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Yellow Peril: Aquella Horrible Cara Amarilla
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Yellow Peril: Aquella Horrible Cara Amarilla

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De cualquier manera, los errores fueron fatales y, a pesar de los siguientes esfuerzos y la colaboración por parte de las ciudades cercanas, la furia del incendio destruyó todo, y cuando llegó a quemar el acueducto la población entendió que había perdido la batalla contra el fuego. A esta altura, la pregunta es: ¿si realmente el incendio fue intencionado QUIEN y PORQUE habría hecho esto?

He aquí la majestuosidad del primer rascacielos Americano, el Home Insurance Building, finalizado en Chicago en 1888. Obra magna de William LeBaron Jenney que inauguró la de los altísimos edificios, símbolo del poder Americano.

Tenéis que saber que la gran mayoría de los edificios en el corazón de la vieja Chicago estaba en ruinas, de barrio, y ocupada ilegalmente por la denominada escoria, es decir todos esos pobres de etnias diferentes que allí encontraban refugio. En estos edificios, el vicio, la mafia y la prostitución eran comunes y a menudo en manos de los Clanes Irlandeses, que eran muy odiados y temidos.

Frederick Law Olmsted, padre de la arquitectura de New York, fruncía la nariz ante los edificios de Chicago, definiéndola “ retrógrada hecha por inmigrantes, bar y casas de madera, ahogada en sus manías de grandeza que la lleva a construir edificios gigantes de tipo grosero y discutible”.

( the Nation, 1870) Además Chicago estaba muy atrás en la Industrialización, penalizando a Estados Unidos.

Como en la época de Nerón el incendio permitió arrasar con todo lo malo, indeseable y promiscuo que frenaba Chicago en su carrera hacia la modernidad la cual, sin ese evento fortuito, nunca habría podido librarse de manera neutral. Al fin y al cabo, el incendio representó un buen negocio para la ciudad que se benefició de la ayuda del Estado y de los privados que la reconstruyeron desde el principio y que el mismo año albergó la primera escuela de Arquitectura de los Estados Unidos (cuyos miembros destacados pertenecían al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de la Guerra de Secesión) inaugurando al final en 1885 ¡El Home Insurance Building , el primer rascacielos de América!

Horace Bell en 1880.Se trata de una personalidad interesante: os invito leer en la página web.

En cualquier caso, los tres eventos desafortunados crearon un sustrato favorable a la tragedia del 24 de octubre de 1871, la cual participó activamente más de la mitad de la ciudad, ya malhumorada con respecto a los inmigrantes Chinos, presentados a la opinión pública como esquiroles.

Aquella noche, más allá de las declaraciones de los varios protagonistas como Bilderraine que negaron y cambiaron sus versiones una y otra vez, las cosas fueron así.

Bilderraine, armado hasta los dientes y junto a un pelotón de guardianes (atención, no POLICIAS sino simples ciudadanos autorizados a mantener el orden por el sheriff local) se metió en el callejón de Negro Alley dirigiéndose a la casa y negocio de Yuen. Algunas fuentes hablan de la presencia del mismo Hing con ellos, quizás como guía. La clara intención de Bilderraine era aquella de robar el oro escondido en un tronco, del cual todos estuvieron al tanto solo a la mañana. El escuadrón se encontró delante las guardias de Yuen, que como sabemos, era un mafioso; los guerreros Tong comenzaron a disparar en defensa y, según las reglas definidas entre la mafia y la policía, sin salir del callejón. Los enfrentamientos privados, efectivamente, estaban al orden del día y por esto regularmente: el sentido era “ disparaos incluso encima, pero hacedlo en vuestra casa” y en Negro Alley COTIDIANAMENTE así eran las cosas.

Regia además un tipo de hora límite para todos los habitantes de Chinatown, que de todos modos preferían estar encerrados en casa después de las 20:00. Quedaban abiertas solo las bodegas del vicio y también allí se accedía según otros reglamentos aptas a preservar la seguridad de los clientes.

