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Las Extraordinarias Aventuras De Joshua Russell Y De Su Amigo Robot
Las Extraordinarias Aventuras De Joshua Russell Y De Su Amigo Robot
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Las Extraordinarias Aventuras De Joshua Russell Y De Su Amigo Robot

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Las Extraordinarias Aventuras De Joshua Russell Y De Su Amigo Robot

Joshua ordenó mentalmente a Raptor ponerse en modo reposo y salió del cobertizo junto con su padre y su amigo, se despidieron y cada uno se dirigió hacia su propia casa. En cuanto llegó a casa contó también a su madre la historia del préstamo. La mujer, que era menos ingenua que su marido, estaba perpleja y comenzó a hacer un montón de preguntas. Quería saber por qué motivos la familia de Lucas había accedido al préstamo, considerando que la posibilidad de la destrucción del robot no era tan remota. El chaval explicó que el juguete de su amigo era muy fuerte y que no sería destruido y si, desafortunadamente, esto ocurriese, lo pagaría él con su dinero.

Los padres, que habían sido unos pobres obreros y que debían a su hijo la repentina riqueza, ante aquellas palabras se callaron reconociendo que Joshua no era un imprudente, sino que había demostrado siempre tener la cabeza bien plantada sobre los hombros a pesar de su juventud.

Cenaron y se fueron a la cama. Joshua no conseguía conciliar el sueño, continuaba pensando en lo que había sucedido, en la responsabilidad que había asumido al no advertir a las autoridades. Pensaba en las consecuencias, incluso penales, que su gesto comportaba y qué podría suceder si fuese descubierto, pero era demasiado tarde para dar marcha atrás y, sobre todo, no quería renunciar a la sensación de poder que su nuevo robot le transmitía.

Intentó ponerse en contacto con él, sentía que la conexión estaba todavía activa a pesar de la distancia.

«Raptor, ¿estás durmiendo?» preguntó.

Enseguida, la voz cavernosa del robot, resonó dentro de su cabeza.

«No, comandante, yo no duermo jamás.»

« ¿Cuántos hay como tú en la tierra?»

«Yo soy el primero, pero muy pronto habrá otros.»

« ¿De dónde venís?»

«Yo he sido construido en la tierra.»

« ¿Quiénes son esos seres parecidos a lagartijas que te han construido?»

«No lo sé, Comandante, toda la información sobre ellos ha sido borrada en el momento de la desconexión.»

« ¿Cómo os desconectáis?»

«Sólo la muerte del comandante puede permitir la desconexión, o también una excesiva distancia entre nuestras mentes.»

« ¿Cuál es la distancia máxima?»

«Con el comandante anterior la conexión no era buena, su mente no le permitía alejarse más allá de los veinte centímetros.»

« ¡Por esto el alienígena estaba obligado a permanecer dentro del robot, no podía manejarlo desde más lejos a causa de la poca potencia de sus ondas cerebrales!» pensó el chaval.

« ¿Ente nosotros cuál es la distancia máxima?» preguntó, cada vez más curioso.

«Tu capacidad telepática es enorme, tus ondas cerebrales son muy fuertes, la conexión es excelente, puedo estimarla en más de unos cientos de kilómetros, aproximadamente.»

« ¿Me eres fiel o todavía estás conectado a tus constructores?»

«Mi mente es una extensión de la tuya, yo no existo sin conexión, tú eres el comandante, tus enemigos son también los míos.»

«Gracias Raptor, ahora intentaré dormir. Buenas noches»

Le hubiera gustado continuar haciendo preguntas, pero se dio cuenta que tenía todo el tiempo del mundo para aclarar cualquier duda, mientras que la necesidad de procesar la información recibida era más urgente.

Continuó reflexionando sobre las respuestas recibidas del robot. Él era el primero pero habría otros, así que dedujo que todavía los estaban construyendo. Había sido fabricado en la tierra, por lo tanto los alienígenas debían tener una base en nuestro planeta en la que poder construir los robots.

