
Полная версия:
Sueños De Un Juez I
»Todos estamos obligados por lazos de hermandad, y por considerar que tenemos un Espíritu dentro y no somos animales, y que tenemos humildad, y también sentimientos y obligación de ayudar a los que nos necesitan, pues esa es la base de nuestras Comunidades, verlo si no, cómo desde muy antiguo se han formado éstas sobre la base de AYUDA MUTUA Y PROTECCIÓN MUTUA.
El Defensor mirando a todos y viendo que estaban bien dirigidos sus argumentos, continuó.
―Pero, es más, se nos ha enseñado desde muy antiguo, y lo conocemos por la tradición, y también por algunos escritos, que costumbres tan bárbaras como las que se han presentado justificando esas muertes, eran repudiadas por los Maestros Espirituales. Se nos ha dicho que nuestras acciones tienen un trasfondo en el plano Espiritual, pensar ¿cómo quedaríamos nosotros mismos, si no solo no cuidamos a quien nos necesita sino propiciamos su muerte, dejando que mueran esas personas sin asistencia?
»Mirarnos nosotros como ejemplo de todos ―continuó el Defensor argumentando― todos tenemos edades que pronto nos darán que contar entre los ancianos, y así mismo les pasarán a nuestros hijos, cuando les llegue el momento. Juzgamos el hacer algo contra esas personas, por tener que soportar la enfermedad de la vejez y encima la incomprensión de los más jóvenes, con lo que nos estaremos juzgando a nosotros mismos cuando sea el momento.
»Estaremos cometiendo un crimen, el más grande que se puede cometer, pues son seres indefensos, y necesitan de ayuda, cuando ellos mismos durante toda su vida han estado dándose a los demás. Por ello digo y sostengo que los ancianos deberán ser respetados y tratados con la cortesía y el cariño que se merecen como personas, y también como padres de los que ahora les quieren echar y quitarles lo que es suyo.
»Pero no ver solo esto, ahora mismo se quiere ver, si es correcto o Justo, el sostener con vida a ancianos que nada sirven para la humanidad, fijaros si no estaremos dando argumentos a algunos poderosos o no tan poderosos, a que se quiten de encima a todos aquellos parientes que luego tengan que decidir sobre ellos.
»Ver que, según lo expuesto, solo se quedarán con los que luego ellos mismos sepan que les van a tratar bien, estaremos cubriendo un crimen con las acciones correspondientes del que va a ser la víctima, y sabéis que cuando uno está en peligro de muerte tiene todo el derecho de la Defensa.
»Pero ver también que, si hacemos tal cosa, todos los que lleguen a cierta edad, harán que sus fortunas se gasten y ellos mismos no se preocuparán de tener haciendas, pues nada se tiene que quedar para los verdugos, que cuando llegue el momento le matarán y se quedarán con sus bienes.
»Conocéis que todos los que poseen algo, tienen la preocupación de que sus bienes se conserven a través de los demás, y que, aunque algunos entendáis que el almacenar bienes en la Tierra es de necios, existen esas personas y el Reino es una muestra de ello ―Cuando dijo esto, el Juez se dio cuenta de que se había metido con la Corona, y que era una equivocación y así continuó y rectificó―. Pero no ver este último caso como muestra, si como el deseo de almacenar lo mejor para los suyos, y así vivir todos en mejor estado de salud y con alimentos y vestidos para todos, ―Y cuando estimó arreglado el fallo, continuó―. ¡Claro que es importante el caso que contábamos!, pero también detrás de ello, está el trasfondo de, ¿quién tiene derecho a dejarse matar?, pues tal sería lo que pensarían todos los hombres cuando se acercasen a los momentos en que serán ancianos, o bien ¿quién tiene derecho a matar al otro?, porque fijaros, y que sirva para reflexionar, ¿no tendría ese derecho el padre sobre los hijos que han salido de sí mismo?
»¿Acaso cuando quisiera no tendría ese derecho? ―continuó el Defensor―. Y entonces si se lo negamos a él, ¿cómo podemos dar ese derecho a los hijos, si el padre les ha dado la vida?, ¿acaso los hombres con nuestras mentes haremos las cosas al revés que la naturaleza?
