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Encantada Por El Duque
Amanda Mariel
La Srta. Emma Baxter se escondió en un carruaje para escapar de su tío y del barón con el que él quería obligarla a casarse. Ahora se enfrenta a un peligro completamente diferente. La Srta. Emma Baxter se escondió en un carruaje para escapar de su tío y del barón con el que él quería obligarla a casarse. Lo último que esperaba era encontrarse con el duque de Radcliffe, Aaron St. John, y su hija de siete años, Lady Sophia. Ahora se enfrenta a un peligro completamente diferente.
Amanda Mariel
Encantada por el Duque
ENCANTADA POR EL DUQUE
AMANDA MARIEL
Traducido por MARIELA CORDERO
Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación de la autora o se utilizan de manera ficticia.
Copyright © 2017 Amanda Mariel
Todos los derechos reservados
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, o almacenada en un sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopiado, grabado o de otra manera, sin el permiso expreso por escrito del editor.
Publicado por Brook Ridge Press
Por cada padre que ama a un niño porque puede y no porque tiene que hacerlo. Se necesita un corazón grande y puro. ¡Sepan que están haciendo una verdadera diferencia!
TÍTULOS DE AMANDA MARIEL
La serie Damas y sinvergüenzas
Intentos escandalosos
Intenciones escandalosas
Redención escandalosa
Escandaloso patito feo
Próximamente en la serie Damas y Sinvergüenzas
Enlace escandaloso
Serie Amores Legendarios
Encantada por el Conde
Cautivada por el Capitán
Seducido por Lady Elianna
Encantada por el Duque
La serie de Lady Archer's Creed
Theodora (Christina McKnight escribiendo con Amanda Mariel)
Georgina (Amanda Mariel escribiendo con Christina McKnight)
Adeline (Christina McKnight escribiendo con Amanda Mariel)
Próximamente la serie de Lady Archer's Creed
Josephine (Amanda Mariel escribiendo con Christina McKnight)
Títulos independientes
El legado del amor
Próximamente.
Más que una dama
Unidos por un beso
**Estas están diseñadas para que puedan ser independientes**
Cómo besar a un pícaro (Amanda Mariel)
Un beso en Navidad (Christina McKnight)
El beso de Navidad de un patito feo (Dawn Brower)
Conjuntos de cajas y antologías
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PRÓLOGO
Londres 1812
La Srta. Emma Baxter se detuvo fuera de la oficina de su tío, incapaz de ignorar las voces que provenían del interior.
"Pagará su deuda o se enfrentará a la prisión del deudor". Una ronca voz masculina gritó.
"Seguramente tengo algo más que monedas que usted estaría dispuesto a aceptar", sugirió su tío, el Sr. Silas Powell.
Emma se acercó sigilosamente y se asomó por la rendija de la puerta parcialmente abierta. Los cabellos de la nuca se le erizaron. Lord Windham estaba cerca del escritorio de su tío, sosteniendo un vaso de licor ambarino con su mano fornida.
"Debe abstenerse de apostar si no tiene la capacidad de pagar sus deudas, Baxter".
Debería haberlo adivinado. El tío Silas había apostado casi todo lo que tenían, excepto la casa y algunos adornos que su tía le había confiado antes de morir. Esos, también se habrían perdido sin duda, si el tío Silas supiera que ella los poseía. Él había asegurado que en los últimos meses se había mantenido alejado de los salones de juego. De todos modos, no le sorprendió en lo más mínimo escuchar que estaba en aprietos otra vez.
Después de todo, era sólo cuestión de tiempo para el tío Silas. Siempre volvía a caer en la trampa. Su ludopatía le había causado un inmenso dolor a su tía y probablemente le causó la muerte. Pobrecita, ella lo había amado profundamente a pesar de sus defectos y como consecuencia, se preocupó en exceso por él y esto destruyó su salud.
"Puede tomar cualquier cosa que yo posea, Windham. Pida lo que desee y será suyo".
¿Qué podía quitarle aparte de la casa? La cantina de su tío, pensó ella. Perder cualquiera de las propiedades sería devastador para ellos. Si Windham se apropiaba de la casa no tendrían ningún refugio y si los despojaba de la cantina no tendrían ningún ingreso.
"Tal vez hay algo que usted posee que me interesa”, dijo Windham frotándose la barbilla mientras ella lo miraba fijamente y sentía un frío en el estómago. "Miss Emma".
Casi se le escapa un grito. Luchó para reprimirlo mientras miraba a los hombres. El tío Silas nunca…
"Hecho", dijo el tío Silas sin titubear. "Será suya y podrá hacer con ella lo que le plazca”.
