃN DE CUATRO JÃVENES EN MADRID
Madrid, 24 de julio.- La policÃa sigue buscando a los cuatro jóvenes que desaparecieron hace cuatro semanas en el madrileño barrio de Chueca; al menos allà fueron vistos por última vez. La policÃa ha facilitado una descripción de ellos basada en la información dada por los vecinos y amigos de los jóvenes; todo aquél que pueda ayudar en la aclaración del caso debe llamar al siguiente número de teléfono 743-78-25 de Madrid o bien a la comisarÃa más cercana:
Teresa GarcÃa Olavide, 20 años; 1,75 de estatura, morena, vestÃa en el momento de la desaparición pantalón vaquero recto, camiseta azul marino y cazadora vaquera con ribetes rojos en mangas y cuello.
SofÃa Castro Souto, 22 años; 1,75 de estatura, morena, vestÃa pantalón vaquero ajustado, camiseta blanca con dibujo en negro del grupo musical AC-DC y cazadora vaquera.
LuÃs Barros Sánchez, 23 años; 1,80 de estatura, moreno, vestÃa pantalón vaquero de color negro, camisa a rayas rojas y blancas y cazadora vaquera negra.
Ricardo GarcÃa Olavide, 22 años; 1,75 de estatura, moreno, vestÃa pantalón vaquero ajustado blanco con rayas azules, camiseta roja y cazadora vaquera.
Todos calzaban zapatillas de deporte y tenÃan el pelo corto.
La noche de San Juan
Lo Ãbamos a pasar en grande. Los tres últimos dÃas habÃamos estado ocupados organizando la Noche de San Juan; todos los años celebrábamos esta fiesta. Como nuestra economÃa no era demasiado boyante decidimos hacer una colecta; SofÃa se ofreció a comprar todo lo necesario. Por la tarde irÃamos a casa de Teresa donde nos encontrarÃamos con Ricardo, Paul e Irene. Era mediodÃa, habÃamos metido todo en una bolsa de deportes y salimos a tomar unas cañas por el barrio antes de la comida; telefoneamos a unos amigos ya que habÃan dicho que, probablemente, llevarÃan sardinas para asar. No estaban en ese momento asà que nos dirigimos a la Plaza del Dos de Mayo, rulamos casi una hora de bar en bar; volvimos a llamarles y esta vez contestó Carlos:
-¿Vais a venir esta noche? Vaya, lo siento; bueno, si os animáis estaremos en la Plaza de Lara. Hemos comprado cuatro litros. Si no aparecéis os llamaré la próxima semana; hasta luego.
-¿Qué han dicho, LuÃs? ¿No van a ir? âpreguntó SofÃa.
-No, Arturo se ha puesto malÃsimo; ya sabes como es: ayer salieron de marcha y hoy tiene una resaca tamaño king size. Me han dicho que si ven que mejora quizás se acerquen pero no es seguro.
-Bueno, vamos a comer, luego podemos salir a tomar unas copas para que el cuerpo se vaya acostumbrando a la marcha.
Volvimos a casa. Estábamos poniendo el mantel cuando llamaron al timbre: era Eduardo que venÃa a ver a SofÃa por no sé qué historias de una reunión que tenÃan la próxima semana. Esta chica no paraba; siempre de aquà para allá asistiendo a mesas redondas y conferencias convocadas por asociaciones que no conocÃa nadie. Ella disfrutaba como una loca. Le abrà la puerta:
-¿Está SofÃa?
-Pasa, Ãbamos a comer.
-Pondré otro plato; esta noche vamos a saltar la hoguera y beber queimada, ¿te apuntas?
-No lo sé, puede âcontestó Eduardo âtengo que hacer unas cuantas visitas esta tarde y no tengo ni idea cuándo terminaré.
-¡Bueno, sÃ! ¡Hasta las cuatro de la madrugada vas a andar de reuniones! ¡No fastidies!
Allá tú, lo vamos a pasar bomba. A las doce nos plantaremos en la plaza y seguro que hasta las cinco de la madrugada estaremos de jarana. Si te apetece ya sabes lo que tienes que hacer. Vamos a comer.
