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Hastío De Sangre
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Hastío De Sangre

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Capítulo 2

El humor de Tasuki no había mejorado demasiado desde que regresó a la estación. Durante todo el camino, pudo oír por la radio que otros oficiales informaban avistamientos de demonios. Eso le hacía recordar la primera vez que había visto un demonio... la misma noche que Kyoko desapareció.

Se tocó el costado en el que la luz lo había penetrado esa noche y frunció el ceño al rememorar el miedo y la decepción que sintió cuando a la mañana siguiente vio que la familia Hogo se había ido. Había ido a buscar a Kyoko para ir a la escuela, como había prometido, pero la casa estaba abandonada.

Fue algo que lo persiguió durante mucho tiempo y aún no lo había superado. Diablos, aún tenía el regalo de cumpleaños de Kyoko. Era una pequeña alianza de compromiso de oro que su abuela, la señora Tully, lo había ayudado a elegir.

Durante los últimos años, había tenido sueños sobre Kyoko y los demonios. Lo que era extraño era que, cuando creció, en sus sueños ella también había crecido y los demonios se fueron volviendo más frecuentes y perturbadores. Pensar que ella estaba en peligro en algún lugar no lo dejaba dormir.

Suspirando, apartó a Kyoko de su mente y observó que cuatro de los cinco guardas del depósito allanado eran llevados al precinto, en frente, para que fueran interrogados por Boris y su equipo.

Al guardia que casi le dispara a Micah lo iban a poner en una sala de interrogaciones aquí en el departamento de detectives. Esa sala había sido acondicionada y reforzada para llevar a cualquier tipo de paranormal, incluso algún demonio de bajo nivel, si fuera necesario.

Mirando al escuadrón de SWAT, Tasuki casi resopló al ver cómo se comportaban algunos de los oficiales, que, tan orgullosos de sí mismos por haber hecho un buen trabajo, se golpeaban el pecho y se daban palmaditas en la espalda.

En lo personal, Tasuki pensaba que lo único que habían hecho era salvar a tres de las muchas mujeres secuestradas y capturar a unos pocos guardias que eran más músculo que cerebro. Ni siquiera iba a considerar celebrarlo a menos que uno de esos guardias diga dónde Lucca mantenía al resto de las cautivas. Dudaba seriamente que es estos lacayos supieran algo que fuera más allá de sus pequeñas tareas y su siguiente cigarrillo.

Se apoyó contra la pared y miró cómo la gran camioneta retrocedía para entrar en la cochera lateral del edificio. Suponía que Titus sería quien supervisara cuando sacaran a la mujer lobo de la parte trasera de la camioneta, dado que Titus era un alfa y eso... Si dependiera de él, entraría al edificio sobre sus dos piernas... o cuatro patas... de cualquier manera, sería ella quien lo decidiría.

Por ahora, sus rescatistas la estaban manteniendo igual de prisionera que los traficantes de esclavas.

Tasuki lanzó una mirada asesina mientras Titus se bajaba del lado del conductor y daba un portazo. La razón principal de la furia en su mirada era la pequeña muchedumbre de hombres que esperaban al lado de la camioneta para poder ver a la presunta mujer lobo. Su atención se dirigió a Micah, que vino del otro lado de la camioneta con el quinto guardia... con nada de suavidad, podría agregar.

Micah sujetaba al guardia firmemente por el cuello de la chaqueta y lo empujaba para que avanzara. Tasuki sonrió por dentro al ver que el puma estaba temiendo una pequeña porción de revancha mientras obligaba a caminar al hombre que se resistía. Los pies del hombre lobo estaban encadenados con muy poca distancia entre sí, lo cual le dificultaba dar pasos más grandes.

—¿Te estás divirtiendo? —Tasuki le preguntó a Micah cuando se acercó.

—Aún no —dijo Micah con una mueca y dio un fuerte tirón al cuello de la chaqueta que hizo que la camisa le apretara la garganta al hombre lobo. Este hizo un ruido como si se estuviera ahogando y retrocedió. —Pero en eso estoy.