¡Cómo pudo! ¿No era suficientemente malo que su propio padre la hubiese regalado después de la muerte de su madre? Ahora su tío tenía la intención de usarla para pagar su deuda. Ella no lo toleraría, así que abrió la puerta de la oficina de un solo golpe y entró raudamente. "No puedes entregarme a cualquiera como si fuera un viejo sofá", dijo ella mirando al tío Silas en forma desafiante.
Los hombres al verla abrieron los ojos de par en par. Windham se recuperó primero y se acercó a ella. "Cálmate, muñeca. Seré un buen marido para ti", dijo extendiendo una mano carnosa y posándola en la parte baja de su espalda. “Te he deseado durante años y prometo no decepcionarte”.
Ella se apartó de él y se ubicó en el lado opuesto de la habitación, pisando con fuerza la gastada alfombra de la oficina. "No me casaré con usted, Lord Windham”, luego dirigió su atención al tío Silas. "No puede obligarme".
El tío Silas sonreía con malicia mientras rodeaba su escritorio acercándose a ella. "Sé razonable, Emma. Lord Windham es un rico barón. Un partido mucho mejor de lo que podrías haber aspirado. Demonios, ni siquiera tienes una dote, pero ahora serás una baronesa".
Ella se puso rígida. "¿Se ha preguntado por qué un barón tan rico querría casarse conmigo?" Ella apostaría que no lo había hecho. Además, la respuesta no podía ser el amor verdadero. Las intenciones del barón provenían de la lujuria, en el mejor de los casos. Santo cielo, lo había dicho hace un momento. La forma en que la miraba en las raras ocasiones en que estaban en la misma habitación siempre le daba escalofríos. La muerte sería preferible a un matrimonio forzado con el viejo lascivo.
"Sus razones no importan. El hecho es que Lord Windham quiere casarse contigo y vas aceptarlo".
"Claro que no lo haré", dijo Emma alzando la voz.
Windham exhibía una sonrisa lasciva en sus labios regordetes mientras la detallaba y había algo oscuro en su mirada. "He anhelado poseerla desde el momento en que la vi por primera vez, Miss Emma. Usted será la joya de mi baronía".
El tío Silas la agarró con firmeza por la parte superior del brazo, acercándose tanto que podía oler el licor en su aliento. “Me debes todos los años que te he cuidado".
"Nunca pedí estar bajo su cuidado. Fue mi padre él que me abandonó a su cargo”, dijo Emma tratando de contener las lágrimas. "No le debo nada".
Windham se acercó, poniendo su mano en el hombro de ella, le susurró al oído, "Cuando seas mi esposa voy domesticarte, cariño".
Ella lo miró con desprecio y le dijo: "Nunca. Nunca me casaré con usted".
"Nunca me casaré con usted. Nadie puede obligarme", le gritó Emma. Él le pasó la mano por la espalda hasta llegar a su trasero y se lo apretó y luego se dirigió a la puerta antes de volverse hacia su tío. "Haga que ella cumpla, Baxter. Si no me caso dentro de tres semanas usted irá a la prisión de los deudores. Haré que le envíen un contrato de compromiso matrimonial para que lo firme", dijo Windham lanzándole una sonrisa lasciva antes de despedirse.
Acto seguido su tío la abofeteó con fuerza. Ella posó su propia mano sobre su mejilla adolorida. Su valor se fortificó y mantuvo su cabeza en alto a modo de desafío. "Puede hacer lo que quiera, tío. Pero tenga en cuenta esto: prefiero morir antes que casarme con Lord Windham".
"Siempre fuiste una pobre tonta", dijo su tío sacándola de la oficina y empujándola hacia las escaleras. "Permanecerás encerrada en tu habitación y recibirás una sola comida al día hasta que entres en razón y aceptes a Windham". Ella comenzó a subir las escaleras con la frente en alto y le dijo: “Será mejor que se abstenga de enviarme comida .No probaré ni un bocado”.
"Solo te haces daño a ti misma. Te casarás con el barón quieras o no".
Las pesadas pisadas de su tío, que resonaban detrás de ella la instaron a caminar más rápido para refugiarse en su habitación. No sabía cómo evitaría este matrimonio, pero no había forma de que pudiera casarse con Windham. Pensaría en algo, de alguna manera, escaparía de las garras del barón.