SofÃa y Eduardo se tiraron lo menos dos horas hablando de solidaridad y revolución, yo intervenÃa de vez en cuando, aún asà alucinaba por un tubo. Según lo habÃamos planeado salimos a beber algo después de que Eduardo se fuese todo espÃdico a una serie de reuniones que le hacÃan moverse de un extremo a otro de Madrid. SerÃan las diez de la noche cuando cogimos el petate y nos dirigimos a casa de Teresa. No estaba todavÃa por lo que nos acercamos al âBotasâ a rocanrrolear un rato. Tomamos un par de birras y metimos cien pelas en la máquina de bolas; SofÃa se puso como una moto jugando. Esta chica es la hostia, parece que hace gimnasia cuando se lÃa con los âflippersâ. Volvimos a casa de Teresa, quizás ya habÃan regresado nuestros amigos. Las ventanas estaban iluminadas y tocamos al timbre para que nos abrieran:
-¿Quién es?
-LuÃs y SofÃa.
-Subid, Paul e Irene aún no han llegado.
La casa en la que entramos es un viejo edificio de Lavapiés al que han reformado por dentro. Ellos viven en el primer piso, lo cual es una suerte sobre todo no habiendo ascensor. La puerta está entornada asà que entramos y cerramos detrás de nosotros; Teresa está en la cocina abriendo una botella de vino y Ricardo está en la sala buscando un disco un poco marchoso:
-Dejad la bolsa en la cocina, ¿vamos a hacer la queimada aquà dentro?
-¡No, hombre! ¡Si tenemos que hacer una hoguera! âexclamó SofÃa.
-¿Es que hay que ponerla al fuego? âdijo Ricardo.
-No te enteras tÃo: la hoguera es para saltarla y purificarte de las brujas y los malos rollos, y la queimada se hace en un cacharro con azúcar, rodajas de limón y aguardiente de orujo y se le prende fuego al preparado; entonces se va consumiendo el alcohol y adquiere un tono color tostado gracias a que el azúcar lo conviertes en caramelo y lo vas mezclando con el aguardiente, de ahà el nombre.
-¡Ah! Ya entiendo. Pero tú habÃas dicho que iba a ser en casa. Nosotros citamos aquà a Paul e Irene debido a eso en que habÃamos quedado âdijo Ricardo refiriéndose a SofÃa.
-Lo que yo te dije es que la harÃamos en la plaza y que si la policÃa nos desalojaba de allà que nos venÃamos con la queimada a la casa. Además, lo suyo es el aire libre âcontestó ella.
Mientras tiene lugar esta conversación yo he encontrado un disco de hace unos cuantos años, de RamoncÃn, ese que dice soy el rey del pollo frito y, asimismo, Teresa vuelve de la cocina con el vino y unos vasos:
-¡LÃate un canuto o dos, anda!
-Ya que somos cuatro es más práctico una trompeta ¿no?; hace tiempo que no hago una. Vamos a ver, un par de papelillos, la china, un cigarrillo y medio, y el filtro âenumera SofÃa mientras extendÃa las cosas encima de la mesa âahora, como yo hago los canutos con la izquierda tengo que poner el pegamento de uno de los papelillos por arriba y el otro cruzadoâ¦Â¡ya está!. Ponme un vaso de vino para inspirarme, gracias ây le pega un largo trago al Sangre de Toro âestá de puta madre, chachi que sÃ. La vamos a coger buena esta noche, me da la impresión.
-Como siempre por San Juan.
-Y yo el doble âdice SofÃa âporque aunque no quiera voy a inhalar todos los vahos que desprenda el aguardiente al quemarse, sumado a que no me voy a privar de beberâ¦
-Tú no te pases que luego acabas a cuatro patas.
-¡Mira quien fue a hablar! Yo por lo menos me acuerdo de lo que he hecho aunque esté borracha, no como otros, LuÃs, bonito. Tú tranqui que yo aguanto. Toma enciende la trompeta y no te duermas con ella en la mano que somos cuatro a fumar. Bueno, a por otro vasito. ¿Podemos tomar algo de comer, no? Si no va a sentarnos mal tanta priva, ¿qué te parece Teresa?
-Bien, vamos a la cocina; ahora venimos a por el canuto.
-¿Quieres escuchar algo en especial, SofÃa?
-Pon la cinta de Siniestro Total que hay en mi cazadora-contestan desde la habitación de al lado.
