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El Corazón Del Tiempo
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El Corazón Del Tiempo

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El Corazón Del Tiempo

Shinbe asintió con la cabeza sabiendo que alguien tenía que decirle la verdad. "Yo tengo algunas habilidades y Suki también”. Él encogió los ojos guiñándole un ojo. "Todos lo que tienen una beca aquí la tienen”. Él hizo una pausa buscando la palabra correcta, "Tenemos un don de una forma u otra", él le levantó una ceja a Suki, "¿Ya le dijiste?"

Suki sacudió la cabeza en negación y volteó hacia donde estaba Kyoko queriendo cambiar el tema, "oye, ¿quieres una hamburguesa con papas fritas?"

Kyoko asintió con la cabeza y se levantó como si evadiera la pregunta acerca de la beca. "Quédate aquí, ya vuelvo y no te preocupes. Para las personas que tienen beca, la comida es gratis y hasta nos la traen". Suki fue a ordenar la comida, y la dejó sola con Shinbe.

Capítulo 3 "Encuentro con Toya"

Shinbe se acercó con una mirada seria en su rostro, sus ojos amatistas parecían brillar, "Aquí hay personas normales, y hay personas que tienen becas como Suki y yo. Hay otros con becas, pero todos tenemos algún tipo de habilidad especial, como un poder que las personas normales no tienen”.

"El mío es Telequinesis. Puedo mover objetos con mi mente". "Y telepatía lo cual quiere decir que puedo hablar con otros con mi mente". Dijo él esas palabras sin emitir ningún sonido, sabiendo que ella podía oírlo en su mente.

Los labios de Kyoko se abrieron con sorpresa cuando ella no vio sus labios moverse y su voz se hizo eco en su cabeza. De repente ella sintió una sensación cálida por todas partes como si su voz debiera estar allí o algo. Su rostro se relajó y su mirada se suavizó mientras lo miraba.

Shinbe trató de esconder su curioso ceño fruncido, cuando él conectó su mente con la de ella, justo en ese momento tuvo que poner toda su concentración en cerrar la conexión. Era como si su poder quisiera quedarse con ella. Tratando de deshacerse de esa sensación, él prosiguió. "También puedo lanzar hechizos y además vengo de una larga línea de monjes". Se detuvo cuando Kyoko empezó a reírse.

Suki regresó deslizándose al lado de Kyoko sin perderse ningún detalle, "Sé que es difícil de creer, pero él si viene de una línea de monjes". Ella sonrió y su mirada volvió a la normalidad otra vez, "Y yo lo he visto lanzar cosas sin tocarlas, y también es genial en todo tipo de artes marciales".

"Quizás deberíamos informarle a la encantadora Kyoko todos mis talentos", dijo Shinbe agresivamente.

Suki volteó a mirar a Shinbe, "No, no le diré nada, tú eres bueno para ¡ESO!" Ella lo golpeó en la parte superior de la cabeza muy fuerte.

"Pero aún así, él actúa como si fuera solamente humano", una voz sarcástica salió de la nada y Shinbe se paró para rápidamente dar espacio a la voz.

Kyoko miró hacia arriba y sus ojos quedaron enganchados con unos ojos dorados. El dueño de la voz era más apuesto que cualquiera que ella hubiera visto antes. Cabello largo y oscuro con reflejos plateados que caían de su cabeza en largas capas. Su piel bronceada parecía resplandecer con un brillo saludable y su cuerpo era como para morirse. Sus ojos sin embargo, parecían mantenerla cautiva aunque él no la miraba directamente.

Suki resopló y cruzó los brazos frente a su pecho, dándole al recién llegado una mirada de furia. "Genial, contigo bastará para ahuyentarla".

Shinbe le sonrió a Suki, luego miró a Kyoko para presentarlos, "Éste es Toya. Toya conoce a Kyoko. Hoy en su primer día aquí".

Toya volteó a mirar a Kyoko, y por alguna razón la forma en que la estaba mirando, como de arriba a abajo la molestó. Kyoko entrecerró los ojos al mirarlo, su primera impresión de él salió disparada al cielo.

"Así que, ¿tú eres la sacerdotisa?" Toya resopló y giró su cabeza como ignorándola mientras se sentaba.

Los ojos de Kyoko se redondearon al mirarlo y luego ella jadeó. Nadie aquí sabía que ella era una sacerdotisa. De hecho, solamente sus familiares más cercanos lo sabían.

