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Redención
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Redención

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Redención
Pamela Fagan Hutchins

Cuando el destino le da a la abogada Katie Connell una segunda oportunidad inesperada en el Caribe, ¿se encontrará a sí misma o la encontrará un asesino? ”¡Katie es el primer personaje del que me he enamorado absolutamente desde Stephanie Plum!” Stephanie Swindell, propietaria de una librería, abogada de Texas y bebedora descuidada. La carrera de Katie Connell acaba de derrumbarse ante sus ojos. Después de un fracaso muy público durante un condenado juicio a una celebridad y una ruptura desgarradora, evita la rehabilitación retirándose a la isla tropical donde sus padres murieron trágicamente. Pero cuando llega, se hace evidente que el supuesto accidente de sus padres fue frío y calculado. A medida que Katie va descifrando las pistas, recibe la ayuda de una fuente inesperada: una casa animada llamada Annalise. Entre el fantasma familiar, un cantante local y un apuesto chef, las peculiaridades de la isla ponen a la ex abogada en un gran aprieto. ¿Podrá Katie recuperar los trozos de su vida y resolver el asesinato de sus padres como parte de su nuevo comienzo?

Los libros de Katie tienen más de 4000 críticas y una media de 4,5 estrellas. Disponible en formato digital, impreso y audiolibro. Saving Grace es el primer libro independiente de la trilogía de Katie y el libro nº 1 de la serie de misterio romántico What Doesn't Kill You. Once Upon A Romance califica a Hutchins de ”escritora prometedora”. Si te gustan Sandra Brown o Janet Evanovich, te encantará la escritora Pamela Fagan Hutchins, la más vendida del USA Today. Ex abogada y nativa de Texas, Pamela vivió en las Islas Vírgenes de Estados Unidos durante casi diez años. Se niega a admitir que tomó notas para esta serie durante ese tiempo. Lo que dicen los lectores de Amazon sobre la serie 'What Doesn't Kill You' Mysteries:

”Imposible de abandonar”.

”Advertencia: despeja tu agenda antes de leerlo porque no podrás dejarlo”.

”Hutchins es una maestra de la tensión”.

”Un misterio intrigante... un romance cautivador”.

”Todo brilla: la trama, los personajes y la escritura. Los lectores están ante un auténtico regalo”.

”Atrapado de inmediato”.

”Hechizante”.

”Misterio dinámico”.

”No puedo dejarlo”.

”Entretenido, complejo y que invita a la reflexión”.

”¡El asesinato nunca ha sido tan divertido! ¡Está garantizado que te encantará el viaje!” Compra Redención hoy mismo para un divertido misterio que no podrás dejar de leer.

Translator: Santiago Machain

Redención

Índice

Ebooks gratuitos de PFH (#u54a4d818-5012-5e62-af6d-1ea077f99881)

Capítulo 1 (#u37391555-d285-56e6-a012-bee36947fadf)

Capítulo 2 (#u7c7016ba-6864-5f75-a7de-f9094e0a4d29)

Capítulo 3 (#ucfa0df7a-00c2-59d9-8868-ba5ce7a22de6)

Capítulo 4 (#ua4a3b064-5481-5925-9546-4800abe05dff)

Capítulo 5 (#ubfad342b-3235-5f90-8563-e9186bd23011)

Capítulo 6 (#ud097daa2-c45c-5672-b9d4-e59803eb969d)

Capítulo 7 (#u36ab5bac-4728-5555-937d-0da618980978)

Capítulo 8 (#u3144334f-572f-5432-9eb1-468073635a92)

Capítulo 9 (#ue2e0983b-54b0-5834-8d4c-7812689c170e)

Capítulo 10 (#u46ba8498-9559-53f5-bfd6-e60136145039)

Capítulo 11 (#u0516b3b4-52a9-5031-a370-838a78e679a9)

Capítulo 12 (#ua7556f4a-520d-5e5c-800e-7cfb78447d9f)

Capítulo 13 (#ue147341c-9125-5cd9-b7ed-c251564dfbb5)

Capítulo 14 (#u1d0afcf8-a2db-537a-86b1-0f1e17467a4e)

Capítulo 15 (#ua0a4aeb6-8ab1-5c09-82e7-1e68cd9ae577)

Capítulo 16 (#uea9e9703-2d4c-512a-bff0-06690dce3293)

Capítulo 17 (#ua3864919-78ec-54ed-8c97-c489f73c1017)

Capítulo 18 (#uf8c4564a-cdc1-52c5-aeed-5887d3aa4f3f)

