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Lluvia De Sangre
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Lluvia De Sangre

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–Storm se lo llevó —le dijo Ren, como si no le importara.

No hizo nada por separarse, lo que aprovechó ella para separarse de entre él y la ventana. Él se quedó mirando la huella ensangrentada de la mano en la ventana y luego se giró para mirarla de nuevo.

–¿Se lo llevó a dónde? —susurró Lacey, que ahora le daba la espalda. Ella sintió un escalofrío casi imperceptible cuando él se acercó por detrás.

Ren hundió sus labios en su oreja mientras susurraba con voz ronca: —Creo que Hades es precioso en esta época del año. Tal vez Storm lo teletransportó hasta allí para pasar unas agradables y largas vacaciones.

–Probablemente lo llevó al castillo —corrigió Lacey, en un tono un poco alto mientras se giraba para mirarlo de frente y evitar que volviera a hacerlo. Mierda, lo que había hecho casi hizo que se le doblaran las rodillas. —Podría habernos teletransportado a nosotros también —murmuró, sintiendo que sus mejillas ardían mientras se preguntaba si Storm habría visto como atacó sexualmente a Ren y decidió no interferir.

–¿A qué viene tanta prisa? —preguntó Ren, que aún no quería que ella volviera con su amante muerto. Él ocultó sin éxito una sonrisa sabiendo que podía convertir ese pensamiento en realidad tantas veces como quisiera considerando que el imbécil sería tan tonto como para revivir una y otra vez.

Lacey miró hacia el suelo, y casualmente volvió a ver a Gypsy y Nick una vez más. Sintió que sus mejillas se volvían a incendiar. —Aquí sólo hay una cama y creo que está ocupada. Además, quiero asegurarme de que Vincent está a salvo.

–Vincent está bien —dijo Storm, y teletransportó a los dos a la misma oficina del castillo antes de que pudiera terminar la frase. Él se volvió a teletransportar rápidamente detrás del escritorio para no estar tan próximo de la ira de Ren por haber sido interrumpido. No era culpa suya que Vincent se hubiera quedado dentro de la zona de peligro sin mostrar ningún miedo.

–Veinticinco minutos y trece segundos —dijo Vincent, mirando fijamente a Ren.

–¿Qué? —preguntó Ren, sintiendo como se enfurecía ahora que volvía a ver al mismo idiota.

–Ese es el tiempo que me lleva revivir después de romperme el cuello —dijo Vincent sonriendo—. Lamento haber acabado con tu curiosidad.

–Ren no estaba actuando como él mismo —dijo Lacey, interponiéndose entre ellos, pero el hecho de que le diera la espalda a Ren hizo obvio a quién estaba buscando.

Vincent vio como Ren esbozaba una maliciosa sonrisa, lástima que Lacey no pudiera verla. Eso le gustaba, sabía cómo manipular cuando tenía la oportunidad. —Supongo que Ren no actúa como si mismo bastante a menudo, sabiendo que es un súcubo mientras pasa el rato en una ciudad infestada de jodidos demonios. Yo no me fiaría de él en absoluto.

–Bueno, qué pena, ya que esta noche ha ayudado a salvar nuestras vidas —insistió Lacey.

–No necesito a nadie para que salve mi vida, ¿o has olvidado mi pequeña discapacidad? —tronó Vincent, acercándose para poder observarla. Se quedo mirando como sus labios se entreabrían para inspirar con fuerza e inmediatamente se arrepintió porque sabía exactamente cómo herirla profundamente.

Su semblante se suavizó cuando ella extendió la mano como si fuera a rozarle la mejilla, pero el sonoro golpe resonó por toda la habitación e hizo que pusiera mala cara de nuevo. Bien, tal vez se lo merecía, aunque no podía entender por qué.

–Eso es por matarte delante de mí, idiota insensible —dijo Lacey ásperamente, y después añadió en voz más alta—, y sólo porque tú no lo recuerdes no significa que yo te perdone.

–Tomo nota —respondió Vincent con sarcasmo cuando Lacey se giró sobre sus talones y se dirigió hacia el escritorio donde estaba sentado Storm.