"¿Cómo diablos sabes eso?", le gritó enfurecida de repente.

Toya se estremeció sintiendo como su sangre subía. "Maldición, no grites como una loca. Puedo oírte bien" refunfuñó a ella.

Suki y Shinbe se estremecieron y hasta se retrajeron en sus sillas mientras Kyoko y Toya se lanzaban dagas el uno al otro.

Los sentidos de Toya comenzaron a percibir una onda de poder, que venía con la rabia de Kyoko y se puso tenso, al pensar que tal vez ella sí tenía un poco de poder en ese pequeño y lindo cuerpo, aunque él estaría condenado si le decía algo.

Silenciosamente, él evaluó su apariencia. Su cabello castaño brillaba en la luz alrededor de un hermoso rostro en forma de corazón. Ella tenía ojos verdes vibrantes que lo estaban miraban con furia, los cuales calentaron su sangre levemente. A él le gustaba una mujer con agallas y ella obviamente tenía muchas, pero por alguna razón lo puso al borde. Lo que a él no le gustaba era la forma como lo miraba. Él arreglaría eso muy rápido.

La miró con más fuerza, tratando de intimidarla. "¡Tú obtuviste una beca, verdad... y ÉL dijo ¡Tú eres una sacerdotisa!" Toya vociferó en su cara, acercándose con cada palabra hasta que estaban casi nariz con nariz. Él dobló sus brazos dentro de sus mangas sueltas y él se molestó con ella. "Apuesto a que ni siquiera sabes qué es un demonio", refunfuñó, de repente se dio cuenta que ella se ponía más bonita cada segundo y eso lo molestó.

Kyoko se estremeció, y su temperamento se elevó. Ella sabía qué eran los demonios. Ella los había estudiado toda su vida y si su familia tenía razón, ella había hasta conocido algunos; pero ella no lo podía recordar. Aún así, a ella no le gustaba la actitud altiva y poderosa de Toya, entonces ella solo alzó una ceja como si en silencio le preguntara si quería apostar por eso.

Parecía que Suki quisiera defender a Kyoko, "Toya, ¿No puedes ser civilizado por un maldito minuto? Ella solo ha estado aquí por un par de horas, y antes de que la ahuyentes me gustaría convencerla de que se quede". Ella se veía un poco triste de pensar en perder a Kyoko tan rápido.

Toya levantó una ceja en señal de molestia, mirando a Suki, "Bueno, ni siquiera respondió mi pregunta. ¿Crees que ella pueda manejarlo?" mirando de nuevo a Kyoko.

"Yo puedo manejar lo que sea que pienses arrojarme, imbécil", Kyoko lo hizo saber, sus palabras comenzaron a helarse.

Suki y Shinbe se miraron el uno al otro. Ellos nunca habían escuchado a nadie hablarle así a Toya con excepción de ellos mismos, del dueño de la universidad y tal vez a Kotaro. Ambos sonrieron, sabiendo que ahora sí definitivamente les agradaría esa chica llamada Kyoko.

Un mesero se presentó en la mesa con una bandeja de comida, y Kyoko cambió su atención de Toya a él. Él chico se quedó mirando a Kyoko por un tiempo un poco largo y sus sentidos empezaron a resonar diciéndole que algo pasaba. Ella alzó la mirada hacia unos ojos oscuros que no parecían encajar con el rostro juvenil del muchacho.

Algo en él atrajo a Kyoko, aunque ella no sabía si le agradaba ese sentimiento. Él le parecía agradable pero había algo que la incomodó un poco. Ella parpadeó tratando de deshacerse del hechizo que el joven trató de imponer sin ni siquiera intentarlo. Ese estado de ánimo se interrumpió cuando escuchó un refunfuño proveniente de su lado.

Toya sintió un frío recorriendo por toda su piel y le refunfuñó al sujeto, que parecía sacarlo de sus casillas. A medida que los ojos del muchacho se concentraban en los de Toya, parecían cambiar de un negro azabache a un azul plateado mientras se volteaba para irse de la mesa.

Kyoko miró confundida a Suki, pero Suki solo se encogió de hombros, tomando un bocado de su comida. A su lado, Shinbe tosió en su mano, tratando de esconder su extraño sentido del humor mientras miraba al hombre cruzar rápidamente la habitación. Kyoko percibía algunas vibras extrañas de este hombre, Toya y no iba a descansar hasta que averiguara cuál era su problema. Ella se reclinó en su silla y lo evaluó por un momento.

