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La Procedencia
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La Procedencia

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Esto irrita al hombre que se prepara para darle un golpe, pero Jack es ágil, saca su arma y apunta decidido, sus ojos de loco maniaco asustan al hombre, ya sabe que Jack es capaz de disparar e irse como si nada.

–Cálmate, Jack.

Ambos ignoran que tienen algo en común: encontrar a Klaire.

–Estoy calmado, amigo, pero mis manos, ah, ah, ellas no se gobiernan, ¿sabes?, me encantaría dispararte a la cara y borrar ese horrible rostro que no recuerdo, pero no puedo, estoy buscando a una vieja amiga, si no fuera por eso, te mataría, por desperdiciar mi cigarrillo, ¡idiota! –Baja el arma, la guarda, respira y toma el cigarro del suelo, al que le queda una ínfima llama, exhala y lanza el humo hacia el cielo–. Estoy vivo, permanezco en mi propio infierno, soy un dios.

El hombre lo mira sintiendo lástima de aquella personalidad distorsionada, respira y más calmado se dirige a él.

–¿Quién es tu amiga?

–¿Qué amiga? –Finge ser un despistado para molestarle.

–Dijiste que... buscabas a una amiga.

–Ah, sí, eso, es una amiga de la secundaria, ha desaparecido, vive aquí, en este edificio.

–¿Klaire? ¿Buscas a Klaire?

–¿La conoces?

Durante una conversación que duró unos veinte minutos, se pusieron al tanto de todo, ambos se informaron sobre casi todo lo que sabían, Jack no le mostró la grabadora, no quería delatar a la madre de Klaire, no quiso mostrar esta evidencia.

–Ahora que te he puesto al tanto de todo, quiero... quiero entrar en su apartamento.

–Imposible, no puedo permitirlo.

–Vamos, ambos queremos que regrese.

–¿Qué encontrarías que no hayamos ya visto? Hay un equipo de expertos en el caso.

–¿Olvidas quién soy? Soy el policía forense más reputado de NY, mi experiencia es trascendental, lo sabes.

–Está bien –dijo tras pensarlo unos segundos. Jack ignoraba lo desacreditado que estaba en su trabajo, realmente permanecía en él porque muchos le debían favores, si Jack hablara, muchos caerían, conoce todos los círculos corruptos de su departamento policial.

–Pero entraré solo, sabes que trabajo solo.

–No hay problema, ya las cosas de valor han sido puestas en lugar seguro –dijo insinuando que Jack podría robar algo.

–Me alegra, no me gustan las tentaciones en la escena del crimen. –Se intenta mostrar sarcástico y divertido al mismo tiempo.

No tardó nada en entrar en el apartamento. “¿Dónde está el montón de libros?” Ya no estaban, solo una computadora que enciende, mientras se inicia el sistema, mira con detalle la moderna decoración, sí que había cambiado Klaire, ahora es más que una frustrada mujer, se ha convertido en una vanguardista neoyorkina, en el lugar se respira equilibrio gracias a aquella decoración contemporánea, de colores blanco, plata y azul cielo, se refleja clase, estilo y mucha paz.

El vuelve a ponerse ante el ordenador, se sienta, pero el PC reclama una contraseña y un usuario, lo intenta con algunos.

–A ver, 1234, no, no es ese, el nombre de la madre, va, tampoco, su nombre, tampoco.

Entonces se le ocurre una idea idiota: “Solo me falta poner mi nombre”, lo puso y se abrió, el PC se inició.

Su corazón latió muy fuerte, ella tenía su nombre como usuario, o le amaba mucho o le odiaba demasiado.

Es cuando ve algunos documentos, uno de ellos es un audio, pone: “Diario de Klaire”, con nada más y nada menos que casi 1GB de datos. También está esa aplicación con montones de libros. “Ahora lee a través de la computadora, cómo cambian las cosas”, piensa. “¡Vaya! La chica tiene mucho que decir”.

Conecta su móvil al PC y lo descarga.

Luego toma la grabadora y empieza a escuchar tranquilamente las últimas conversaciones de Klaire antes de desaparecer.

