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no podrÃa desarrollar un corazón si su vida dependiera de él. Kyoko recordarÃa esto de vez en cuando y siempre trajo una sonrisa a su rostro. Por alguna razón, la actitud distante Kyou poseÃdo sólo parecÃa ... correcto.
"Definitivamente lo lleva bien", dijo en voz alta.
Los otros cuatro hermanos guardianes la habÃan colocado bajo su protección mientras buscaban el talismán antes de que los demonios de su mundo los reunieran y usaran sus poderes para atacar.
Toya se habÃa designado como su vigilante y protector más cercano. Cubrió esa proximidad con el hecho de que ella habÃa comenzado este lÃo trayendo el cristal de nuevo a su mundo para comenzar. Pero de nuevo, podrÃa haber argumentado el asunto diciendo que si él y Kyou no la habÃan atacado cuando se conocieron por primera vez, no se habrÃan estrellado para empezar. Simplemente no vale la pena decir nada ... El temperamento de Toya siempre le daba dolor de cabeza y la irritaba.
Ãl todavÃa se molestó con ella, pero a veces tenÃa la sensación de que tal vez la amaba un poco demasiado. Simplemente prefirió esconder esos sentimientos detrás del enorme chip que tenÃa en el hombro ... un chip que a ella de verdad le gustarÃa derribar de vez en cuando. Tal vez en realidad le darÃa una mejor actitud sobre todo el asunto.
Ella sonrió suavemente al pensar en él. Era como si fuera su hijo... Toya se estaba convirtiendo rápidamente en su mejor amiga y tal vez incluso un poco más. Kyoko podÃa sentir el leve rubor que se extendÃa por sus mejillas. Toya habÃa salvado su vida muchas veces desde el dÃa en que los guardianes habÃan intentado matarla.
Ellos habÃan creado un vÃnculo muy fuerte y aunque ella y Toya todavÃa discutieron mucho, ese vÃnculo limita muy cerca de un amor profundo. Era como si el cristal conociera los sentimientos que se esconden el uno para el otro porque de alguna manera habÃa elegido a Toya para ser la única que podÃa seguirla de regreso a su mundo cuando los otros guardianes no podÃan romper el portal del tiempo. Eso habÃa impulsado algunas discusiones bastante humorÃsticas entre los hermanos. Kyoko estaba convencida de que lo hacÃan a propósito para hacerla sonreÃr.
Los otros tres hermanos Shinbe, Kamui y Kotaro también tenÃan un lugar en su corazón. Los labios de Kyoko se alzaron en una sonrisa cariñosa, que la dejó donde estaba ahora. Allà estaba, sola, en medio de la noche, en una tierra donde los demonios vagaban libremente. A veces se preguntaba si no necesitaba que le examinaran la cabeza.
-Más parecido a la necesidad de encerrarla en algún lugar en una habitación con paredes de goma, pensó sarcásticamente. No queriendo molestar a los guardianes todavÃa, Kyoko agarró una vid y se subió a sentarse en una de las rocas blancas circundantes.
Sólo porque no podÃa dormir no significaba que necesitaba despertarlos. Era demasiado tarde y todavÃa era muy temprano. Mirando hacia el cielo nocturno, ella se quedó sentada allÃ, disfrutando de la vista de los rayos que no parecÃan estar acercándose.
Los dedos de Kyoko se elevaron hasta la pequeña bolsa que llevaba alrededor del cuello, donde descansaba algo del talismán que habÃan recogido. No se daba cuenta de que al tocar el encuadernado, una suave luz azul fluorescente irradiaba de ella y la dirección de la fresca brisa rápidamente comenzó a cambiar.
Cerca, la cabeza de Kyou se inclinó como un olor manchado que fue atrapado en el viento de la tempestad que se acercaba se dirigió hacia él. Hyakuhei estaba cerca. Estrechó sus ojos dorados mientras la brisa cambiaba, ahora procedÃa de la dirección del Corazón del Tiempo. Ese olor, apretó los dientes ... la sacerdotisa y el poder del Corazón de Cristal del Guardián
TenÃa las manos puestas a su lado mientras la ira brillaba en su expresión, produciendo un pequeño gruñido en la quietud del bosque circundante. Estaba sola y sin vigilancia. ¡Cómo se atreve a estar en el santuario en esta peligrosa hora desprotegida! ¿Por qué sus hermanos no estaban con ella? Kyou inhaló profundamente a la mujer-niña que viajaba con sus hermanos.