Lacey puso las manos encima de la mesa e inclinándose susurró a Storm. —Lo siento, se suponía que no dijera nada sobre eso, ¿verdad?

Storm trató de mirarla a los ojos, pero aun así podía verle a través del escote casi todo su pecho cuando se inclinó hacia adelante con el seductor vestidito que él había elegido para ella. A veces se superaba a sí mismo.

–Alguien tenía que contárselo tarde o temprano —respondió, y se teletransportó junto a ella, pero ahora frente a los otros dos hombres. Se frotó la barbilla para ocultar una sonrisa cuando Lacey giró lentamente la cabeza para mirarlo sin levantarse desde su seductora posición. —Ren, ¿qué tal si completamos la base de datos de la tarea de esta noche?

Ren estaba de repente detrás del escritorio, cosa que sorprendió a Lacey e hizo que ella levantara la mirada para descubrir que no la estaba mirando a la cara. Ella, confusa, bajó la mirada y luego se dio cuenta de lo que él estaba mirando era a sus pechos. Evitando ruborizarse, le dedicó una sonrisa maliciosa antes de levantarse lentamente y darle la espalda.

Storm arqueó una ceja a modo de sorpresa cuando Ren se giró para mirarle de manera acusadora. Ese pequeño regalo para sus ojos no era culpa suya, al menos había sido muy placentero. Volvió su atención hacia Vincent, que seguía de pie pensativamente acariciándose la barbilla y mirando a Lacey.

–No quiero hablar de ello —le informó Lacey, terminando el interrogatorio incluso antes de que pudiera empezar.

Vincent levantó sus manos en señal de rendición —De acuerdo.

–¿Aceptaste unirte al EIP? —preguntó, suavizando su voz. Tratando de no prestar atención al hecho de que sus mejillas se habían enrojecido debido a su mal genio.

–Creo que sí, mi amor —respondió Vincent, sabiendo ahora que Storm le había pillado en eso. Obviamente en absoluto había estado en peligro y si fuera así, el Caminante del Tiempo lo habría sabido enseguida.

–Escucha, ya te dije que ella estaba bien —se defendió Storm encogiéndose de hombros cuando Vincent lo miró con preocupación.

–¿Cuál es la trampa? —preguntó Vincent, menos molesto por haber sido engañado para hacer un trato que lo uniera a un legendario Caminante del Tiempo y a la escurridiza organización EIP.

–Debes tener un socio —respondió Lacey rápidamente, recordando el razonamiento detrás de la regla.

–¿Te estás ofreciendo? —dijo Vincent sonriendo con satisfacción, haciendo que cada minuto que pasaba le gustara más el trato.

–No —respondió Ren—. Ella es mía.

Lacey pestañeó ante el tono posesivo de la voz de Ren, pero no lo desmintió. Miró hacia Storm con curiosidad. —¿Alguna vez ha habido un trío?

No se dio cuenta de lo erróneo de la pregunta hasta que notó que la ceja derecha de Vincent se alzaba y a la vez oyó un gruñido ronco que provenía desde atrás.

–Oh cielos, dejarlo estar ya, par de pervertidos. No me malinterpretéis, y vosotros lo sabéis muy bien—insistió Lacey, cruzando los brazos sobre su pecho. Pestañeó de nuevo intentando parar todo tipo de vulgares pensamientos que de repente intentaban convertirse en imágenes y llenar su pequeña y obscena cabeza.

Storm se frotó la cabeza tratando de no reírse. Alguien tenía que rescatarla, y parecía que iba a tener que ser él. —A veces los equipos del EIP salen juntos en grupos, pero incluso entonces, tienes a esa persona especial a la que cuidas, y viceversa. Resulta que conozco al compañero provisional perfecto para Vincent, ya que resulta que el compañero de esa persona está desaparecido en acción en este momento.

–Bueno, no parece que esta persona haya vigilado muy bien a su último compañero, pero ahora sí —señaló Vincent, sintiéndose un poco sarcástico y sin importarle lo que pensaran de él. Frunció el ceño a Lacey preguntándose cuándo se había encariñado con ella. El hecho de que se hubiera puesto rojo cuando Ren había anunciado audazmente «ella es mía» no era una buena señal.