Su largo cabello era del más extraño color de medianoche con gruesos reflejos plateados que lo recorrían ampliamente, y sus ojos eran hermosos. Él era hermoso. "Nota mental para ti misma, golpéate más tarde por pensar eso". Sus ojos ardían en polvo dorado, sin duda alguna. Él sería lindo si no fuera por la forma como la miraba.

Suki suspiró. Ella necesitaba hablar con Kyoko acerca de hacer enojar a Toya. Él tenía su límite y no era bueno cruzarlo. No era justo que Kyoko no tuviera idea que ella estaba haciendo enojar a un guardián.

"He descubierto que si juegas con fuego a menudo, te quemas", Shinbe se percató del silencio en la mesa y fue recompensado con tensas miradas de todos antes de que decidieran ignorarlo.

Toya le robó otra mirada a Kyoko. Entonces, ¿Ella es quien se suponía que él debería estar cuidando? Kyou tenía que estar bromeando. Kyou le había hablado de que ella vendría esta mañana, con una leve advertencia que debía cuidarla y asegurarse de que estuviera a salvo siempre.

Él entrecerró los ojos preguntándose ahora acerca del muchacho que hace un momento se había acercado a su mesa. La forma en que había mirado a Kyoko lo había molestado. ¿Estaba la sacerdotisa realmente en peligro? ¿Por qué Kyou tomaría tanto interés en mantener a salvo a una simple humana? Kyou nunca trató a nadie con respecto, entonces ¿Qué hacía de este intento de mujer algo diferente?

A veces Toya odiaba el hecho de que Kyou era su guardián designado, pero él tenía que admitir que estaba en deuda con él por aceptarlo. Él también sabía que cuando Kyou hacía algo, siempre había una buena razón para ello y eso solo lo hizo preguntarse acerca de la chica llamada Kyoko.

Shinbe, quien notó que la tensión en la mesa se podía cortar con un cuchillo, miró a Suki con los más grandes ojos de cachorro. Sabiendo que podía hacer a Kyoko sonreír de nuevo con sus travesuras, empezó a lucirse.

"Entonces, Suki, ¿Sí vas a ir conmigo al club esta noche? Es Sábado por la noche, y odiaría perder la oportunidad de bailar contigo por bailar con una docena de extrañas". Shinbe se mostró poco aturdido al imaginarse bailando con una multitud de mujeres solo para demostrar su punto.

Suki le dio una mirada preguntándose si debía quitarle esa mirada estúpida de su cara con una cachetada, luego volteó hacia Kyoko. "Kyoko, necesito una chaperona", sonrió "Tú irás conmigo ¿verdad? Es muy peligroso ir sola con él", mientras miraba a Kyoko como si le suplicase.

Las esquinas de los labios de Kyoko se doblaron al ver a Shinbe salir de su aspecto aturdido y guiñarle el ojo a ella de nuevo. "Suki, me encantaría ir con ustedes. De esa forma podemos formar equipo en caso de que Shinbe se salga de control".

Ambas le dieron a Shinbe una mirada intensa y él gimió. Kyoko no pudo resistir reírse a carcajadas otra vez. A ella en verdad le agradaban estos dos.

Toya miró a Kyoko con el rabillo del ojo. Maldición, Se veía bonita cuando reía así. Se quejó internamente. ¿De dónde diablos vino eso? Sé desplomó en su silla, molesto con su pensamiento. "¡Maldición!". Ahora él tendría que ir con ellos al club solo para cuidarla. Ella seguía sonriéndole a Shinbe y a Suki cuando se dio la vuelta.

Mientras lo miraba, su pulso se aceleró un poco y su sangre subió de temperatura varios grados. Toya se dio cuenta que ella tenía más poder dentro de sí ahora que se sentía feliz que cuando él la había hecho molestar hace un momento. Él se sintió intranquilo por primera vez en mucho tiempo.

Cuando la risa de Kyoko se detuvo, ella volteó hacia Suki, "Oye, ni siquiera estoy segura de a cuáles clases debo ir el lunes o a dónde ir para saberlo. ¿Sabes dónde puedo averiguarlo?"