Pensó que, en efecto, para transportar unos autómatas tan grandes necesitarían unas astronaves enormes, muy fáciles de identificar por los radares militares, mientras que, dadas sus pequeñas dimensiones, los alienígenas podrían descender sobre la Tierra en pequeñísimas naves espaciales sin ser observados. Podían haber llegado a nuestro planeta hace muchos años sin ser vistos por nadie. Había lugares inexplorados en los que podían refugiarse y vivir sin entrar jamás en contacto con un ser humano.

«Entonces, ¿por qué construir unos robots? ¿Cuáles son sus intenciones? Seguramente no son buenas» pensó.

«Construyen robots para enfrentarse a los humanos, en caso contrario la lucha sería desigual. Quizás no se contentan con ser unos huéspedes, quieren dominar el planeta, eliminar a los principales competidores por la comida. Yo represento, por lo tanto, una amenaza para ellos, soy el único que conoce su existencia y sólo con mi muerte podrían recuperar el robot.»

A pesar de todos aquellos pensamientos y un poco de miedo por la incertidumbre sobre su destino, finalmente cayó agotado en un profundo sueño.

Al día siguiente se despertó temprano y corrió enseguida a ver a su nuevo amigo para jugar con él. Sabían hacer las mismas cosas, lo retó a jugar al baloncesto, al fútbol, pero, por desgracia, no tenía ninguna posibilidad de poder vencerlo, conocía los deportes igual que su comandante pero tenía unas dotes físicas inmensamente superiores. Lo retó, por lo tanto, a una partida de ajedrez y después de unos cuantos empates consiguió vencerle.

Pasaron así algunos días, la amistad entre los dos crecía y se reforzaba. El muchacho estaba cada vez más encariñado con el robot y Raptor le correspondía sintiéndose cada vez más unido a su nuevo comandante. Joshua se olvidó de los alienígenas, dejó de preocuparse por si su vida estaba en peligro y, sobre todo, dejó de preguntarse cómo no habían aparecido todavía.

Llegó el día del torneo. Joshua se puso los controladores para fingir que el robot era controlado con el telemando y con la mente le ordenó que subiese al auto de su padre. Lucas no había podido venir porque todavía estaba ocupado con la escuela pero prometió que en cuanto le fuese posible le haría compañía.

Fueron acompañados hasta delante de la puerta de entrada. Joshua entregó al personal encargado la inscripción a los juegos y un documento de reconocimiento, le dieron entonces la credencial para poder moverse libremente. El muchacho observó enseguida algunos robots adversarios, algunos eran realmente impresentables, otros, en cambio, eran muy hermosos.

En los años anteriores el éxito en las competiciones había sido siempre privilegio de unos cuantos robots. El japonés había vencido más ediciones que los otros, pero también los chinos, los alemanes, los italianos, los canadienses, los rusos y los ingleses había hecho un buen trabajo, quedando siempre entre los diez primeros.

El robot italiano había sido fabricado por la famosa marca automovilística Ferrari, era un prodigio de la técnica, con soluciones siempre a la vanguardia. También habían vencido la mayoría de las veces el premio por el mejor diseño.

El alemán estaba en el límite del reglamento, de hecho, las reglas establecían una altura máxima de 2,10 metros y un peso máximo de 190 kilos y estas eran exactamente las medidas del autómata alemán.

El robot chino no estaba a la altura del alemán y del italiano, pero lo mandaba un muchacho campeón mundial de kick boxing, por lo tanto era un adversario muy temible.

No estaban representados todos los países, algún Estado, en cambio, hasta llevaba dos, dependía del éxito obtenido en los años anteriores. Joshua había disfrutado los años precedentes de una wild car2 porque había sido el inventor de la batería que movía todos los robots, pero en la edición anterior había conquistado el derecho a ser “cabeza de serie” al ponerse entre los diez mejores luchadores del torneo.

El torneo incluía 100 participantes, las primeras diez cabezas de serie se enfrentarían a nueve adversarios cada uno, sorteados entre aquellos menos fuertes. Cada vencedor de estas rondas de clasificación participaría en la ronda final que establecía el enfrentamiento directo entre los primeros diez clasificados. Por regla general los cabezas de serie vencían siempre su ronda, por lo que, habitualmente, eran los mismos diez robots luchando por el título.

