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Había dejado de fumar cuando comencé a salir con Cassie. Ella nunca menciono que le molestaba, pero podía notar que no le gustaba tampoco. Su linda pequeña nariz se arrugaba cuando trataba de besarla luego de que había fumado. Había encontrado este paquete debajo del asiento del conductor cuando había limpiado la camioneta esa mañana. No pensé que lo necesitaría.
Deje salir un suspiro, tomé el ultimo cigarrillo del paquete. Se rompió.
¡Mierda!
La puerta de El Dixie se abrió y un aire frio golpeo mi espalda. Quien sea que fuese, esperaba que se dieran cuenta y me dejasen solo. No quería que nadie me moleste.
Mike se paró detrás de mí, entregándome una botella de cerveza.
—¿Siguen desmayados? —arrojé el paquete vacío en un bote de basura cercano.
—Sip. Los agarraste bien.
Gruñí, quitándome la gorra y pasándome la botella fría por la frente. —Esta puede que sea la última cerveza para mí por un largo tiempo —Mire a Mike, notando su expresión interrogante. —Será mejor que me preguntes ahora antes de que el sheriff Baker llegue aquí —Con la punta de la botella, señale al par de autos de patrulla en el horizonte.
—¿Qué fue lo que hicieron? No es común de ti hacer algo así sin una buna razón.
Mi mandíbula se tensó mientras la imagen de Cassie cubierta en moretones rojos pasaba por mi cabeza. Tratando de calmarme, tragué la mitad del contenido de la botella antes de hablar.
—La lastimaron Mike. La lastimaron muy mal.
—¿Le pegaron?
Asentí. —Fue más que eso. Ellos…ellos…
Tomé otro sorbo de cerveza. No podía decir las palabras. Por la mirada horrorizada en la cara de Mike, no tenía que hacerlo.
—¿Todos ellos?
—Creo que sí. Estaban todos ahí.
—Jesucristo —murmuró bajo su aliento— Hijo, va a ser difícil para ti. Tienes todo el derecho de estar enojado. Pero cuando el sheriff llegue aquí, deja que te lleve. No pelees. Será peor si lo haces.
—Sí. Lo sé. Es solo que…No puedo sacar de mi cabeza, sus manos. Sus hermosas manos… —Tragué ásperamente, lágrimas manchaban mis ojos— No sé qué hicieron para dejarle los dedos así de morados. Y…y, yo no estaba ahí para detenerlos.
—No es tu culpa hijo.
Sacudí mi cabeza. Sí era mi culpa. Debería haber sabido que Seth intentaría algo así. Había escuchado los rumores. Seth había forzado a algunas chicas de la ciudad. Había rumores de que les había pegado también. Debería haberle comprado un arma a Cassie y enseñarle como disparar. Diablos, hasta hacerla tomar lecciones de defensa personal en la universidad comunitaria hubiese sido algo. Ahora, no iba a estar ahí para ayudarla y ella estaría sola. —Ve con ella, Mike. Ella está con Willa Mae. Ambas necesitan tu ayuda.
—Lo haré, pero quiero asegurarme de que Baker y sus delegados te traten bien primero.
El polvo se arremolinó cuando las patrullas chirriaron hasta detenerse. El comisario Bo Sims se bajó de su auto. Colocando un sombrero sobre su corte militar, comenzó a pasearse.
¡Mierda! Bo estaba de servicio. Tome una respiración profunda, tratando de mantenerme calmo mientras los ojos oscuros de Bo me miraban cautelosamente, su mano derecha permanecía inmóvil sobre su pistola. Bo había sido el mejor amigo de Seth durante la secundaria. A pesar de que se graduó antes que Seth, seguían siendo cercanos. Él nunca se metía en problemas en la manera en que Seth lo hacía…aunque no era ningún secreto que para conseguir la mejor hierba, Bo era tu hombre. La diferencia entre Bo y Seth era que Bo era inteligente. Él sabía cómo hacer para que no lo atrapasen. Y también, Bo no tenía un padre rico y poderoso para sacarlo del problema si alguna vez lo atrapaban.