Antes de que Suki contestara, Toya contestó la pregunta mirándola de cerca. "A todos los estudiantes becados se les enseña los mismo. Entonces tú, Suki, y Shinbe, junto con los demás, estarán en las mismas clases. La única clase separada será cuando tu estés con el dueño". Su voz se tornaba perezosa a medida que se recostaba en su silla.

Kyoko frunció el ceño, "¿Qué clase enseña el dueño?"

Shinbe contestó en esta oportunidad, los ojos amatistas de él se iluminaron con intriga, "Para todos nosotros es diferente. Por eso es que nos enseña por separado. Él nos ayuda con nuestras habilidades especiales". Él se inclinó hacia atrás pensativo, luego añadió con una sonrisa, "Tú, supongo, estarías fortaleciendo tus poderes de sacerdotisa".

La furia de Kyoko volvió, preguntándose cómo demonios el dueño sabía que ella era una sacerdotisa. La beca no decía nada al respecto. Ella se había ido los últimos dos años, tratando de enterrar los mismos poderes por los cuáles el dueño le había concedido la beca. Ella quería llegar al fondo de esto tan pronto como fuese posible.

Mirando a su plato, Kyoko dijo con tensión en su voz, "Tal vez esto es un error. ¿Hay alguna forma de que yo pueda hablar con el dueño de la academia ahora?

Toya entrecerró los ojos. Kyou le había dicho que ella probablemente pediría verlo, y aunque Kyou nunca quería ver a nadie fuera de clase, él le había dicho a Toya que la trajera directamente a él si ella tenía alguna pregunta.

"¿Qué pasa?, ¿Estas asustada?” Él se burló y se recompensó al ver que los ojos de ella se estrechaban de rabia al mirarlo. Así que, esta chica pensó que podía manejarlo. Pues, sería divertido observarla, hacerle esa mirada a Kyou. Él podía ver el miedo que ella instantáneamente podía transmitir a alguien sin decir una palabra.

"Bien, te llevaré a verlo tan pronto estés lista", Toya la retó preguntándose si ella mordería el cebo.

Kyoko perdió parte de su rabia al escuchar esto. Empujando su plato hacia un lado, asintió con la cabeza, feliz de llamar a su farol, "Listo cuando tú lo estés". Ella alzó una ceja al mirarlo.

"'¿Cuál es la prisa?" Toya se puso de pie con una sonrisa. "Puede que quieras disminuir ese temperamento tuyo porque él lo notará", le dijo burlándose de ella, y pensando que no tenía ni idea en qué se estaba metiendo.

Kyoko entrecerró los ojos al mirarlo, luego se puso de pie, mirando a Suki y a Shinbe. "Hablaré contigo cuando ya haya terminado, si vienes a buscarme estaré en mi habitación esperando y podremos hacer planes para esta noche". Ella le guiñó el ojo a Suki, luego volvió a ver a Toya y añadió con una voz apática. "Eso es si me decido quedar".

Él se alejó de ella molesto y ella lo veía irse, luego se despidió de los otros mirando por encima de su hombro mientras ella lo seguía. Ella rápidamente notó cómo los otros estudiantes salían del camino de Toya apresuradamente y preguntándose acerca de eso. ¿Quién era él? ¿El buscapleitos de la escuela?"

Kyoko no le iba a dar la satisfacción de correr para ir a su lado, entonces se tomó su tiempo caminando, a propósito para quedarse atrás. Todavía un poco molesta con él se intentó sonrojar cuando sus ojos se desviaron hacia el trasero de Toya. Mirando su cepillo de pelo en el bolsillo de su pantalón, y la firme redondez que yacía debajo, lo cual la irritó más. Exasperante y lindo, solo era una horrible combinación.

Mentalmente sacudiendo su cabeza, ella continuó siguiéndolo, maldiciendo sus errantes ojos. "Hay que ser una completa idiota para pensar que alguien que no puedes soportar es lindo", murmuró. "Molesto, hostil y arrogante tal vez, pero nunca lindo", sonrió, ya sintiéndose mejor.

Una extraña sensación de alerta se deslizó por su espina, sus ojos se dispararon por encima de ella y se engancharon a unos ojos oscuros que estaban penetrando los suyos. El hombre estaba apoyado contra la pared al término superior de las escaleras, mirándola. Él tenía ondulaciones de ébano en el cabello cayendo por su espalda y sobre sus hombros, y sus ojos de medianoche eran intensos. Él era muy atractivo pero ella se sintió amenazada.