Le paso la trompeta a Ricardo y me voy a ver qué es lo que están haciendo de comer. Las encuentro frente a frente en la mesa partiendo espárragos trigueros:
-No tardamos ni una hora, ya verás: guiso de espárragos trigueros con costilla de cerdo. ¿Y el canuto? âdice Teresa.
-Ahora os lo doy, lo tiene Ricardo.
-¡Guau! ¡Mirar lo que he encontrado! ¡Dos tripis en la funda de âThe Wallâ envueltos en un papel con una dedicatoria!
-¡Ostras tÃo! No me acordaba de ellos, me los regaló el enrollado del Super en mi cumpleaños; ahora me viene a la memoria que no los tomamos porque estábamos tan pedos que meternos algo más era ya una pasada. ¡Putamadre! Hacemos cuatro partes y cuando acabemos con la queimada los comemos para continuar la marcha toda la noche o lo que cuadre. ¡Chachi que sÃ! Pásame el porro âdice Teresa.
-Esto hay que celebrarlo haciendo otra trompeta-dice SofÃa frotándose las manos mientras se dirige a la sala-además voy a ponerme un chupito de pacharán, ¿alguien quiere?
-Todos queremos.
Asà que nos ponemos a beber pacharán y a hablar de lo bien que nos lo vamos a pasar esa noche hasta que por fin se termina de hacer la comida. Cenamos rápido y en silencio; Ricardo y yo vamos a la cocina a preparar unos carajillos de ron. Llaman por el portero automático: son Paul e Irene que traen otras dos botellas de orujo, dejo la puerta entornada y oÃmos risas subiendo la escalera:
-¡Pero que torta más idiota, tronco! ¡ja, ja, ja, ja!
-Tengo el culo hecho puré âdice Paul â¡ay! ¡hostias, no voy a poder sentarme en toda la noche! ¡hola a todos!
-¿Qué, ya te has caÃdo como siempre? âinquiere Ricardo.
-¡Es de pelÃcula cómica el tipo este! âdice Irene â¡Estábamosâ¦ja ja jaâ¦bajando las escaleras del metro cuandoâ¦es que es de partirseâ¦va y se cae de culo yâ¦bajó asà todas las escaleras de Noviciado! ¡Es que lloraba de risa, chachi que sÃ!
-Anda, tómate una copa âdice Teresa.
-Un camión cisterna lleno de ron voy a tener que beberme para olvidar lo que me duele.
Esto sólo me ocurre a mÃ, soy como un imán para las tortas bobas.
-¡Pero siéntate hombre!-dice SofÃa.
-¡Muy graciosa la niña! ¡Bueno, vale ya; a ver si vais a estar cachondeándoos de mà toda la noche! ¡Ya está bien, joder, tÃos! âcontesta él empezando a enfadarse.
-No te mosquees tronco, es que eres el colmo de las desgracias. Tómate otro pacharán y pasa olÃmpicamente de la historia âdice SofÃa conciliadora âestábamos a punto de marcharnos a la Plaza de Lara para montar la queimada, nos habéis cogido por los pelos en casa.
-¿Es que no la vamos a hacer aquÃ? Es lo que nos habÃan dicho Teresa y Ricardo âdice Irene.
-¡Que va!
-Además, hemos quedado con una serie de colegas en la plaza a partir de las doce; los gitanos se tirarán agua para celebrar la entrada del verano y luego vendrán a la hoguera. Hace un par de años montamos una buena: bebieron hasta los municipales y los serenos que pasaban por allÃ, estuvimos cantando y tocando palmas hasta las seis de la madrugada. ¡Tope guay! âdice LuÃs.
-Vamos para allá âdice SofÃa impaciente âyo me encargo de llevar el aguardiente, Ricardo la cacerola y Teresa el azúcar, los limones y las manzanas.
-¿Llevamos el casete y algunas cintas? âpregunta Paul.
-Creo que no, acaban siendo un incordio âdice Irene.
-Esperad, tenemos que repartir los tripis. Ricardo, tráete la cuchilla y un espejo pequeño que hay encima del radiador en la cocina. Que cada uno se lo coma cuando le mole. Como sólo hay dos tengo que dividir cada uno de ellos en tres partes; espero que sean buenos y alucinemos cantidad, toma Irene, vete pasando el espejo y que cada uno coja su trozo. Yo voy a papearlo ahora asà cuando haga la queimada vacilaré un montón âdice SofÃa.
