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Si Es Amor
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Si Es Amor

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Si Es Amor
Amanda Mariel

Una diablesa decidida a vivir la vida al máximo… Un hombre al que le une una relación de amistad y una peligrosa atracción Una diablesa decidida a vivir la vida al máximo…Ladi Hannah Blakey no tiene pensado sentar la cabeza de manera inminente. La pasión que siente por el juego, las carreras de caballos y el whisky es demasiado grande, por no decir placentera. Por lo tanto, ella ignora la insistencia de su hermano para que se case y frustra sus planes a cada oportunidad que se le presenta. Un hombre al que le unen lazos de amistad… Graham Fulton, marques de Ramsbury, no podía creer lo que estaba viendo cuando el descubrió a la hermana de su mejor amigo, Ladi Hannah disfrazada de hombre envuelta en una partida de cartas en unos de los barrios más peligrosos de la ciudad. ¿Acaso es que ella era una descuidada? Sintiendo que era algo que el debía de hacer por su amigo ausente el acompaña a la diablesa a casa. El nunca podría haber imaginado que era lo que iba a pasar después. Una peligrosa atracción…Muy a pesar suyo, Hannah se encuentra a sí misma entusiasmada con Ramsbury. Un estado que ella sabe es peligroso para su libertad, pero ella se encuentra indefensa para luchar contra la atracción que ella siente por Ramsbury y que cada vez crece más dentro de ella. Ella pronto descubre que un beso compartido no es suficiente, ¿pero se atreverá ella a ceder ante sus propios deseos?

Amanda Mariel

Si Es Amor

SI ES AMOR

AMANDA MARIEL

Traducido por JORGE IGLESIAS

Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación de la autora o se usan de manera ficticia.

Copyright © 2020 Amanda Mariel

Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de este libro puede reproducirse, almacenarse en un sistema de recuperación, o transmitirse de ninguna forma o por ningún medio, electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o de otra manera, sin el permiso del editor.

Publicado por Brooke Ridge Press

TRADUCIDO POR

JORGE ALBERTO IGLESIAS JIMENEZ

https://jorgealbertoiglesiasjimenez.webnode.es/ (https://jorgealbertoiglesiasjimenez.webnode.es/)

Para mi papaíto- siempre estarás en mi corazón y eres la primera persona en la que pienso cuando alguien nombra a los caballos o a las apuestas. ¡Fuiste un caballero apostador y el mejor padre del mundo!

CAPÍTULO 1

Londres 1813

Ladi Hannag Blakey permanecía tras una mesa de Blackjack en el interior del Golden Eagle. Ella entendía perfectamente el peligro al que se estaba exponiendo a si misma, al aventurarse en una parte tan sórdida de Londres y unirse a un juego de hombres con tan mala reputación que podría ser su ruina- o por aún. Pero ella no podía resistirse. No cuando el deseo era tan fuerte.

Un juego de alto riesgo estaba teniendo lugar en el interior de las lúgubres paredes del establecimiento esta tarde. Uno de los más infames tramposos, un hombre al que solo se le conocía como La Garra, estaba jugando. Se rumoreaba que La Garra no había jugado a las cartas en por lo menos doce años, pero aún así su nombre seguía siendo infame.

Hannah tenía que ver esa partida como fuera. Por lo tanto, ella hizo lo que toda mujer sensata haría y vestida como una pilluela con pantalones bombachos y un sombrero flexible muy desgastado. Para que su disfraz resultara más creíble se manchó la cara y la camisa de carbón. Hannah iba a la suya sin hablar con nadie, y de eso modo, hasta ese momento, nadie había reparado en ella. La atención de todo el mundo se centraba en la partida del infame Garra.

Los pelos de la coronilla se le erizaron cuando ella barrio con su mirada la habitación pobremente iluminada. ¿Estaba observándola alguien? Ella efectuó otra barrida visual de la habitación antes de volver la atención a la partida en curso. Debía de haber sido su imaginación, pero aún así ella, aún se sentía inquieta. Nerviosa… su mente estaba jugando con ella, pero ¿Cómo no se iba a sentir nerviosa con lo que se estaba jugando?

Hannah trató de alejar esos pensamientos y respiró profundamente. Ella no había venido hasta aquí para ponerse paranoica y arruinar la noche. Ella había venido a ser testigo de la historia, y maldita sea, eso sería lo haría. Ella estiró el cuello para ser testigo de como La Garra aceptaba una nueva carta.