–Es difícil mantener los ojos en un metamorfo que ha cambiado a modo invisible. Estoy seguro de que Trevor está por aquí en alguna parte, pero en qué forma, ni siquiera yo lo sé —se defendió Storm.

–Un metamorfo, ¿de verdad? —preguntó Vincent, sintiendo que estaba de repente en una tienda de dulces paranormales con todo tipo de sabores exóticos. Entendía que los verdaderos metamorfos no eran fábulas, pero los demonios del anillo de ladrones habían estado buscando uno desde siempre y nunca habían tenido éxito en localizar tal enigma.

–¿Lo vas a poner con Chad? —preguntó Ren, aunque realmente no estaba en contra de esa idea, si eso lo alejaba de Lacey.

–Piénsalo, ambos parecen tener la misma aflicción —señaló Storm, sabiendo que Ren atraparía el significado oculto.

–¿Quieres decir que tiene una obsesión por la muerte? —dijo Vincent que puso mala cara ya que era la aflicción que a Storm le acusaba de tener. Ignoró la intensa mirada de Lacey. Odiaba cuando hablaba de morir como si no fuera gran cosa. —Si ibas a ponerme con un demonio, ¿por qué no me dejaste con los demonios a los que ya estoy acostumbrado?

–Chad es cien por ciento humano, pero Storm tiene razón. Fue asesinado recientemente, apuñalado en el corazón. Ren hizo una pausa, viendo la mirada de advertencia de Storm y en secreto se metió en los pensamientos de Storm para descubrir solamente que no debía decir una sola palabra sobre el Caído, ni sobre Kriss, ni sobre Dean. Tuvo que concentrarse para mantener una cara seria mientras ataba los cabos.

Volviendo toda su atención hacia Vincent, Ren continuó. —Chad está otra vez en marcha y sigue siendo tan humano como tú. Hasta ahora, Chad sólo ha muerto una vez y eso fue en contra de su voluntad, así que no lo llamaría una obsesión.

–La próxima vez que muera puede que siga muerto, o no —dijo Storm—. De cualquier manera, no puedo contar el final.

–Sí, claro —dijo Vincent, viendo que su sarcasmo no había funcionado.

–No está mintiendo —insistió Lacey, acercándose a Storm—. Si le dice a alguien lo que va a pasar en el futuro o incluso lo insinúa, empieza a sangrar por heridas que ni siquiera podemos ver.

Se volvió para mirar a Storm y le tocó tiernamente la parte superior del brazo. —Yo lo he visto —dijo con tristeza—. Rompiste la regla y sangraste por mí. Esas cosas horribles me atravesaron durante toda la noche. Estaría muerta ahora mismo si no hubieras avisado a Ren de lo que se avecinaba.

Storm trató de evitar que le brillaran sus ojos por su amor a Lacey cuando ella le tocó suavemente, pero la amaba tanto que fue difícil. —El que estés aquí ahora hizo que valiera la pena cada gota que sangré —dijo honestamente, antes de levantar su mirada para fijarla en Ren—. Además, las consecuencias de tu muerte son una putada y eso es fácil de adivinar ya que no ocurrió.

–Pero obviamente sucedió y lo borraste.

Lacey sonrió adorablemente hacia él y se apretó contra él abrazándole con muchas ganas. —Ren y tú elegisteis salvarme —rectificó antes de retroceder para mirar a Vincent—. Si Storm te quiere junto a Chad, probablemente tiene una muy buena razón para ello.

Vincent se serenó, entendiéndolo de repente. Estos dos poderosos hombres podían proteger a Lacey mucho mejor que él, ya lo habían demostrado. ¿Quién era él para quitarle esa seguridad?

Suspirando dramáticamente, pestañeó hacia ella. —Bien, me has convencido. Ambos podemos ser fans del Caminante del Tiempo. Dejó a propósito el nombre de Ren en la lista de fans porque no le convencía del todo que el grandote fuera su novio, sólo un maldito buen guardaespaldas.

Ren ignoró el hecho de que podía oír los pensamientos de Vincent, alto y claro. Para mí, ya había ganado la batalla por el mero hecho de que Lacey no había rogado ser la compañera de Vincent.

