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Virginie T.

Un romance paranormal entre un metamorfo y una fatel (personas con poderes sobrenaturales) en un escenario de lucha por el poder. Sevana está por fin a salvo en el territorio de la manada, pero a Connor le asalta una duda.¿Y si su mejor amiga, Ashley, conocía sus orígenes fateles? La avispada enfermera podría correr un gran peligro. Es a Sean a quien envían para investigar, pero ninguno de los Ángeles Guardianes podía imaginar hasta dónde conduciría el vínculo.

Virginie T.

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Sevana está por fin a salvo en el territorio de la manada, pero a Connor le asalta una duda.¿Y si su mejor amiga, Ashley, conocía sus orígenes fateles? La avispada enfermera podría correr un gran peligro. Es a Sean a quien envían para investigar, pero ninguno de los Ángeles Guardianes podía imaginar hasta dónde conduciría el vínculo.

Traducido por Angelines Valenzuela Aycart

© 2020 – Virginie T.

Sean

La manada Ángeles Guardianes

Volumen II

Virginie T

Traducido por Angeline Valenzuela Aycart

El Código de propiedad intelectual francés prohíbe las copias y reproducciones destinadas al uso colectivo. Toda representación o reproducción total o parcial efectuada mediante cualquier procedimiento sin el consentimiento del autor o sus derechohabientes es ilícita y constituye una copia ilegal, de conformidad con las disposiciones del artículo L.335-2 y los artículos subsiguientes del Código de propiedad intelectual francés. Todos los derechos reservados.

2020. Todos los derechos reservados

La manada Ángeles Guardianes: Sean Virginie T.

Prólogo

Debería activarme un poco. Hoy recibo a una enfermera nueva y me han encargado enseñarle todo. Supongo que tendremos mucho que trabajar hasta que sea completamente operativa. Me han dicho que solo tiene veinte años, lo que significa que carece de experiencia. Tiene la misma edad que yo cuando empecé en el hospital hace ya 10 años, y recuerdo muy bien todos los obstáculos que tuve que superar para salir adelante. En esta profesión, no todos los días son fáciles.

Mierda, voy un poco tarde. Peter ha insistido en hablar conmigo antes de que me fuera. Es el alfa de la manada Treat y mi padre. Bueno, en realidad no, pero como si lo fuera. Le debo mucho, por lo que cuando me convoca, sea cual sea el motivo, obedezco sin discutir, como todo el mundo. Solo quería hablarme de la nueva empleada del hospital. Como la mayoría de las manadas, tenemos a nuestro friki particular, y Peter investiga a todas las personas nuevas que tengan alguna posibilidad de acercárseme. Resulta cargante, pero lo entiendo. Lo hace por mí y por Sam. Solo quiere protegernos y nunca podré agradecerle lo suficiente lo bueno que ha sido con nosotros. Por suerte, la conversación ha sido rápida. Es una simple humana que no representa ningún peligro.

Cuando llego a la unidad con solo diez minutos de retraso, la nueva está ya en la sala de descanso esperando prudentemente a que venga a buscarla.

– Hola. ¿Sevana?

– Sí. Tú debes ser la persona que me han dicho que espere aquí.

– Así es. Soy Ashley. Seré tu compañera más habitual en esta planta y estoy encargada de instruirte en las rutinas del hospital. Te lo aviso, no tengo pelos en la lengua. Digo todo lo que se me pasa por la cabeza sin filtro, ya sea bueno o malo. Espero que no seas muy susceptible.

– Ningún problema. Prefiero la sinceridad a la hipocresía.

– Perfecto. Ven conmigo. Voy a meterte de lleno en faena, así es como mejor se aprende. Empecemos por la primera habitación. Te lo advierto, es un niño con fracturas y muchos moretones. Una mala caída por las escaleras. Está en coma, pero no tardará en despertarse. No dejes que te afecten demasiado las cosas o no aguantarás mucho tiempo en este trabajo.

– Vale. No te preocupes por mí. Estoy segura de que encontraré la forma de ser útil.

Me gusta. Aunque parezca tímida, es dispuesta. Estoy segura de que con el tiempo vamos a llevarnos bien. Dejo que compruebe las constantes del niño mientras yo le tomo la temperatura. Al levantar la cabeza, me quedo pasmada. ¿Por qué le coge la mano? Sentir compasión vale, pero pena… Como se deje llevar por sus emociones está perdida.

– Debes ser fuerte, ¿recuerdas? Te lo advertí.

Sobresaltada, suelta la mano del niño inmediatamente y comienza a balancearse de un pie a otro con una expresión incómoda. Puede que me haya pasado. Al fin y al cabo, es su primer día. Yo también he pasado por eso y me he entristecido con ciertos pacientes. Debemos ser profesionales, ¡pero tampoco somos de piedra!