CAPÍTULO 1
Tres semanas después,
La campiña inglesa
Emma miraba por la ventana del carruaje, negándose a mirar a Lord Windham o a su tío Silas. Tenía que escapar antes de que llegaran a la finca de Windham en Hampshire, pero ¿cómo? Y lo más importante, ¿a dónde iría? Ya tenían tres días viajando desde que abandonaron Londres. Al anochecer, llegarían a Windham. Un escalofrío le recorrió la espalada. El barón le causaba repulsión.
Observaba a los dos hombres, sentados frente a ella y se sintió aliviada al notar que ninguno de ellos parecía prestarle atención. Sintió escalofríos al mirar a Windham. No había forma de que ella pudiera casarse con él. Escapar era su mayor prioridad, tuviera o no un lugar a donde ir. ¿Cómo pudo el tío Silas hacerle algo así? ¡Su propia carne y sangre!
Tal vez debería haber huido en la primera pausa de su viaje. Tuvo la oportunidad cuando el tío Silas y Lord Windham se fueron a la taberna y la dejaron sola en el cuarto de la posada. Los dos regresaron por la madrugada. Desafortunadamente, el miedo la paralizó… pero hoy, sabía que tenía tener valor y coraje para escapar de su infausto destino.
Ella tragó saliva fuerza. "¿Tío Silas?".
"Sí", dijo él subiendo la cabeza para verla.
Con una sonrisa ensayada Emma le dijo. "Tengo mucha hambre. ¿Cuándo podríamos parar?".
Tío Silas se volvió hacia Lord Windham. "Se acerca la hora del almuerzo. ¿Nos detenemos ahora?".
Emma luchó contra el impulso de desviar su mirada cuando Lord Windham posó sus fríos ojos marrones en ella. "Me complace que finalmente hayas decidido ser razonable, querida".
El primer impulso de Emma fue replicar de manera cortante, pero se contuvo. Quería decirle que su petición no tenía nada que ver con ser razonable, o que la inanición la había forzado a hacerlo, pero eso solo serviría para levantar sospechas. En cambio, ella simplemente dijo, "Es mi deber".
"Muy bien. Nos detendremos en la próxima posada", dijo Lord Windham, y luego golpeó la ventana con su bastón.
El cochero deslizó el cristal para abrirlo. "¿Si, mi Lord?".
"Détente en la próxima posada. Mientras comemos, deseo que cambies los caballos".
"Hay una justo al final del camino. Llegaremos en unos minutos".
Lord Windham descruzó sus cortas y fornidas piernas. "Muy bien, apresúrate", dijo posando sus lujuriosos ojos en Emma. "Mi muñeca necesita alimentarse".
Al escuchar esto, Emma se estremeció de asco. El cochero cerró la ventana y ella sintió que el carruaje ganaba velocidad. Se recostó en el lujoso asiento, con el corazón acelerado. Rezaba para sus adentros, pidiéndole a Dios que le permitiera escapar, y que le diera fuerza y paciencia para tolerar a Lord Windham mientras tanto.
Al poco tiempo, el carruaje se balanceó y luego se detuvo frente a una posada. Emma se sujetó con sus manos para evitar caerse de su asiento de cuero y terciopelo.
"Te ayudaré a salir del carruaje, muñeca", le dijo Lord Windham guiñándole un ojo.
Con una sonrisa forzada, ella le respondió: "Gracias".
El lacayo colocó el escalón antes de abrir la puerta del carruaje. Emma hizo lo posible por aparentar serenidad mientras los hombres salían del carruaje. Inhaló profundamente y exhaló lentamente antes de acercarse a la puerta del carruaje y aceptar el brazo de Lord Windham. La repugnancia la invadió cuando él posó su mano sobre su mano enguantada.
Quería gritarle y exigirle que dejara de tocarla. Se le revolvió el estómago y se sentía muy incómoda, pero logró contenerse y se obligó a sí misma a interpretar el papel de sumisa. Mientras pasaban por la entrada, el área de recepción, y el comedor, Emma exploraba con atención sus alrededores buscando una ruta de escape o quizás un lugar donde esconderse.
Había varios rincones oscuros y grandes ventanas cubiertas con cortinas en las que una persona podía ocultarse. También habían algunos muebles grandes bajo los cuales podría esconderse, e innumerables puertas que daban a las áreas comunes por las que podía salir corriendo.
Pero, el exterior de la posada parecía ofrecer las mejores vías de escape. Un espeso bosquecillo de árboles rodeaba el edificio en el que sin duda podría perderse, o podría encontrar un refugio en los establos, oculta bajo un pajar, o escondida en el desván. Además, había visto varios caballos y carruajes que pudiera usar para escapar.
Emma examinaba las posibilidades en su mente mientras Lord Windham la conducía a través del comedor hasta una pequeña mesa redonda.