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Ciudad Carbón Destartalada
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Ciudad Carbón Destartalada

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“Es gracias al Señor, mi hermano”. Dijo orgullosamente el jefe Daggers mientras Jerry lanzaba las llaves de su moto y las atrapó en el aire cuando Jerry salía.

Ezekiel dejó caer el sobre con los calmantes sobre la cama. Se sentó en la única silla del cuarto. Su casa estaba muy ordenada y arreglada para un cuarto en un sitio desvencijado. No podía relajarse sin tomar un baño. Se rascó la quijada y el abdomen.

Se olió sus axilas y puso una cara divertida por el olor desagradable. Un tambor que había llenado hasta el borde le dio la bienvenida. Ezekiel había llenado el tambor con agua en la mañana y lo había asegurado con un candado fuerte antes de salir a trabajar.

“Oh no, no de nuevo”. Se frotó el cabello por la frustración. No era que le gustaba el estilo afro, si no que su cabello no había sentido las tijeras del barbero en muchas semanas porque no quería gastar su dinero espectacularmente. Este era su primer trabajo después que la compañía de seguros había reducido la nómina.

Enojado, Ezekiel pensaba por qué algunos de sus vecinos tenían que acabar con toda el agua y no tomar baldes como lo habían hecho en otras ocasiones. Estaba cansado de que la mayoría de sus vecinos sacaran agua de su tambor como si este fuera la reserva del complejo. “Ah, quisiera darles un baño completo en el mar y ahogarlos”. Apretó los puños y enseñó los colmillos.

Al contrario de la mayoría de los inquilinos del complejo que tenían hermanos más jóvenes o niños, podían enviar a buscar agua a intervalos regulares. Ezekiel no tenía ninguno de ellos, así que el generalmente llenaba su tambor antes de irse a trabajar todas las mañanas. Rápidamente se bañaba con cubos de agua y se quitaba el jabón de su cuerpo con una toalla pequeña. Le quedaban algunos minutos para encontrarse con sus amigos para una reunión en la noche.

Dos mujeres se sentaron en una mesa de trabajo redonda. Era el departamento de enfermería del Cuerpo de Paz. Estaban trabajaban hasta tarde en la noche. La oficina estaba en silencio mientras se ocupaban de llenar los reportes semanales de sus especialidades.

El director les había dado tres horas de plazo y les quedaban treinta minutos para finalizarlos. Gloria era una enfermera militar, mientras que Rachel era una civil. Gloria se levantó para buscar agua fría del dispensador.

“Que sean dos, por favor”, le dijo Rachel.

“Una para mí también, por favor, yo quiero agua tibia. El dolor de garganta me está matando”, dijo amablemente Temba, la secretaria.

Te he dicho que apagues el aire acondicionado si te molesta tanto”, dijo Gloria.

“Y, chicas, les he dicho que no se preocupen. No quiero que estén incomodas por mi conveniencia”, Temba tosió suavemente.

“Deja tranquila a la niña, probablemente quiere disfrutar del frío aquí. Puede que se haya ido la luz cuando llegue a su casa” Dijo Rachel riéndose.

“Rachel, por una vez en tu vida, compórtate seriamente”, le dijo Temba y le lanzó una bola de papel.

“En realidad no estás tomando en serio el mejorarte”. Gloria apagó el aire acondicionado y levantó las persianas mientras iba a sentarse.

Temba sonrió. “Gracias, ahora me siento mejor”.

“Sabía que así sería. De nada”.

Rachel presionó una tecla en el tablero con entusiasmo. “¡Guao! Gracias a dios que hoy es viernes.¿Quien más ha terminado? Ya he terminado este reporte”. Rachel saco tres entradas para el cine de su bolso. “¿Quién está interesada? Se abanicó con las entradas y se acomodó el cabello.

“Tres entradas. Niña tienes dinero”. Dijo Gloria.

“¿Quién tiene dinero para gastarlo en estas cosas? ¿Yo? Un novio me los dio. Él sabe que somos las tres mosqueteras del pueblo, así que ustedes, damas, tienen dos. No puedo dejar que no se diviertan” Ella movió cintura sobre el asiento.

“¿Cuál de los novios?” Preguntó Gloria.

“Dinos”. Le dijo Temba.

“El del mall” Sonrió Rachel.