En su mente, podÃa ver la imagen de la sacerdotisa de la que él y sus hermanos se habÃan convertido en guardianes. Pelo castaño ... sorprendentes ojos esmeralda, era como si la belleza de la estatua de soltera hubiera cobrado vida y color. Ella nunca deberÃa haber venido a este mundo con el cristal del corazón guardián. Ni ella ni nadie pertenecÃan aquÃ.
Si pudiera, la arrojarÃa por el portal y destruirÃa la estatua, pero hacerlo serÃa una bastardización de la barrera que su padre Tadamichi habÃa protegido. A pesar de su deseo, parecÃa que este punto era ahora muy discutible.
El poder peligroso que su tÃo seguÃa ganando era su culpa. ¿No sabrÃa qué pasarÃa? Si ella fuera la verdadera sacerdotisa, deberÃa haber sabido mantenerse alejada de este mundo demonÃaco. Su padre habÃa muerto porque habÃa cerrado el portal del tiempo y esta pequeña niña humana habÃa deshecho todo lo que habÃa sacrificado su vida. Todo habÃa sido por nada.
Tadamichi querÃa que él protegiera a los humanos ... todos ellos. Pero, ¿por qué? ¿Por qué ahora protegerÃa al humano que habÃa sido lo suficientemente estúpido para abrir el portal entre sus mundos? ¿Por qué Tadamichi se preocupaba tanto que diera su vida por ellos?
Kyou habÃa intentado asustarla y enviarla gritando de nuevo a su mundo. Pero para su incredulidad ... ella tenÃa que ser la única mujer que parecÃa no temerle por más de unos pocos segundos fugaces a la vez. Cuando la habÃa visto por primera vez hace mucho tiempo, se habÃa quedado allÃ, con la barbilla bien alta, apuntando con un dardo de espÃritu hacia él como si ella, un simple humano, pudiera luchar contra él ... y ganar.
HabÃa prometido proteger el corazón de cristal del guardián y el portal del tiempo, pero nunca una pequeña niña humana. Sus hermanos pueden haber accedido a ello, pero nunca lo habÃa hecho. Los humanos eran seres débiles y necios que lo temÃan. ¿Por qué tenÃa que ser diferente? ¿Por qué no le temÃa? ¿Por qué se paraba repetidamente ante él, sÃmbolo de todo desafiante?
Kyou saltó del árbol en el que habÃa estado sentado y se paró a toda su altura. PodÃa sentir su corazón latir fuerte y golpear bajo su piel ... su sangre de guardián exigiendo que él fuera a ella. SucedÃa cada vez que estaba cerca y eso sólo lo enfurecÃa más. Su instinto era una fuerza que era más fuerte que su voluntad.
Su falta de miedo sólo lo atraÃa a ella, y últimamente, de algún modo habÃa consumido sus pensamientos ... junto con sus sueños. Se habÃa mantenido alejado del grupo por esa sola razón. ¿Cómo se atreve esa muchacha a plantarse tan profundamente dentro de sus pensamientos? Le enseñarÃa a no encantarle con su insolencia y humanidad. Ella no era nada para él excepto la sacerdotisa del cristal ... ella no tenÃa ningún negocio aquà a su alcance.
El cuerpo de Kyou se tensó al sentir un cambio en el equilibrio entre el bien y el mal acercándose a la desesperada sacerdotisa. Su rostro estaba tranquilo ... la calma antes de la tormenta. Su pelo plateado se balanceaba en la constante brisa mientras sus sentidos recogÃan el peligro que estaba a punto de caer sobre ella.
Hyakuhei inclinó la cabeza hacia atrás, dejando que la tormenta de su propia rabia a su alrededor. El viento se arremolinaba, arrugando su ropa y azotando su cabello de medianoche alrededor de su bello rostro. Sus ojos de rubà se abrieron cuando el viento trajo un olor a su nariz que no era de la lluvia y el cielo.
