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Donde Se Oculta El Peligro
Donde Se Oculta El Peligro
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Donde Se Oculta El Peligro

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"¿Y exactamente qué—"

Él sujetó su mano. "No. Los detalles no entran en discusión."

"Bueno." Bebió un sorbo de agua, tratando de encontrarle sentido a las cosas. "No quieres mucho, ¿verdad? ¿Y cuándo se supone que tengo que hacer esto?"

"Esta noche. Te daré los detalles y un resumen del reparto de personajes en el avión".

Taylor pensó que se desmayaría. ¿Esta noche? "Eso es imposible."

Noah volvió su mirada hacia ella. "Es necesario. ¿Qué podría retenerte? Sé que has renunciado a tu puesto de Clemens Jacobs. Y hoy era tu último día. No tienes compañeros cercanos a los que tengas que dar explicaciones. Ninguna...relación que te mantenga aquí."

Se levantó de golpe. "Has investigado mi vida amorosa? Eres la persona más arrogante del mundo."

Una de las comisuras de su boca se crispó. "Probablemente. Pero tenía que saber si tenías algún cabo suelto que necesitáramos atar. Tenía que tener una imagen completa de ti."

Apretó las manos alrededor de su vaso de agua. "Estoy segura de que te has reído mucho de lo patética que es esa imagen. Supongo que eso explica por qué me lancé sobre ti en la habitación del hotel."

"Te lo dije. Lo que pasó esa noche es cosa a parte." Frunció el ceño. "Una a la que definitivamente volveremos."

"¿Y qué hay de mi casa? ¿Otras cosas? No puedo simplemente coger un avión e irme."

"Sí, puedes. He traído gente conmigo para que se encargue de cerrar la casa y guardar el coche. Contrataremos un servicio de seguridad para echarle un ojo a las cosas."

Dejó el vaso con cuidado y lo miró fijamente al otro lado de la mesa, con las manos cruzadas frente a ella y los hombros rígidos. "Durante toda mi vida, la gente me ha estado diciendo lo que tenía que hacer. Dándome órdenes. Ajustando mis prioridades. Entonces descubro que esaa gente había destruido literalmente la vida de mi madre y se habría deshecho con gusto de la mía. Así que la tranquila y complaciente Taylor Scott ha desaparecido. Nadie me dirá lo que tengo que hacer. Nunca más. ¿Estoy siendo clara?"

Su mirada de respuesta fue igual de dura. "Esto es un poco más que decirte qué vestir y con quién cenar. Aquí está en juego toda una corporación. Y toda la gente envuelta en ella."

Volvió a coger el vino, bebió el resto lentamente y lo reemplazó con una mano que temblaba ligeramente. "Si esta gente está decidida a ocultar lo que hace, a apoderarse de la empresa, ¿qué les impide matarme? Probablemente pensaron que estaban libres y ahora aparezco yo."

Sus manos se tensaron ligeramente y despues se relajaron. "No dejaré que eso ocurra."

"De verdad." Ella rió, pero no era un sonido placentero. "No conseguiste mantener a Josiah a salvo."

La rabia se reflejó en sus ojos. "No esperabamos algo tan drástico. Ahora sí. Estaremos preparados."

Ella lo miró fijamente, con un conocimiento repentino que la inundó. "Quieres usarme como cebo."

"Taylor." Él se inclinó hacia delante. "Alguien tiene que tomar las riendas de esta carreta antes de que los ladrones de caballos la roben. Josiah te eligió a ti. Mis opciones son limitadas."

Jugueteó con su servilleta. "¿Crees que llegarías más lejos si me preguntaras en vez de ordenarme?"

Un músculo saltó en su mejilla. "De acuerdo. Te lo preguntaré. ¿Volverías conmigo a San Antonio y harías esto?"

Se sentó en silencio, dándole vueltas a todo en su mente.

Finalmente, habló de nuevo. "¿Estas asustada? ¿Tienes miedo de enfrentarte a un reto así.? ¿Tienes miedo de un poco de peligro?" Su voz se hizo más grave. "¿Tienes miedo de mí, pequeña?"

Si algo la hubiera empujado a ello, era esto. La nueva Taylor Scott no le tenía miedo a nada. Y él tenía razón. ¿Qué tenía que hacer aquí? Tal vez esta era una oportunidad para saber del padre que nunca había conocido. Para explorar quíen podría haber sido si sus abuelos no hubieran interferido.

"Condenación. No soy tu pequeña. Ni la de nadie." Se mordió el labio inferior por un momento. "De acuerdo. Volveré contigo. Pero quiero unas normas de base."

Él arqueó una ceja. "¿Y esas cuáles son?"

"No tengo ni idea de dónde me estoy metiendo. Tengo que depender de ti para pasar por esto, pero con una concidión. Somos iguales. Nada de órdenes. Te lo dije. Estoy a cargo de mí misma."

Pensó que había visto la mueca de una sonrisa en sus labios, después se fué. "De acuerdo. ¿Algo más?"

"Tengo unas cosas que hacer antes de irnos. Hacer las maletas, en primer lugar."

Noah ya estaba sacando su cartera y haciendole señas al camarero. "No lleves muchas cosas. Mañana vendrá una compradora personal con un nuevo vestuario para que lo veas. Ella sabrá lo que tiene que llevar la directora general de Arroyo y una residente de la lista A".

Taylor lo miró fijamente. "¿Una compradora? Estas muy seguro de ti mismo. Vas a elegir mi ropa por mí también? No lo creo."

Se mordió los labios por su evidente irritación. "Necesitarás un vestuario que diga quién eres. Estoy seguro de que no hay nada malo con el que tienes, pero estás a punto de convertirte en otra persona. ¿Puedes simplemente confiar en mí y no discutir? No tienes que llevar nada que no te guste."

Se tragó su propia molestia. "De acuerdo. Punto zanjado. ¿Qué otras sorpresas tienes para mí?"

Él se encogió de hombros. "Una cuenta corriente. Tarjetas de crédito. Otras cosas que necesitarás."

Taylor se deslizó fuera de la cabina. "Supongo que tengo que agradecerte por tu eficiencia."

"No pensaba irme sin ti, incluso si tenía que secuestrarte."

Por una vez, Taylor se quedó sin palabras. Mientras Noah la guiaba fuera del restaurante, su mente giraba en torno a los acontecimientos en los que se había visto envuelta, y su cuerpo empezaba a zumbar a la espera de lo que ese hombre pudiera querer de ella en privado. Y en si ella estaba dispuesta a dárselo. Su único pensamiento hizo uso de su recién adquirido lenguaje gráfico.

He perdido mi puta mente.


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