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―la sardina preguntaba.
―¡Y yo qué sé! ―el delfín
riendo la contestaba.
»O seguro que es sueco
o puede ser alemán
es que muchas lenguas hablo
desde chico lo dirán.
La sardina se ha marchado
por qué no le entendía
él nadando se ha quedado
y soñando allí seguía.
AMOR
2. Tranquilamente mirando
Tranquilamente mirando
ella iba entretenida
cuando escuchó a lo lejos
una voz que conocía.
Enseguida a volar
la palomita echaba
y a encontrar a su amigo
deprisa se acercaba.
Porque nuestra amiguita
en el mar había escuchado
a alguien que la llamaba
y acudía a su lado.
Era la voz del delfín
la que le había llamado
estaba entrando a puerto
en una red enganchado.
La paloma vio enseguida
el peligro que había
piensa lo que puede hacer
y a quien se lo decía.
Por más que le daba vueltas
no encontraba solución
y el tiempo se pasaba
cuando se le ocurrió.
Buscaría a un amigo
ese que ella tenía
un anciano que la daba
de comer todos los días.
Volando hasta el balcón
la paloma ha llegado
y picotea el cristal
y el anciano se ha enterado.
¿Qué te pasa palomita?
no es hora de comer
le dice el ancianito
cuando la acaba de ver.
Ella sigue con el pico
no se quería parar
tiene que decirle algo
y se tiene que enterar.
Y como era muy lista
se ha hecho comprender
ha avisado al anciano
que rápido va a ver.
En el puerto que está cerca
el anciano está mirando
y ha visto al delfín
las penas que está pasando.
No se podía soltar
pues la red le retenía
el anciano con presteza
rápido lo arreglaría.
El barco es de su hijo
y enseguida él soltó
a aquel delfín chiquito
que nadando se marchó.
Y gracias a la paloma
que la forma encontró
de ayudar a su amigo
este feliz se sintió.
AMOR
3. Los acantilados llenos
Los acantilados llenos
esta mañana estaban
de foquitas aburridas
que por allí se encontraban.
Una pequeña foquita
quería juguetear
y corriendo se metió
de un salto en el mar.
Nadaba por esas aguas
buscando un jugador
alguien que quiera hacerlo
para encontrarse mejor.
De pronto vio a lo lejos
un pequeño pececillo
nadó corriendo al verlo
aunque no fue tan sencillo.
El pez que la había visto
se puso fuerte a nadar
pues comida no quería
ser allí en el ancho mar.
Sabía que si la foca
llegaba a donde él estaba
esta abriría la boca
y del pez nada quedaba.
La foquita agotada