–¿Así que, estás de acuerdo en formar equipo con Chad? —preguntó Lacey sonriendo feliz. No podía seguir enfadada con Vincent incluso si la pagaran, no cuando lo adoraba tanto. Se estremeció cuando la enorme pantalla del monitor de la pared de la derecha de repente estalló en pedazos y saltaron chispas por todas partes.

Ren se frotó el caballete de la nariz y miró el monitor roto por un tiempo y luego usó sus poderes para arreglar rápidamente el daño que acababa de hacer.

Vincent lanzó una suspicaz mirada hacia Ren antes de devolverle la sonrisa a Lacey. —Seguro, yo lo único que sé, es que a Chad le arañó el gato de un demonio y ahora tiene nueve vidas, bueno, ocho vidas —corrigió encogiéndose de hombros—. Supongo que le puedo enseñar.

Se acercó a Lacey y le paso el brazo sobre los hombros sin ningún temor y luego se giró hacia Storm. —Entonces, ¿qué es lo que hace Chad exactamente para el EIP?

–Chad es un policía de alto rango, aunque es el único policía humano que queda en la ciudad. Como muchas de las llamadas al 911 están siendo, por decirlo de alguna manera, un poco extrañas, hemos tenido que llenar la ciudad de policías paranormales, además de infiltrarnos entre los trabajadores de los servicios de rescate, hospitales y bomberos —respondió Storm.

–Es comprensible —asintió Vincent, haciendo en silencio los cálculos de cuántos paranormales se necesitarían para hacer un truco como ese en toda la ciudad—. Después de la estampida que presencié esta noche a las afueras de La Cerveza de la Bruja, es un milagro que los humanos no caigan como moscas.

Storm se estaba quedando exhausto de entrar y salir de la habitación rápidamente para que nadie notara lo que estaba haciendo. Afortunadamente, Ren estaba demasiado ocupado para notar su cansancio, pues se concentraba en que Vincent tocaba de nuevo a Lacey.

Storm continuó con el mismo tema: —Es gracias a los esfuerzos combinados del EIP que las víctimas humanas se han mantenido al mínimo, pero incluso así, los depósitos de la ciudad están desbordadas. Los demonios están tratando de mantenerse fuera de nuestro radar, pero no me malinterpretes, es un trabajo muy peligroso pero perfecto para ti.

–Sí, lo peor que puede pasar es que te maten dolorosamente, continuamente —dijo Ren, haciendo que sonara como algo divertido. ¿Quién iba a saber que podía llegar a ser tan mezquino?

–Oh, creo que se me ha puesto la carne de gallina, inténtalo de nuevo con algo más duro —respondió Vincent a la puya con un tono aburrido.

Storm interrumpió la guerra verbal antes de que se convirtiera en la primera muerte dolorosa de Vincent como miembro oficial del EIP. —Con tu experiencia en diferentes tipos de demonios y sus debilidades, serías de gran ayuda. Y no te preocupes, tendrás un arsenal de armas y no hablo de las habituales de la policía, tenemos el tipo de armas que le arruinan el día a un demonio.

Lacey miró a Ren cuando Storm mencionó las armas. La verdad era, que ella estaba mirando a la mejor arma, pero después de lo que pasó en La Cerveza de la Bruja, comprendió que él también era la jodida bomba inestable que podía acabar con todos si perdía el control. Recordando cómo le había devuelto el control, se sonrojó y miró hacia otro lado.

–Pero no olvides —recordó Storm a Vincent—, tu trabajo número uno es mantener a Chad a salvo hasta que Trevor salga de su escondite. Si te descuidas y te saca un demonio, eso dejaría a Chad sin apoyo hasta que revivas de nuevo.

–Hablando de armas —dijo Vincent mientras le sonreía a Storm—. Una vez que el trabajo de niñera esté hecho, sugiero que tú y yo unamos fuerzas y vayamos a recuperar algunos objetos muy singulares que conozco, cosas que los demonios han escondido.