Aquí se volvió a equivocar y se dio cuenta, y rectificó.
―Aunque claro, que, si la naturaleza tiene esas costumbres en algunos animales, y nosotros realizamos este acto nos convertimos en animales carniceros, que matamos para quedarnos con los bienes de los demás o simplemente porque no nos molesten, aquellos que no nos pueden beneficiar.
Aquí el Defensor hizo una pausa, y de esta manera utilizó lo que en los Juicios se llama “el silencio de la atención” al hacer un silencio, todos se callan esperando lo que sigue, y se centra la atención en lo siguiente que se quiere decir, y el Defensor alzando la voz continuó:
―Por eso grito y lo hago bien fuerte, ¡la vida es importante y nadie tiene derecho a quitarla! y si uno ha luchado por un País, por unas tierras, por una familia, nadie de este País, de estas tierras, o de esta familia tiene otro derecho que protegerlo hasta el fin de sus días.
Después le llegó el turno a un testigo de la Defensa que dijo:
―Veréis, me conocéis como Juez y también conocéis mi reputación de que nunca miento, por ello quiero que veáis que esta historia es cierta y no preparada para la Defensa.
»Yo tengo a mi padre en casa y bendigo el tenerlo pues es un hombre sabio y justo, y ayuda a la casa con su sabiduría, no da apenas trabajo y lo que da es gratamente compensado con alegría y halagos, y lleva ya con nosotros, cinco años, y aunque esperamos que tenga remedio pues fue un accidente al ser atropellado por una cabalgadura de un soldado, y haberse lastimado la espalda y las piernas que sufrieron fracturas varias. Sabemos que no será el mismo, y que necesitará ayuda, pero su cabeza está bien y aún enseña a todos los que están al lado.
»Quiero destacar que está muy unido a mis hijos, a los que quiere más que nos quiso a nosotros, y que ellos le corresponden en la misma medida, y como muestra ver qué ocurre, una de las hijas dice que quiere llevárselo a su casa, pues va a casarse próximamente y así tendrá compañía y buenos consejos, y ellos como son jóvenes lo necesitarán.
El que así hablaba no tenía más que decir, y terminó asegurando que su padre antes era muy diferente, ya que siempre estaba ocupado con el trabajo y con las mercaderías, pues era Comerciante y poco tiempo había tenido para la familia.
―Pero desde el accidente, lo que antes nos faltó ahora nos lo está dando, y aunque fue una desgracia que esperamos tenga arreglo, bendigo el momento del accidente por el cambio que hemos tenido en él.
Le llegó el turno al Juez que hacía de segundo testigo de la Defensa y que tenía preparado lo siguiente, y que expuso, después del saludo diciendo:
―Yo no tengo un testimonio personal, sino el de muchos hombres y mujeres que tendrían que cambiar su forma de pensar, si hiciéramos algo tan tremendo como es el autorizar dar muerte a los ancianos, y es eso lo que nuestro Juez acusador o Fiscal nos ha presentado.
»Como sabéis hace mucho tiempo, llegaron a estas tierras los Druidas y se instalaron en ella, y de ellos procedemos en cuanto a nuestra cultura y formas de pensar, y aunque diferimos en algunos conceptos, como el Espiritual, pues como sabéis, para ellos no existe nada después de la vida, sino que todo vuelve a la madre tierra o la naturaleza y para nosotros, que creemos que existe una vida Espiritual después de la vida física y que se vive en forma de Espíritu, con el Espíritu que todos llevamos dentro, pero nuestras diferencias no son en cuando a la vida física.
»Sabemos y se nos enseña en la Escuela Espiritual cuando somos todos niños, que existen el mundo Espiritual, y que a él acuden todos los que han sido de bien en el mundo físico, y, sin embargo, no los que han atentado contra la vida, y este principio es uno de los doce que se nos enseña, la Vida es sagrada.
»Los principios sobre los que se basan nuestras costumbres y nuestras tradiciones son básicamente, EL RESPETO A LA VIDA Y LA AYUDA cuando hace falta, y ver que estos dos puntales básicos, no son solo Espirituales, que cuando entramos en este tema, el matar o dejar morir, nos hace inválidos para volver a escuchar a alguien del mundo Superior.