Tasuki arqueó una ceja ante el comportamiento de Micah, pero tenía que admitir que, si alguien le hubiera apuntado un arma a la cabeza, él actuaría igual. El guardia lo miró y gruñó mostrando todos sus dientes humanos. Tasuki inclinó la cabeza y se preguntó por qué el hombre lobo pensaba que eso daba miedo cuando estaba en su forma humana.

—Sí, sí. Gruñido, rugido y babeo para ti también, pendejo —disparó Tasuki en un tono aburrido.

Micah rio ante el coraje de Tasuki frente a un hombre lobo enfadado. Estaba empezando a pensar que había grandes posibilidades de que Tasuki fuera el que se echara atrás si se desataba una pelea. Había algo en el novato que siempre lo dudar, y un cambiaformas nunca ignoraba lo que le decía el instinto.

Empujó al guardia hacia la sala de interrogatorio especial y le dio una patada en el trasero como medida preventiva. El guardia se tropezó y su hombro golpeó contra el borde metálico del marco de la puerta. Un involuntario aullido escapó de los labios del nombre... Y sonó como el de un cachorrito al que patearon y no como el de un hombre lobo feroz.

—Uh... —La voz de Micah derramaba sarcasmo—. ¿Dolió? Sería más suave, pero al parecer tengo problemas con las personas que tratan de meterme agujeros de bala en la cabeza. Así que, si parezco de mal humor, por favor, tómatelo como algo personal.

Se dio un gusto extra literalmente arrojando al hombre lobo hacia adentro. Suspiró con satisfacción cuando este se estrelló contra la mesa de titanio que estaba atornillada al suelo en el centro de la sala.

Entrando detrás de él, Micah lo tomó y lo obligó a sentarse en la silla de titanio, que era muy similar a las sillas eléctricas que usaban para las ejecuciones en las prisiones. Apenas se dio cuenta de qué tipo de silla era, el hombre lobo pareció tener otra explosión de energía e intentó pelear. Micah realmente disfrutó forzar las muñecas del guarda hasta poder ajustarlas con las bandas que había en los apoyabrazos.

—Nada de arrancarte los brazos a mordiscos hasta que terminemos, ¿de acuerdo? —Micah indicó que se ignorara la larga letanía de insultos que le fueron dirigidos.

Tasuki sacudió la cabeza ante las payasadas de Micah y luego dirigió su mirada hacia la camioneta, en la cual, a través de las puertas abiertas, podía ver los bordes de una jaula. Solo saber que había una mujer dentro de esa jaula lo perturbaba en muchos sentidos, pero solo él tendía completamente por qué.

Bloqueando el recuerdo, se alejó de la pared cuando Titus caminó hacia él con las manos vacías.

—Y ¿qué vas a hacer? —Tasuki preguntó con calma—. ¿Poner su jaula dentro de la celda?

El tono sarcástico en la voz de Tasuki hizo que Titus frunciera el ceño.

—En unos minutos, abriré la jaula y la pondré en la celda. Ponerle una jaula doble sería una exageración en este punto, pero necesitamos un lugar hasta que decidamos qué es lo más seguro para ella.

—¿Por qué no dejarla en el Night Light con el resto de los hombres lobo? Al menos, así estará supervisada —propuso Tasuki, tras haberlo pensado por el camino.

Titus negó con la cabeza.

—Eso es peor que ponerla en una celda.

—No entiendo. — Tasuki frunció el ceño.

—Ves la forma en que todos están alrededor de su jaula, ¿no? —preguntó Titus mirando con desaprobación a la muchedumbre.

—Sí, me está exasperando —señaló Tasuki.

Titus lo miró a los ojos y sintió un poco más de respeto por el nuevo recluta.

—Quizás deberíamos interrumpir el espectáculo.

Micah eligió ese momento para unirse a ellos y mirar con furia a los oficiales.