Una expresión de euforia cruzó sus rasgos y él hundió sus alas de ébano hacia abajo en un potente golpe para ganar altura. Su mirada se quedó en la dirección de El corazón del tiempo mientras una sonrisa siniestra apareció lentamente en sus labios. Ella estaba aquà ... la sacerdotisa que lo atormentaba asÃ.
-Ah, sacerdotisa, asà que estás sola y desprotegida -susurró. "Espera mi llegada, mi belleza ... Voy a por ti.
Los demonios comenzaron a verter en manadas del cuerpo de Hyakuhei mientras él los soltaba para hacer su hacer una oferta. Una risa manÃaca escapó de sus suaves labios y sus ojos estaban anchos, brillando con la luz de la locura lÃmite. El cielo se ennegreció con sus esclavos cuando se concentraron en la estatua de soltera y el objeto de pureza dentro de sus jardines.
Los demonios de baja estatura ya estaban siendo atraÃdos por ella y el olor del poder que tenÃa. Eran sólo zánganos enviados para evitar que huyera y Kyou podÃa sentir la presencia de su tÃo no muy lejos detrás de ellos. Hyakuhei habÃa descubierto su presencia desprotegida y venÃa por ella. No permitirÃa que Hyakuhei la tuviera.
Kyou levantó la mirada mientras una sombra pasaba a través de la luz de la luna anunciando su llegada. Todos los sonidos de la noche se detuvieron cuando las alas translúcidas aparecieron detrás de Kyou, enviando un furioso aerosol de plumas de oro a través del claro de su forma silenciosa. Su largo pelo plateado se balanceaba en el viento mientras se preparaba para la lucha por venir.
Asà sea. Las palabras dejaron sus labios en una respuesta a sus propios pensamientos atormentados.
Se habÃa vuelto a poner en peligro y no le quedaba otra opción. Decidió que si sus hermanos iban a ser laxos en sus deberes, entonces él tomarÃa a la sacerdotisa de ellos. Si esta era la idea que tenÃan de protección, entonces merecÃan que se la llevaran. Pero primero ... él destruirÃa el mal que la acosaba.
CapÃtulo 2 "Sin Miedo"
Sin darse cuenta de que la tormenta se estaba acercando, Kyoko sintió que la brisa refrescaba su piel caliente y la recibió con una sonrisa suave. Cerrando sus ojos de esmeralda, disfrutó de la soledad de la noche antes de dirigirse a Sennin y unirse a los guardianes que dormÃan allÃ.
La hija de Sennin, Suki, se habÃa convertido en su amiga más cercana en este lado del portal del tiempo y su choza era donde el grupo permanecÃa cuando no viajaban a través de las tierras peligrosas que buscaban los fragmentos quebrados del corazón de cristal del guardián. Suki habÃa estado con ellos desde el principio, aunque ella no era un guardián.
Kyoko sonrió pensando en Suki y el guardián que nunca dejó el lado de su amiga... Shinbe. Era uno de los cinco hermanos guardianes. Ãl era también un libidinoso y le gustaba mucho Suki. Con el pelo azul de medianoche y los ojos de amatista, era todo lo que Suki podÃa hacer para seguir luchando contra sus avances.
Su sonrisa se ensanchó preguntándose cuánto tiempo más Suki podrÃa aguantar. Suki puede ser obstinado, pero Kyoko sabÃa lo obstinado que podÃa ser un guardián una vez que decidiera algo.
Kyoko y el guardián más joven, Kamui, solÃan reÃrse cuando Suki intentaba mantener a Shinbe en la lÃnea sin admitir que le gustaba. Kamui tenÃa un gran sentido del humor y lo amaba mucho. El color de los ojos de Kamui cambiaba con su estado de ánimo, pero no creÃa que nadie la notara sino ella.
Cuando Kamui sonrió, fue verdadera felicidad y muy contagiosa. Pero en el fondo, Kyoko percibió algo más... algo que ocultó a todo el mundo... incluso a sà mismo. A veces los ojos de Kamui brillaban con secretos y conocimientos que ni siquiera podÃa llegar a comprender. Para uno tan puro de corazón, era casi como si tuviera el peso de todo el universo sobre sus hombros. Le hacÃa querer protegerlo tanto como él la protegÃa, aunque no estaba débil en absoluto.