Se levanta mientras escucha, se fija en el teléfono, tiene varios mensajes, empieza a escucharlos. Algunos son de su madre, otros, de su jefe, y uno al final, ese le llamó su atención, era un mensaje de Petrushka Nova, la madre de la fallecida Lara Nova.

–Detective Morgan, soy Petruska Nova, dígame que todo está bajo control, por favor, dígame qué ha pasado, espero noticias suyas.

El mensaje era de hacía dos días, era el último, copió el número y lo marcó, era un número con código de área ruso, no logra contactar.

En ese momento, la puerta se abre y el jefe de Klaire entra. Jack saca el USB y quita el cable de su teléfono. Por suerte, el documento ya se había descargado.

–Veo que está escuchando los mensajes… Ah, ¡también pudo obtener la clave de acceso!

–No es algo tan difícil, sus expertos pueden deshabilitar las claves en cuestión de segundos, ¿por qué no lo hicieron?

–Por respeto a su privacidad, su PC es algo muy personal, veo que conoces más de Klaire de lo que creía.

–Te sorprenderías –respondo irónico.

–Hay mensajes recientes, por lo que veo –dice mientras empieza a escuchar el de hace dos días.

–Sí, se ve que están haciendo un gran trabajo.

–Déjate de ironías, Jack, no puedes querer encontrar a Klaire más que yo, apareciste en su vida después de mucho tiempo, yo he estado en ella bastante más.

–¿De cuál te enamoraste, de la obesa pusilánime o del clon de la psicóloga muerta? Ambas parecen muy ardientes, ¿no crees? –Su sarcasmo era repugnante.

–No voy a permitir que...

–¡Ya basta, calma! No vamos a pelearnos por ella, ¿eres capaz de compartir un sándwich, o depende del tamaño?

–Oye, Jack, no sé qué existe entre ustedes, no me interesa, pero una cosa sí te digo, Klaire es la mujer más honesta, respetuosa y transparente que conozco, lamento que tengas una imagen equivocada de ella, quizás eres de las personas que miran a los demás a través de sus propios espejos. Lo siento, eras una mala persona antes y lamento decir que... ahora, eres un asco.

Esas palabras fueron cortantes y empezó a reflexionar, se preguntó en ese mismo instante: “¿Qué clase de monstruo soy?”.

«Es un error capital el teorizar antes de poseer datos. Insensiblemente, uno comienza a alterar los hechos, para encajarlos en las teorías, en lugar de encajar las teorías en los hechos».

Arthur Conan Doyle

CAPÍTULO III

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Es terrible tener que admitir, tras varias horas algo sobrio, que ese investigador tenía la razón respecto a lo mala persona que yo era.

Debían seguir juntos en esto, Jack sentía todo el peso de su culpa y necesitaba encontrar a Klaire, tal vez sería una forma de cambiar el pasado, y qué mejor manera que siendo duro consigo mismo.

Emprenderían una búsqueda que les llevaría al hospital psiquiátrico, así que tomaron un avión para estar en Texas lo antes posible.

Los dos hombres hablaban poco.

Jack se puso sus audífonos durante el viaje para escuchar paso a paso el diario de Klaire, qué entrometido, qué sucio, escuchar la privacidad de esta mujer era lo más bajo que había hecho, hasta olvidó las grabaciones de Klaire a causa de su ansiedad por conocer el pasado de esta sufrida amiga.

En el avión, Jack se sentó al lado de la ventana y mantuvo sus audífonos puestos para escuchar cosas que le erizaban la piel.

Primera parte del diario de Klaire

(Me siento usada)

–¡Debiste resistir, no tomar ese trago, ni fumar ese cigarro, no haber ido, idiota! ¿¡Qué hacías como una tonta bailando con Jack Sinclair mientras tu madre estaba en el hospital!? Es el pago de tu culpa, por ser tan torpe, por usar el vestido de graduación, por dejarte llevar por los placeres perversos de un tonto y hermoso hombre… ¡Rayos!, ya estás llorando otra vez, ¿no lo superarás? ¡Eres un desastre, Klaire, mírate, mírate! Eres lo peor que se puede mostrar a un espejo cada mañana.