Los Chinos por su paz y porque no eran estúpidos, no infringían fácilmente estas reglas que permitían a todos una pacífica, si bien difícil, convivencia. No es casualidad que la intrusión de los vigilantes fue organizada a eso de las 20:30 aunque en el juicio se habló de las 18:00 e incluso de las 16:00…por razones obvias. Aun así, la verdad sobre el horario salió enseguida a la luz, gracias también al testimonio directo de un periodista y abogado de Los Ángeles, un tal Horace Bell que sin embargo no fue admitido en los actos. Bell escribió varios artículos sobre la cuestión, siempre rechazados por los historiadores como “poco fiables” dado sus pasados sin duda edificantes. Sin embargo, Bell continuo a sostener su versión, describiendo con detalles considerables la conspiración entre el jefe de Policía Baker y la Mafia China, además de la esclavitud misma de las Autoridades Locales a una política sin duda corrupta. Solo con la documentación sacada 140 años después corrobora finalmente su testimonio. Bilderraine fue herido en la espalda y cayó de rodillas chiflando el silbato para pedir refuerzos; mientras tanto el grupo, viendo la mala situación, hizo marcha atrás. Ni siquiera para hombres adiestrados era aconsejable enfrentarse cara a cara con guerreros Tong, sobre todo en su casa. Sin embargo, Bilderraine afirmo que Thompson, heroicamente, con la pistola empuñada al igual que el “justiciero de la noche” parece que haya dicho “¡Voy yo!” mientras que desde la esquina del edificio Coronel el policía Celsis le estaba gritando “¡Cuidado, están armados!” Desafiando el peligro Thompson se coló SOLO en el callejón oscuro, abrió la puerta de la casa de dónde venían los disparos y aquí recibió una bala en el pecho, que lo condujo a la muerte dos horas después. A este punto los policías Celis y Kerren abriéndose paso entre las balas sacan del callejón el cuerpo sin vida de Thompson y lo llevan a la calle para prestar los espantosos cuidados. La noticia de la herida y de la consiguiente muerte del hombre parece haber reforzado la multitud que dio comienzo a la masacre. Lo demás es historia. Esta fue la versión oficial llevada al proceso, y la ÚNICA a la cual los jueces le dieron credibilidad, aunque muchos testimonios de ciudadanos reputados la renegaron varias veces.