-Vámonos, Teresa cierra con llave âdice Ricardo.
LA POLICÃA SIN PISTAS EN EL CASO DE LOS JÃVENES DESAPARECIDOS EN EL BARRIO DE CHUECA.
Madrid, 2 de julio.- Han pasado dos semanas desde que los vecinos de Lavapiés y Malasaña vieron por última vez a Ricardo y Teresa GarcÃa Olavide, residentes en la calle de Lavapiés, sita en el barrio del mismo nombre, y a LuÃs Barros Sánchez y SofÃa Castro Souto, naturales de La Coruña y residentes en la calle Jesús del Valle, sita en el barrio de Malasaña.
Un conocido de los hermanos GarcÃa Olavide, J. R. M., dice haberlos visto salir alrededor de las doce de la noche portando una serie de bolsas. La policÃa sigue investigando la zona aunque el resultado de sus esfuerzos ha sido nulo hasta ahora. Las personas más allegadas a los cuatro jóvenes han declarado no saber nada de ellos desde el dÃa de la fiesta de San Juan.
El comisario Soler, encargado de la investigación, pide la colaboración de los vecinos asà como de todas aquellas personas que los hayan visto o que puedan aportar datos que ayuden a la resolución del misterio. Estos son los teléfonos de contacto con la policÃa:
o bien 642-59-35
Hace una noche increÃble, sin nubes, tan sólo corre una ligera brisa; los bares están abarrotados de gente, los niños juegan en las aceras, y en los bancos de la Plaza de Lavapiés se beben litronas y se fuman canutos, se oye una canción de Los nikis, en el centro alguien ha encendido una hoguera. Torcemos a la derecha por Sombrerete, al fondo de la calle se ve una aglomeración de gente: es el Y punto, rock and roll y música heavy, abierto hasta las seis de la madrugada todos los dÃas y a tope de basca los fines de semana. En la Corrala, muchachos y muchachas gitanos corren de un extremo a otro con botellas de plástico, pequeños cubos e incluso con las manos llenas de agua, mojándose unos a otros; están la mayorÃa empapados. Gritos, risas, cuidado, os vais a mojar nos dice un chaval que no tendrá más de doce años. En la plaza de Lara encontramos el mismo panorama, a un lado las madres y hermanas demasiado mayores para estos juegos observan como se divierten. Nosotros entramos en lo que debió ser el patio del antiguo orfanato; hay que bajar unas escaleras. Es un punto que cuatro o cinco coches hayan aparcado justo enfrente de la pequeña escalinata, ya que de esta manera, si baja por Mesón de Paredes algún coche de la policÃa municipal o alguna lechera no podrán vernos.
Mientras SofÃa comienza a preparar todo lo necesario para hacer la queimada, el resto vamos a buscar madera para construir la hoguera:
-Cuando volváis casi estará a punto la primera ronda. A ver si viene alguno de los que avisé âdice ella.
-Espero que tengamos la suerte del año pasado cuando nos topamos con dos contenedores llenos de madera âapunta Ricardo.
Noche de bronca, noche mágica
Ya sola coloco mi cazadora en el suelo y me siento. No tengo un recipiente de barro asà que me he traÃdo una tartera de casa, echo el azúcar, el aguardiente, el limón en rodajas y unos trozos de manzana; cojo el cazo, pongo un poco de azúcar en él, lo humedezco con aguardiente y le prendo fuego; con cuidado lo acerco a la tartera, muy despacio para que encienda bien, y lo hace: una bellÃsima llama azul aparece en la superficie. Ahora es cuestión de paciencia para que adquiera ese tono dorado. De vez en cuando levanto el cazo lleno de fuego azul y desde lo alto dejo caer una cascada de fuego. Enciendo un cigarrillo. Huele bien. Levanto los ojos y veo a alguien que se acerca, es un colega del barrio:
-Ya me extrañaba no verte por aquà âme dice sentándose a mi lado.
-Me he cambiado de barrio, ahora vivo en Malasaña, en Jesús del Valle.
-¡Chachi! ¿no?