Sobre el panel se veían discurrir los nombres de los cabezas de serie y, en las columnas de abajo, aparecían los nombres de los robots adversarios a medida que tenía lugar el sorteo. El primer adversario de Raptor sería el robot tailandés.

Joshua esperaba a que la voz de los altavoces lo llamase para comenzar el combate, pero antes debían exhibirse los cabezas de serie, desde el primero hasta el nueve, él era el décimo.

Asistió con paciencia a los combates de los otros que, como era previsible, no tuvieron ninguna dificultad para desembarazarse de su primer adversario.

Había llegado su turno. Cuando la voz dijo su nombre sintió un sobresalto en el corazón, era consciente de la fuerza de su robot, pero la emoción hacía que le temblasen las manos. Ordenó a Raptor subir al ring grande y él entró en uno de los dos pequeños.

« ¡Raptor, modo combate!» pensó.

Su amigo se puso en la posición inicial que el muchacho había aprendido haciendo artes marciales.

«Destruye a tu adversario» ordenó mentalmente cuando sonó la campana.

Mientras tanto, el robot tailandés se había acercado, asestándole un puñetazo a la altura del rostro. Raptor lo había esquivado con un movimiento fulmíneo y con una velocidad parecida había respondido con un rodillazo al estómago del adversario, separando de cuajo la parte inferior. El público, que había asistido en silencio, no pudo contener una exclamación de asombro por la potencia y la velocidad de aquel golpe.

El muchacho, que había mirado fijamente a su robot para intentar repetir los golpes y no dar a entender que los controladores en realidad no controlaban nada, quedó estupefacto de cómo Raptor había seguido el movimiento que él tenía en mente a la misma velocidad con que lo había pensado.

El primer combate había terminado, le habían bastado unos pocos segundos para destruir al adversario y para conquistar esa confianza y seguridad que no tenía un momento antes de comenzar la pelea.

Llegó de nuevo el turno de los otros cabezas de serie, el robot japonés se había desembarazado del brasileño con técnicas de Jujitsu muy espectaculares y el flamante robot italiano había arrancado la cabeza al adversario suizo con un gancho de derecha al mentón. Los combates se sucedían velozmente, aunque en la segunda ronda los cabezas de serie habían superado a los respectivos adversarios. Le tocaba de nuevo a Raptor.

Las reglas del torneo eran pocas y sencillas, además de establecer la altura y el peso de los contendientes, establecían que no podían ser usados objetos contundentes de ninguna clase ni, por supuesto, armas; además se decretaba el KO en el momento en que uno de los participantes no era capaz de luchar debido a los daños sufridos.

El adversario esta vez era más peligroso, pero el joven luchador ya no tenía miedo. En cuanto sonó la campana Raptor se lanzó sobre el desafortunado adversario asestándole una patada en plena cara con unas tijeras mortíferas. Lo había hecho volar hasta las cuerdas que luego lo habían hecho rebotar, provocando que acabase en la lona. Un hilo de humo negro salía de la cabeza del pobrecillo que había quedado inmóvil.

Los jóvenes propietarios de los otros robots cabezas de serie, se habían quedado a ver el encuentro de Joshua y ahora se miraban preocupados intuyendo que aquel era, sin ninguna duda, el adversario más peligroso. El chaval japonés se había acercado al pequeño genio que ahora ya había bajado de su ring y con aire amenazante le dijo:

« ¿Dónde crees que llegarás con esta chatarra?»

«Seguramente llegaré antes que tú» respondió Joshua con aire seguro y arrogante.

El japonés se quedó al principio sin palabras por la seca y decidida respuesta, luego dio un empujón al muchacho haciendo que cayese al suelo.

«Aplastaré a tu robotito como una hormiga» exclamó el joven nipón, escondiendo, detrás de aquella arrogancia, todo el miedo y la inseguridad que sentía en su interior; luego, se dio la vuelta y se alejó velozmente al ver que los árbitros se acercaban para comprobar lo ocurrido y temiendo una descalificación.

