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Tras La Caída
Tras La Caída
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Tras La Caída

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Él suspiró aliviado. —¿Qué pasa entonces?

—Solo me refería a que si deberíamos hacer, ya sabes, esto. —Naomi señaló su desnudo, su glorioso cuerpo desnudo.

Él dio un tirón de ella y acarició su cuello con la nariz. —Mmm...Sin duda.

Naomi se estremeció cuando le acarició los senos. Volvió a caer sobre la cama. Sí, esto estaba bien. Se sentía muy bien. ¿En qué estaría pensando?

Le acarició el pecho. Él se sintió estupendamente.

—Dios, Naomi. Te quiero muchísimo.

¡Dios!

—Espera, Lash —jadeó, tratando de recuperar el aliento. Lentamente, los recuerdos de las largas tardes en las clases de catecismo y los sermones de Welita sobre la castidad resurgieron—. Lo que quería decir es ¿deberíamos estar juntos así sin estar casados?

Él se echó hacia atrás y la miró atónito. —¿Casados?

Ella se mordió el labio inferior, sin estar segura de cómo abordar el tema. No es que fuera una puritana ni nada por el estilo. Lash no era el primero con el que estaba. El pensamiento de tener sexo antes del matrimonio nunca antes le había importado pese a los sermones de Welita y su padre sobre permanecer casta. Pero ahora las cosas eran distintas. Era un arcángel. ¿No se suponía que tenía que ser un modelo a seguir o algo así?

—Bueno, no sé si los ángeles se casan o tienen algún tipo de unión formal. Me refiero a que no sé si cosas como el matrimonio significan aquí lo mismo que en la Tierra.

Sus labios dibujaron una sonrisa. —Así es. Varias parejas de ángeles hacen votos de compromiso, Uri y Rachel, por ejemplo. —Le metió un mechón de pelo detrás de la oreja—. ¿Es eso lo que quieres?

Ella le miró fijamente a los ojos. —Sí. Quiero unirme a ti, para siempre.

Él tomo su rostro entre sus manos. Sus ojos estaban llenos de tanto amor que a ella le costaba respirar. —No hay nada que desee más que unirme a ti. Hablaré con Michael mañana y haré los arreglos necesarios. —Después se inclinó y la besó.

Lentamente, Naomi sintió cómo volvía a caer sobre la cama y cómo él le acariciaba la parte interna de sus muslos.

Gimió y el sentimiento de culpabilidad reapareció nuevamente. —Lash, tal vez deberíamos esperar hasta que se haga oficial.

Él gruñó y se volvió a poner bocarriba. —Me estás matando, Naomi.

—Lo siento. Es solo que, bueno, tal vez sería mejor si hiciéramos esto de forma correcta.

—¿Por qué ahora? Hemos estado haciendo esto sin parar desde que llegaste aquí. —Se levantó y le lanzó una intensa mirada—. Y si mal no recuerdo, tu fuerte entusiasmo era una de las razones por las que construí nuestro hogar a este lado de la montaña, lejos de oídos y miradas indiscretas. Creo que hasta podrías haberle reventado los tímpanos a Gabrielle, basándome en las miradas asesinas que me ha estado echando últimamente.

Ella se quedó con la boca abierta y su cara empezó a sonrojarse. Además de tener una mejor vista y fuerza, los ángeles también tenían un oído amplificado. La mayoría de las veces, eso era algo positivo. Pero cuando vives en distritos colindantes y quieres privacidad, no lo es tanto.

—Yo... Tú... Bueno... —Se sintió muy avergonzada.

Él se rió entre dientes y le dio un beso en la punta de la nariz. —Estás muy linda cuando te pones nerviosa.

—¡Argh! —Se levantó de la cama y se puso una bata—. Lo digo en serio.

Él se apoyó contra el cabecero de la cama, con los brazos detrás de la cabeza. —Dime: ¿cuál es el verdadero problema?