»Ver que aquí se está presentando el matar o el dejar morir, a personas muy especiales, a las cuales la Sociedad debe mucho, y también las familias o las Comunidades, por ello pensar si no estaríamos autorizando algo que los demás no quieren y no piensan luego asumir.
»¿Acaso el Juez que dicte esta Sentencia conocerá que tendrá que cumplirla llevando soldados para ello?, y si no ver las Comunidades de las montañas, ninguna de ellas las cumplirá, o las Comunidades de los valles, y de las tierras bajas, en donde el apego a la unidad es aún más fuerte, ¿Como nosotros, unos cuántos Jueces, aunque tengamos un Rey delante, nos abogamos el derecho de cambiar algo tan arraigado en nuestra propia esencia de Etíopes?
El hombre estaba brillante y se sabía escuchado y como buen conocedor del público no alargó el tema para no estropearlo, y así terminó:
―Por ello os digo, si aprobáis tal cosa, no seréis dignos de ser etíopes.
Y al que así planteaba la cuestión y que se tomó unos minutos de silencio para que, en la mente de todos, hubiera entrado bien su última afirmación, se sentó, después de saludar y decir que había terminado.
Todos se quedaron mirando al Juez, el cual levantándose se acercó al Rey y saludándolo le dijo:
―Veréis mi Señor es tarde, si queréis seguimos luego pues la mañana está terminada y hace tiempo que se escuchan los ruidos en las tripas de los asistentes ―Y todos sonrieron pues era verdad, y el mismo Rey lo notaba y dijo:
―Bien seguiremos luego, pero entender que no se puede alargar tanto un tema, pues se tiene a toda la ciudad sin hacer Justicia ―Y levantándose salió del aposento.
Cuando reanudaron la sesión, el Rey que esperaba el momento dijo:
―Pues bien, ¿Ahora es el momento en que vas a hacer Oración y pedir consejo para dar tu Sentencia? ―y se quedó mirando al Juez, el cual le contestó:
―Ver mi Señor que la Justicia no puede tener prisa, recordar que el Acusador o Fiscal se había reservado el último turno después de la Defensa así que le corresponde a él continuar.
El Juez al que se había referido, tomó la palabra y se quedó cortado, pues en realidad había pensado hacer un gran discurso, pero la prisa que el Rey había demostrado aconsejó que no lo hiciera, así que determinó que no tenía nada nuevo que añadir y así quedó para Sentencia.
El juez, Cuerpo Espiritual, se vio así mismo como Juez en aquella sesión en que todo era un Sueño, y así vio cómo tomaba la palabra y decía:
―Veréis Señor, que tal y como se ha presentado el asunto no resulta nada fácil, y yo no tengo sabiduría dado que soy un Juez Rural.
»Recordar que solo administro en el Zoco la Justicia y para ello, necesito de la ayuda que se me pueda dar, por eso siempre me retiro para pedirla y lo hago por medio de la Oración, todos conocéis que cuando lo hacemos nuestro Espíritu se pone en contacto con el Maestro Espiritual que de joven nos está atendiendo.
»Conocéis también que ese Maestro que para mí es SUPREMO, es quien aconseja como es mi caso, en todos los aspectos de la vida en que se le quiera consultar, a mí me aconseja en los Juicios, y me dice lo que tengo que decir, y luego lo único que hago es repetir con palabras lo que se me ha dicho con ideas.
Cuando el Rey escuchó esto, y aunque le había visto en un Juicio al que había asistido disfrazado, no creía que el consejo que recibiera aquel hombre, le pudiera dar una sabiduría mayor de la que él mismo tenía, por ello con guasa le dijo:
―Ve y pide consejo, y mira que sea bueno y que sea diferente al que todos sabemos, pues si no, entonces veremos que quien te da el consejo es tu propia cabeza, y que buscas en la Oración el tiempo que se necesita para pensar porque ya eres anciano.