Sacudiendo sus preocupaciones por Kamui de su mente, Kyoko se quedó con Kotaro, el más animado del grupo y competencia autoproclamada de Toya. Casi desde el principio Kotaro habÃa reclamado a Kyoko por su cuenta... constantemente diciendo a los otros que ella era su mujer. Toya siempre tuvo que soportar esto independientemente de la situación. SabÃa que Kotaro estaba bromeando, pero Toya siempre lo tomaba muy en serio.
Kotaro era un desaliñado de cabellos oscuros y de ojos azules. Siempre la llamaba "su mujer" por muchas veces que lo negara. Ãl era un prÃncipe dentro de su propio territorio y pasaba mucho tiempo allÃ, protegiéndolo de los demonios dentro de su reino. La mayor parte del tiempo todo lo que tendrÃa que hacer era simplemente mostrar esos brillantes ojos azules a ella y esto la harÃa derretirse en un charco.
SabÃa qué cuerdas tirar con ella para obtener casi todo lo que querÃa. A veces se preguntaba si cada uno de los guardianes no la tenÃa envuelta alrededor de sus dedos pequeños de una manera u otra. Aunque el grupo muy rara vez lo vio. Sus pensamientos regresaron a Kyou.
"Kyou," Kyoko se estremeció cuando el nombre dejó sus labios. No le gustaba... ni a nadie más. A menudo actuaba más como un enemigo que como un hermano de Toya. Estos dos dieron un nuevo significado a las palabras de "rivalidad entre hermanos". Fuera de los cinco hermanos, Kyou fue definitivamente el extraño y al que uno evitarÃa a toda costa. Era aún más hostil que el demonio que plagó la tierra en la que vivÃa.
Dejando atrás sus pensamientos dispersos, Kyoko abrió sus ojos esmeraldas y se deslizó de la piedra sólo para detenerse muerto en sus huellas. AllÃ... no más de seis metros de ella estaba Kyou. ParecÃa casi angelical excepto por la peligrosa expresión de sus ojos dorados.
«Hablando del diablo», pensó para sÃ.
La oscuridad que los rodeaba parecÃa iluminar su cuerpo ... dándole una apariencia fantasmal. El silencio de Kyou fue tempestuoso. ParecÃa como si estuviera considerando algo y Kyoko tenÃa la sensación de que no le gustarÃa nada el resultado.
Kyou observó cómo su rostro palidecÃa a causa de su alarma y saboreaba su aroma intoxicante. Por una vez ... ella deberÃa de temerle. También deberÃa temerle a los demonios que el acababa de destruir para protegerla. Sus ojos se abrieron en ella mientras recordaba los peligrosos monstruos que acababa de eliminar. Si hubieran llegado a ella...
Los músculos de la mandÃbula de Kyou se flexionaron con rabia al pensar que las garras de un demonio la tocaban. Aún asÃ... ella no corrió, ni gritó. ¿GritarÃa si se daba cuenta de que Hyakuhei estaba en camino? Tal temeridad no era de su mejor interés. Mientras sus pensamientos se oscurecÃan, su falta de miedo sólo servÃa para inflamarlo aún más... alimentando los fuegos de la extraña rabia y la pasión que sentÃa por la sacerdotisa.
Kyoko permaneció inmóvil. No sabÃa cómo tomar su bella imagen. Estaba demasiado asustada para moverse y no se atrevÃa a pronunciar un sonido sabiendo que cualquier cosa que hiciera podrÃa poner su vida en peligro. No estaba tan segura de que él la hubiera perdonado por traer de nuevo el corazón del guardián a su reino.
PodÃa sentir un escalofrÃo lentamente subiendo por su espina dorsal... sin detenerse hasta llegar a la parte posterior de su cuello y extenderse desde allà como dedos helados de advertencia. Dio un paso atrás antes de darse cuenta y se detuvo a sà misma dándole otro paso. Ella sabÃa que eso serÃa considerado mostrando miedo y ella habÃa sido enseñada por su abuelo a una edad joven para ocultar tal miedo.