Ella se sentó en el borde de la cama. Él podía leerla como si fuera un libro abierto. —Es por lo que dijo Rachel sobre ella y Uri. No quiero que eso nos ocurra a nosotros.

Sus ojos se volvieron serios y extendió el brazo para acariciar su mejilla. —No nos pasará. Estoy aquí, contigo. No me voy a ir a ninguna parte.

—¿Pero y si nos metemos en problemas por tener sexo prematrimonial? No quiero correr ningún riesgo.

—Naomi, eso no va a pasar.

—Me sentiría mucho mejor si lo hiciéramos oficial. —Ella se inclinó y le besó con suavidad.

Él la miró y negó con la cabeza, riéndose. —Si de verdad eso va a hacer que te sientas mejor...

—Sí, lo hará. —Ella sonrió—. Cuéntame cómo es la ceremonia.

—Bueno, no es muy diferente de las que probablemente estés acostumbrada a ver. Michael oficia una ceremonia vinculante, y los novios hacen sus votos de compromiso el uno al otro frente a los testigos.

¿Has estado alguna vez en una?

—Uri y Rachel tuvieron su ceremonia hace tiempo. Fue en 1987 o 1988. No estoy seguro. Lo que tengo claro es que fue en los 80. Él llevaba ese extraño peinado que llevaba el miembro de la banda Flock of Seagulls que estaba tan de moda entonces.

Ella se echó a reír al imaginarse a Uri peinado como si llevara un par de alas en la cabeza que combinarían con las de su espalda. Ese estilo causó furor en la década de los 80. El amor de su padre por la música alternativa y las bandas de new wave hicieron que estuviera expuesta a una amplia gama de moda y peinados. —Sí, definitivamente me lo puedo imaginar haciéndolo.

La risa de Naomi se acalló, volviéndose seria otra vez mientras pensaba en la ceremonia. Nunca se había imaginado casada o prometida a alguien, no hasta que conoció a Lash. Sabía que era algo que a Welita le encantaría ver. Y su padre, a él le habría encantado caminar a su lado cogido a su brazo. Las lágrimas le pincharon los ojos al pensar que su familia no estaría allí para verlo.

—Pensaba que eras feliz con todo esto. —dijo él con voz suave.

Ella levantó la mirada hacia él y forzó una sonrisa. —Lo soy. Me estoy comprometiendo contigo. —Ella besó sus labios suavemente.

—Se honesta. No queremos empezar nuestro “para siempre” con secretos, ¿verdad?

Ella suspiró. —Es solo que a veces echo de menos a mi familia. No estarán aquí para verlo. Y mi padre, nunca llegaré a experimentar esto con él.

Ella abrió los ojos de par en par con sorpresa mientras el rostro de él empalidecía. Sin mediar palabra, él se levantó de la cama, fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua.

Ella observó que los músculos de su espalda estaban tensos cuando miró hacia otro lado, en silencio. —¿Lash?

Bajó la bebida antes de girarse hacia ella. Sus labios estaban húmedos mientras hablaba. —Ojalá pudiera hacer algo para arreglar eso.

—Oh, Lash. No es tu culpa que mi padre se haya ido o que yo esté aquí. Tan solo necesito recordarme a mí misma que estando aquí puedo cuidar mejor de mi familia.

—Eh, Naomi. —Se limpió la humedad de los labios con el dorso de la mano—. Hay algo que necesito contarte sobre eso.

—¿Qué pasa?

Se lamió los labios nerviosamente y abrió la boca, a punto de decir algo, pero volvió a cerrarla.

—¿Lash? —A ella le entró pánico. Algo iba mal. ¿Por qué estaba actuando de una forma tan extraña?

Él sacudió la cabeza y luego la miró con una sonrisa que no terminaba de ser creíble. —Tienes toda la razón. Juntos podemos cuidar de Welita y de los demás. ¿Sabes qué? Podríamos ir a echarles un vistazo por la mañana.