– ¿Quieres ir a tomar un poco el aire?

– No, no es eso.

Soy una persona impaciente por naturaleza. ¿Que valora la sinceridad? Muy bien, a mí lo que me gusta es la gente directa.

– Déjate de rodeos. Suéltalo.

Vacila unos segundos más antes de asentir con la cabeza.

– Debemos impedir que el padre acceda a la habitación. No debe acercarse al niño.

Frunzo el ceño ante el sinsentido que acaba de articular. No me lo esperaba. ¿Por qué íbamos a hacer eso? Evidentemente, los padres tienen acceso sin restricciones a la habitación de su hijo.

– ¿Por qué?

Parece cada vez más incómoda. Titubeante, me rehúye la mirada. Es igual, no necesito escucharla para saber lo que está pensando. Justo cuando abro la mente, se decide a explicarse.

– No estoy segura de que se cayera solo. Sospecho que puede ser un caso de maltrato.

– ¿Por qué?

Se encoge de hombros sin añadir nada más.

– Una corazonada.

Uhm. En vista de lo que le ronda la cabeza, le tomo la palabra. La imagen del pobre niño en una silla de ruedas, escayolado y llorando, lanzado de un empujón a la carretera por su padre es violenta, y el hombre es perfectamente reconocible. Parece que quisiera que atropellaran a su hijo. Por otra parte, Sevana llegó al hospital hace apenas una hora. No puede haberlo visto antes. Diría que no soy la única con secretos aquí. Si es inteligente no confiará en mí, una total desconocida. La cuestión es que no creo que disponga de la misma protección que yo. Peter me ha dicho que vivía con una pareja de humanos. El riesgo de que me descubran es mínimo y si ocurriera, se debería indudablemente a una traición. Esta chica se cree a salvo haciéndose pasar por una humana corriente y trabajando en un hospital humano, pero resulta que a veces tratamos a metamorfos, por no hablar de las visitas sorpresa de mi sobreprotectora familia adoptiva, que invade mi espacio vital a cada paso que doy. Por supuesto, puedo ayudarla a permanecer en la sombra y estoy convencida de que efectivamente sabrá ser de utilidad aquí. Tiene un don increíble. Hacía mucho que no veía algo así. Eligió la profesión ideal para ella. No obstante, prefiero no contarle nada a Peter. Mi padre puede mostrarse muy desconfiado con lo que no entiende y, teniendo en cuenta que Sevana es un auténtico enigma, querría interrogarla hasta que se derrumbase. Contarle que una fatel ha aparecido en el hospital donde trabajo como por encanto sería alarmarlo innecesariamente. Además, si tuviera malas intenciones lo habría percibido. Solo quiere ayudar al prójimo. Por mi parte, ante todo he encontrado una amiga con la que probablemente tenga más en común de lo que podía haber imaginado.

Capítulo 1

Sean

Me pregunto por qué Connor nos habrá convocado a todos tan temprano. Creía que querría disfrutar de Sevana durante al menos un mes entero antes de retomar nuestras rutinas de entrenamiento al amanecer. Solo hace quince días que trajo a su compañera a casa. Es cierto que no los hemos visto mucho en estas dos semanas, aparte de en la presentación oficial a la manada. ¿Se les habrá agotado el deseo? No, imposible. La última vez que me los crucé por casualidad tuve que huir corriendo para no verlos montándoselo en pleno bosque. Quizá quiera delegar el mando de los Ángeles Guardianes en mí durante un tiempo para poder disfrutar plenamente de su mujer sin tener que dirigir el clan ni las misiones del gobernador. No hemos vuelto a recibir ninguna llamada desde la de Sevana. No tardarán en ponerse en contacto con nosotros para otra misión. Entendería que Connor quisiera tener tiempo para sí mismo. Desde que lo designamos alfa ha dedicado toda su vida a los demás, pero cuando uno encuentra a su alma gemela las prioridades cambian y su caso no tiene por qué ser diferente. Máxime cuando Sevana es un ser excepcional. Es la última fatel sobre la Tierra y posee un poder inmenso, fuera de lo común, de una fuerza que jamás había visto. Aún siento ese dolor punzante cuando pienso en los fateles y en el final cruel e inútil que tuvieron. A pesar del tiempo pasado, no he dejado de extrañar a mi familia ni siquiera un poco, aunque el descubrimiento de Sevana me consuela. Después de todo, su pueblo no se ha extinguido. He recuperado la esperanza de que otros como ella hayan podido sobrevivir a los complots de las manadas disidentes.

– ¿Va todo bien? Te noto nervioso.

Uhm, además de guapa, nuestra hembra alfa es, como poco, muy perspicaz. Sin embargo, la telepatía no es su poder principal. Solo puede comunicarse con la mente, no leerla. Pero es muy observadora y tiene un gran corazón.

