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Vampiro Géminis
Al principio ella no le habÃa creÃdo, pero su mente cambió abruptamente cuando tenÃa sólo diez años. Ella lo vio luchar contra un vampiro mientras él la llevaba a su casa una noche de la fiesta de cumpleaños de Tasuki. Se habÃa divertido tanto que se habÃa quedado incluso después de que los otros chicos se hubieran ido a casa.
Cuando fueron atacados, habÃa sido muy extraño ver a un hombre de su edad moverse con la misma gracia letal de un guerrero hábil. Lo que era aún más extraño era que el demonio habÃa sido muy real. HabÃa salido corriendo para ayudar a su abuelo y golpeó al monstruo en la espalda con su puño... eso fue cuando habÃa visto por primera vez el dardo del espÃritu. TodavÃa estaba en su mano mientras el vampiro se derretÃa.
Una vez terminada la pelea, Kyoko recordó haber preguntado a su abuelo qué le habÃa atacado. El abuelo Hogo entonces explicó que mientras él era bastante fuerte para luchar contra los demonios, él no tenÃa el mismo poder que Kyoko ni la capacidad de curar tan rápidamente de lesión.
Insistió en que habÃa nacido con un regalo. ParecÃa sentirse orgulloso de haberlo visto durante su vida. Esto llevó a una larga explicación de que el vampiro estaba en realidad detrás de ella, que los demonios la habÃan acosado desde su nacimiento... debido al poder sagrado que ella albergaba en su alma.
No sabÃa por qué las criaturas podÃan usarlo, pero su lujuria por ella sólo se habÃa vuelto más fuerte a lo largo de los años. El abuelo habÃa llegado a la conclusión de que tal vez habÃa sido colocado dentro de ella sólo para atraer a los demonios hacia ella, para poder destruirlos.
Kyoko todavÃa temblaba de repugnancia ante aquella noticia. A veces le hacÃa preguntarse qué más le habÃa estado ocultando su abuelo. Una cosa era cierta... ella no lo habÃa mirado igual desde entonces... tampoco Tasuki, porque Tasuki los habÃa seguido a casa esa noche y era testigo de la pelea. Eso sólo la habÃa vinculado a ella y a Tasuki aún más cerca.
Sacudió el recuerdo de su mente mientras se concentraba en la lucha. Rápidamente decidió que el bocón necesitaba ser el siguiente en morir antes de que de alguna manera descubriera una manera de desnudarla lentamente.
Ella bajó los brazos... fingiendo dolor para que él volviera a ella una vez más. A pesar de su naturaleza generalmente sexual, se preguntaba si todos los vampiros eran pervertidos o si eran sólo los que conoció. Justo cuando él la golpeó y la bajó, ella observó cómo el miedo se reflejaba en sus brillantes ojos. El dardo del espÃritu lo habÃa empalado en el último lugar que habÃa pensado.
Yuuhi silenciosamente miró a su pelea preguntándose cómo una simple hembra humana podrÃa tomar tanto castigo y seguir luchando. Una chica normal no pelearÃa en absoluto. Simplemente caerÃan bajo la esclavitud de los vampiros y harÃan lo que le pidieran. No estaba satisfecho con este desarrollo. HabÃa engendrado a esos tres vampiros en el último año... queriendo saber cómo serÃa tener hermanos.
La única otra familia que tenÃa era su padre... Tadamichi. En los últimos tiempos, la atención del capitán se habÃa vuelto de él... al hermano gemelo que habÃa regresado a la ciudad.
Deseando alejar a su nueva familia de la hÃper vida nocturna de la ciudad y el peligro del conflicto que se aproximaba entre los gemelos, Yuuhi habÃa decidido hacer un viaje fuera de la ciudad, donde su atención se centrarÃa solamente en él.
La ciudad era un lugar crudo para aprender los fundamentos de su clase, y pensó que los suburbios serÃan mejores para probar sus habilidades. La raza de la ciudad de los nuevos vampiros era descuidada, y le recordó nada más que animales hambrientos. Durante su excursión dentro de este pequeño pueblo, en realidad habÃan sido capaces de traer nuevos reclutas. Pero, los vampiros novatos continuaron desapareciendo sin dejar rastro.
Yuuhi al principio creyó que las nuevas media-castas acababan de mudarse... abandonándolo. Pero ahora sabÃa de otra manera. Estaban siendo asesinados uno a uno por nada más que una hembra humana. El niño demonio ocultaba sus emociones mientras veÃa matar a sus hermanos auto-hechos. En el fondo, estaba algo enojado... pero más curioso.