« ¿Todo bien, chaval?» preguntó un árbitro al pequeño luchador.

«Sí, me he caído. No ha pasado nada» respondió Joshua.

Comenzó la tercera ronda, una vez más los cabezas de serie habían pasado a la sucesiva, pero esta vez con más dificultad: los adversarios eran cada vez más fuertes. El robot alemán había dado un espectáculo aferrando al adversario y levantándole con los brazos tiesos sobre la cabeza, luego lo había tirado dejándolo caer sobre su rodilla y partiéndolo en dos. También el segundo robot americano, cabeza de serie número cinco, propiedad de la Robotech, famosa empresa productora de robots para el trabajo, había pasado la ronda desembarazándose del robot iraní entre el estruendo y los gritos de alegría de los espectadores.

El tercer adversario de Joshua estaba ya en su esquina listo para combatir, el muchacho había aferrado las cuerdas y con un salto había entrado en el ring, los mismos movimientos fueron imitados por su amigo. Los dos robots, al sonido de la campana, comenzaron a saltar a la espera del movimiento del adversario. De repente Raptor hizo un falso movimiento de golpear con un puño a la cara del luchador enemigo, el cual, enseguida se protegió la cara con el antebrazo, en ese momento, como un rayo, le dio una patada baja en la parte posterior de la espinilla derecha mandándolo al suelo, luego se dejó caer sobre su adversario golpeándolo en pleno pecho con un codazo y rompiéndolo.

El público de casa estaba entusiasmado por la buena actuación de los robots americanos, nunca como este año estaban tan esperanzados en vencer el torneo.

Tampoco la cuarta ronda había reservado sorpresas, solo la duración de los encuentros había aumentado con el aumento de la fuerza de los adversarios. El robot chino había acabado en la lona sugiriendo la primera eliminación de un cabeza de serie, sin embargo se había levantado desfogando la rabia por el golpe sufrido con una patada frontal al estómago que había dañado los circuitos del adversario y ensuciado la lona de aceite.

Raptor se había desembarazado en pocos minutos de su fuerte adversario con una patada circular, asestada con una fuerza y una velocidad tal que no le dio escapatoria al contendiente. El público estaba cada vez más entusiasmado, la calidad de los golpes era de un nivel altísimo y el espectáculo ofrecido era apasionante, coros de incitamiento se levantaban desde las gradas llenas y cada vez más el nombre del robot de casa se repetía como si fueran hinchas de un partido de fútbol.

Después de la quinta ronda, también ésta sin sorpresas, fue declarada la pausa de dos horas de manera que los jóvenes atletas y el público pudiesen reposar y comer en los numerosos restaurantes y locales de comida rápida del edificio.

La final del torneo con los 100 mejores robots del mundo duraba sólo un día. Durante el año se desarrollaban las clasificaciones, donde se veían a millares de robots empeñados en torneos di eliminación directa que decretarían los participantes en la jornada final de la estación. Las mayores empresas di Network mundiales se peleaban por un evento que superaba por número de espectadores a los mejores eventos deportivos del mundo, desde el fútbol americano al fútbol clásico, del automovilismo al motociclismo.

Joshua había encontrado una tienda de bocadillos bastante aislada para huir del asalto del público y de los periodistas, disfrutaba de su bocadillo y charlaba con su amigo metálico.

«Somos muy fuertes, ¿verdad Raptor?» preguntó.

«Sí, comandante, para mí los robots adversarios son como unas marionetas, he evitado empeñarme al máximo porque he leído en tu mente el temor a ser descubierto»

El muchacho al escuchar esas palabras pensó en el peligro que los pequeños alienígenas representaban, con sus máquinas tan evolucionadas y cómo había sido irresponsable al esconder al mundo su existencia. Habían pasado muchos días desde el descubrimiento del robot y no podía saber cuántos de ellos habían construido mientras tanto.