“Lady Hannah, me atrevería a decir que casí no le había reconocido.” Una voz masculina le habló muy cerca del oído.

A Hannah se le heló la sangre, el corazón le latía con fuerza. Ella conocía esa voz y ese tono condescendiente demasiado bien. Maldita sea, la había estado observando nada menos que Lord Ramsbury, duque de Blacksmore. Seth, hermano de Lady Hannah, es su mejor amigo. Exhalando una bocanada de aire para calmarse le dijo. “Silencio, va a hacer una escena.”

La haré de todas formas si no sale de aquí conmigo inmediatamente.” Ramsbury señaló a la puerta con un gesto de la cabeza.

“Esta usted bromeando.” Hannah le miró con los ojos entrecerrados desafiante.

Ramsbury la cogió por el codo. “En lo más mínimo.”

Hannah se liberó dando una sacudida. “No me voy a ninguna parte.”

Unos pocos hombres que estaban a su alrededor le estaban observando y a Hannah el corazón le empezó latir a toda velocidad. Lo ultimo que ella quería era llamar más la atención. Ella miró a Ramsbury con los ojos entrecerrados. “¿Ve lo que esta haciendo?” Ella señaló con un gesto de la cabeza hacia los hombres, bajando la cabeza para que no le pudieran ver la cara.

“Déjales que miren”. Dijo Ramsbury.

El alcanzó el brazo para cogerla, pero ella dio un paso atrás. Hannah resopló, cerró los ojos durante un segundo, y entonces miró de nuevo a Ramsbury. “Muy bien, iré.”

El le dedicó una sonrisa seguro de si mismo. “Sígame.”

La ultima cosa que ella deseaba hacer, era marcharse, pero no había nada que ella pudiera hacer para evitarlo. El furioso hombre no le dio otra opción. ¡Ojalá le parta un rayo! Hannah le lanzaba puñaladas en la espalda con la mirada mientras lo seguía.

Ramsbury abrió la gran puerta de madera y salió a la calle. Hannah le siguió, volviendo su cara hacia el nada más oír el clic de la puerta al cerrarse. “¿Qué diantres te pasa?” Dijo ella enfurecida.

Ramsbury arqueó una ceja rubia. “¿A mi?” El puso la mirada en ella. “Estas inmunda vestido en pantalones bombachos de muchacho y con un sombrero infestado de suciedad, ¡Y estas en seven Dials, uno de los barrios más peligrosos de Londres! Por los clavos de cristo, Blackmore Debería de darte unos azotes en el trasero por esto.

A Hannah se le abrieron los ojos como platos al oír mencionar a su hermano. El se pondría furioso si descubriera lo que ella había estado haciendo. Seth probablemente la mandaría a un convento de monjas o la casaría con el primer Lord que estuviera dispuesto a hacerlo. Ella prefería no tener que averiguarlo.

Ella se dio la vuelta y esperaba una dulce sonrisa de Ramsbury. “No hay necesidad de meter a mi hermano en esto.”

“Al contrario, Blackmore tiene todo el derecho a estar al tanto de tus actividades.” Ramsbury dio un paso al frente. “¿Cómo has llegado hasta aquí?”

Hannah quería decirle que se fuera la infierno. Que se diera la vuelta y se largara, pero hacer eso solo le traería más problemas. Este hombre le preocupaba. Ella necesitaba su cooperación, su silencio. “Alquilé un viaje a caballo hasta aquí.”

El l cogió por el codo y la llevó a un callejón entre las sombras. “Mi carruaje esta cerca bien aparcado. Te llevaré a casa.”

“Perfecto.” El la miró de nuevo y Hannah le ofreció una dulce sonrisa. “Por el camino, podemos llegar a un acuerdo.”

“Por el camino puedes pensar en lo que has hecho y prepararte por el castigo que Blackmore te va a imponer.” El la detuvo y esperó a que su criado abriera la puerta del carruaje y bajara las pequeñas escaleras. Sin mediar palabra, Ramsbury ayudó a subir a Hannah a su transporte y entonces el subió tras ella.

Hannah juntó las manos y las descansó en su regazo y giró la cabeza para mirar por la ventana. Tenía que convencerle de alguna manera de que no le contara a Seth lo que ella había hecho. ¿Pero como? El carruaje empezó a moverse con los cascos de los caballos golpeando la calle adoquinada.

“Te pondré a salvo en casa y luego tendré unas palabras con tu hermano.”

Hannah volvió su atención hacia Ramsbury. “Eso no será necesario. Seguro que podemos llegar a un acuerdo que sea ventajoso para ambos.” Ella bajó las pestañas y sacó su labio inferior.