Tal vez esto le quitarÃa la atención a Tadamichi de su hermano gemelo. ¿Le importarÃa que alguien matara a su familia?
Kyoko observó con satisfacción que el último vampiro comenzó a derretirse y ella supo que sólo tomarÃa una hora antes de que los charcos se hubieran ido sin dejar rastro. Se frotó el dorso de la mano sobre la mejilla, dejando un rastro de sangre manchada en su estela mientras ella sacudÃa su mirada hacia atrás para buscar al espeluznante niño.
Yuuhi se trasladó a las sombras donde ya no podÃa verlo. Un sexto sentido le dijo que no querÃa enredarse con la niña en este momento, aunque no apartó los ojos de ella ni de la forma en que sostenÃa con fuerza esa extraña arma brillante en su mano.
Kyoko parpadeó en la oscuridad pensando que era inquietante en muchos niveles que el niño habÃa desaparecido.
"¿Lo asusté?" Se preguntó a sà misma negándose a moverse. Ella miró fijamente el punto donde el niño habÃa estado parado. Minutos pasaron... horas... o tal vez fue sólo un par de latidos. Finalmente soltó su puño cerrado y dejó que el dardo del espÃritu desapareciera... ella se encogió de hombros.
Los labios de Yuuhi insinuaron una sonrisa malvada cuando Kyoko recogió sus libros desechados y comenzó a caminar de nuevo. Se dio cuenta cuando se acercó a los objetos que la rodeaban, su apariencia cambió y cambió hasta que la habÃa pasado... como un halo de magia. Miró los árboles delante de ella. Las copas de los árboles eran como garras negras que llegaban al cielo... pero cuando ella se acercó a ellos, se convirtieron en una cosa de belleza... hasta que una vez más estaba fuera de su alcance.
Su negra mirada se posó sobre ella como si fuera un blanco. Moviéndose por el aire quieto, la siguió. HarÃa una nueva y potente adición a su familia de oscuridad... un regalo para su padre. TenÃa un alto instinto de supervivencia a diferencia de los tontos descuidados que acababa de matar. Incluso ahora habÃa un pequeño rastro de sangre en la acera; Como si la estuviera acosando, pero ella no hizo caso de esto. TenÃa magia dentro de ella y querÃa formar parte de ella... para ver cosas que no habÃa visto desde su vuelta.
*****
El abuelo se paseaba de un lado a otro delante de la ventana preguntándose dónde estaba Kyoko. No era como ella no decirle si iba a salir tarde. Pasó la mano por su cabello blanco y delgado, preocupado. TenÃan un arreglo y se suponÃa que siempre se lo dirÃa antes de ir a buscar a las criaturas del inframundo.
Se giró cuando el teléfono sonó y lo agarró antes de que pudiera despertar al resto de la casa.
Tasuki no habÃa podido sacudir la extraña sensación que tenÃa desde que dejó a Kyoko solo en el estacionamiento. Condujo unos minutos antes de volverse y lo encontró vacÃo. Maldijo en silencio mientras golpeaba su volante con frustración. Haciendo una rosquilla en el estacionamiento, salió de la biblioteca... pero en vez de irse a casa, colocó el lugar de Kyoko.
Cuanto más se sentaba allÃ... más inquietante era hasta que no podÃa evitarlo... tenÃa que llamar. Cuando respondió a su teléfono tan rápido, sonrió. "Gracias a Dios que lo hiciste en casa Kyoko."
"Estás enfermo... ¿lo sabes?" El abuelo volvió a mirar por la ventana mientras sostenÃa el teléfono en la oreja. Alzó una ceja al ver el coche de Tasuki estacionado sólo un par de casas. -¿Llamar a una joven esta vez de noche? ¿Qué eres, pervertido?
Tasuki casi dejó caer el teléfono cuando todo el color salió corriendo de su rostro y luego corrió rápidamente hacia su cuerpo haciendo que sus oÃdos se quemaran. Sólo el viejo podÃa hacerle sentir como un completo idiota a menudo. Cerrando su teléfono celular, continuó mirando la casa de Kyoko esperando que ella llegara a casa. La llamada telefónica comprobó que su abuelo definitivamente no la estaba recogiendo.