Bebió su Coca Cola para bajar el bocadillo que le había quedado atascado en el estómago mientras pensaba que, quizás, habría debido revaluar su decisión. Si hubiese dicho la verdad, habría sido descalificado de por vida del torneo y quedaría señalado por siempre como el que había ganado haciendo trampas; no podía destruir su vida por un estúpido escrúpulo de conciencia, ahora la decisión había sido tomada, debía sólo esperar a que los alienígenas no lo desenmascarasen, atacando el mundo con unos robots idénticos al suyo.

Raptor, que conocía las preocupaciones de su joven comandante y que sentía por el algo inexplicable, intentó tranquilizarlo

«No te preocupes, me ocuparé de ellos lo antes posible, nadie comprenderá de dónde vengo ni quién soy. Yo sé dónde se encuentra su base, se cuántos son y dónde está escondida la nave nodriza.»

« ¿No habías dicho que toda la información acerca de ellos se había borrado con la desconexión?» respondió contrariado el muchacho.

«Sí, es verdad, pero tú sabes perfectamente que lo que ha sido borrado siempre se puede recuperar, basta con buscar en el lugar justo, y yo he descubierto que tengo una copia de seguridad en un sitio escondido de mi mente, ahora se todo sobre ellos y estoy preparado para responder a cualquier pregunta.»

El muchacho aprovechó la invitación y comenzó a presionarlo con una serie de preguntas.

« ¿Por qué están aquí? ¿Qué quieren? ¿Cuáles son sus intenciones?»

«Están aquí desde hace muchos años, son los supervivientes de una larga y sangrienta guerra en su planeta, han venido en son de paz en busca de hospitalidad y comida. Han comprendido que, sobre la Tierra, hay un lugar para ellos y que pueden sobrevivir sin entrar jamás en contacto con el ser humano, y ni siquiera competir con los terrestres por los recursos que necesitan.»

« ¿Cómo han llegado hasta nosotros?»

«Poseen una astronave muy grande, la han escondido, convirtiéndola en invisible, en el lado oculto de la Luna. Han bajado a la Tierra en unas pequeñas naves espaciales que vuestros radares no pueden identificar.»

«Tú dices que han venido en son de paz, entonces ¿por qué te han construido y han intentado matarme en el bosque?»

«Ellos viven en paz en la selva amazónica y no tienen ni armas ni robots, se han adaptado a las condiciones de vida de las especies animales y como ellos viven renunciando a la tecnología e incluso a sus vestimentas para confundirse con la naturaleza y no ser descubiertos. Viven de los frutos que vuestro espléndido planeta les ofrece generosamente.»

«No lo entiendo. Explícate mejor.»

«Hace algunos años unos seres humanos, desforestando parte de la selva, han destruido con sus excavadoras una colonia alienígena, matando a cientos de ellos, entre los cuales había huevos que estaban a punto de abrirse. Desde ese momento, los supervivientes, en contra de la opinión de las otras colonias que han votado por mantener la paz, han creado una facción hostil a los seres humanos, jurando venganza. Se trasladaron a los Estados Unidos, formando una colonia y comenzando a planear la conquista del planeta y la destrucción de los humanos. Construyeron una base ultra moderna, sirviéndose de la tecnología de la nave nodriza y han comenzado a fabricar los robots.»

« ¿Cuánto tiempo necesitan para construir un robot como tú? ¿Cuántos pueden construir al mismo tiempo?»

«Quizás un mes, yo soy el primero y el único. Ellos sólo pueden construir uno de cada vez.»

«Han pasado poco más de veinte días desde que te encontré, todavía tenemos tiempo para pensar en un contraataque, ahora, ocupémonos del torneo.»

«Es más, quiero saber algo más de ti» dijo el chaval antes de que su amigo se levantase de la silla en la que estaba sentado.

«Pregunta, venga.»

«Tú estás vivo, eres capaz de pensar, de razonar, eres inteligente, ¿qué opinión tienes de ti mismo y de tu vida de robot?»

«Yo sólo soy un esclavo, yo no existo sin una conexión, la mía no es una vida.»

«Te equivocas, tú existes porque tienes conciencia de ti mismo, eres capaz de pensar, por lo tanto, estás vivo, no eres sólo una máquina. Te prometo que, cuando acabe el torneo, intentaré estudiarte y comprender cómo liberarte de la conexión.»