Jack recuerda esa tarde, cuando invitó a Klaire a comer un helado en el Centro Comercial, la pobre inocente lo miraba como si él fuera Dios, y él la miraba como a una presa más a quien devorar.

–No has probado el helado, anda, cómelo.

–No, no quiero el helado. –Ella tiene el rostro enrojecido.

–Pues se derretirá. Entonces, lo comeré yo.

Él agarró el vaso, ella también, sus manos se encontraron, el tocó sus manos mientras la miraba a los ojos. Los ojos de él desprendían fuego. De pronto, sintió algo extraño, ¿remordimientos?

Justo en ese momento, su compañero de viaje le habló.

–Jack, Jack, estás como un zombi, parece que está buena la música.

–¿La música? Ah, sí, la música, es que me encanta Pet Shop Boys, siempre lo escucho, esa que dice: All day, all day… –tararea.

–Bien, espero que esta idea tuya de venir a Texas, al hospital donde estaba Bramdtom, sea efectiva.

–Lo será, es por donde debieron empezar ustedes, los expertos, pero no, ella desaparece de NY y ustedes se limitan a buscarla en Manhattan, Brooklyn y el Bronx, no fue lo correcto.

–En eso tienes razón, empezamos mal, veo que tu cerebro no está tan tostado aún.

–Algo, está algo tostado, pero en los momentos de lucidez, esos pequeños espacios entre una y otra dosis de fantasía, mi mente suele ser más brillante que un diamante.

–Cuando te alabas, suenas convincente, ja, ja, ja.

Al llegar a Texas, Jack hace algunas llamadas, insiste en que pasen primero por el Centro de Investigaciones de la ciudad, se encuentra con una vieja amiga, es una secretaria del lugar, la chica mastica chicle de manera desagradable y mira con cierto morbo a Jack, en efecto, coquetean, él quiere información.

–Vamos, bebé, hace tiempo que papi Jack no te veía, ¿dónde has estado?

–Pues aquí siempre, no hago más que trabajar y… esperarte –Mira al compañero de Jack.

–Pues no lo parece, te he llamado…

–¿De veras? ¿A cuál número?

Jack titubea, pero enseguida se las ingenia.

–Pues al 1-800 sexo… he pasado años buscando tu número, no puedo olvidarte, estoy loco por ti.

El compañero siente asco, pone cara de repugnancia.

–Tal vez podríamos vernos cuando salga, ¿qué crees?

–Claro, claro que sí, solo que ando buscando una información, una amiga se extravió y necesito datos, tú sabes, algunas cosas.

–¿Quién es esa amiga?

–La novia de él… de mi compañero. ¿Sabes?, iban a casarse y ella desapareció.

–Qué pena, lo lamento, señor, pero puedo ayudar, dame el nombre de la chica.

–Sí, su nombre es Klaire, Klaire Morgan.

–Ah, claro, sé quién es, es la heroína de Texas, fue quien descubrió el horrendo asesinato de la joven… ¿cómo se llamaba?

–Lara Nova.

–Sí, esa misma, y el padre del chico Cooper, ella fue la que lo descubrió todo, solo que después de todo eso, ella se quedó algo loca, o algo así, ¿no? Todos dicen que es prácticamente un clon de la muerta.

–En efecto.

La joven mira al compañero.

–Lo lamento, no quise decir nada malo de ella, perdón.

–Descuide… –Mira con odio a Jack, está molesto. Jack sonríe, lo disfruta.

–Ya sé lo que haré, te daré el expediente, lo buscaré y sacaré una copia, te lo daré en una o dos horas.

–¿Harías eso por mí?

–Y más, haré mucho más esta noche, ya lo verás –dice mientras acerca su cara a la de él.

Salen del edificio.

–Te manejas bien con las damas, Jack, siempre consigues lo que quieres.

–No siempre, mira que me he esforzado por conseguir cocaína gratis, pero por más que lo intento, no lo logro, estoy en la ruina.

–Ya veo…

–El expediente nos dará algunas pistas, es viejo, pero encontraremos cosas que nos llevarán a otras, mientras pasan esas dos horas, vamos al hospital.