Tasuki se frotó las sienes y suspiró cansadamente. Le habÃa mentido... pero ¿por qué? Mirando furiosamente al único objetivo a una distancia sorprendente, golpeó el volante con ambas manos y luego una vez más para una buena medida. ¿Cuándo Kyoko iba a enfrentar el hecho de que podrÃa cuidar de sà mismo? Bueno, tal vez no tan bien como ella podÃa... pero todavÃa lo suficientemente bien para ayudarla a salir en un atasco.
Estaba distraÃdo de su silenciosa protesta cuando oyó un ruido cerca de su coche y estaba a punto de mirar alrededor, pensando que era Kyoko. Sintió algo golpear el costado de su cuello, justo detrás de la oreja, haciéndole inhalar bruscamente mientras las estrellas entraban en su visión.
La cabeza de Tasuki cayó hacia adelante en el volante, haciéndolo frÃo.
Yuuhi llegó a través de la ventana abierta para el joven, pero tiró su mano cuando una chispa de amatista disparó entre ellos. El niño demonio calmadamente miró sus dedos, luego lentamente hacia el joven en el asiento del conductor. No sólo le decÃan que lo querÃa más y la comisura de sus labios se curvaba hacia arriba en el tono de una sonrisa astuta.
Al oÃr pasos lejanos, se alejó del coche y miró por la calle sintiendo su cercanÃa. Volviendo a la oscuridad de nuevo, Yuuhi esperó.
Abuelo colgó el teléfono con una amplia sonrisa. Le dio unos golpecitos en la barbilla mientras se preguntaba si Tasuki iba a tener suficiente nervio para tomar la virginidad de Kyoko. HabÃa leÃdo en los rollos antiguos que mientras la sacerdotisa fuera virgen, ella serÃa un objetivo aún más grande para los demonios. Pero hasta ahora, se negó a decirle a su nieta que tuviera relaciones sexuales. Sólo deseaba que Tasuki se diera prisa y llegara a la pubertad o algo asÃ.
Al ver el movimiento desde abajo, enfocó sus viejos ojos en el coche de Tasuki... preguntándose si el chico iba a crecer un juego de pelotas y salir. HabÃa algo fuera de la puerta del lado del conductor, pero era demasiado pequeño para ser Tasuki, y era demasiado rápido para decir lo que era. Su atención fue tomada por otra sombra al otro lado de la calle cuando se acercó.
Sus cejas se juntaron cuando sus heridas aparecieron a la vista. ¿En qué se habÃa metido? Algo apareció detrás de ella y su mirada se clavó en ella.
Cuando Kyoko caminó delante de la casa, las luces del detector de movimiento se encendieron y ella miró hacia la ventana y saludó a su abuelo. Cuando no retrocedió, notó la expresión de su rostro y la amplitud de sus ojos. Estaba mirando directamente detrás de ella.
"Bueno... eso es espeluznante". Se inclinó un poco y se quedó boquiabierta al ver al misterioso muchacho, pero a un par de metros de ella. Estaba inmóvil como una estatua en medio de la calle. La única vida dentro de él era su pelo rebelde de plata soplando en la brisa nocturna. Apretó los dientes por su descuido... -¿Cómo pudo haber sido tan estúpida?
Yuuhi podÃa oler su pánico y se sorprendió por la rapidez con que fue reemplazado por la ira de miedo. Su mirada se elevó curiosamente hacia el anciano abriendo la ventana del piso de arriba. ¿Lo estaba protegiendo? Dejó que su mente vagara por toda la casa y detectara dos fuerzas más de la vida... una era una niña. Volviendo su mirada a la niña, Yuuhi se preguntó si el niño era su hermano. Ella habÃa llevado a sus hermanos... serÃa justo que él tomara el suyo.
"Ni siquiera pienses en eso", advirtió Kyoko, viendo su interés en su casa. Sus ojos se estrecharon con determinación mientras el dardo del espÃritu se formaba en su palma.
Una luz perversa apareció dentro de su puño y algo Yuuhi no habÃa sentido en más de quinientos años barrió su cuerpo sin vida... miedo. Sus ojos de ébano se fijaron en los suyos; Sabiendo si intentaba llevarse a su hermano... morirÃa esta noche.