El robot se quedó callado durante unos minutos, cogió la pequeña mano de su comandante entre las suyas mientras la acariciaba con suavidad, luego exclamó:

«Eres demasiado bueno, te estaré siempre agradecido por haberme liberado de la conexión de ese ser malvado. Aunque tú no consigas liberarme completamente, debes saber que, para mí, estar ligado a ti es el regalo más hermoso que pudiese recibir.»

A Josué le hubiera gustado abrazarlo pero no podía, las personas que estaban sentadas en las mesas del bar de bocadillos y que podían verlo no lo habrían entendido, pero sabía que su amigo había leído en su mente sus intenciones y sabía cuán fuertes eran los sentimientos que los unían.

El descanso había terminado y la voz de los altavoces reclamaba a los competidores para el comienzo de los combates, así que se levantaron y se dirigieron hacia la enorme sala donde se desarrollaban los encuentros.

Había comenzado la segunda ronda y los robots habían iniciado a enfrentarse en el ring. El espectáculo mejoraba por momentos y el público lo recalcaba con clamorosos aplausos, sobre todo cuando llegó la hora de Raptor, se pusieron todos en pie mientras cantaban a coro por su favorito.

El robot, para no desilusionar al público, intentó que el enfrentamiento durase un poco más, evitando los golpes del adversario pero esperando golpearlo, hasta que un giro y una patada alta a la cara del desafortunado lo mandó a la lona.

Los enfrentamientos siguientes habían terminado, el cabeza de serie Nueve, representado por el robot canadiense, había sido vencido por el español que, de esta manera, se aseguraba la participación en la edición del próximo año sin pasar por la clasificación. Quedaban sólo diez robots que se enfrentarían entre ellos para determinar el vencedor del torneo. Se actualizó el marcador. Todos los contrincantes estaban esperando los sorteos para saber cuál sería el puesto provisional del próximo adversario.

El segundo robot americano había sido emparejado con el japonés, el público no había ocultado su desilusión por el resultado poco afortunado del sorteo. También se enfrentarían: el italiano con el alemán, el chino con el inglés, el español con el segundo robot japonés y, en fin, Raptor se enfrentaría al ruso.

Tuvo lugar el primer encuentro entre Estados Unidos y Japón. La excelente técnica del nipón contrastada hábilmente por el americano que había respondido a cada golpe pero que, finalmente, había cedido ante el adversario más fuerte, quedando destrozado encima de la lona. El alemán, después de haber ilusionado a sus hinchas, mostrando toda su fuerza, había debido sucumbir ante la mayor velocidad del italiano que, con un hábil movimiento, primero había pasado por debajo de sus piernas y luego lo había destruido con un golpe mortal en la nuca.

El español había perdido contra el otro robot japonés y el chino había superado su turno con mucha dificultad. Quedaba sólo el encuentro entre Raptor y el ruso. De todos estos quedarían sólo cinco, cuatro se enfrentarían entre ellos, confiando otra vez en el sorteo, el quinto sería el primer finalista y podría descansar un poco con respecto a los otros adversarios, pero para llegar a la final, saltando dos encuentros, debería ser aquel que empleaba menos tiempo en desembarazarse del adversario.

Joshua quería ser el primer finalista, no porque no quisiese disputar otros encuentros, sino porque comportaría una ventaja física, pero sobre todo psicológica, sobre el contrincante. Así que ordenó a su robot que venciese en el menor tiempo posible.

Raptor obedeció y en cuanto sonó la campana se tiró sobre el adversario que, antes de que comprendiese lo que estaba pasando, se encontró hecho pedazos sobre la lona del ring. El público estaba delirante, los Estados Unidos estaban en la final.

Los últimos encuentros vieron enfrentarse a un japonés contra el italiano y el otro contra el chino. El italiano venció al segundo robot nipón después de una larga y frenética lucha, mientras que el chino, que había peleado como un león, finalmente había debido sucumbir a los golpes del primer autómata del sol naciente que tenía sus mejores armas en la calidad de su mecánica y en el Jujitsu.

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