“¿Por favor?”

“Hacer mohines no te llevara a ninguna parte, señorita.” Le reprendió Ramsbury. “Ni suplicar, ahorra tus energías.”

“¿Entonces quizás puedo hacerte entrar en razón?” Ella se catapultó a sí misma a través del carruaje para sentarse a su lado. “No puedes culparme por querer ver a la garra. Es una leyenda y hacía años que no jugaba.” Ella se puso se ladeó de manera para mirarle directamente a los ojos, y el muslo de su pierna rozaba contra el. “Supongo que has venido por el mismo motivo.”

“No puedes comparar mis acciones con las tuyas.”

¿No, seguro? Ella levantó una ceja esperando respuesta.

“Desde luego que no.” Ramsbury frunció el ceño. “Soy un hombre, y soy capaz de protegerme a mi mismo.”

Hannah alcanzó su pretina y sacó una pequeña pistola que tenía escondida dentro. “Yo también estoy preparada.”

El color verde de sus ojos se acentuó mientras la miraba con incredulidad. “¿Sabe Blackford que tienes una pistola?

“Por supuesto.” Ella lo dijo como si todas las mujeres llevaran una.

Ramsbury cogió el arma y le dio la vuelta sobre su mano. “¿De donde la has sacado?”

“Padre me la dio antes de morir.” Hannah sonrió bastante satisfecha consigo misma por impresionarle. “Me estaba enseñando a disparar.”

Ramsbury le devolvió la mirada, y ella sintió una inesperada ola de calor que la envolvía. Podía ver en su mirada que estaba sorprendido, pero apostaría a que también sentía cierta admiración por ella también. Quizás esto le iba a llevar a alguna parte ahora.

“¿Aprendiste?” Ramsbury pasó un dedo sobre le mango de marfil.

“Devuélvemela, y te lo demostraré.” Dijo Hannah intentando coger la pistola.

Ramsbury retiró su mano, alejando la pistola de su alcance. “No vas a disparar esta noche bruja.” El rió entre dientes.

Hannah no pudo evitar reírse también. “Creía que podíamos ser amigos.”

El se puso serio, su expresión era fría como una piedra. “Lo dudo mucho.”

“¿De verdad? Por que yo no. Hannah acarició con sus manos sus muslos vestidos con los pantalones bombachos.

“¿No podrías buscar en tu corazón y guardar mi secreto solo esta vez?”

El empezó a mover la cabeza en horizontal, pero ella continuó hablando.

“Vamos, Ramsbury, el daño y esta hecho. “¿Qué es lo que iba a ganar delatándome ahora?” Las duras líneas de su cara se suavizaron mientras sus ojos tomaban una expresión meditabunda. Alentada, Hannah continuó. “¿Y si prometo no acercarme más al Seven Dials?”

Ramsbury se frotó la barbilla con la palma de la mano. “No me hagas lamentarlo.”

Ella sonrió, se había quitado un buen peso de encima. “¿Entonces no se lo contarás a Seth?”

“Mantendré silencio bajo estas dos condiciones.” Ramsbury dejó la pistola en el asiento de cuero del carruaje. “Primero, quiero tu promesa de que no volverás al Seven Dials, y lo segundo es que te llevo casa.”

“Trato hecho.” Hannah miró por la ventana. “Parece que estamos a punto cumplir la segunda promesa, y tienes mi palabra sobre la primera.”

Ramsbury le devolvió la pistola. “¿Por qué me siento como su hubiera hecho un trato con el demonio?”

Hannah se rió mientras metió de nuevo la pistola en su pretina. “no entres en la entrada para coches. Puedo caminar desde aquí.”

“Por supuesto.” Ramsbury sacudió la cabeza.

Hannah le miró con los ojos como platos- “Si me dejas justo en la puerta Seth podría vernos, ¿Cómo le explicarías que hacemos los dos aquí juntos?

“Maldita sea.” Ramsbury frunció el ceño mientras el golpeaba el techo del carruaje, avisando al conductor que parara el carruaje. “Ya me estas haciendo lamentar nuestro trato.”

Hannah se puso en pie y caminó hacia la puerta. “Para de quejarte. Te he dado mi palabra.” Ella empujó la puerta para abrirla y saltó del carruaje.

Un segundo más tarde Ramsbury le siguió.

“¿Qué estas haciendo?