La mente de Kyoko se aceleró al darse cuenta de que habÃa llevado al pequeño demonio directamente a su propia casa. HabÃa puesto a toda su familia en peligro y eso era algo que siempre habÃa evitado a toda costa. PodÃa sentir la inquietud del muchacho extendiéndose hacia ella, mientras permanecÃa silencioso e inmóvil. En apariencia... parecÃa tener la misma edad que su hermanito Tama. Aunque, ella podÃa sentir que era mucho mayor que eso, el demonio más viejo que habÃa tenido la desgracia de encontrar.
"Le diré que te he encontrado" susurró la voz sin emoción del niño, como si acabaran de compartir una larga y pacÃfica conversación.
Al oÃr que la puerta se abrÃa de golpe, Kyoko rápidamente miró por encima del hombro y gritó: -¡Vuelo, vuelve a entrar!
Ella levantó su arma y se volvió al demonio listo para pelear, sólo para gritar porque el niño ya no estaba allÃ. No sabÃa cuál era el pensamiento que más la arrastraba. Verlo... o saber que existÃa y no verlo.
Cerrando los ojos, Kyoko dejó que su fuerza vital se extendiera en busca del hielo de su aura. Sin sentir nada... dejó escapar un aliento tembloroso sabiendo que todo habÃa cambiado... y todo en un instante. La única cosa que se habÃa prometido a sà misma que no harÃa... fue poner a su familia en peligro.
Sintió una pesada mano caer sobre su hombro y rápidamente se volvió... arrojándose a los brazos de su abuelo. "Lo siento... ¡lo siento mucho!" Las lágrimas brotaron a sus ojos de esmeralda. "Ãl sabe dónde vivo... él lo dirá".
El abuelo envolvió sus brazos alrededor de ella sintiendo la pesadez de la pérdida dentro de su pecho. TendrÃa que trasladar a la familia a su otra casa cerca del santuario sagrado antes de que terminara el fin de semana. Ellos estarÃan más seguros allà donde el suelo fue bendecido. Esto ya habÃa sido el plan si algo asà ocurrió. Sus ojos se entristecieron al saber que Kyoko no vendrÃa con ellos. La perderÃan.
Ãl la sujetó con fuerza mientras le hacÃa la única pregunta a la que ya conocÃa la respuesta. "Les llevaré a casa Kyoko, pero ¿qué harán?"
"Dime adiós" sollozó Kyoko, y luego volvió a desesperar a su interior-. Dejó que el maravilloso entumecimiento se agarrara sabiendo que tenÃa mucho que hacer antes del amanecer.
El abuelo lentamente la dejó ir y miró como ella entró en la casa antes de que él dio vuelta y comenzó ir hacia el coche de Tasuki. Lanzó un suspiro, sabiendo que tendrÃa que asegurarse de que el niño estaba bien.
Al ver que ese chico amante estaba inconsciente, murmuró: "Tú siempre fuiste más problemático de lo que valÃas". Abrió la puerta y empujó al chico hacia el otro asiento, casi sonriendo cuando la cabeza de Tasuki golpeó la ventanilla del pasajero.
"Parece que soy el que está atrapado llevándote a casa", murmuró el abuelo. -Por lo menos antes de que Kyoko se entere de que te has desmayado. Esta vez el hombre mayor sonrió. -No podemos permitir que Kyoko sepa que te has hecho daño o ella no te llamará si ella te necesita. Empezando el coche, se bajó por la calle deseando apresurarse y regresar a su nieta.
*****
A la mañana siguiente, Tasuki se despertó con un sobresalto, sacudiéndose en la cama de una pesadilla que no querÃa recordar. Algo estaba mal en más de una forma... él lo sabÃa. Agarrando el teléfono al lado de la cama, golpeó el dial de velocidad apretando la mandÃbula cuando su abuelo contestó.
"Necesito hablar con Kyoko." Su voz era casi manÃaca mientras su agarre se apretó en el receptor. No recordaba haber venido a casa anoche... ¿qué habÃa pasado?
Imitando el estado de ánimo de Tasuki, el apretón del abuelo se apretó en el teléfono cuando el taxi se detuvo frente a la casa. Kyoko le habÃa hecho prometer que no le dirÃa a Tasuki ni a nadie a donde fuera. Era la única forma de protegerlos. Eso fue una vergüenza.
Su voz era más suave y más cansada de lo que habÃa sonado. "Lo siento Tasuki. Kyoko ya no vive aquà y no hay dirección de reenvÃo. "Realmente fue una vergüenza.