Las palabras de su abuelo volvieron a atormentarla, "Mostrando el miedo sólo te hace una vÃctima instantánea."
Kyoko cerró los ojos por un segundo. Pero cuando los abrió de nuevo, Kyou no se vio en ninguna parte, lo que la hizo estar aún más aterrorizada. Nuevamente, las enseñanzas de su abuelo la perseguÃan: "Nunca dejes que el enemigo te salga de la vista o no verás el ataque venidero."
"¿Kyou?" Ella susurró su nombre mientras el temor se entrelazaba en su voz. Entonces sintió su respiración caliente en su cuello y lo oyó inhalar largo y lento como si estuviera probando su olor.
Lentamente, con los ojos bien abiertos, esperando la muerte en cualquier momento, inclinó la cabeza hacia un lado, deteniéndose sólo cuando su mejilla tocó su sedosa. Ella jadeó e intentó lanzarse hacia adelante sólo para sentir su brazo a su alrededor como una banda de robar, golpeando su espalda contra él y golpeando el aliento de ella.
El temor repentino de Kyoko le hacÃa más difÃcil recuperar el aliento. Decidió que ahora sabÃa lo que realmente era un ataque de pánico y se preguntó si iba a hiperventilar. Esta era la única persona que temÃa más que Hyakuhei, aunque ella habÃa guardado ese pequeño hecho para sà misma. Nunca habÃa estado a distancia de él... definitivamente le habÃa gustado mejor de esa manera.
El olor de ella le rodeaba, le intoxicaba. Kyou podÃa oler su olor inmaculado, mezclado con el miedo, cada vez más fuerte y pesado cuanto más tiempo la mantenÃa encarcelada contra él. Finalmente... ella mostraba el miedo que él exigÃa pero aún asà no gritó. Su primer error habÃa sido el pequeño paso que le habÃa quitado. Sólo ese simple gesto habÃa calentado su sangre de guardián en formas que no habÃa sentido en mucho tiempo.
Los párpados de sus ojos dorados se cerraron momentáneamente mientras las imágenes brillaban ante él demasiado rápido para descifrar mientras imaginaba el sonido fantasmal de su voz gritando... ya fuera por miedo o por algo más difÃcil de contar. Lo único que sabÃa era que no querÃa oÃrlo.
O... tal vez necesitaba escuchar ese sonido para librarse del hechizo por el que lo habÃa puesto. Algo le decÃa que no importaba de un modo u otro. En lo más profundo del corazón de su guardián, Kyou sabÃa que él la querÃa y él no era uno para ser negado. Una lenta y peligrosa sonrisa apareció en sus labios cuando empezó a luchar contra él. Rápidamente agarró una de sus muñecas con un ligero agarre mientras se sacudÃa.
Kyou acarició su cuello y luego tomó un fuerte suspiro cuando se frotó contra él tratando de liberarse. -Me estás animando -gruñó él en su garganta y rozó sus labios contra la delicada carne de su cuello-. Su sangre caliente le desafió a reclamarla como suya.
Kyoko no pudo evitar los escalofrÃos que le producÃa la sensación de sus labios. ¿Estaba tratando de seducirla o iba a matarla después de todo? Dejó de luchar y siguió perfectamente inmóvil sin saber si le gustaba el sonido de lo que acababa de decir y no querÃa enojarlo. Algo le dijo que sólo estaba tratando de asustarla.
"Chica inteligente," Kyou contempló a sà mismo, pero aún asà ella no estaba gritando y él la estaba tocando... qué extraño. Sus brazos se aflojaron en una sujeción más suave mientras ella miraba por encima de su hombro hacia él con curiosidad, su miedo empezando a disminuir.
Kyou observó de cerca sus ojos esmeralda y la reacción lo sorprendió. Ella lo miraba como si fuera un hombre... no un señor de la guardia. Su incapacidad para demostrar el temor de él era confusa y eso solo lo enfureció. Su falta de miedo habÃa sido lo que la habÃa puesto en peligro esta noche en primer lugar.