El juez, se puso colorado y consideró aquello como un insulto y se volvió al Rey y le dijo:
―Señor vos tenéis la fuerza, pero no la razón, si la razón se sostiene por la fuerza seréis odiado y no querido, decidir qué es lo que esperáis de vuestro pueblo, pues si la justicia se hace bajo presión y por la fuerza nadie tendrá sino el resultado del miedo, ¿es eso lo que esperáis?
Todos se quedaron asustados por las palabras que había dirigido al Rey, e incluso el juez, y puso por ello una actitud de sumisión que complació al Rey y este dijo:
―Me parece bien tu comentario, aunque ha sido un poco duro, creo que es justo, en verdad quiero que mi pueblo no me tema, por ello escoge el tiempo que necesites y ya veremos si ese consejo vale la pena el tiempo que perdemos.
El juez Espíritu, vio como el Juez se retiraba de aquel lugar y en un sitio en solitario se ponía a hacer Oración, y así al cabo de un tiempo vio como el que estaba inclinado asentía, y volvía a hacerlo, y así estuvo un tiempo y así se puso sentado sobre sus talones, y con los ojos cerrados escuchaba, cuando terminó de hacerlo, salió de la habitación y se reunió con todos y así el Rey dijo:
―Es tarde, así que como necesitas tu tiempo seguiremos mañana, marchar todos y volver a la segunda guardia ―Y que todos conocían que era la hora en que el sol estaba en vertical.
Por la mañana se reunieron todos, y así el Juez se expresó, primero saludando al Rey y al Consejero de Justicia, y a los otros consejeros que habían acudido, y que ya había varios aparte de los llamados por el Rey, pues enterados de ello y no queriendo quedarse aparte, vinieron por propia iniciativa, y luego saludó a sus compañeros y se expresó así.
―Veréis Señor ―y de dirigió al Rey― aquel que me escucha y aquel que me aconseja también ha escuchado vuestras palabras y me ha dicho lo siguiente:
―Dile a tu Rey que puede cortarte la cabeza porque tiene ese poder, que puede cortarte la lengua porque tiene ese poder, y que te puede vender como esclavo a los Egipcios porque tiene ese poder, pero la voz del Espíritu no puede callarla, si hoy no habla por mi boca, lo hará por la de otro, pues si el Espíritu se tiene que manifestar el poder del Rey no es suficiente para pararlo, y mirar que si quisiera, haría que vuestra propia boca, fuera la escogida para él hablar a través vuestro a los demás.
Todos se quedaron asustados pues sabían de ese poder de los Espíritus, y entendieron que el Espíritu de aquel hombre tenía que ser muy poderoso, para explicar que podía hacerlo, y así allí mismo, delante estaba el que mandaba el Templo o Escuela Espiritual, el cual, al escuchar estas palabras, se asustó y acercándose al Rey le dijo algo en reservado, y el Rey se vio serio y nada dijo hasta que El juez terminó. Entonces tomó la palabra el Rey y dijo:
―Ver que todo esto es nuevo para mí, y que nunca he querido ofender a nadie, ni Espíritu ni a mis súbditos, y tú mismo para mí eres respetado, pues eres anciano y yo mismo te he puesto de Juez, así que sigue con el tema y demos por terminado el asunto.
Entonces El juez, empezó a explicar lo que se le había dicho.
―Veréis, el hombre tiene dos cuerpos, uno Espiritual y otro físico, sabemos muy bien que nosotros vemos y sufrimos con el físico, pero mirar que ninguno de los dos cuerpos los hemos hecho nosotros, por ello voy a preguntar, ¿quién ha hecho los cuerpos?, el físico los padres, ¿y el Espiritual?, ¿quién es aquel que con una disposición del mundo físico puede condenar a algo al cuerpo del mundo Espiritual?, ¿acaso no tenemos la obligación de hacer que nuestro cuerpo no sufra para que el Espiritual encuentre reposo?
El juez hizo más preguntas, pero unas parecían que iban dirigidas a ayudar y otras a condenar, y continuó:
―La Sentencia es la siguiente dependiendo de los casos que voy a presentar. Si los hijos o las personas que tienen a su cargo al de edad se han beneficiado de los bienes que este tuvo durante su vida, deberán acogerlo con amor y prontitud y si así no fuera o si le dieran maltrato, la Autoridad les quitaría al anciano, pero también a los bienes de éste y se los daría a alguien que quisiera acogerlo.