Bilderraine fue herido en la espalda y cayó de rodillas chiflando el silbato para pedir refuerzos; mientras tanto el grupo, viendo la mala situación, hizo marcha atrás. Ni siquiera para hombres adiestrados era aconsejable enfrentarse cara a cara con guerreros Tong, sobre todo en su casa. Sin embargo, Bilderraine afirmo que Thompson, heroicamente, con la pistola empuñada al igual que el “justiciero de la noche” parece que haya dicho “¡Voy yo!” mientras que desde la esquina del edificio Coronel el policía Celsis le estaba gritando “¡Cuidado, están armados!” Desafiando el peligro Thompson se coló SOLO en el callejón oscuro, abrió la puerta de la casa de dónde venían los disparos y aquí recibió una bala en el pecho, que lo condujo a la muerte dos horas después. A este punto los policías Celis y Kerren abriéndose paso entre las balas sacan del callejón el cuerpo sin vida de Thompson y lo llevan a la calle para prestar los espantosos cuidados. La noticia de la herida y de la consiguiente muerte del hombre parece haber reforzado la multitud que dio comienzo a la masacre. Lo demás es historia. Esta fue la versión oficial llevada al proceso, y la ÚNICA a la cual los jueces le dieron credibilidad, aunque muchos testimonios de ciudadanos reputados la renegaron varias veces. Es evidente que se trata de un informe conveniente, que justifica plenamente el trabajo de los oficiales y descarta la furia homicida de la gente, permitiendo el almacenamiento del desafortunado hecho como “una locura colectiva debido al grave periodo de crisis económica y a la competición desleal de los Chinos”. Pero es tan fácil demostrar que las cosas fueron diferentes. En primer lugar, los testimonios; Bilderraine fue el protagonista absoluto y héroe público que en el juicio afirmó “haber visto claramente a Thompson abrir la puerta y caer al suelo con la bala en el pecho”. Nada más lejos de la verdad: de su misma declaración, después modificada, Bilderraine se encontraba en la entrada del callejón cuando pidió ayuda, mientras que la casa de Yuen de donde salieron los disparos estaba precisamente dentro Negro Alley, en una zona oculta del callejón. Además, al menos que Bilderraine no tenga la vista infrarroja, no era materialmente posible ver nada en Negro Alley ya que la zona… no estaba iluminada. Por esto también la Policía se cuidaba muy bien a intervenir en caso de tiroteos y cuando lo hacía iba allí equipada de luces. Lo que suena extraño es la intervención de Celis y Deck, a los que le había sido ordenado de no moverse del Coronel. Se dirá que han violado la orden para salvar al amigo, pero de esta manera no cuadra tampoco: generalmente los guardias heridos eran abandonados en el suelo, sobre todo si en la zona había disparos. Además, no hay que olvidar que Thompson NO ERA un oficial, sino un vigilante, es más un canalla, y normalmente no había una buena relación entre la policía y los ciudadanos improvisados vigilantes. Generalmente a la Policía le importaba mantener una cierta distancia entre ellos, y con gran desprecio: por lo tanto es impensable que los dos grupos hayan violado una orden arriesgando sus vidas para salvar un tal que seguramente le estaba antipático, para llevarlo a la calle y verlo morir. Es probable que Celis y Deck hayan asesinado a Thompson o lo hayan llevado a la boca del lobo, disparando ellos primero para estimular el fuego directo sin cubrirle las espaldas. Algunos testimonios citan un tercer oficial, de nombre Richard Kerren, que parece que estaba en el callejón delante de la tienda de Yuen. Más tarde, cuando el juicio fue archivado, muchos testimonios oculares recordaron haberlo visto salir fuera del callejón justo después de los primeros disparos gritando “¡Han matado a Thompson!” Momentos después aparecieron Celis y Deck con el hombre gravemente herido; entonces los dos estaban ADENTRO de Negro Alley pero no acudieron DESPUÉS, atraídos por los disparos, como testimoniaron. Por último, cabe recordar que en la zona estaban Harris y Gard los dos oficiales heroicos, que tenían el deber de vigilar el edificio. ¿Cómo es posible que siendo cinco no hayan sido capaces de defender a Thompson, que le dispararon dos veces en el pecho a corta distancia? Todo indica que el homicidio de Thompson fue un evento ficticio para justificar una masacre establecida y organizada, que sin duda involucro una multitud de pandilleros pero que actuó ante los ojos de la Policía y de muchos notables del País, que de hecho aquella noche se encontraban en el mismo bando y que de una manera u otra alimentaban viejos rencores contra los comerciantes Chinos. Muchísimos empresarios fueron acusador por el Coronel de haber participado ACTIVAMENTE a la masacre y entre estos hombres destacados estaba el Concejal. George Fall, que fue claramente visto romper un trozo de madera y después un mazo de hierro en la cabeza a dos Chinos. La multitud enfurecida estaba formada principalmente por padres de familia que ejercían los trabajos más diversos y más competitivos con los Chinos como el de campesino, criador de gusanos de seda, comerciante de especias y el agricultor, pero no faltaban los herreros, carpinteros, carniceros y titulares de salones que de una manera u otra habían tenido contactos directos con los mafiosos Chinos. Se calcula que alrededor de 500 personas participaron a la masacre, una décima parte de la ciudad. Las acciones llevadas a cabo tienen un sabor vagamente militar: efectivamente, no se trató de temerarios que, con fusiles y horcas, entran en cantidad en Negro Alley sacando afuera los Chinos a la fuerza, sino de una incursión dirigida y organizada por pocos y que por lo tanto, en contra de lo que el comandante Baker había afirmado en el juicio, podía ser reprimido por las Fuerzas del Orden. Poco después de la muerte de Thompson, que NO HABIA SIDO socorrido, sino que solamente fue llevado a la calle agonizante para que todos lo vieran, un grupo de hombres expertos entró a Negro Alley disparando para llamar la atención a los mafiosos, pero manteniéndose a una distancia de seguridad. Esto permitió a otros subir al techo del edificio Coronel, posicionar tablones de madera para permitir que los disparos de las escopetas hagan agujeros en el alquitrán y abrir fuego directamente contra los Chinos desde adentro, que fueron exterminados fácilmente por la lluvia de balas. El fuego continuo duró uno diez minutos, luego uno desde el techo gritó “¡Hecho, entremos!”. Con esa señal la gente se entró en el edificio y por los callejones escasamente iluminados por las lámparas Chinas, derribando por la fuerza las casas cuya población atemorizada se había puesto a salvo.