—Sí, están actuando como perros en celo.

Tasuki alzó una ceja ante la similitud.

—En este caso... Probablemente sea así.

—Más de lo que te imaginas —dijo Titus y se dirigió a los hombres en cuestión—: Bien, muchachos, hora de volver al trabajo —les informó—. No es la primera vez que ven a una mujer lobo.

Titus se puso alerta cuando un par de ellos parecían que no iban a obedecer... Su pulsión sexual ya los estaba haciendo dejar de pensar. Realmente, no estaba de humor para ejercitar sus músculos de alfa. En lo que a él concernía, era el único alfa temporal, pero Boris parecía pensar que era permanente. Lucca era el único otro alfa a cargo en la ciudad, así que parecía que un rol temporal no era opción.

—¡Ahora! —tronó Titus, y los hombres se sobresaltaron y se dispersaron. Una vez que se fueron, Titus se acercó a la puerta de la jaula y abrió la cerradura, preparándose para trasladar a la mujer lobo a una celda donde estaría segura.

—¿No hay ningún oficial que no viva en el Night Light que pueda cuidarla, así no está en otra jaula? —preguntó Tasuki sintiendo que su piel se erizaba al acercarse a la jaula.

—Necesita los barrotes como una protección adicional contra la manada a la que con tanto entusiasmo la estás exponiendo —explicó Micah—. Mira, no la mantenemos encerrada porque la queremos tener prisionera. Es para su protección. Una mujer lobo sin pareja es algo muy codiciado, y Titus no quiere tener que reprender a su manada por pensar con sus regiones bajas... No sé si me entiendes. Y lo que es peor: cuando te fuiste, encontramos viales vacíos y jeringas en el basurero cerca de su jaula. Las etiquetas de los viales indican que le estuvieron inyectando hormonas.

—¿Hormonas? —preguntó Tasuki sintiendo que lo que Micah decía no le entraba en la cabeza.

—Estaban tratando de hacer que entrara en celo para poder aparearse con ella —explicó Titus con frialdad—. Más del setenta por ciento de los lobos en la fuerza son solteros y la mayoría tienen parejas humanas. No haría falta demasiado para iniciar una revuelta. Por lo que sé, probablemente ella es la única mujer lobo en la ciudad que está en edad fértil y no tiene pareja. Nuestra raza tiende a empezar por las hembras mucho antes de que lleguen a la edad fértil.

Tasuki asintió, con una nueva perspectiva.

—Cuando lo dices así, lo entiendo... Pero aun así apesta.

—No es nada. Aún hay un montón de cosas que no sabes sobre los cambiaformas, pero aprendes rápido. Seguro que muy pronto vas a ser capaz de entender nuestras leyes sin pensarlo. — Micah lo palmeó en el hombro.

—Genial —refunfuñó Tasuki—, más leyes para aprender.

Titus subió a la camioneta y entró en la jaula, pero cuando se inclinó para tomarla en brazos, sintió su olor y maldijo. La última vez que había estado cerca de una cambiaformas en celo había recibido una trompada de lleno en el rostro de parte de un Dios del Sol celoso. Y él aprendía rápido.

—Eh, Micah, ¿aún tienes ese enmascarador de olores?

Atrapó en el aire el pequeño aerosol que venía hacia él. Se tomó unos minutos para usar todo lo que quedaba en el envase y se lo guardó en el bolsillo. La alzó con suavidad y salió de la jaula.

Tasuki no pudo evitar admirar lo hermosa que era como lobo cuando Titus la trajo a la luz del edificio. Su pelaje era de un negro sólido y, como ella lo había mirado por breves instantes a través de los barrotes del depósito, sabía que sus ojos eran de un hermoso dorados con manchas de azul y verde.

—Me pregunto cuántos años tiene —caviló Tasuki con calma, tratando de no despertarla aunque habían dicho que el tranquilizante le haría dormir durante un tiempo más.