“Chica, por favor, no te aproveches de ese tipo. En verdad veo amor en esos ojos. Está completamente enamorado de ti niña”, le advirtió Gloria.

“En verdad si le tienes tanta lástima, entonces anda y hazle caso a su amor. Yo no, niñas, yo soy una libre pensadora. Me divierto sin ninguna atadura. No soy culpable de lo que él sienta”.

“Hum Rachel, no digas que no te advertí. Miró a Temba. “Hermana, eres testigo. Espero haber dicho lo correcto”. Temba asintió y Rachel les sacó la lengua.

El intercomunicador sonó y Gloria lo atendió porque Temba tenía un ataque de tos. “Hola señor, es Gloria”.

“Gloria, manda a Rachel a mi oficina inmediatamente”.

“Muy bien, señor”. Gloria colgó y giró en su silla para encarar a Rachel. “El director quiere verte”.

Rachel respiró a través de los dientes y se ajustó la peluca. “Me pregunto qué querrá. Le acabo de enviar mi reporte a su email”

“¿Por qué no vas y te enteras en vez de estar murmurando frente a nosotras?”, dijo Gloria.

Rachel jugó con el tablero de su computadora, “Estoy cansada. No tengo fuerzas para bajar las escaleras.”, dijo Gloria.

“Hay un ascensor en este edificio. No más retrasos niña”. Dijo Gloria.

“Mueve tu perezoso trasero”, dijo Temba y tosió.

Rachel se levantó y sacudió sus nalgas frente a Temba. “No demasiado perezoso como para dar algunos pellizcos sonoros”.

“Rachel, el director quiere que vayas a su oficina. Deja de bromear y muévete antes que te golpee el culo con el intercomunicador”. Dijo Gloria.

“Sí, ya voy, ya voy”. Rachel jugó con el cabello de Gloria y encendió el aire acondicionado. Salió rápidamente antes que la mirada acusadora de Gloria la sofocara.

Rachel corrió frente a la entrada del mall con el entusiasmo de una colegiala. Gloria y Temba la alcanzaron.

“Rachel, tenías que pagar el taxi, pero no esperaste, así que la cena va por tu cuenta en la casa”, dijo Gloria.

Rachel levantó una ceja. “¿Por qué? Toma tu dinero del taxi”. Contó algunas monedas y se las dio a Gloria. La cena es más cara. De cualquier forma no voy a ir a la casa, recuerden que tengo una cita esta noche”.

Gloria se rió. “Miren a esa chica mala. Yo creo que tienes dinero. La próxima vez cumple con tu parte”. Las tres chicas se rieron y se tropezaron entre ellas cuando entraban al cine.

Gloria haló el brazo de Rachel. “Rachel, Mike nos está saludando. Vente, vamos a saludarlo”.

“Por favor chicas, podemos hacerlo después. Vamos y acomodémonos para la película. No queremos perder nuestros asientos, “¿No?”

“Yo creía que te había dado estas entradas gratis” Eres increíble. Guárdanos los asientos, ya venimos”. Dijo Gloria.

Gloria y Temba fueron hacia la taquilla de ventas. Rachel se golpeó la frente con su mano y las siguió para saludar a un sonriente Mike. Rápidamente les agradecieron por las entradas y le prometieron que lo llamarían después de la película.

Mike había terminado su turno y esperaba a las mujeres. Sonrió tímidamente al ver a Rachel. Gloria y Temba se apartaron, Rachel le dirigió una fría sonrisa y pasó al lado de él.

Mike la siguió. “Hola Rachel. “¿Te gustaría una copa de vino? Hay un concierto esta noche en Night Club Raven, en el cuarto piso”.

Rachel se detuvo. “Por supuesto que conozco el club. No estoy interesada. Tengo una cita esta noche”.

“Oh, ok. ¿Qué tal un almuerzo mañana?”

“Mike, en realidad no estoy interesada en salir contigo. Gracias por las entradas para la película. Realmente lo disfruté. Adiós”. Se alejó.

“Buenas noches”. Mike se quedó viendo el movimiento ondulante de sus caderas y les dio un corto saludo. Caminó hacia atrás y tropezó con Gloria.

Gloria se frotó el hombro. “¡U! me lo vi venir”

“Lo siento tanto. Espero que no te haya herido”.

“Ni un rasguño. Gracias por la película Mike”. Dijo Gloria.

“Hiciste nuestro día muy agradable”, dijo Temba.