LOS VERDADEROS MANDANTES

Un crimen teoricamente decidido

Después comenzó la masacre. Una vez más, lo sorprendente de todo el evento es la atenta organización y premeditación. Cuando en el juicio se habló de horquilla s y linchamiento los informes fueron redactados describiendo la cosa como “un gesto descabellado la cual más o menos todos los ciudadanos participaron cada uno contribuyendo para que sucediera”. Se insistió mucho tiempo también sobre las “cuerdas tomadas de los edificios Chinos o adquiridas por los “entusiastas” del lugar, no menos importante de las mujeres entre las cuales la propietaria de una pensión a una cuadra del callejón. Pero no fue así. Testimonios oculares, de los cuales no se supo hasta 140 años después de la masacre, afirmaron delante del Juez de instrucción che “los exaltados llegaron armados y dotados de un equipamiento para el linchamiento y que, una vez capaces de entrar en el callejón, comenzaron a construir las estructuras de ahorcamiento precisamente en Tomlison Corral”, una zona en las inmediaciones del edificio homónimo ya utilizado comúnmente para los linchamientos públicos y que solo el año anterior había sido teatro de ejecución del Francés Miguel Lachenais. Pero no solo eso: algunos se dirigieron directamente a la casa de John Goller, un ex concejal muy conocido por sus batallas contra los abusos de la Policía local sobre los Chinos y los Sudamericanos, que había intentado frenar la masacre advirtiendo que denunciaría lo sucedido a las Autoridades Judiciales. Los dos primeros Chinos efectivamente fueron ahorcados en algunas vigas de su casa, ante los ojos de los hijos atemorizados, la mujer y la anciana madre. Además parece que, ante las súplicas de Goller de detenerse porque dentro de la casa estaban los niños, haya sido amenazado con la escopeta por el valiente policía Kerren, ante el epíteto “¡Ten cuidado, hijo de perra!”

Los habitantes de Chinatown en 1871, año de la masacre, se estimaban cerca de los 3000. Entre estos las familias regulares eran poquísimas, dado el veto legislativo de introducir mujeres en los Estados. Por lo tanto, esta foto es una rareza. Concedida por la Biblioteca nacional de California data de 1880.

Las mismas victimas del linchamiento hablan claramente: se trató de 19 Chinos, todos más o menos involucrados en conflictos con la Policía o directamente en competencia con los grandes comerciantes de la zona, quienes a su vez, en los negocios, se habían “puesto de acuerdo” varias veces con la mafia China local. Aquí tenemos efectivamente la lista de las victimas cuya edad va de los 17 a los 50 años (extraído de Los Angeles Daily News del 25/10/1871) Wong Tuck, un simple civil que no fue ahorcado por casualidad al principio sacándolo “directamente” de su casa. Ah cut, productor de licores, que fue acuchillado al abdomen, sus miembros amputados y dejado desangrarse en su casa; Ah Long, comerciante, linchado; Ah Te, comerciante, linchado; Ah Wha, comerciante de especias, golpeado en el abdomen y en las piernas, mismo destino de Ah Cut; Ah Won, linchado; Chan Linn, herbolario, linchado; Fong Won, servidor de una casa de The, linchado; Gene Tong, doctor famoso. Fue disparado en la boca, con un dedo amputado y por ultimo ahorcado; Ho Hing…. linchado; Leong Quai, linchado; Lo Hi, comerciante, linchado; Wau Foo…. linchado; Wong Chin, linchado y ya que fue el último antes de la intervención del Sheriff Burns que contuvo a la multitud, le fueron puestas tres balas en el bolsillo para indicar que estaba armado. No se han revelado otras víctimas, luego identificadas: Chang Wan, estaba enfermo y en aquel momento era acogido en la casa del doctor Tong. Linchado. Young Burrow, chico de diecisiete años, linchado; Day Kee, un civil común, linchado; Lo Hei, comerciante de fruta, linchado; Win Chee, comerciante de opio, linchado; Yu Tuk, productor de cigarros, linchado; Tong Wan, herborista, que fue disparado, acuchillado y por ultimo ahorcado. Yo Hing, golpeado a la cabeza por el concejal George Fall con una mesa de madera, murió dos días después.


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