–¿De verdad crees que vas a formar equipo con Storm? —preguntó Ren, levantando una ceja, sintiendo ganas de nuevo de destrozar a tiras a Vincent.

Lacey se incomodó otra vez al escuchar los celos en su voz. El hombre parecía tener una vena posesiva muy grande y obviamente no quería compartir nada con Storm.

–Tacaño —le acusó.

Ren se encogió de hombros y dijo: —Me sorprende lo mucho que se cree este novato.

Lacey puso ojos de asombro. —Oh, venga no le hagas casos, ¿cuántos años tienes, cinco? —Se alejó de Vincent y se acercó a Ren, estudiando su cara para poder ver cualquier señal de que su estado de ánimo mejoraría y probaría que su teoría era correcta.

–Soy mucho más viejo que tú —se burló Ren, con una amplia sonrisa ahora que Vincent se había quedado solo.

–Hiciste que el calentador de agua se rompiera mientras estaba en la ducha —respondió Lacey juguetonamente, ahora que tenía la prueba de que en su cercanía ella se sentía mucho mejor—. Así que mentalmente, eres mucho más joven que yo.

–¿Quieres que vayamos a conocer a Chad? —preguntó Storm, tratando de distraerlo para que no se metiera en problemas. Lacey estaba aprendiendo rápidamente como calmar el lado oscuro de Ren, pero Vincent era mucho más lento en captarlo.

–¿Es seguro dejarlos solos? —susurró Vincent, y luego levantó la voz para que le prestaran atención—. Por cierto, estoy casi seguro de que soy mayor que vosotros y los dos estáis castigados, aunque podría dejar que Lacey se lleve unos azotes, si quiere jugar limpio. Le sonrió tímidamente cuando se giró y después le miró directamente a los ojos.

Storm rápidamente se acercó y teletransportó a Vincent fuera de peligro, cuidándose mucho de recordar bien la expresión del rostro de Ren. Tal vez haría un viaje especial de vuelta con una cámara mientras estaba allí.

Ren parpadeó al no poder evitar mirar el extraño destello de luz que apareció delante suya. Y en lugar de agarrar al idiota que quería, terminó dando manotazos y mirando como un pedazo de papel revoloteaba delante de él. Lo atrapó en el aire con un gruñido frustrado.

–¿Qué es esto? —preguntó Lacey, complacida por el hecho de que Storm había desaparecido una vez más con Vincent. Al menos confiaba en que Storm lo mantendría sano y salvo.

–Parece que tu excompañero va a estar fuera de tu alcance por el resto del día —dijo Ren poniendo una cara triste, cuando la nota se desvaneció de repente y fue reemplazada por una imagen de su cara enrabietada—. Ja… Ja. Últimamente Storm estaba de muy buen humor. Sonrió con maldad cuando la imagen se convirtió en polvo deslizándose entre sus dedos.

Ren giró la cabeza para mirar a Lacey y notó que sus ojos brillaban de buen humor. Ella seguía mirando su mano donde acababa de estar la foto.

–Te gustó eso, ¿verdad? —preguntó él arqueando una ceja. Se le estaba haciendo difícil continuar enfadado. Ella asintió con firmeza, de una manera tan tierna que no podía seguir enfadado con ella.

Capítulo 3

—Necesito quitarme esta ropa —dijo Lacey, mirando el vestido de fiesta que aún llevaba puesto. El vestido era muy bonito cuando se lo había puesto al principio de la velada, pero después de la espantosa noche que había tenido, estaba sucio y rasgado en varios sitios, por donde habían atravesado esos demonios.

Una onda expansiva de intensa necesidad sexual la golpeó con fuerza y Lacey se volvió a mirar con sorpresa la cara de Ren que tenía una expresión muy seria. ¿Eso había salido de ella, o de él? —Ella no había pensado en sexo cuando mencionó que quería quitarse la ropa, pero maldición, ahora eso sí estaba en su cabeza.

–Y obviamente otra ducha fría —añadió, poniendo la palma de su mano contra los músculos tensos de su estómago. Nunca había sido tímida a la hora de hablar de sexo y no iba a empezar a hacerlo ahora. —¿Estoy extrayendo esta necesidad sexual de ti?