Capítulo 19 (#udd154ca6-529c-5b55-b545-920f7c42c070)

Capítulo 20 (#uc18210b2-7c26-5ddd-91a5-fe6abed22b4d)

Capítulo 21 (#u6b1b3c3c-9d4d-5247-bda5-03a13118b61c)

Capítulo 22 (#u86ba52ee-ef02-5264-896f-c960445667a1)

Capítulo 23 (#u688df365-3f53-5578-8d47-66b350116146)

Capítulo 24 (#ufdeed911-5bb5-5ebd-b250-2d3bd98bd40b)

Capítulo 25 (#u49cc3d23-d9d8-5212-bc22-913ffcd7b023)

Capítulo 26 (#ub5a25683-73d2-5fc7-b2a0-e967c659fea5)

Capítulo 27 (#u64b620b0-886a-53c3-9419-57f24d1115c0)

Capítulo 28 (#u01aa96dd-45f7-5d68-b72a-3abdcde74d1b)

Capítulo 29 (#u4c2ab527-42d0-5ec8-ad75-11562da74661)

Capítulo 30 (#uc7a8955f-c4b1-5e52-a3de-9cfd1acee626)

Capítulo 31 (#ue7a1304e-40c8-552b-92cd-2ee72296f3a0)

Capítulo 32 (#u554406be-4dd5-589d-abfe-a37637f226b3)

Capítulo 33 (#uc7541918-ff9a-581d-b3dc-fcd5bce6f91d)

Capítulo 34 (#u16996e9b-53b9-534f-8eae-bd6f61480644)

Capítulo 35 (#u609da43f-7a1d-5590-87fc-4503b09f8b9d)

Capítulo 36 (#uf5c38c0d-8733-5553-a118-82fb8034172e)

Capítulo 37 (#u233f9fc9-0206-5166-8442-15e4d7518066)

Capítulo 38 (#u8687f8dd-bbae-54c2-ad0e-12f84f40133b)

Capítulo 39 (#u3730f7d0-6684-5997-b085-de2b0b18729e)

Capítulo 40 (#ua2ba944f-1a65-5ff1-937b-9a125a27b89d)

Capítulo 41 (#u1199ffb4-f8f9-5d47-8189-054c24155030)

Capítulo 42 (#u95483f4f-b357-52ad-bf50-5723440382cd)

Capítulo 43 (#ubb7000ef-7c9d-5359-946f-7295fb6d3a6f)

Capítulo 44 (#u6a0eb974-e903-5d6c-98e2-d3085d59a1ab)

Capítulo 45 (#u3186c5c0-1ef3-54e9-9d92-96abe7287785)

Capítulo 46 (#ud8c62904-510b-50a7-b85a-b166d5e3df93)

Capítulo 47 (#udce1cb1f-fd62-5ed0-908e-6f4ac47efa6e)

Capítulo 48 (#u1362e0cd-9332-5ca9-82cf-f5b5e1bdb26e)

Capítulo 49 (#u0c05e1de-c45e-52af-a594-110b5f0615f9)

Agradecimientos (#u8db5de96-ab95-518e-a748-6bef007203c2)

Books by the Author (#uc6067791-cd13-5bf0-a110-87434af6e500)

Acerca de la Autora (#ud5883321-3513-5193-8bc2-1842412a42fb)

Books from SkipJack Publishing (#u85cbebc1-00c5-5554-bde1-be888c6c37ee)

Avant-propos (#u96b2f5c4-6eb2-5255-9e5f-95f96debad1e)

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Uno

Eldorado, Shreveport, Luisiana

14 de marzo de 2012

El año pasado fue una mierda, y este ya era peor.

En aquel entonces, cuando mis padres murieron en un «accidente» durante sus vacaciones en el Caribe, me esforcé demasiado por hacer caso a mis instintos, que me gritaban «mierda» tan fuerte que casi me quedé sordo en el tercer oído. Me estaba preparando para el caso más importante de mi carrera, así que tenía una excusa que me servía mientras me presentara a la hora feliz, pero la verdad era que estaba obsesionada con el investigador privado asignado a mi caso.

Nick. El casi divorciado Nick. Mi nuevo compañero de trabajo, Nick, que a veces enviaba vibraciones de que quería arrancarme la blusa de Ann Taylor con los dientes, cuando no estaba ocupado ignorándome.

Pero las cosas habían cambiado.

Acababa de recibir el veredicto de mi mega-juicio, el caso de despido improcedente de Burnside. Mi bufete rara vez aceptaba casos de demandantes, por lo que me había arriesgado mucho con éste, y había conseguido que el Sr. Burnside ganara tres millones de dólares, de los cuales el bufete se llevaba un tercio. Eso fue todo lo contrario a un asco.