—Boris cree que tiene unos veinte años, por el tamaño de sus pies —respondió Micah con una mueca—. Pero parece que la pasó muy mal en el cautiverio.

Titus la llevó a una celda vacía y la colocó sobre la cama con suavidad. Mientras escuchaba la conversación entre Micah y Tasuki, la miró con más atención.

Había aceptado en silencio su tratamiento a cargo de Lucca. Su pelaje, si bien oscuro y hermoso, estaba sucio y apelmazado en algunos lugares, lo cual indicaba que ella se había negado a cambiar a su forma humana durante bastante tiempo. Las almohadillas de sus pies estaban arañadas y ásperas, y también podían observarse algunas quemaduras producidas por la picana.

Él sabía por qué se había negado a transformarse y admiraba su testarudez. Si la capturaban en su forma humana... ahí es cuando la habrían violado. Había usado la única arma que tenía contra ellos: el hecho de que una mujer lobo no puede quedar preñada en su forma animal. Eso no solo demostraba su fortaleza, sino también su inteligencia.

Refrenando su temperamento, Titus salió de la celda y aseguró la puerta detrás de él. Cuando despertara, todavía estaría furiosa, pero al menos esta celda era muchísimo mejor que la jaula en la que la tenían.

—¿No deberíamos empezar a interrogar al guardia que tenemos para ver si sabe dónde tienen otras rehenes? —preguntó Tasuki mientras se dirigía a la sala de observación.

Titus estaba por responder cuando uno de los oficiales que se había perdido la redada se escabulló por la entrada y empezó a ir hacia las celdas.

—¿Dónde demonios estás yendo, Phillip? —Titus le llamó la atención.

El oficial, uno de los hombres lobo jóvenes del escuadrón, se congeló y sonrió sumisamente.

—Me perdí la redada y quería ver si ya había cambiado a su forma humana.

—¿Ves lo que te decía? — Micah codeó a Tasuki.

Tasuki puso mala cara y se cruzó de brazos.

—Desafortunadamente.

El motivo de la aparición del oficial disparó señales de alerta en la cabeza de Tasuki e hizo que su ira volviera con plena fuerza. Si la mujer lobo cambiara a su forma humana, no le quedaría nada de privacidad porque estaría desnuda. Era evidente que la advertencia de Micah sobre los instintos de los lobos era verdad.

—Es un ser vivo como tú, no una maldita diversión para tus ojos —gruñó Tasuki antes de irrumpir en la sala de observación.

—El chico tiene agallas. Se lo reconozco —murmuró Micah.

Titus miró a Phillip arqueando las cejas.

—Creo que tienes nuestra respuesta. Hasta orden en contrario, todos deben mantenerse alejados de este departamento, ¿quedó claro? De hecho, ¿por qué no haces guardia en la puerta y te aseguras de que nadie tenga la misma idea que tuviste tú?

—¿Y qué les digo? —Phillip era tan estúpido como para preguntar eso; luego, dio varios pasos rápidos hacia atrás cuando Titus empezó a acercarse.

—Les dices que dije yo que el primer idiota que asome su cabeza por esa puerta va a salir disparado —explotó Titus. Fulminó con la mirada a Phillip, que prácticamente tropezó con sus propios pies mientras se apresuraba a salir.

—¿Alguien te dijo que eres un alfa magnífico? —Micah rio y palmeó a Titus en la espalda.

—Tal vez deberíamos ir a trabar todas las malditas puertas y ventanas por si alguno se quiere hacer el valiente. No quiero que se aprovechen mientras estamos con el idiota encadenado en la otra habitación —agregó Titus sacudiendo la cabeza.

—Tal vez deberíamos hablar sobre turnarnos para que haya alguien siempre aquí para cuidarla —propuso Micah—. Pero ahora creo que Tasuki podría desatarse con nuestro hombre si no vamos enseguida.

Titus arqueó una ceja.

—Buen punto.