—¡Eso me encantaría! —Ella sonrió y entonces, de repente, frunció el ceño—. No, espera. No creo que debamos hacerlo. Gabrielle me dijo muy claramente que me mantuviese alejada del puente durante un tiempo.

—Ah, no le importará. Seremos muy rápidos.

Ella tenía una lucha interna entre querer seguir las órdenes de Gabrielle y ver a Welita. Estaba deseando contarle lo de su ceremonia con Lash. Esa era la cosa más cercana a Welita que hizo desde que estaba allí—Tal vez debería ir yo sola.

—Quiero ir contigo.

—No quiero que te metas en problemas. ¡Tú solo vuelve!

—¿Vas a dejar de preocuparte? Estaré bien. Además, a mí no me han dicho que me mantenga alejado del puente —sonrió—. Me encantaría verlos. Pronto ellos también serán mi familia.

Ella lo rodeó con sus brazos. —Lash, me has hecho la mujer más feliz del mundo. Te amo.

Él se echó hacia atrás, buscando su mirada. —¿Pase lo que pase?

Ella parpadeó con sorpresa. —Por supuesto. ¿Por qué haces una pregunta tan tonta como...

Ella dio un respingo al escuchar un repentino golpe en la puerta. —¿Quién será? Los únicos que vienen por aquí son Uri y Rachel. —Naomi se colocó bien la bata y caminó sin hacer ruido hacia la puerta.

Él le agarró la mano. —No.

Ella se rió. —¿Qué pasa contigo hoy? Estás muy nervioso.

—Iré yo —dijo.

Ella negó con la cabeza mientras él se metía los pantalones vaqueros frenéticamente. —Actúas como si viviésemos en medio del barrio más peligroso de Houston.

Él corrió hacia la puerta de entrada y la abrió. Su mandíbula se tensó y las manos se le cerraron formando puños.

—¡Hermano! —gritó Jeremy entrando y dándole una palmada en la espalda al pasar junto a él—. ¿He llegado demasiado tarde para el bingo?

4

Un torrente de emociones recorrió a Lash al ver a Jeremy entrar en la habitación. Respiró profundamente, recordándose a sí mismo que se trataba de su hermano y mejor amigo de toda la vida.

Un recuerdo se había estado reproduciendo una y otra vez en su cabeza, incluso después de que Jeremy se fuera de "descanso" y Lash se mudara con Naomi a su casa en la montaña. Era el recuerdo de Jeremy dándole el anillo de boda al padre de Naomi, un símbolo de los viejos tiempos, cuando el primogénito de la familia mostraba sus intenciones de matrimonio directamente al padre de la chica. Raphael no le había negado que eso era un recuerdo.

¿Y Jeremy? Él no tenía nada que decir; la mirada de su rostro lo decía todo. Lash recordó la expresión de su cara la primera vez que puso los ojos en Naomi. No podía sacárselo de la cabeza. Ahora él estaba allí, actuando como si nada hubiese cambiado.

Incluso aunque Naomi le había insistido en que todos sus recuerdos eran sobre él, no podía evitar preguntarse si en el pasado, un pasado que ella no podía recordar, había amado a Jeremy. ¿Cambiaría eso ahora que Jeremy había vuelto y podría conocerle mejor? Parecía que todo el mundo le quería, incluso Gabrielle.

No. Tenía que creer que Naomi le sería fiel, pasase lo que pasase.

Justo cuando estaba a punto de hablar, Raphael atravesó la puerta flotando con una sonrisa que desapareció al ver la expresión en el rostro de Lash.

—¿Venimos en mal momento?

«Se podría decir que sí», pensó Lash. Sus ojos siguieron a Jeremy mientras el ángel de pelo dorado caminaba hacia la única persona que quería mantener solamente para él. Cuando Naomi le sonrió, luchó contra el instinto de agarrarla y llevársela lo más lejos posible de su hermano.

—Claro que no —le dijo Naomi y después se giró hacia Jeremy—. Venga, muéstramelas.