—Bueno, bueno, esto es una sorpresa. El sheriff y yo recibimos una llamada por una pelea en El Dixie y pensé que sería uno de nuestros regulares. Nunca pensé que serías tu —Bo se detuvo a un par de centímetros de donde estaba yo— Escuché que tú y Cassie siguen juntos. Debe ser una suerte tonta que alguien como tú pueda mantener a una chica caliente como ella alrededor.
—Deja a Cassie fuera de esto —Gruñí.
Mike me tomo por el brazo cuando tome un paso amenazante hacia Bo, con los puños cerrados. —No lo hagas Cody.
—¿Que no haga qué?” El sheriff Baker miró por encima de sus gafas de sol de aviador, royendo un palillo de dientes. —¿Vas a darnos problemas ahora, chico?
Ojos fríos me desafiaron a hacer un movimiento.
Por un momento tenso, todos estaban inmóviles. La brisa silbó en mis oídos mientras estudiaba al padre de Seth. Él era otra de las razones por las cuales había tenido que pelear. Por su culpa, Cassie nunca tendría justicia por lo que le hicieron. Él siempre encontraba una salida para sus hijos.
Rechiné mis dientes. Quería lastimarlo, a Bo y a todo aquel que fuese una amenaza para Cassie. Lo único que me detenía era el frio toque de la mano de Mike.
Luego la puerta se abrió y Chase salió tropezándose, chocándose conmigo. Eso hizo que me tropezase hacia delante, contra el pecho del sheriff.
Baker miro a Chase, quien estaba ahora en el suelo, quejándose de dolor. Su cara se tensó cuando vio el extraño ángulo de la nariz hinchada de su hijo. Tomando el frente de mi camisa, me acercó hacia él hasta que estuve a un centímetro de su cara. —Eso es asalto a un oficial de la paz.
—Lanzándome hacia Bo, dijo— ¡Mételo dentro!
—Sera un placer —Los labios de Bo se curvaron en una mueca burlona. Abrió la caja negra que llevaba en el cinturón y buscó sus esposas.
—Sheriff, espere —dijo Mike— ¿Y si le doy mi palabra de que llevaré a Cody a la comisaria yo mismo?
Baker miro a Mike de arriba abajo, su cara apretada como si hubiese olido algo podrido. Luego, escupió su palillo de dientes en la bota de Mike. —¿Y por qué tomaría la palabra de alguien como tú?
Las venas del cuello de Mike se hincharon y su mandíbula de tenso mientras miraba el palillo de dientes. Miro hacia el sheriff, con sus intensos ojos azules. Luego dejando salir un suspiro, froto su bota sobre la grava, sacudiendo el palillo de dientes. —Cody tiene cosas de las que encargarse.
—¿Y qué cosas serían esas?
—Cassie está lastimada y probablemente necesite ir al hospital —Mike miro a Chase— Pregúntele a su hijo si no me cree. Él estuvo ahí.
—¿Estuviste ahí chico? Estuviste en la casa de Wilde?
Los ojos de Chase se abrieron. Abrió su boca a punto de responder cuando la puerta se abrió otra vez. Seth y Dillon salieron tambaleándose seguidos de cerca por Travis Mills.
—Creo que estos dos te pertenecen —dijo Travis, echando a Seth y a Dillon a su padre.
Ellos cayeron al suelo, quejándose. Los labios de Dillon estaban del doble del tamaño normal y sangre corría por un lado de su boca. Seth trato de levantarse, pero cayó al suelo tomándose el lado derecho de su abdomen.
Travis se cerró de brazos, sacudiendo su cabeza mientras miraba al par de hermanos. Se apoyó contra la puerta, abriéndola. Al menos una docena de personas dentro miraban la escena.
Me dio un guiño mientras esperaba a ver qué hacía Baker. Asentí a Travis ligeramente, comprendiendo su manera sutil de ofrecerme ayuda. El sheriff odiaba hacer escenas especialmente cuando sus hijos estaban involucrados.
—Lamento interrumpir. ¿Estabas diciendo algo sobre Cassie? —la voz profunda de Travis resonó tan fuerte que estoy seguro que todo el mundo dentro de El Dixie y todo el condado de Briarson escuchó.
—Le estaba diciendo al sheriff que lastimaron a Cassie —Dijo Mike en un tono alto, siguiendo la corriente de Travis.