También era por eso que Hyakuhei estaba en camino hacia ella ahora pensando que podrÃa robarla en medio de la noche. Incluso a una distancia tan grande... podÃa sentir la intención maliciosa de su tÃo. Con su oÃdo tan sensible como era, casi podÃa oÃr la caricia del viento contra las plumas de ébano. Para ella esto era algo que temer... entre otras cosas.
Miedo... él podrÃa enseñarle eso.
Ãl le enseñarÃa la realidad de su mundo y le mostrarÃa por qué nunca deberÃa haber entrado en ella. El Guardián, sus hermanos... sus protectores... no estaban aquà para salvarla ahora. Ãl le instruirÃa de varias maneras el verdadero significado del miedo. Sus ojos dorados brillaron perversamente en la débil luz de la luna cuando una idea vino a él.
Kyou se acercó a su cuerpo, deslizando la palma de su mano lentamente hacia abajo en un movimiento de caricia hasta que descansó contra su muslo en la parte inferior de su falda. Luego lo deslizó arriba y bajo el paño suelto. PodÃa sentir el calor procedente de su suave piel quemando la palma de su mano.
Todo su cuerpo se estremeció ante el ligero toque mientras trataba de retorcerse de su agarre. La moción le hizo apretarla con más fuerza. Deslizó su otra mano a través de su costado, lo que significó sólo enseñarle la lección de ser atrapada sola y sin protección, por lo que serÃa lo suficientemente inteligente como para no hacerlo de nuevo.
Una vez más su instinto era más fuerte que su voluntad como algo en su interior llamado a él... haciéndolo desear. Kyou podÃa sentir el calor que irradiaba de ella y su alta sangre se movÃa peligrosamente fuera de su control. Al confundirse, de repente no querÃa dejarla ir.
Nunca sabrÃa si la advertencia era para él o ella. Sumergiendo sus labios más cerca de su oreja, Kyou respiró una palabra. - ¡Corre!
En la mente de Kyoko, el miedo cedió el pánico cuando sus brazos se aflojaron. PodrÃa ser muy obediente cuando llegara el momento y ahora era ese tiempo. Ella se lanzó hacia adelante sin más pensamientos que para escapar. Su mente gritaba el nombre de Toya repetidamente, pero no salió un sonido de sus labios. Cada sonido que ella habrÃa hecho parecÃa estar alojado en su garganta, dejándolo resonando sólo en sus propios oÃdos.
Si pudiera acercarse más a la aldea ya Toya, entonces tendrÃa la oportunidad de que él la oyera y la salvara de su hermano desquiciado. Ella mentalmente se suplicó a sà misma a despertar a pesar de que sabÃa que esto era demasiado real para ser un sueño.
Casi gimió en voz alta cuando una gota de agua la golpeó probando que tenÃa razón... no era un sueño del que pudiera despertar, la tormenta finalmente la habÃa alcanzado. Mirando rápidamente por encima de su hombro, se estrelló contra lo que parecÃa una pared y tropezó hacia atrás con el impacto.
Al ver la camisa de seda blanca y ondulante a sólo un paso de ella, corrió en otra dirección... ahora huyendo del pueblo donde dormÃan los guardianes y la única esperanza que tenÃa de que alguien la salvara. Ella sabÃa que Hyakuhei solÃa ser un guardián pero de alguna manera se habÃa perdido a los demonios que una vez luchó... convirtiéndose en el enemigo. Kyoko se preguntó si no le habrÃa ocurrido lo mismo a Kyou sin que nadie se diera cuenta.
Kyoko vislumbró un blanco a su derecha y regresó hacia la aldea esperando tener ahora la oportunidad de llegar a Toya. El latido de su corazón era tan fuerte en sus oÃdos que era ensordecedor. En algún lugar sabÃa que los dioses se reÃan de ella mientras el cielo se abrÃa y soltaba su lluvia con un chirrido tembloroso de trueno.
¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Por qué no la mató en lugar de torturarla primero? SabÃa que no tenÃa ninguna posibilidad de salir corriendo. También era consciente del hecho de que él iba a detenerla antes de que ella llegara a la seguridad, pero eso no impidió su precipitada carrera por ello.