Ren prácticamente dejó de respirar cuando se imaginó sacándole el vestido y dejándolo resbalar por el suelo, y luego levantando su cuerpo desnudo sobre el escritorio que había detrás de ella. No pudo más que pestañear por la directa y evidente pregunta. La respuesta fue un rotundo SÍ. Ella sabía exactamente lo que Nick y Gypsy habían estado haciendo en el refugio antiaéreo, pero nunca se le ocurrió que ella también sería capaz de aprovecharse de sus emociones o deseos.

Esperemos que ella sólo haya recibido una fracción de esa habilidad o no duraría mucho en este castillo. Se recordó a si mismo el preguntarle más tarde a Guy si podía crear algún tipo de hechizo o encanto para ella, y que pudiera atenuar esa habilidad, pero por ahora, al menos podía decirle la verdad.

–Este castillo está lleno de paranormales con emociones intensas —le dijo, tratando de controlar las suyas. El sentir que ella estaba necesitada ahora mismo no ayudaba y estaba causando un efecto de búmeran entre ellos.

–Los paranormales tienen emociones igual que los humanos. La diferencia es que, sienten cada emoción mucho más fuerte de lo que un humano normal jamás lo sentiría, y tú te estás aprovechando de ese exceso.

Empezó a sentirse como un depredador acechando a su presa. Ren sintió que una sonrisa de satisfacción intentaba aflorar en sus labios cuando ella retrocedió hacia el escritorio justo como él había imaginado donde la iba a levantar.

–Su ira podría causar que un humano normal empezara una matanza, y su amor podríamos llamarlo una obsesión peligrosa. De repente se inclinó hacia adelante, poniendo sus dos manos contra el escritorio y atrapándola justo delante de él. Luego acercó sus labios a su oreja. —Y su lujuria carnal es tan caliente que quema.

Lacey cerró sus ojos cuando sintió que su aliento le calentaba su cuello. Sí, tenía razón en lo de quemarse porque ella ya estaba en llamas. Sus labios se separaron y su respiración se aceleró. —Sus cuerpos también deben ser hipersensibles al tacto porque tu aliento en mi cuello se siente demasiado bueno para ser normal.

Como única respuesta, solo emitió un gruñido en su oreja, pero el sonido fue tan seductor que Lacey pudo escuchar cuál era su respuesta. Estaba tan cerca de ella, pero no la tocaba en ningún sitio. Era como si la tuviera bajo su completo control mientras ella nadaba en un remolino de pasión, esperando que al más mínimo roce la arrastrara hacia dentro. Ella realmente quería experimentar con este pequeño y delicioso nuevo efecto secundario, y ahora mismo, si es que él estaba dispuesto.

Borrando mentalmente la seducción que había ocurrido hace menos de una hora en La Cerveza de la Bruja, pues había sucedido bajo coacción, Lacey pensó en la última vez que se habían tocado. Había ocurrido aquí mismo en esta oficina. Ella creía que estaría muerta al amanecer y quería pasar sus últimas horas perdiéndose con él en un placer sensual. Ren había sido el que tuvo que parar porque había estado escuchando sus pensamientos.

Bueno, ella ya no estaba amenazada de muerte gracias a él, así que no podía echárselo en cara. Si ella se salía con la suya, él le echaría en cara otra cosa muy pronto y en el estado de ánimo en el que estaba, esperaba que fuera algo grande y palpitante.

–Ya que tú eres el que me dio el poder de encenderme por dentro de esta manera, ¿quieres ser el que me ayude a apagar este fuego, o necesito encontrar a otro que esté dispuesto a ser mi bombero? —preguntó recordando el dolor que le provocó su último rechazo.

Ren apretó su mano contra el escritorio cuando la onda caliente que había estado sintiendo se transformó rápidamente en ira tan caliente como un infierno. ¿Realmente acababa de amenazarle con ir a buscar a otro para saciar su deseo? La imagen de ella y Vincent haciendo el amor en un pasado no tan lejano le abrasaba en su cabeza.

También debería haberle advertido sobre los profundos celos, pero era algo dudoso, ya que él parecía ser el único que sentía esa emoción en particular.