– Sí, todo va bien. ¿A qué se debe que el gran Manitú nos haya convocado tan de buena mañana? ¿Tiene miedo de ti y quiere que sus lugartenientes lo protejan de su propia mujer?

La carcajada de Sevana me saca una sonrisa. Tiene una risa cristalina muy comunicativa, pero también un ángel guardián muy posesivo. Connor la rodea por la espalda mirándome fijamente con una expresión inequívoca en los ojos. El alfa vuelve a marcar su territorio. Sienten un amor profundo el uno por el otro y ya han sellado el vínculo, por lo que no hay riesgo de que nadie interfiera en su relación, pero eso no le impide tener celos de todos los hombres que se le acercan.

– ¿Qué es lo que has dicho para divertir tanto a mi chica? Hacerla sonreír es cosa mía.

Sevana se gira ligeramente para frotar su nariz contra la mejilla de Connor. No ha tardado en aprender a domar al guepardo con pequeñas atenciones. El tacto es crucial entre dos almas gemelas.

– Cálmate, peluchito. Solo me ha gastado una broma.

Al escuchar el apodo, estallo en una carcajada seguido de Owen, Liam y Nate, que llegan en ese mismo instante. Connor emite un leve gruñido.

– Cariño, si no dejas de llamarme así delante de todo el mundo no me va a respetar ni un solo miembro de la manada.

– No digas tonterías. Todos saben que eres un peluche feroz.

Nuestras carcajadas se intensifican mientras Connor mordisquea la oreja de Sevana para castigarla, que acto seguido se gira para besarle. Será mejor que intervenga o me volveré a ver obligado a huir corriendo como un conejo asustado para no presenciar sus retozos, y nunca sabremos por qué nuestro amigo nos ha convocado. Me aclaro la garganta para poner de manifiesto nuestra presencia.

– Perdón. Gracias a todos por venir. Vayamos al grano. No tengo tiempo que perder, quiero volver a llevarme a mi chica a la cama lo antes posible.

Intercambian una mirada ardiente que lo confirma. Más vale que la reunión sea corta.

– Puede que la amiga de Sevana corra peligro. Necesitamos vuestra opinión.

– De acuerdo. Vamos fuera y nos lo contáis todo.

El chalé de nuestro alfa está rodeado de mesas y sillas para poder reunir a toda la manada. Nos sentamos alrededor de una de ellas con Sevana en el regazo de Connor, como siempre. No pueden estar sin tocarse. Espero llegar a experimentar esa comunión entre dos almas algún día, como muchos metamorfos. Nuestro líder comienza su relato.

– Hay algo que me tiene intranquilo desde que volvimos y hasta ahora no he caído en la cuenta de lo que es. Nate, tú podrás hablar con fundamento porque la conociste. Se trata de Ashley, la compañera de trabajo de Sevana.

El oso asiente con la cabeza.

– La recuerdo. Una rubia bajita con los ojos verdes. Aquellos lobos también la atacaron, pero no le hicieron nada grave.

– Exacto. ¿Te acuerdas de lo que nos dijo?

Nuestro amigo trata de recordar. Casi le sale humo por las orejas. Se le da mejor actuar que pensar, pero es un amigo fiel y un luchador formidable. No conviene cruzarse en su camino cuando saca a la bestia, es un auténtico buldócer. De pronto se le ilumina la cara. Parece que su cerebro se ha puesto en marcha.

– Fue la primera persona que nos hizo sospechar de la naturaleza fatel de Sevana. Nos habló de su extraordinaria intuición.

– Eso es. Pero antes, tomó precauciones. Me preguntó si estaba dispuesto a proteger a Sevana independientemente de quién fuera. Insistió mucho en este punto.

Nate es más perspicaz de lo que creía.

– ¿Crees que conocía los orígenes de Sevana?

Vale. Veo perfectamente a dónde quiere llegar mi alfa y, si está en lo cierto, no pinta nada bien.

– Crees que Ashley sabe que Sevana es una fatel y que quiso asegurarse de que no le harías daño antes de darte indicios.

– Efectivamente. Sevana nunca le ha hablado abiertamente de sus poderes, y sin embargo tengo la impresión de que está al corriente de todo.

Eso podría traernos dificultades. De ninguna manera debemos permitir que entre los rebeldes corra el rumor de que al menos una fatel escapó a la masacre. El hecho de que los Black lo sepan ya supone un inconveniente, incluso aunque no vuelvan a atacarnos teniendo en cuenta las pérdidas que les hemos ocasionado. Pero si varias manadas rebeldes oyen hablar del tema y se alían para destruirnos, podríamos estar en problemas. Tenemos el apoyo del gobernador, pero los humanos no tienen nada que hacer frente a una multitud de manadas enfurecidas.

– Sevana, ¿qué relación tienes con tu compañera?