“Fue un placer. Buenas noches, jóvenes”.

CAPÍTULO CINCO

En la atenuada mugre de Inferknow, sobresalían dos estructuras magníficas. En las noches principales, ambas puertas se mantenían abiertas hasta el amanecer. Eran noches de expulsión de hechizos demoníacos y un desfile de caras botellas de bebidas.

Los últimos viernes de cada mes se hacía un sacrificio de vírgenes en el hotel. En un cuarto exclusivo, perros sobre una cama nupcial profanaban chicas menores de edad para que sus huéspedes se divirtieran. En la iglesia, algunos acomodadores ataban a hermanos poseídos a pilares para que fuesen azotados por el pastor con escobas confesionales y agua bendita.

El hotel estaba al lado de la casa religiosa de adoración. La campana de la iglesia llamaba al culto de la tarde. Algunos huéspedes del hotel se sentían incómodos cuando la campana sonaba en medio de gemidos y quejidos. Inferknow era muy lucrativo para sus negocios. La administración del hotel hizo todo lo posible para que la iglesia se mudara a otro sitio. El dueño le había pagado en secreto a un perito para que abarcara el terreno de la iglesia. La mitad de este invadía el camino y él le había escrito anónimamente al gobierno.

Famoso por su concepto del jazz con bandas en vivo los viernes, era el único en su tipo en la colonia, accesible y económico y decorado con gusto. Su discreción también atraía a muchos clientes potenciales de todas partes.

El bar y el restaurante de hotel eran oscuros. Joel sujetó a Ezekiel por la espalda. “¡Hombre! Veo que la bebida te ha tumbado”.

“La cuenta la pagas tú. ¿Por qué has llegado tarde? He estado esperando las dos últimas horas y por eso creo que me debes una botella”. Se estrecharon las manos.

“Debes estar bromeando” Joel se rió con gusto.

“He tenido las nalgas pegadas a este taburete durante horas. No te llamé porque tomé en cuenta que lo que fuese que te tenía ocupado era muy importante”.

“No estás lejos de la verdad, Ezekiel, diste en el clavo”. Joel le hizo señas al barman para que le sirviera un trago.

“Así que ¿cuál fue la razón para que me hicieras esperarte tanto tiempo?”

“No mucho, hermano. Estuve atascado en una tranca del tránsito. Todo está vuelto loco en la ciudad. Desearía que mi carro tuviera alas y pudiera volar sobre los frustrantes caminos”.

“Ese es un deseo caro. Mi cuenta bancaria vacía me exime de esas quejas lujosas. Sólo me bajo del autobús y camino el resto del camino hacia mi casa o a cualquier otro lugar, en estos días no necesito estar apurado”.

“Eso no es gracioso. Tenemos que hacer algo sobre tu estatus. Ese par de viejos zapatos me avergüenzan, en serio”. Joel se rió.

“¿Alguna vez he rehusado un par de zapatos nuevos que me hayas dado? Con tus finas camisas bastante usadas a las que ni siquiera puedes lavarles el asqueroso perfume. Mira a este hombre adinerado demasiado tacaño para gastar en su vestimenta”. Se rieron y Ezekiel le dio un ligero golpe a Joel el brazo.

Joel tomó su bebida y tomó algunos sorbos de la crema irlandesa. “¿Por qué te gusta estar aquí?”

“La verdad es que no tenía suficiente dinero para ir hasta el centro. Me apenaba decírtelo por teléfono”.

“Tranquilo hombre, somos como hermanos” Joel empujó a Ezekiel por el codo.

“Lo sé Joel, pero algunas veces…”

“Algunas veces tienes que dejar tu orgullo. No dejes que tu ego se interponga en nuestra amistad, por favor. Creo que conozco al manager de Borrows Steel. Hemos hecho un par de negocios en el pasado, puedo hablar con él. Quizás puedas trabajar en un mejor departamento de la compañía”.

“Me encantaría. Espero que la paga sea mejor”.

“Por supuesto eres amigo del amigo del gerente” Joel sonrió.

Ezekiel se rió. “¿Esa es la política de la compañía?”

Detrás de ellos, oyeron una conocida voz femenina sensual. “Buenas noches, buenmozo. Bienvenido al hotel Good Evening Street y burdel de finos vinos. ¿Quieres un medio vaso de cristal de mí o el vaso completo?


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