Ella miró hacia otro lado. 'Kyoko debes controlarte. Deja de analizar a todo el que ves', se dijo a sí misma con severidad incluso mientras intentaba levantar sus ojos esmeralda hacia él.

"Ahí está la chica más bonita del campus", Kyoko sintió un fuerte brazo alrededor de sus hombros y volteó a ver, recordando la voz del hombre que le había mostrado su cuarto más temprano esa mañana. Ella sintió que las puntas de sus cabellos le hacían cosquillas a su cara como si una brisa de la nada acariciara sus mejillas.

Ella le mostró una sonrisa cálida pero al mismo tiempo, se hundió y se encogió alejándose de su brazo. "Kotaro, me alegra verte de nuevo. Gracias por tu ayuda esta mañana", dijo Kyoko nerviosa, deseando que él no actuara tan amistoso con ella. Ella pensaba que él era agradable, pero ella nunca dijo que él podía poner su brazo alrededor de ella.

Kotaro no se afectó al tomar su mano, "¿Hay algún otro lugar a dónde puedo escoltarte, Kyoko?" Él miro profundamente sus ojos color esmeralda sabiendo que los había visto antes en algún lado. Y tenía una vaga sensación de que una vez se había ahogado feliz en ellos.

Kyoko miró hacia las escaleras para ver a Toya que se había detenido y dado la vuelta, luciendo molesto otra vez. Ella pudo haber jurado que lo había acabado de escuchar murmurarle a ella o a Kotaro, no estaba segura a cuál.

Toya no sabía qué planeaba Kotaro, pero a él no le gustaba el hecho de que él actuara tan amistoso con Kyoko. Un profundo gruñido vino de su pecho mientras le daba una advertencia "Puedo manejarlo Kotaro a menos que quisieras llevarla a ver a Kyou". Él le dio a Kotaro una mirada intensa, sabiendo que Kotaro no se acercaba a Kyou a menos que fuera para una clase o que haya sido citado.

Kotaro le soltó la mano a Kyoko, "Espero que todo esté bien, Kyoko". Él miró mal a Toya, luego volteó hacia ella, "Asegúrate de tener cuidado con alguna quemadura helada. Si se sale de control, me encargaré de él por ti". Kotaro miró a Toya de una manera arrogante, luego asintió su cabeza a Kyoko y se volteó para bajar las escaleras.

Kyoko escuchó a Toya quejarse y ella lo miró mientras se daba la vuelta y caminaba por el corredor de la misma forma que ella se había ido esta mañana.

Esta vez ella corrió y se encontró con él justo a tiempo para verlo entrar a la puerta que decía, NO ENTRAR. Kyoko se preguntó para dónde iban. Mientras seguía su espada rígida, la posibilidad de que la estaba llevando de vuelta a su propia habitación cruzó su mente. Cuando de hecho se detuvo en frente de su puerta, Toya volteó a verla y ella lo miró molesta hasta que él llevó su mano derecho a la puerta que estaba en frente de la de ella y tocó.

Kyoko estaba en shock. ¿El dueño estaba en el cuarto justo en frente de ella? De nuevo, las palabras de su hermano volvieron para atormentarla. "¡no puede ser!" sin esperar por una respuesta, Toya abrió la puerta y la empujó hacia adentro, delante de él.

Inmediatamente, Kyoko se volteó "No sé cual es tu maldito problema pero por favor ¿podrías no empujarme?" luego hizo como para ahuyentarlo, "o tocarme. No te he hecho nada". El vello de su nuca se erizó otra vez cuando notó que Toya estaba mirándola desde atrás.

Los hombros de Kyoko cayeron. Ahora lo había hecho. ¿Siempre tenía que dar un salto sin pensar en donde estaba o quien podría estar observándola?

Toya vio que Kyoko se ponía tensa y sonrió, bajando su mirada hacia la chica que pareciera ser más pequeña de repente. "¿No querías hablar con alguien?" Cuando Kyoko no volteó, Toya miró a Kyou y entrecerró los ojos cuando notó que estaba apoyado contra la puerta de la sala, mirando a Kyoko como si estuviera en un trance.

'¿Qué diablos?', Toya pensó. ¿Por qué Kyou la estaba mirando como si hubiera visto un fantasma? En cierto nivel, él no quería aceptar el sentimiento de celos que causó. Una sensación le recorrió sus entrañas al querer interponerse entre ellos y bloquear a Kyoko de la mirada de Kyou. Él quería protegerla.