La cabeza de Baker se inclinó ligeramente mientras miraba a sus hijos quejarse y luego a la gente mirándolo desde adentro de El Dixie. Aun con sus ojos escondidos detrás de sus gafas, sabía que a Baker le preocupaban los rumores del pueblo. No era ningún secreto en Koppe que él miraba para otro lado cuando se trataba de los crímenes de sus hijos. Como la mayoría eran delitos menores, era fácil hacerlos desaparecer para los miembros de un pueblo pequeño. Siempre que Baker diese la apariencia de ser justo, la gente del pueblo estaba satisfecha con su estilo de cumplimiento de la ley.
Baker se sacó sus gafas, deslizándolos dentro del bolsillo delantero de su camisa. —Señor Wilde —puso una expresión de negocios en su cara— si Cassie ha sido lastimada y necesita asistencia médica, estaré más que contento de hacer que el comisario Sims llame a una ambulancia por ella.
—Es un poco más complicado que eso, sheriff —Mike me miro ansiosamente.
—Bueno, si no lo considera una emergencia, entonces deberé proceder con la tarea en mano —dijo, sacando una libreta de papel y una lapicera. —Señor Mills, ¿quien estuvo involucrado en el incidente?
—Tus hijos y… —Travis me lanzo una mirada de disculpa— …Cody.
—Uh, Huh. ¿Y quién comenzó la pelea? —Baker garabateo en su libreta.
—Bueno, estaba ocupado con un par de clientes, y no vi realmente quien dio el primer golpe. Lo único que vi fue a Cody en el piso y a Dillon tratando de patearlo.
—Él le pegó a Chase, papá —Balbuceo Dillon, sus palabras apenas se entendían. Levantándose, escupió sangre y gruñó. —Creo que perdí un par de dientes.
—Suena como defensa propia para mí —dijo Baker mientras cerraba su libreta abruptamente— Bo, ponle las esposas a Cody y enciérralo.
—Ahora, espere un momento sheriff —Travis levanto su mano— Tus hijos estaban lanzando puñetazos a Cody. Difícil decir que fue defensa propia cuando son tres contra uno.
Hubo un murmullo de voces que provenían de El Dixie. Un par de hombres asintieron de acuerdo con Travis. Sus murmullos me dieron esperanza de que tal vez Baker me dejaría ir.
—Los chicos Baker llegaron muy lejos esta vez. Deben haber hecho algo muy grave para poner así a Cody.
—Escuche que Seth tenía su ojo puesto en Cassie desde hace un tiempo.
—Mi esposa escuchó que Seth embarazó a la hija del pastor Dan. Ella se encargó de ese problema muy rápido…si entiendes lo que digo.
—Las re-elecciones se acercan. No se ve bien para el sheriff.
Los labios de Baker se presionaron formando una línea fina mientras miraba a Travis. Esperaba que él no se metiera en problemas por tratar de salvar mi trasero.
—Ya que no viste quien comenzó esto —dijo él, poniendo su mejor sonrisa de campaña— tendré que hablar con algunos de tus patrones para entender la secuencia de eventos. Mientras tanto, encerraremos a Cody y a mis hijos.
—¡Pero, papá! —Chase y Dillon gritaron al unísono.
Seth gruñó mientras se levantaba y miraba a su padre.
—¡Cállense! —Gritó Baker— Primero, necesitare llevar a los chicos al hospital para chequearlos —continuo— Es protocolo estándar para alguien que ha sido lastimado.
—¿Qué hay de Cody? Él también está lastimado —Dijo Mike.
—Se ve bien para mí. Lo limpiaremos luego de arrestarlo.
Acero frío golpeo mis muñecas mientras Bo me colocaba las esposas. Travis se encogió de hombros y articuló “Lo siento” mientras me escoltaban a la patrulla.
—Te sacaré tan pronto como pueda, Cody —Había duda en la voz de Mike. Ambos sabíamos que había poca chance de que tuviese una audiencia justa. De alguna manera, Baker encontraría a alguien en El Dixie que dijese que yo comencé la pelea, ya que era la verdad. Él probablemente también haría que el juez pusiese una fianza tan alta que Mike no sería capaz de juntar la plata…no es que alguna vez fuese a dejar que gastase un peso de su plata para sacarme. Solo esperaba que no tuviese que quedarme en prisión por mucho tiempo.