Jeremy empalideció y una expresión de extrañeza apareció en su rostro. —Eh, ¿Que te muestre qué?

—Las botas. Rachel dijo que tenías unas —dijo mirando hacia abajo expectante.

Jeremy dejó escapar un suspiro y su perpetua sonrisa volvió. —¡Faltaría más! —Saco un pie—. No me digas que estas botas no son la leche.

Ella se echó a reír. —Está claro que has hecho algunos cambios mientras has estado ausente. Echo de menos tus trajes, aunque me encanta la chupa de cuero. ¿Por eso has desaparecido durante tanto tiempo? ¿Te has ido de compras?

—¿Por qué? ¿Me has echado de menos? —Jeremy le guiñó.

Lash dio un paso al frente. No le gustaba hacia dónde iba todo esto... en absoluto.

Raphael se puso inmediatamente delante de Lash, bloqueándole el paso. —Todos te hemos echado de menos, Jeremiel —dijo.

—Te fuiste tan rápido al día siguiente de que tú y Lash... —Naomi se mordió el labio y miró nerviosamente a Lash—. Bueno, esperaba que hablarais de ello.

—Es por eso que estamos aquí —dijo Raphael—. Me han dado permiso para revelaros cierta información sobre nuestro pasado. ¿Nos sentamos?

Cuando se reunieron en el salón, Lash colocó con decisión la mano de Naomi sobre la suya. Miró a Jeremy, que se había sentado frente a ellos junto a Raphael. Había algo raro en él. Aunque estaba sonriendo, no parecía feliz. Esa chispa especial que atraía a todo el mundo había desaparecido. En todos los años que llevaba conociéndole, Jeremy nunca había estado como ahora. Siempre había sido al revés; él era el taciturno y Jeremy el que estaba a su lado, distrayéndole de sus preocupaciones. Lash luchó contra el deseo de consolar a su viejo amigo y el de estar enfadado con él.

Vio cómo los ojos de Jeremy se centraron en la mano de Naomi cuando esta tomó la suya, y después rápidamente los apartó cuando lo cogió mirando.

«Es más fácil estar enfadado», pensó.

—Antes de que Jeremiel dejara su —Raphael miró a Jeremy y se aclaró la garganta— larga asignación, compartí con él la información que previamente había compartido contigo, Lahash.

—¡Hermano! —Jeremy tendió un puño hacia él, sonriendo—. No me dejes colgado, tío.

Lash sintió que Naomi le golpeaba en las costillas. ¿Cómo podía tener un codo tan puntiagudo?

Suspiró y estiró el brazo para chocarle el puño.

Naomi sonrió. —Eso explicaría por qué vosotros dos fuisteis tan amigos durante tantos años.

—Fuimos —farfulló Lash entre dientes.

Jeremy frunció el ceño levemente al volverse a sentar en su asiento. —Tú sabes que te habría hablado sobre mi asignación si me lo hubieran permitido.

—Sí, seguramente. Lo que tú digas.

—Lash —le reprendió Naomi.

Él le soltó la mano con mala cara. —Pensaba que no confiabas en él y ahora estáis todos en plan "familia feliz". No sé. Tal vez estaría mejor si no recordara el pasado.

—¿Cómo va a ser mejor no tener recuerdos de tu propia familia? Es parte de lo que eres —señaló ella.

—Sabias palabras, Naomi —dijo Raphael en voz baja y con autoridad. Este se giró hacia Lash y le miró fijamente a los ojos—. Hoy en día eres quien eres gracias a quien fuiste en el ayer. Tu pasado influye en tu presente, y es la familia quien determina cómo creces.

—¿Ves?, eso es exactamente a lo que me refiero. Todos sabemos que soy un desastre. —Lash se levantó y se paseó por la habitación—. Ojalá solamente tuviera un par de recuerdos que fueran suficientes para mí, para darme cuenta de que incluso en el pasado yo era el segundo para ti — dijo señalando a Jeremy.