Kyou momentáneamente se quedó sin palabras, al ver a Kyoko tan cerca por primera vez en más de mil años. El aire a su alrededor tarareaba con la fuerza que él recordaba, la misma innegable fuerza que lo atrajo a ella en el pasado no se había desvanecido.

Sus ojos dorados se fijaron en el guardián detrás de ella con una especie de indiferencia distante. "Toya, vete". Un tono peligrosamente amenazante podía oírse en su voz.

Un gruñido se formó en la garganta de Toya y sus puños se cerraron por la ira como si un sentimiento creciera y lo atormentara desde algún lugar escondido y profundo de su memoria. Sin decir otra palabra, Toya se dio vuelta y salió por la puerta azotándola.

Kyoko vio a Toya salir mientras que su mente daba vueltas entre pensamientos caóticos. De repente, ella sintió el impulso de correr tras él. Al decidir no ser una cobarde, alzó su barbilla y se llenó de coraje para finalmente darse vuelta sin creer lo que estaba viendo.

En lugar del anciano en traje de ejecutivo que ella esperaba ver, se encontró de frente con sus ojos de oro ardiente mirándola fijamente, haciéndola sentir que no podía mirar hacia otro lado. Su cabello plateado caía sobre sus hombros y sobre su cuerpo perfectamente esculpido. Él era alto y hermoso con un toque de arrogancia rodeando su regio cuerpo y un rostro que podía solo ser un regalo del cielo.

Kyoko instantáneamente cerró los ojos. ¿Qué diablos le pasaba? Ella vino a hacer preguntas, no a babear. Cuando ella abrió sus ojos otra vez, él estaba más cerca. Ella instantáneamente dio un paso atrás por la nobleza y superioridad que lo rodeaba solo para sentir la solidez de la puerta detrás de ella, dejándola sin salida.

Sin darse cuenta de lo que había hecho, Kyou empezó a caminar hacia ella. Pero cuando notó que se alejaba de él, éste alzó la ceja de forma elegante, extendiendo su mano hacia el sofá. "¿Le gustaría sentarse señorita Hogo?" Él sabía que ella tenía preguntas para él. Estaría decepcionado si no fuese así.

Kyoko tragó nerviosa, pero con actitud altiva alzó su barbilla, caminando hacia el sofá, manteniendo tanta distancia como fuera posible entre ellos, sin nada más que con la esperanza de que su cerebro funcionara normalmente. Interiormente rió nerviosa.

"Lo primero que quiero saber es, ¿Qué le hace pensar que soy una sacerdotisa?" Ella lo miró con cautela y casi se enloquece cuando él se sentó a su lado en el sofá en lugar de sentarse en la silla en el otro lado de la mesa de café. Kyoko cambió de posición mirando hacia él, evitando alejarse más y mostrarle miedo.

"Así que, quiere jugar", Kyou reflexionó ociosamente, pero rápidamente sacó de su cabeza su pensamiento intrigante. "¿Qué te hace pensar que no sabría que eres una sacerdotisa?" él respondió con tono de voz tranquila. Ella era tan pequeña comparada con él, porque se inclinó hacia ella para mirar su rostro en forma de corazón.

Kyoko observó las facciones de su rostro perfecto buscando algún indicio de emoción pero se sorprendió al no ver ninguno. Él era como una escultura de perfección y calma, y eso la irritó sin fin.

"¿Siempre contesta una pregunta con otra pregunta, Señor?" Ella tartamudeó sin ni siquiera saber su apellido.

Kyou sonrió pero solamente en su interior para que ella no se diera cuenta. Bueno, él podía decir que ella aún tenía vida dentro de ella y no estaba decepcionado de eso. Sólo lo hizo querer ver más. "Señor, pero me puedes llamar Kyou, a menos que te guste más Señor" Mirándola de forma acalorada.

Kyoko le devolvió la mirada, "¿Por qué estoy aquí?" Dijo lentamente y una palabra a la vez, como si estuviera hablándole a un niño. Eso es, ahora vamos a ver como se libra de ésta. "Señor, claro" Kyoko murmuró para ella, sin dejar de mirarlo a los ojos.

Habiendo leído su mente, los ojos dorados de Kyou brillaron mientras se entrecerraban mirando sus ojos esmeralda-. Él se inclinó un poco más cerca de ella, sabiendo que haciendo eso la intimidaría. Podía sentirlo.

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