Tasuki escuchó cuando la lÃnea se apagó... oyendo su propio latido del corazón sobrepasar el sonido. Kyoko le habÃa dicho una vez que si algo salÃa mal con los demonios, entonces ella desaparecerÃa. -No. -La palabra salió corriendo de él mientras sus ojos tomaban la más sorprendente sombra de amatista.
"¡MALDITA SEA!" Gritó y tiró el teléfono por la habitación. Cubriéndose los ojos con las manos, se echó hacia atrás contra las exuberantes almohadas mientras sentÃa que su corazón se fracturaba y sangraba dolorosamente.
Descubrió sus ojos después de unos minutos... el color amatista dentro de ellos todavÃa no se habÃa desvanecido. Tasuki decidió que esperarÃa su tiempo. Sólo porque el anciano le dijo que Kyoko no dejaba una dirección de reenvÃo... no significaba que ignorara a dónde iba.
Inconsciente para él, el personal de Tasuki se mantuvo encerrado en su caja por la cama comenzó a brillar siniestramente.
*****
Kyoko abrió la puerta del taxi pero se volvió hacia la casa cuando su hermano menor vino corriendo por los escalones y cruzando el patio. Ella lo abrazó mientras él la atacaba... apenas manteniendo sus pies.
-¡No quiero que te vayas! -gritó, poniéndole la mano en la camisa-.
Kyoko sonrió... sabiendo que estaba haciendo lo correcto. Ella lo amaba tanto que tomó la decisión de dejar el dolor interior. "Volveré a verte pronto, y una vez que la escuela haya salido, te prometo que puedes venir a la ciudad a visitarme. Pasaremos tantos tiempos juntos que será como si nunca me fuera. "Ella levantó la vista para ver la mirada de sus madres con la suya.
La señorita Hogo apartó a Tama de su hija con una sonrisa comprensiva. "Vamos a tener su habitación lista y esperando por usted. ¿No vamos Tama? "Ella rozó las lágrimas de su mejilla mientras él asintió, luego miró hacia atrás a Kyoko. "Mira, todo estará bien".
Mirando a la casa por última vez, Kyoko pudo ver a su abuelo en la ventana de arriba. Ella le hizo una seña y le dio una sonrisa que casi le dolió las mejillas... luego subió al taxi. Si ella se marchaba de casa a causa de los demonios, entonces ella iba a invadir su casa y limpiarlos uno a uno.
"A la ciudad por favor", dijo Kyoko al conductor y se negó a mirar hacia atrás.
*****
En el corazón de la ciudad, Hyakuhei estaba en un estado de semi-sueño cuando oyó la voz de su hermano gemelo que le llamaba. No sabÃa abrir los ojos porque no servÃa. Su hermano no estarÃa allÃ... asà que él simplemente inhaló agudamente y escuchó la oscuridad.
-¿Asà que mi hermano menor todavÃa se niega a unirse a mÃ? La voz contenÃa un toque de anhelo mezclado con ira.
Hyakuhei abrió los ojos y pasó una mano por su largo pelo de ébano. Sin decir una palabra en voz alta, respondió a la intrusa voz. "¿Hermano más joven? Somos gemelos Tadamichi, tú no eres mejor que yo.
La voz de Tadamichi se endureció, "Los gemelos son iguales... ¿somos iguales? Además, soy el primer nacido... asà que eso te hace el más joven. "
Al sentarse, Hyakuhei dejó caer las sábanas de su cuerpo desnudo mientras se deslizaba de la cama. Era como Tadamichi para torcer los acontecimientos a su gusto. -No, no somos iguales... tan suficientes con los enigmas. -Se encogió de nuevo y luego rodó los ojos cuando la lámpara de la mesita de noche a su lado se hizo añicos-. TendrÃa que aprender a mantener su temperamento bajo control o todo lo que le rodea serÃa destruido. Supuso que era su castigo por perder la paciencia con su hermano.
"No te odio" gruñó Hyakuhei como intentando convencerse a sà mismo-.
"Qué generoso de vos" la voz de Tadamichi tomó un sonido melancólico como si no creyera en la confesión. "La última vez que estuvimos dentro del mismo reino... nos matamos unos a otros. Tales actos sin sentido para los inmortales... ¿no crees? Hubo una pausa antes de continuar. "Una vez terminado el destierro, como un hermano fiel... esperé a tu regreso".