Kyou la observó acercarse a la aldea y decidió dejarla pensar que tenÃa media oportunidad de escapar por un minuto. Sólo lo harÃa mejor cuando la atrapara. Entonces otro olor lo golpeó. Sus hermanos. ¡No! ¡Ãl no lo permitirÃa! HabÃan fallado en protegerla y por eso, ahora se quedarÃa con él sin importar qué. Su sangre noble lo exigÃa.
Kyoko podÃa sentir el repentino cambio en él. Ella sintió el aura de Kyou cerrándose sobre ella y ella gritó, esta vez incapaz de retenerla. El sonido sonó como una campana de la muerte en todo el bosque como una mano sujetó su boca y un brazo alrededor de su cintura se tensó, cortando su suministro de aire como una vez más se golpeó contra su pecho. Sus pies estaban ahora colgando un par de centÃmetros del suelo.
*****
Toya miró hacia el oscuro cielo nocturno justo cuando llegaban las primeras gotas de lluvia. Esta noche fue una mala noche... podÃa sentirlo claro en su alma. Sus ojos coincidÃan con el color del relámpago que bailaba a través de la oscuridad mientras la tormenta se cerraba.
Incapaz de dormir mientras Kyoko no estaba con él, Toya habÃa subido a una rama alta de un árbol en las afueras del pueblo para vigilar. Todo lo que podÃa hacer era esperar hasta el amanecer y luego ir a su encuentro en los jardines de El Corazón del Tiempo. Si lo hiciera a su manera ... nunca se habrÃa ido a casa para empezar.
El suelo tembló con un estruendo de trueno, pero los ojos de Toya se abrieron ... su oÃdo captó un grito aterrorizado dentro de la tormenta. Ese grito le habÃa quitado el aliento. ¿Kyoko? ¿Qué estaba haciendo aquà a estas horas de la noche sin decirle primero?
Sus ojos se volvieron instantáneamente hacia la plata fundida a medida que sus instintos protectores se aceleraban. Nunca la habÃa oÃdo asustarse, ni siquiera durante la batalla. El latido de su corazón voló cuando sus alas plateadas saltaron a la vida y se alejó casi demasiado rápido para que el ojo humano la detectara.
¡Kyoko! El grito preocupado se desprendió de su garganta.
*****
Shinbe estaba fuera de la cabaña de Suki y ya no podÃa dormir. Sus pesadillas no lo permitÃan. Su mirada de amatista se clavó en el bosque que sostenÃa el portal El corazón del tiempo. Algo estaba mal, podÃa sentirlo ... no tenÃa nada que ver con la tormenta que se avecinaba en el bosque.
¿Kyou? ¿Qué estaba haciendo Kyou tan cerca? Por un momento muy largo, la garganta de Shinbe se negó a trabajar y su respiración se detuvo en su pecho mientras miraba a lo lejos. PodÃa sentirla... Kyoko habia vuelto. Su pelo azul de medianoche se balanceaba en los vientos tempestuosos que traÃan consigo el olor de la ira de su hermano y su puño cerrado. No estaba sola... ¡Kyou estaba con ella!
Agarró su bastón que estaba apoyado contra el marco de la puerta. Shinbe sabÃa que no tenÃa que llamar a los demás, ya podÃa sentirlos detrás de él. Alas translúcidas de amatista se extendÃan a su alrededor mientras sus pies dejaban el suelo.
Kamui rápidamente siguió el ejemplo, dejando un rastro de polvo multicolor a su paso. Kaen rugió a la vida levantando a Suki para unirse a la persecución.
*****
¡No! La voz de Kyou era severa como si la regañara por algo que no aprobaba. No esta vez. Esta vez no lo negarÃan. HabÃa querido tocarla antes, durante el calor de la batalla, pero nunca lo habÃa hecho. Algo le habÃa advertido que el contacto serÃa peligroso para ambos, asà que se habÃa refrenado.
Esta vez apaciguarÃa su verdadera naturaleza. Su alma lo habÃa plagado lo suficiente. Ella era el único ser humano que se enfrentaba a él en la batalla o en cualquier otro lugar y no correr con miedo. Apretó los brazos para detener sus luchas.