—No te preocupes por mí. ¡Cuida de Cassie! —Grité mientras Bo me metía en su patrulla y cerraba la puerta de un portazo.
A través de la ventana cubierta de polvo, vi como Bo ayudaba a Seth y Dillon a subir al auto de Baker. Seth hacia una mueca con cada paso que daba. En ese momento, me sentí un poco satisfecho.
El sentimiento desapareció cuando pensé en Cassie. Me apoye en el asiento, exhausto. Mientras Bo conducía en silencio hacia la prisión del condado, el remordimiento me golpeó. No por lo que le hice a Seth y sus hermanos. Ellos merecían lo que les di y más. Mi único arrepentimiento era que no iba a poder estar ahí para Cassie. Y recé porque ella me perdonase por no estar ahí para ella cuando más me necesitaba.
Capítulo 3
Cassie
La sombra de Seth se cernía sobre mí. Él estaba aquí. ¡Seth todavía estaba aquí!
—Aléjate de mí —Mi voz era un susurro frenético.
El aliento caliente de Seth golpeaba mi cara. Gemí, luchando para liberarme. ¡No! No otra vez. No lo sobreviviré.
La risa de Dillon y Chase hacía eco en la habitación.
El cuerpo transpirado de Seth presionado sobre mí. Luego sentí a alguien tirando de mis brazos.
—¡No! —Me retorcí, respirando en cortos y dolorosos borbotones. Yo estaba en mi habitación. Estaba vacía.
Presionando mis palmas sobre mi cara, trate de borrar el recuerdo de lo que me había hecho Seth. Todavía podía sentir la manera en que sus manos y sus labios trepaban sobre mi cuerpo. Su colonia barata y su transpiración se aferraron a mí. ¿Por qué todavía podía olerlo? Necesitaba tomar una ducha para lavar su olor, para olvidar.
Con esfuerzo forzado, me senté y todo comenzó a girar. Hice una pausa, esperando que la habitación dejase de girar. Cuando finalmente me paré, no había sensación en mis piernas. Era como si no hubiese nada manteniéndome parada, y caí al piso.
—Chile, ¿estás bien ahí dentro? —El golpeteo del bastón de Willa Mae sonó desde la otra habitación.
Una sombra oscura se deslizo dentro de la habitación. Manos callosas tocaron mis brazos. Grité.
No era un sueño. ¡Seth está de vuelta! ¡Él volvió!
—¡No me toques! —Mi mano amoratada golpeó su pecho musculoso. Luché contra la piedra inamovible que me abrazó, desesperada por escapar. Un par de crueles ojos grises me miraron hambrientos. Me golpeé contra él, arañé el rostro ensombrecido, desesperada por escapar.
—Cassie soy yo —Los brazos de la voz aflojaron su agarre.
—¡Aléjate de mí! —Traté desesperadamente de escapar de la sombra, pero mis piernas no se movían.
—Soy yo. Mike. Cariño, mírame —Una mano me alcanzó, tocando mi mejilla. Lloriqueé.
—Está bien, Chile. Estas a salvo ahora —Hubo un clic y la luz inundó el dormitorio. Junto al interruptor de la luz estaba Willa Mae.
Parpadeé, y la sombra desapareció, reemplazada por ojos azules amables.
—¿Mike? —Rompí en llanto.
—Shh, todo está bien ahora. Nosotros te vamos a cuidar —dijo él— Déjame ayudarte a levantarte. ¿Puedo poner mi brazo alrededor de tu cintura para que te apoyes en mí?
Asentí con la cabeza.
Él me estudió, midiendo mi reacción mientras lentamente colocaba su brazo alrededor de mi cintura. Agarrándolo por el hombro, cojeé hasta la cama, haciendo una mueca ante las mil agujas que pinchaban mis piernas al despertar.
Mike se tomó su tiempo para ponerme cómoda, colocando un par de almohadas detrás de mi cabeza. Él me miró, con la cara arrugada por la preocupación. Sus ojos se detuvieron cuando tomaron mis brazos y mis muslos. Tragó saliva a la vista.
—Necesitamos llevarte a un hospital —Se atragantó.
Eché un vistazo a las marcas rojas con forma de huellas de manos en mis brazos y piernas. Había una delgada línea de sangre seca que viajaba por mi muslo interno hasta mi rodilla.