En la sala de observación, Tasuki aferró el respaldo de la silla y fulminó con la mirada al hombre lobo del otro lado del espejo. Cerró los ojos, incapaz de impedir que volviera a atormentarlo el maldito recuerdo. Era la última vez que había soñado con ella... pero esa había sido la última vez que había dormido.

Esa vez había habido una jaula que pendía en el centro de una enorme caverna y Kyoko estaba atrapada entre sus barrotes. Pero en el sueño se sentía como si se la hubiera arrebatado un monstruo. Él daba vueltas alrededor de la jaula buscando el cerrojo que la liberaría del monstruo que la había encerrado, pero solo veía enormes barrotes de hierro. Había prometido salvarla, pero ¿cómo podía hacerlo si ni siquiera había una maldita puerta?

Miró hacia arriba y sus ojos se encontraron con los de Kyoko justo cuando unas manos salieron de la oscuridad y lo arrastraron hacia la muerte. Recordaba haber muerto.

Tasuki abrió los ojos mientras el recuerdo se desvanecía. No importaba cuántas veces tuviera ese sueño, siempre terminaba igual: él moría y Kyoko seguía atrapada en la maldita jaula. Se pasó la mano por el flequillo tratando de calmarse. No importaba cuán real parecía el recuerdo de los sueños, estaban solo en su cabeza y tenía que mantenerlos ahí.

Mirando al secuestrador en la otra habitación, decidió descargar su ira contra los monstruos reales que tenían el fetiche de encerrar a chicas en jaulas. ¿Por qué no? No tenía nada que hacer.

Micah siguió a Titus a la sala de observación y encontró a Tasuki apoyado contra una silla mirando con furia al guardia detenido del otro lado del espejo. Si las miradas pudieran matar, entonces ese hombre sería una mancha grasosa en la silla.

—¿Podemos hacer que pase corriente eléctrica por la silla para ponerlo a bailar? —preguntó Tasuki... mitad en broma.

—Tentador, pero no —respondió Titus—. Pero que Phillip haya venido para lo que vino genera una preocupación genuina.

Tasuki asintió.

—Tienes que dejarle algo de ropa cerca por si se despierta y decide cambiar. —Miró a los cambiaformas cuando ninguno de los dos se movió. —Tal vez la oficial que participó de la redada tiene una muda de ropa en su casillero. ¿Quieren que vaya a buscarla y le pregunto?

—No, va a estar muy sobrecargada haciendo que las otras chicas vayan a una revisación médica —le informó Micah frotándose el mentón, cuando se le ocurrió una solución a sus dos problemas—. Pero tengo una idea.

—Eso sí que es una novedad —dijo Titus, que hizo una mueca tras recibir un codazo de Micah.

—Ja, ja —gruñó Micah—. Como estaba diciendo, esperen que la llamo a Alicia para que traiga ropa.

—¿Quién es Alicia? —preguntó Tasuki.

—Es la hermana menor de Micah —le informó Titus—. Él está de mal humor desde que se puso en pareja con un Dios del Sol.

—¿Un Dios del Sol? —preguntó Tasuki confundido. Eso era nuevo para él, aunque no sabía por qué se sorprendía. Pensarías que a esta altura ya sería inmune.

—Basta de decirle a todo el mundo lo que comí en el desayuno —gruñó Micah y tomó su celular. Mientras marcaba, suspiró sabiendo que Titus tenía razón. Era cierto que últimamente había estado triste porque echaba de menos a su hermana y Damon estaba siendo un imbécil porque la mantenía escondida varios días seguidos. Esto le da una excusa genial para verla y averiguar si aún era feliz con el Sr. Posesivo.

—¿Vas a hacer que Alicia cruce media ciudad solo para que traiga un poco de ropa? —Titus alzó una ceja—. Un poquito desesperado, ¿no?

—¿Qué demonio es un Dios del Sol? —Tasuki de verdad quería saberlo, así podía agregarlo a la creciente lista de cosas en su Muro de lo Extraño mental.