– Es más que una compañera. Es mi mejor amiga desde hace seis años. Nos lo contamos todo, pero antes de que me preguntéis, no, como ha explicado Connor, nunca le he dicho claramente que poseo el don de la intuición. Al fin y al cabo, yo misma ignoraba mis orígenes fateles. Ahora bien, hace mucho que es mi compañera de planta, me ha visto trabajar y salvar vidas anticipando los síntomas de mis pacientes con cierta regularidad. Es posible que efectivamente lo haya adivinado, pero jamás me ha dicho nada. Eso sí, siempre ha hecho caso a todas las alertas que he dado, a pesar de la ausencia de signos claros de deterioro en el paciente. Ha sido mi mayor apoyo en el hospital desde el primer día.

Creo que Connor está en lo cierto. Es evidente que su amiga ha tenido dudas sobre ella, pero puede que, como mucha otra gente, apenas sepa nada sobre los fateles. Desaparecieron hace varios años ya. Muchos han olvidado su existencia y la nueva generación ni siquiera la ha conocido. Eso es fácil de averiguar.

– ¿Qué edad tiene tu amiga?

– Treinta y cinco años.

Vale. Desaparecieron hace veinticinco años, así que puede ser que conociera a algún fatel de niña y reconociera el poder de Sevana. Yo tengo la misma edad que ella y los recuerdo perfectamente. No obstante, seguramente mi infancia no se pareciera en nada a la suya. En cualquier caso, la duda es razonable. Debemos obtener más información sobre ella antes de preocuparnos en exceso. Pongo mi ordenador portátil encima de la mesa. No voy a ninguna parte sin él. Tengo alma de friki. Soy el informático de la manada y un as cuando se trata de saberlo todo de una persona.

– ¿Nombre completo?

– Ashley Peterson.

Manos a la obra. Dejemos que la magia de Internet surta su efecto. Tras varios minutos tecleando, toda la información disponible sobre la señorita Peterson aparece en pantalla. La ficha está extrañamente incompleta y carece de foto. Un dato me llama inmediatamente la atención. Es huérfana, como yo. No se menciona a ningún familiar próximo conocido. Desde luego, muchos de los que estamos aquí hemos perdido a nuestros padres, pero al contrario que a los demás, a mí me ocurrió dos veces, aunque no recuerdo la primera. Más vale que me concentre en la pantalla antes de que me invada la rabia, como siempre. La acogieron con diez años, pero no unos humanos, como a Sevana: Ashley se ha criado en una manada, algo muy poco habitual. Los clanes que adoptan humanos son extremadamente raros. ¿Y si fuera menos humana de lo que pensamos?

– ¿Es animorfa?

– No. Imposible. La he visto herida y no cicatriza a velocidad acelerada como vosotros.

Owen me lo confirma inequívocamente.

– Me habría dado cuenta.

No me cabe duda. Habría que estar loco para poner su olfato en tela de juicio.

– Sin embargo, se crio con la manada Treat. El alfa se llama Peter Browling.

Liam frunce el ceño.

– Me suena. He escuchado hablar de él.

Consulto su ficha.

– Seguramente sea porque es médico.

– Probablemente. Tuvo que ser mientras estudiaba enfermería.

Es probable, pero no responde a nuestras preguntas. En todo caso, complica el misterio. Coincido con Connor, no podemos permanecer en la ignorancia. Digo en voz alta lo que todos están pensando.

– Hay que interrogar a la enfermera.

– Estoy de acuerdo. Y mi diosa podría emplear sus poderes para ver el futuro de su amiga.

Sevana asiente con la cabeza de tal forma que sus largos mechones con reflejos azules cosquillean el torso de su compañero. Nos quedamos quietos y en silencio. Nuestra hembra alfa necesita calma para controlar su poder. Las premoniciones a distancia son algo relativamente nuevo para ella y requieren mucha concentración. Al cabo de un cuarto de hora, abre los ojos visiblemente fatigada y frustrada.

– Lo siento, he logrado percibirla, pero nada más. Me resulta imposible ver su futuro. Lo único que puedo afirmar es que, por el momento, está bien.

Necesitaba tener contacto físico para emplear su don hasta hace poco. El vínculo de unión lo ha amplificado, además de darle acceso a otros poderes, pero aún le requieren mucho esfuerzo y la gran distancia entre ambas es claramente un obstáculo. No es de extrañar que no lo haya logrado. Requiere práctica. Las fateles jóvenes se entrenaban todos los días desde muy temprana edad para controlar sus dones a la perfección. Y como supongo, por lo contrariado que parece, que lo último que quiere Connor es separarse de su chica para irse de misión, me ofrezco voluntario. Como beta, es mi deber tomar el relevo cuando el alfa no está disponible. Además, tengo una ventaja frente a los demás.