SabÃa que sus hermanos la querÃan ... pero Toya estaba enamorada de la sacerdotisa. Le hacÃa enojar porque su hermano estuviera cerca de algo que deseaba para sà mismo. TodavÃa no podÃa entender por qué Toya no se habÃa apareado con ella, sino que la habÃa dejado libre e indefensa. ¿No se dio cuenta de que el enemigo podÃa llevársela? El mero pensamiento de que Toya la tomara como suya envió una ola de posesividad a través de sus brazos mientras la sostenÃa.
Kyou sabia que Toya la habÃa escuchado gritar por ayuda. PodÃa sentir que el guardián de plata se acercaba a una velocidad alarmantemente rápida. No sólo le enseñarÃa a no salir sola por la noche ... también le enseñarÃa a su hermano ingenuo una lección por dejarla hacerlo.
Con un rápido pensamiento, creó un escudo que sabÃa que su hermano no podÃa romper. Miró hacia abajo a la muchacha de ojos esmeralda, con el miedo que habÃa causado. Kyou se quitó la mano de sus labios sólo para reemplazarla con sus labios ... cortando su grito. Ãl reclamó su boca en un beso duro, hambriento, implacable en su búsqueda. En cuanto la probó, era demasiado tarde para devolverla.
Kyoko al instante comenzó a luchar contra él, jadeando para respirar. ¿Qué estaba haciendo? Ella nunca habÃa sido besada antes y esto no era lo que ella habÃa soñado como su primer beso. Ella gritó contra sus labios sólo para ser invadida.
Kyou empujó su lengua en ella mientras sostenÃa su cara todavÃa, sus dedos entrelazados en su sedoso pelo castaño. Su otra mano se deslizó hacia atrás debajo de su falda acariciando la suave piel allà antes de encontrarse con el suave algodón entre sus muslos.
Miró fascinado mientras sus amplios ojos se cerraban instantáneamente y ella lloriqueó en el beso. Kyou podÃa sentir su confusión de desesperadamente queriendo que él se detuviera, pero también querÃa más mientras él daba vida a su cuerpo con sensaciones que nunca habÃa sentido antes. HabÃa muchas cosas que él le enseñarÃa esta noche.
Sus brillantes ojos dorados brillaron cuando una oleada de deseo blanco le disparó a través de él y entre sus lomos mientras se apretaba contra la suave redondez de su cadera. No habÃa querido llevarlo tan lejos ... ¿qué habÃa hecho?
La adrenalina de Toya le proporcionó velocidad hasta que su visión captó un tenue resplandor azul que provenÃa de la oscuridad del bosque. Rápidamente aterrizó, deteniéndose cuando los encontró. Una barrera azul fluorescente rodeó a Kyou y su rehén, crepitando con peligrosa energÃa. Lo que vio sus ojos lo destrozó y lo llenó de furia al mismo tiempo.
-¡ Kyou! Toya rugió de rabia. Moviendo las manos hacia abajo por los costados, sus dagas se deslizaron hacia la existencia. Agarrando las armas sagradas con firmeza, cruzó las brillantes cuchillas. El poder dentro de las dagas gemelas pulsó a la vida causando una onda de choque a su alrededor ... enviando su cabello revoloteando y revelando la rabia que mostraba en su rostro.
Toya rugió mientras se lanzaba contra la barrera y golpeaba sus hojas contra ella, sólo para ser repelido hacia atrás cuando los tornillos de energÃa disparaban desde la superficie del escudo. Su cuerpo se estrelló contra el tronco de un enorme árbol, deteniendo su vuelo. Gruñó mientras se deslizaba por la áspera corteza.
Recogiéndose de la suciedad, Toya observó airadamente mientras su hermano seguÃa besando a Kyoko. Entonces advirtió que los músculos del brazo de Kyou se apretujaban ligeramente y seguÃa el movimiento hacia abajo a su mano. Al ver la mano de su hermano debajo de su falda, la rabia le golpeó cuadrado en el pecho. Los movimientos musculares de su brazo sólo podÃan significar una cosa. Esa ira se amplificó mientras su hermano continuaba, sabiendo que estaba observando.