"Estamos destinados a estar solos", dijo Hyakuhei con la mentira. SabÃa que su hermano ya no estaba solo... Tadamichi se habÃa asegurado de eso.
PodÃa oÃr la risa silenciosa de su hermano. Le hacÃa preguntarse si no habÃa sido un error pensar que podÃa volver a enfrentarse a la malvada familia que su hermano habÃa creado en su ausencia. La única manera en que él y su hermano eran iguales era que no les gustaba estar solos... aunque tenÃan dos formas completamente diferentes de corregir ese problema.
"SabÃa que volverÃas... aquà donde la noche nunca es oscura... aquà donde nunca estarás solo entre tantos humanos y los niños que he creado para nosotros." La voz de Tadamichi se habÃa convertido en un deseo.
Hyakuhei entró en el cuarto de baño, girando la ducha y girando para mirar al espejo. Ninguna reflexión lo miró de nuevo, asà que se imaginó el rostro de su hermano... su propia cara mientras respondÃa. -No quiero tener nada que ver con las abominaciones que has engendrado. Se echó hacia atrás en la ducha mientras rasgaba el vÃnculo para que no tuviera que escuchar la voz embrujada de su hermano por más tiempo.
No... no habÃa vuelto a su patria para unirse a ellos como una retorcida reunión familiar. Su hermano era el más destructivo de todos los demonios y los niños que él crio eran inquietantes por decir lo menos. Aquellos niños que ahora desovan a otros y sus números crecÃan como la peste negra.
Hyakuhei colocó sus manos en las paredes de cerámica de la ducha... dejando que el agua caliente recorriera su piel congelada. ¿Qué le importaba? La última vez que habÃa intentado impedir que su hermano infestara al mundo humano con demonios de raza, habÃa terminado en sus dos muertes... una muerte falsa que tomó siglos para levantarse.
Su castigo por ese crimen fue el destierro de los demás y de este mundo de los humanos. Se habÃan convertido en sombras que recorrÃan el reino entre reinos... echando sólo las sombras de la soledad. Eso habÃa terminado hace más de un siglo. Sin embargo, se habÃa mantenido alejado de su gemelo. Incluso desde las tinieblas del otro lado del mundo, habÃa oÃdo a esta ciudad llamándolo hasta que ya no pudo luchar contra la convocatoria.
Su hermano tenÃa razón en una cosa... estaba exhausto por estar solo. Pero ahora que estaba en casa, podÃa oler la mancha de los pecados de su hermano que asolaban la tierra. Verdaderos demonios de la sangre que él podrÃa acatar, pero la violación de la ciudad por los vampiros semejantes que el desove habÃa creado... era provocadora.
Su hermano gemelo se mantuvo bajo tierra la mayor parte del tiempo dentro de las lujosas catacumbas que habÃan compartido una vez durante la época medieval... sólo para resurgir de vez en cuando, el tiempo suficiente para traer a otra vÃctima al doblez mortal.
Hyakuhei miró hacia arriba en la cascada de la ducha... tratando de evitar que su rabia se escapara, pero supo su fracaso cuando oyó el espejo del baño quebrarse.
Tadamichi lo habÃa acusado de ocultarse lejos del mundo, pero eso no era cierto.
"Es Tadamichi quien ha elegido ese camino", pensó sombrÃamente. No puede ver la destrucción que está causando. La noche ya no es oscura ni silenciosa. Hyakuhei apagó la ducha y salió, sin molestarse en envolver una toalla alrededor de su forma esbelta. En lugar de eso, agarró el suave paño negro y comenzó a secar su largo cabello de ébano. En unos instantes estuvo vestido y listo para la noche.
Caminando hacia su ventana en la sala de estar, se sentó en el alféizar y miró hacia su vista.
Hyakuhei sonrió con su propio humor oscuro y miró al lado del edificio opuesto.
"La oscuridad está viva con los demonios Hermano. Esta ciudad con sus altos muros lo ha hecho asà ", reflexionó en voz alta.
*****
Yuuhi reapareció dentro del área del centro de la ciudad minutos antes del amanecer. Ya podÃa sentir el calor del sol sobre su piel y acelerar su paso hacia el Grand Hotel, en el centro de la metrópoli. Bajo los masivos establecimientos de cinco estrellas escondidos del mundo estaba la vivienda subterránea de su padre. Era tan hermoso debajo de la tierra como lo que albergaba a los humanos de arriba... su padre habÃa dispuesto que fuera asÃ.