El la tomó por el brazo sonriéndole de manera desenfadada. “Acompañarte hasta la puerta hasta ver que estas a salvo como te dije que haría.”

Hannah echo un vistazo hacia su casa y luego miró a Ramsbury. “No iras enserio.”

“Oh, pues la verdad es que si.” Ahora dime. ¿Cómo piensas entrar? El miró hacia la casa y luego hacia ella.

Hannah suspiró profundamente, entonces dijo. “Escalare por el árbol hasta mi balcón, y luego hasta mi dormitorio.” Ella le sonrió insolentemente y le cogió por la solapa. “¿Seguro que no quieres unirte a mi?”

“No seas ridícula.” El dio un paso atrás, poniendo cierta distancia entre ellos. “Pero te acompañaré al árbol y me aseguraré de no te rompas el cuello en el intento.”

“Como desees.” Hannah se dio la vuelta y corrió a través del césped. Ella podría haber aceptado el trato, pero nunca dijo que lo haría según sus reglas. El tendría que no quedarse atrás si quería interferir más de lo que ya lo había hecho.

Cuando llegó a el árbol, Hannah se agarró a una rama y se aupó en ella para subir al árbol. No se atrevía a mirar hacia abajo mientras escalaba hasta el punto más cercano a su balcón. Cuando miro fugazmente vio a Ramsbury observándola.

Ignorándole, Hannah se agarró de la repisa de piedra que rodeaba la casa y se aupó a la pequeña estantería que esta creaba. Como deseaba ella ver ahora la expresión en la cara de Ramsbury. Desafortunadamente, ella no se atrevía a mirar desde sus peligrosa posición. La repisa no era lo suficientemente ancha. Todo lo que ella pudo hacer fue arrastrar los pies con la espalda pegada a el lado de la casa.

Ella se acercaba a su balcón centímetro a centímetro, entonces estiró el brazo para coger la verja. Con el corazón latiéndole muy deprisa, Hannah se aupó dentro del balcón. Ella se inclino por un lado de la verja para saludar a Ramsbury. “Ya es libre de irse milord.”

A través de la oscuridad, ella apenas pudo ver que cara tenía el, pero sus palabras le llegaron con nitidez. “No somos amigos.”

Entonces el sintió el calor en sus mejillas. ¿Por qué sus palabras mostraban resentimiento?

CAPÍTULO 2

Graham Fulton, marquesa de Ramsbury aceptó un vaso de whisky y se bebió el contenido. Blackmore hizo exactamente lo mismo antes de girarse hacia el. Graham no pudo evitar notar las oscuras bolsas bajo los ojos de su amigo, sin duda causadas por otra noche sin dormir o de preocupación por su hermana. El apostaría a que no había pegado ojo en todo la noche preocupado por la picara de su hermana.

Graham no le contaría lo de Lady Hannah, aunque el quería hacerlo desesperadamente. La muy bruja merecía ser castigada por todo el estrés y las noches sin dormir que ella causaba. ¿Por qué había tenido el que darle su palabra?

La visión de ese cuerpo exuberante suyo vestido con esos malditos bombachos no le abandonaba y el sentía culpable. ¿Qué demonios era lo que le pasaba? Ella era la hermana problemática de Blackmore. Graham no debía cortejarla- menos aún sentirse atraído por el demonio. Pero sin embargo el lo estaba.

“Pareces distraído,” Le dijo Blackmore mientras le rellenaba el vaso de whisky.

Graham dio unos golpecitos en el borde del vaso de whisky. “Yo podría decir lo mismo de ti.”

Blackmore se rió entre dientes. “Muy bien, aunque no es mi deseo habitar en tan desagradable estado.” El se termino de beber el vaso. “Prefiero enseñarte mi caballo.”

Graham se sintió aliviado por el cambio de tercio. “Por supuesto, gran idea.”. El siguió a Blackmore desde la habitación. “¿Cuándo llegó el potro?”

“Hace dos días. Narissa ya empezado a entrenarlo.” Sonrió Blackmore. “Ella batió el record de Banshee ayer y cree que con más entrenamiento el nuevo potro vencerá a Merlín también.”

“Impresionante.” Dijo Graham. La esposa de Blackmore creció entre caballos e incluso participo en algunas carreras. Así fue como ella y Blackmore se conocieron. No fue ninguna sorpresa conocer que la duquesa y Lady Hannah eran amigas antes de que se casara con Blackmore. Una pena que Lady Hannah no parecía poseer el buen sentido de la duquesa. “¿Tienes en mente planeado correr con ella?”