Después de mi golpe en el juzgado de Dallas, mi asistente legal Emily y yo nos dirigimos directamente por la carretera interestatal 20 al hotel donde nuestro bufete estaba de retiro en Shreveport, Luisiana. Shreveport no está en la lista de las diez mejores escapadas de empresa, pero nuestro socio principal se consideraba un jugador de póquer y le encantaba la comida cajún, el jazz y los casinos de los barcos fluviales. El retiro era una gran excusa para que Gino se diera un capricho con el Póker entre las sesiones de formación de equipos y de sensibilidad y siguiera pareciendo un tipo estupendo, pero significaba un viaje de tres horas y media en cada sentido. Esto no fue un problema para Emily y para mí. Salvamos la brecha entre asistente y abogado y la brecha entre compañero de trabajo y amigo con facilidad, en gran medida porque ninguno de los dos se desenvolvía muy bien en Dallas, o en absoluto.

Emily y yo nos apresuramos a entrar para registrarnos en el Eldorado.

—¿Quieren un mapa de los tours de fantasmas? nos preguntó la recepcionista, con su acento políglota tejano-cajún-sureño que hacía que los tours sonaran como «turs».

—Pues, gracias amablemente, pero no gracias, —dijo Emily. En los diez años transcurridos desde que se marchó, todavía no se le había quitado el Amarillo de la voz ni había dejado los rodeos.

Tampoco creía en la magia, pero no era fan de los casinos, que apestaban a humo de cigarrillo y a desesperación. —¿Tienen karaoke o algo más que casinos en el lugar?

—Sí, señora, tenemos un bar en la azotea con karaoke, mesas de billar y ese tipo de cosas. La chica se apartó el flequillo y luego giró la cabeza para volver a colocarlo en el mismo lugar en el que estaba.

—Eso parece bien, le dije a Emily.

—Karaoke, —dijo ella. —Otra vez. Puso los ojos en blanco. —Sólo si podemos hacer intercambios a medias. Quiero jugar al blackjack.

Después de depositar las maletas en nuestras habitaciones y refrescarnos, hablando entre nosotros por el móvil todo el tiempo que estuvimos separados, nos reunimos con nuestro grupo. Todos nuestros compañeros de trabajo rompieron en aplausos cuando entramos en la sala de conferencias. La noticia de nuestra victoria nos había precedido. Hicimos una reverencia, y yo usé ambos brazos para hacer gesto como Vanna White hacia Emily. Ella le devolvió el favor.

—¿Dónde está Nick? —Llamé—. Sube aquí.

Nick había abandonado la sala cuando el jurado salió a deliberar, así que se nos había adelantado. Se levantó de una mesa en el otro extremo de la sala, pero no se unió a nosotros delante. De todos modos, le hice un gesto de Vanna White de larga distancia.

Los aplausos se apagaron y algunos de mis compañeros me indicaron que me sentara con ellos en una mesa cercana a la entrada. Me uní a ellos y todos nos pusimos a trabajar en la redacción de una declaración de la misión de la empresa durante los siguientes quince minutos. Emily y yo habíamos llegado justo a tiempo para que terminaran las sesiones del primer día.

Cuando terminamos, el grupo salió en estampida del hotel hacia la barcaza atracada que albergaba el casino. En Luisiana, el juego sólo es legal «en el agua» o en tierras tribales. Por impulso, me dirigí al ascensor en lugar de al casino. Justo antes de que se cerraran las puertas, una mano se interpuso entre ellas y rebotaron, y me encontré subiendo a las habitaciones del hotel nada menos que con Nick Kovacs.

—Así que, Helen, tú tampoco eres apostadora, dijo cuando se cerraron las puertas del ascensor.

Se me revolvió el estómago. Es cierto que es cursi, pero cuando estaba de buen humor, Nick me llamaba Helena, como en Helena de Troya.

Había prometido quedar con Emily para jugar al blackjack antes del karaoke, pero él no necesitaba saberlo. —Tengo la suerte de los irlandeses, —dije. —El juego es peligroso para mí.

Respondió con un silencio sepulcral. Cada uno de nosotros miró hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados y a cualquier lugar menos al otro, lo cual era difícil, ya que el ascensor tenía un espejo sobre una barandilla dorada y paneles de madera. Había un poco de tensión en el aire.

—Pero he oído que hay una mesa de billar en el bar del hotel, y me interesa, ofrecí, lanzándome de cabeza al vacío y aguantando la respiración mientras descendía.