»Si el anciano no tuviera bienes, los hijos no están obligados ni parientes alguno, sino aquel que ha recibido sus beneficios que generó en su vida, si él crio a alguien o él aportó algo, en Justicia será aquel que recibió, el que tiene que devolver cuando hace falta, y en esto incluye al Reino que recibe los impuestos de las personas.
»Ver que como se pueden generar muchos casos, en particular solo voy a referirme a tres, el primero está dicho, el segundo es aquel que tiene hijos y estos no le quieren, porque es un estorbo o quieren matarlo por que ocupa un sitio o porque no tiene la cabeza bien, entonces el Rey, en nombre de la Justicia debería intervenir a través de los Jueces, para escuchar la situación y ponerle remedio.
»Todos los ciudadanos podrán acudir a la Justicia y pedirla cuando se sientan dolidos, y cuando no tengan bienes la Justicia les será gratis, pues los que viven de ella cobran de los impuestos, pero si tienen y quieren justicia la tendrán que pagar, pues no se puede recargar al Reino, por una petición del individuo pudiente.
»Pero ver, que, si un Juez atiende el caso de un anciano que no le quieren en casa, o se entera de por sí, que se les trata mal, le visitará y se enterará y hablará con él y le escuchará, y siempre escuchará también a la familia, pues también los ancianos están mal de la cabeza, y es una realidad que ellos se vuelven raros y egoístas en demasía.
»Pero si ve que es verdad, y que son los hijos, los que no le quieren a su lado y le maltratan o le quieren matar, el Juez determinará que se le cuide bien en otro lugar, y por una familia que le quiera y las costas de la atención y de la manutención irán a cargo de los hijos.
»Aunque los hijos no han recibido bienes, ellos no saben devolver la vida que recibieron del anciano, ni sus molestias cuando eran niños, ni sus noches de no dormir, ni los cuidados tanto cuando estaban sanos, como cuando estaban enfermos, y las veces que les defendieron de forma gratuita y sin pensar que algún día se lo tendrían que devolver cuando él lo necesitara.
»Pero ver que existe el tercer caso, y es la responsabilidad del Reino con aquellos que han estado pagando sus impuestos durante toda la vida, y ahora que ellos necesitan ayuda nadie se la quiere dar, el Rey como Señor de la Justicia tiene que intervenir y socorrer al que le ha ayudado a él de por vida.
»Para ello debería o bien organizar un sistema, por medio del cual se pudieran generar lugares donde tenerlos y cuidarlos con generosidad, lugares especiales, construidos pensando en ellos con sus dificultades, y con buena alimentación y con buenos vestidos.
»Las cantidades que el anciano consuma por sí mismo, como alimentación, limpieza y medicinas, y demás, y por los cuidados de otras personas, que se dediquen a ellos, de forma especial, y que tendrán que ser también remuneradas y con ello exigirles que cumplan bien su trabajo.
»Estas cantidades las tendrán que pagar las Comunidades, pues ellas también han recibido de ese anciano desvalido su trabajo, su cariño y también su ayuda cuando ha sido necesaria, ver cuando ocurre un fuego o cuando unas lluvias de gran tamaño llegan, o cuando son atacadas las Comunidades por bandas de asesinos, entonces ¿quiénes las defiende?, los soldados, sí, pero ellos son insuficientes, lo hacen los que viven en la Comunidad, así pues, esta es DEUDORA.
»Para que esto no sirva de recargo a los impuestos, sería justo que, cuando alguien reciba una herencia de sus mayores aportase a la Comunidad, para cubrir los gastos de quien nada tiene, pagando una parte, un tercio de esta, pues el que lo recibe de por sí nada ha hecho para tener esa riqueza y le ha sido regalada, así que también el regalo revierta entre los que nada tienen.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
Вы ознакомились с фрагментом книги.
Для бесплатного чтения открыта только часть текста.
Приобретайте полный текст книги у нашего партнера:
Полная версия книги
Всего 10 форматов